JungKook colgó su chaqueta y caminó lentamente hacia la cocina, un suspiro escapó de sus labios mientras removía la pequeña bolsita de manzanilla, tomó de la taza asegurándose que estuviera tibio y subió en silencio las escaleras hasta que estuvo dentro de la habitación dónde dormía con su omega, lo vio acostado abrazando la pequeña ropita amarilla, sus labios secos y su cabello despeinado, sus pequeñas orejas aplastadas contra su suave cabello rizado; a los segundos, solo paseó sus manos por las grandes mejillas, y susurró levantándolo para otorgarle la poca agua que suponía que había consumido en el día.

En un intento de aliviar el dolor se acurrucó a su costado y dejó fluir sus feromonas, tratando de consolar al pequeño rubio consciente de que hoy no había sido un día bueno para ninguno de los dos.

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