Capítulo Vigésimo Octavo
Lecuim
Después de haber hecho el amor con Helery, me hice el dormido para ver cómo ella lo hacía. Poco a poco su cuerpo se fue relajando hasta el punto de perder el conocimiento de éste mundo, su respiración era suave y relajada; Sin poder evitarlo puse mi mano en su mejilla, era tan hermosa y perfecta, no sé qué hubiera sido de mí si esa pequeña no fuera aparecido en mi vida, tampoco sé que va a ser de mí después de ésta noche. Helery sabía toda la verdad sobre mí y aún así se había quedado a mi lado, incluso me había entregado su cuerpo una vez más.
Esa hermosa chica no sabe lo que causa en mi cada vez que me besa, me abraza o hacemos el amor, sí tan sólo mi destino no fuera cambiado tan drásticamente, no fuera tenido que elegir a la misma esposa en ésta vida. Piensen muy bien cuando deseen estar juntos para siempre con alguien, aunque estés muy enamorado, tal vez seas tú el que va a fallar.
- Eres tan hermosa - Susurré acariciando nuevamente su mejilla - Sí la perfección no existe, pequeña, entonces tú eres ilegal.
Seguí halagandola mientras cuidaba sus sueños ¿Cómo no decirle lo preciosa que era? Cuando se siente algo hay que decirlo, las personas no leemos mentes. Entre tantas palabras me fui quedando dormido aferrado a la pequeña cintura de Helery, de mi pequeña.
La luz que entraba por la ventana chocó bruscamente con mis ojos, con mi mano derecha talle estos evitando que derramará lágrimas de irritación. Me sobre salté de inmediato al sentir mi cuerpo intacto, no era el de un gato, era yo, tenía mi cuerpo de humano ¿Cómo era posible? ¿Acaso ella era mí...
- Helery - La moví cuidadosamente evitando lastimarla - Despierta por favor.
- ¿Qué sucede? - Contesto adormilada causando ternura en mí - ¿Lecuim?
- Sí - Musité con una gran sonrisa - Soy un humano Helery, eso significa que... - Me interrumpió antes de que pudiera decir mi sospecha.
- Me alegra que lo seas, así entenderás mejor lo que diré - Sentí una presión en el pecho tras su seriedad - Muy claro me has dicho tu deber, así que te pediré que te vayas y nunca vuelvas.
- ¿Qué? - Fue imposible ocultar mi rostro de sorpresa mientras ella se levantaba hacia la puerta y me pedía que me fuera - No estarás hablando enserio. Helery yo pienso que...
- Dije que te fueras.
Sin seguir pidiendo que me escuchará, salí de la habitación dándole como despedida una mirada triste y rota ¿Ahora cómo le diré que sospechaba que mi esposa es ella? Maldición, la vida me odia.
😔😔 Siempre dicen que en una historia no hay felicidad eterna. Aquí ya empieza lo bueno o triste de ésta bella historia.
Gracias por leer.
Los quiero mucho 💖💌💖
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