Capítulo Tercero
Ariel
A veces me daba pena mi mejor amiga, en realidad, me daba pena ser su amiga, su estúpido corazón honesto y amoroso la hizo la estúpida que es, por andar de chica buena ha descuidado por completo a su novio, al guapo y sexy Hazza. Después de que Helery aceptara irse sola con su nuevo amigo felino, yo tomé rumbo a mi casa junto a Hazza, en el camino platicábamos sobre diferentes temas, incluyendo la relación con Helery, al principio se tensó un poco, al parecer había olvidado por completo nuestro acuerdo.
Frenó en seco y con la mirada buscó un callejón para adentrarse en él, una vez encontrado, prendió el auto, lo estacionó allí, se quitó el cinturón de seguridad y me miró con esos ojos que me hacían perder la cordura hasta el punto de desearlo con todas mis fuerzas.
—Lamento no haber ejecutado el plan — acarició mi mejilla — sabes qué lo que más deseo es estar contigo mi amor.
—Si eso es verdad ¿Por qué mierda no has terminado con la tonta de Helery? — me sonrió pícaramente, me tomó de la cadera y me subió a su regazo.
—No hay que apresurarnos — masculló mientras se hundía en mi cuello — no quiero que esa tonta escuálida sospeche que la dejé por su mejor amiga — continuó mientras besaba mi cuello haciéndome perder el control de la situación — me encanta tu olor, eres exquisita.
—Hazlo rápido, no me tortures más — suplique pegando un jadeo al sentir su mano adentrarse entre mis bragas — llévame al cielo, cariño.
—Ni siquiera Helery me prende tanto como tú preciosa — confesó — te llevaré al cielo mientras de quemas de placer en el infierno.
Rompí la distancia entre nosotros y uni nuestros labios en un beso salvaje, de esos donde el mundo no existía y la ropa estorbaba; Su mano izquierda viajaba por todo mi cuerpo, mientras la otra, con sus dedos juguetones, solo se concentraba en masajear mi clítoris sacandome gemidos de excitación. De un momento a otro la ropa nos estorbaba más que antes, así que él se apresuró a quitar mi polera negra para después desabrochar mi sostén y liberar mis pechos, empezó a apretar cada uno de mis pechos mientras yo me encargaba de bajar sus pantalones y boxer.
—Mira como me pones — oro mirándome con ojos lujuriosos, a éste punto podía asegurar que los míos lo miraban igual, pues habíamos llegado al punto en el que la cordura ya no tenía cabida entre ambos.
Lo siguiente que hice fue levantarme un poco para sacar mi falda y bragas, mis movimientos torpes hacían el momento más gracioso, haciéndonos reír cómplices de nuestros propios pecados, me senté encima de su erecto miembro y empecé a disfrutar mientras sentía como entraba cada centimetro, un gruñido de su parte fue lo que finalizó la penetración. Empecé a moverme rápidamente una y otra vez encima de él, con sus grandes manos sujetaba mi cadera moviéndome a su antojo, lancé la cabeza hacia atrás mientras gemía como una loba en celo, era un placer poder tocar el cielo sin necesidad de conocer la muerte y aunque estaba mal, el deseo era algo inevitable, haciendo lo ilegal más deseable.
—M-Mierda — susurré al escuchar mi celular sonar, lo tomé y miré el nombre en la pantalla — es la... La tonta... De Helery, ah — la excitación y cansancio no me dejaba hablar bien.
—Contesta... No... No podemos dejar que sospeche - dijo con seguridad, yo asentí.
—Hola Ariel.
—H-Helery.
—¿Estás bien? Te escucho algo agitada.
—Es que... Estoy algo... Algo ocupada — Jade al sentir como Hazza se empezaba a mover escarbando en mi interior. Joder, no era el momento, pero no quería que parara.
—¿Estás follando Ariel? —Escuché como reía en un susurro, pegué un gemido al sentirlo chupando mi pecho derecho, sus dedos se movían en mi clítoris y su miembro venoso y palpitante se movía con mayor intensidad, fue ahí que Helery soltó una carcajada —mejor hablamos luego, no quiero escuchar tu excitante situación.
—No... Te rías — era inevitable no hablar entre jadeos — deberías de darle... Lo mismo... A Hazza... Ah — colgué y tiré el celular al asiento del copiloto.
Me sostuve de sus hombros y empecé a moverme con gran velocidad, sentía como los espasmos en mi intimidad anunciaban la llegada de un orgasmo, solté un grito al sentir el límite del placer, él seguía moviéndose en busca del suyo, unas cuantas embestidas más y pude apreciar el líquido blanquecino salir de él.
Nos dimos un último beso donde pareciera que nuestra vida dependía de ello, luego nos vestimos entre pequeñas conversaciones y seguimos nuestro rumbo a casa.
—Al llegar a tu casa te pondré a gritar mi nombre — sonreí cómplice de sus palabras, esclava de sus deseos y amante de sus pasiones, luego mordí mi labio inferior al imaginar lo que me esperaba, éste día iba a ser una maravilla.
🙏💜 Voten, voten 💜🙏
Sé que ya están odiando a Ariel 😁
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