Capítulo Segundo

Helery

Las clases habían terminado, como siempre, el primer día era totalmente aburrido, solo habíamos tomado algunos apuntes y una que otra amenaza del profesor para que no le jodieramos la clase. Ariel se la pasó todas las horas hablando sobre lo guapo y sexy que se veía el profesor mientras explicaba, yo me hacía la que le prestaba atención, cuando en realidad no escuché ni una sola palabra de su apetito sexual.

Ariel y yo caminábamos hacía nuestra casa, ella siempre iba a la mía, se queda un rato y luego cogía rumbo hacia la suya. Unas cuadras más adelante escuchamos un ruido de gato y ambas paramos en seco.

—¿Escuchaste eso? — la miré y ella solo alzó sus hombros en son de que le daba igual.

—No lo sé, igual no me gustan los gatos — hizo un gesto de desagrado que me pareció tonto.

—Míralo, ahí está.

Me acerqué a él y lo tomé entre mis brazos, su pelaje era blanco y tenía unos hermanos ojos azules, en su pata derecha tenía una cortada que al parecer le dificultaba su caminar. Entre un silencio que pareció una eternidad, tomé la decisión de llevármelo para la casa, después de todo, vivía completamente sola y a nadie le incomodaria.

—¡¿Estás loca?! — exclamó en un grito que se escuchó al otro lado del mundo — es un asqueroso gato de la calle, no sabes que enfermedades o bichos tendrá.

—Yo lo bañare y lo mantendré bien — después de lo dicho, solo sentí como el gato saltó de entre mis brazos para ir a sobarse en las piernas de Ariel.

—¡Qué asco! quitamelo, quitamelo — traté de hacerlo pero él quería seguir pegado a ella — ¡Haz algo Helery!

—¿Por qué tanto escándalo chicas? — sonreí al escuchar la voz de mi novio, un chico alto te ojos almendrados, con dos hoyuelos a cada lado de sus mejillas que aparecían cada vez que sonreía.

—¡Hazza! Mi amor — me acerqué a él y uni mis labios con los suyos.

—Asunto arreglado — ambos miramos desconcertados a Ariel —tú, — dijo señalándome — te puedes ir con tu felino a casa, ya que vives cerca te puedes ir caminando.

—Pero... — me interrumpió.

—Yo que vivo más lejos, Hazza me puede llevar en su auto — chilló con una sonrisa gigante, como si se le fuera ocurrido una maravilla.

—Por mí no hay problema — confesó con una expresión que no pude desifrar.

Tal como lo propuso Ariel, yo me fui con el gato y ella con mi novio, no me parecía mal, después de todo me gustaba la idea de que mi mejor amiga y mi novio se llevarán bien, así podíamos salir los tres sin ningún problema y contratiempos.
Una hora después, había llegado a casa con el felino en mis manos, me causaba gracia la manera en que trataba de zafarse de mis brazos para ir detrás de mí mejor amiga, no entendía su repentino gusto por Ariel, pero bueno, después de todo, es un simple gato.

Lo bañé, alimenté y curé su herida, no me dió ningún problema al realizar esas tareas, parecía entender a la perfección que solo lo quería ayudar, después de explorar y mirar la casa, se quedó dormido en mi cama causándome una inmensa ternura. Para despejar mi mente un poco, decidí llamar a Ariel para preguntarle cómo le había ido con Hazza.

—Hola Ariel.

H-Helery

—¿Estás bien? Te escucho algo agitada.

Es que... Estoy algo... Algo ocupada — jadeo.

—¿Estás follando Ariel? — solté una risita la cual ella respondió con un gemido, eso bastó para que soltara una carcajada — mejor hablamos luego, no quiero escuchar tu excitante situación.

No... Te... Te rías — hablaba entre cortado — deberías de darle... Lo mismo... A Hazza... Ah — colgó.

No pude evitar volver a romper en risas, aunque hace algunas semanas que no intimaba con Hazza, no me hacía falta, pensaba que las relaciones eran más que solo sexo salvaje y noches de sudor y placer, sabía que él lo entendía y sabría esperarme.

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