Capítulo Décimo Cuarto
Helery
—No puedo más, mi estómago —masculló seguido de una carcajada. De sus ojos caían lágrimas que yacían desde sus ojos y morían en su cuello— eso... Eso solo te pasa a ti Helery.
—¿Vez por qué no te quería contar? —bufé mientras la miraba de mala manera.
—Es que es muy gracioso, es como ver porno gay en vivo —dijo mientras limpiaba sus lágrimas y trataba de no reírse más.
—No lo vi, solo lo oí.
—Es igual —volvió a reír.
Después de tremendo espectáculo en los vestidores masculinos de las piscinas climatizadas, había salido corriendo con el calor en el rostro y el fuego en mis mejillas. Había llegado a mi apartamento y le había contado a Sammer lo sucedido, mala idea, se había burlado de mí todo el tiempo, como había dicho, era porno gay en vivo.
Sammer tomó al gato que caminaba por allí y empezó a acariciarlo mientras trataba de contarle lo que me había sucedido, sinceramente no entendía por qué trataba a ese gato como si fuera una persona normal, a veces pienso que Sammer suele meterse mucho en mi vida, pero probablemente sea solo porque se preocupa por mí, mi hermana jamás me lastimaria, eso lo puedo asegurar.
—Ay gatito —suspiró— tu dueña ha pasado por cosas muy graciosas solo por follar borracha.
—Miau.
—¿Por qué le cuentas mis desgracias a un gato? No debe entender lo que le dices —increpé sentándome a su lado.
—Él ya es parte de tu vida —chilló con una sonrisa—. Debe conocer la sal que llevas encima —negué con la cabeza mientras acariciaba al gato.
—¿Te puedo decir algo? —asintió— te sonará muy loco, pero el gato tiene los ojos parecidos a aquel chico.
—Miau.
Nos quedamos en silencio por un rato, no había más conversación por el momento, pero cuando iba romper dicho silencio, la puerta principal sonó, Sammer y yo nos miramos confundidas, no solíamos recibir visitas, pues yo no tenía amigos y Sammer no era de aquí. Sammer me pasó el gato y fue a abrir la puerta, después de unos cuantos segundos me llamó para que atendiera el asunto.
—¿Qué mierda haces aquí Hazza? —cuestione con un poco de enojo una vez que llegué a la puerta, era un descarado.
—Por favor amor —tomó mi mano libre—. Perdoname, fui un idiota, Ariel es una zorra que solo juega con los hombres, yo fui uno más de su lista, caí bajo los encantos de esa maldita y dejé a un lado lo que más amaba, tú. —besó mi mano— yo te amo Helery, volvamos por favor ¿Sí?
—¿Es enserio? —lo miré con una risa burlona mientras el asentía como un idiota. Sin darme cuenta, el gato que se encontraba entre mis brazos, empezó a gruñirle a Hazza, sus uñas estaban afiladas y estaba totalmente erizado—. Lárgate Hazza, no tengo intenciones de volver contigo.
—No Helery, yo sé que tú me amas tanto como yo a ti —rogó por milésima vez.
—Mira Hazza, esto no es una telenovela, no soy tan estúpida como esas chicas que vuelven a donde las hicieron sufrir. Las mujeres somos muy valiosas y no tenemos por qué rebajarnos ante unos idiotas como ustedes. —musité para luego cerrarle la puerta en la cara.
—Helery —mencionó Sammer atrayendo mi mirada, podía notar en la suya algo de curiosas— ¿Odias a Hazza?
—No, no se puede odiar a alguien que te hizo tan feliz durante tanto tiempo —sonreín sin ganas—, Pero nadie se queda donde no lo quieren.
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