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La sangre brillaba por la luna llena, el viento soplaba con fuerza mientras Sesshomaru tenía su espalda contra la mía. Nos encontrábamos rodeados de una cantidad incontable de demonios, comandados por Kagura, quien se fue volando en cuanto vio el poder destructivo de Tokijin.
– No dejan de venir. – Exclame mientras cortaba en dos a unos ogros el triple de grandes que yo. Sesshomaru no dijo una sola palabra, solamente corto la cabeza de un monstruo que estaba a mi espalda. – Gracias. – Dije con una sonrisa mientras que pasaba mi mano por Sombra Lunar, haciéndola cambiar de color a un morado profundo. – Luna oscura: Vigilia del Festival. – Y con esas palabras di un enorme corte vertical que termino con más de la mitad del ejercito demoniaco de Kagura, pero eso agoto mis energías, haciéndome caer en el brazo de Sesshomaru.
– No te rindas aun, _____(Amaya). – Dijo el demonio macho con su voz profunda. – ¡Souryha! – Exclamo Sesshomaru, agitando a Tokijin, lanzando ráfagas de energía demoniaca que hicieron explotar a los demás demonios con los que nos estábamos enfrentando.
Me baje de Sesshomaru con cuidado, sosteniéndome con Sombra Lunar, mientras que mi katana tomaba una tonalidad rosada y comenzaba a purificar los cuerpos de los miles de demonios que allí había, haciendo que la marca de mi frente se transformase en las mismas flores que estaban brotando de los cuerpos de los demonios malignos.
Finalmente, purificados, caí rendida al suelo, a lo que Sesshomaru aprovecho para recogerme del suelo con su único brazo. Algo que yo le agradecí mientras que mi respiración irregular lo hicieron acercarse a mis labios, más mi dedo se interpuso entre nosotros dos. – Creo que estoy bien. –
– Hm. – Fue lo único que dijo mientras comenzaba a caminar, sin soltarme, pero acercándose donde se escondían Rin y Jaken. – Vámonos. – Dijo su ultimátum mientras me dejaba sobre Ah-Un, y comenzaba a caminar hacia quien sabe dónde.
– Señorita _______(Amaya) ¿Está bien? – Pregunto Rin, subiéndose a Ah-Un mientras que yo me incorporaba en la bestia de dos cabezas. Últimamente este tal “Naraku” estaba enviando muchas hordas de demonios para atacar a Sesshomaru. Supongo que debía de temer a su nuevo poder.
A la mañana siguiente nos encontrábamos caminando hacia una aldea, pero nuestro paso fue interrumpido por que un señorito demonio de alto rango no quería mezclarse con los humanos.
– Necesitamos provisiones. Rin no puede seguir alimentándose a base de hongos. – Dije, tirando del cabello de este idiota quien me miro como si quisiera matarme, mostrando sus garras, tratando de golpearme con ellas sino fuera porque las esquive a tiempo.
– No vamos a ir a una aldea humana otra vez y punto, no discutas más sacerdotisa. – Continuamos nuestra discusión como por diez minutos, con Jaken y Rin como espectadores.
– oiga señor Jaken, últimamente la señorita _____(Amaya) ha estado más confiada con el Señor Sesshomaru ¿No cree? – Dijo Rin en un susurro al enano verde.
– Si te refieres a que ha estado más irrespetuosa que otras veces tienes razón, esa niña, debería darle una lección. – Expreso Jaken con molestia.
– Pero si hace eso el Señor Sesshomaru se enojará con usted. – Le contesto la pequeña hasta que ambos escucharon un aplauso por parte de _______(Amaya) y esta con una sonrisa en los labios dijo felizmente
– Que bueno que hemos llegado a un acuerdo Sesshomaru. – La sonrisa de zorro astuto de la sacerdotisa no le dio buena espina ni al diablillo ni a la niña. – Vámonos Rin. – Dije tomando a la pequeña mientras tomaba el brazo de la pequeña y corría a la velocidad del rayo desapareciendo por el horizonte.
Sesshomaru solo se tocó la cabeza, preguntándose si era lo correcto dejar a solas a ese par. – Jaken. – Bueno, con alguien tenía que descargar su furia. – Vámonos. –
– Si amo bonito. – Dijo el pequeño diablillo verde mientras seguía a su señor. – Emm ¿Señor Sesshomaru? ¿Qué van a hacer las chicas? – Pero Sesshomaru solo le dio una mirada llena de odio. Finalmente, tenía un arma para poder protegerla, pero ella no se dejaba.
Eso. . .tal vez lo hacía entristecer.
Rin y ______(Amaya) se encontraban paseando por la aldea que estaba cerca del lugar donde se separaron del Señor Sesshomaru y Jaken. Habían pasado por varios puestos de comida, conseguido calzado para la niña, los dichosos panes que el Señor Sesshomaru agradecería más tarde y visto diferentes kimonos para la llegada del invierno. – Señorita ______(Amaya) ¡Vea esto! – Apunto la pequeña a unos Sakuramochis los cuales no dude en comprárselos y comprar algunos para que el insoportable de Sesshomaru los probara. – ¡Están deliciosos! –
– ¿Enserio? Me alegro mucho Rin. – Dije mientras veía a lo lejos una carpintería. Recordé la rama del árbol Bokuseno, y sacándola de la vaina de Sombra Lunar, fui a esa carpintería junto a Rin para hacerle una funda a Tokijin, pero nunca esperé que de esa carpintería saliera el medio hermano de Sesshomaru, Inuyasha.
– Pero ¿qué? – Dijo el hombre mitad bestia al vernos. – ¡Cuidado Kagome! Es la misma sacerdotisa que estaba con Sesshomaru, y esa de ahí es su pequeña amiga Rin. –
– No estamos aquí para pelear. – Dije mientras le entregaba la rama a Rin, quien se escondió detrás mía.
– Oh, pero que sacerdotisa más bella. – Dijo el monje tomándome de las manos, algo que me sorprendió haciéndome sonrojar ¿Por qué este hombre estaba haciendo esto? – Dígame señorita ¿No quisiera tener un hermoso hijo conmigo? – Mi boca se abrió de par en par, igual que la de Rin, pero luego la exterminadora golpeo al monje con su bumerán gigante.
De golpe, sentí un aura maligna llena de deseos de matar así que aleje al monje con un empujón y desenvaine a Sombra Lunar, pero mi sorpresa fue grande cuando vi a Sesshomaru en medio del polvo que se había levantado.
– ¿Que estás haciendo aquí? – Dije, guardando mi espada en mi pecho, Sesshomaru solamente me vio a los ojos con esa mirada fría e imperturbable. Pero solamente saco a Tokijin, dirigiendo su espada contra el monje que fue protegido por Inuyasha y Colmillo de Acero.
– ¡Apártate Miroku! – Dijo él mitad bestia mientras que se sacaba de encima a su hermano. Pero este rápidamente fue de vuelta hacia el monje, decidido a matarlo.
– No tendré hijos con él, es muy feo. – Perdóname monje Miroku, pero es para salvar tu vida. – Ya tenemos todo lo que queríamos, ¿Nos vamos? – Dije, tocando la mano de Sesshomaru, haciendo que guardara su katana. Otro día le haríamos una vaina. – Gracias por la propuesta monje, pero como veras, soy muy feliz, así como estoy. – Y tras una reverencia, los tres nos marchamos.
Tengo que tener una discusión muy seria con este demonio de cabello platinado.
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