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Era una noche templada, hacia algo de frio, así que Rin y yo nos encontrábamos enrolladas en una enorme manta que conseguí en un pueblo con mi trabajo como sacerdotisa. A pesar de mi insistencia en quedarnos a resguardo de una casa que amablemente se ofreció en hospedarnos, la pequeña se negó, ya que el demonio mayor no quería involucrarse con los humanos.
Eso me hacía pensar ¿Por qué llevaras contigo a una niña humana Sesshomaru? Pero al parecer no había respuestas para mis preguntas.
– Señorita ______(Amaya) oiga. . . . –
– ¿Si, Rin? –
– ¿Podría cantarme la canción de la cigüeña otra vez? – Suspire mientras comenzaba a tomar aire para ponerme a cantar.
"El frio llego, la nieve cayo, de blanco cubrió, el paisaje invernal. . ." Ah–Un el demonio dragón que estaba recostado contra nosotras durmiendo levanto sus imponentes dos cabezas para escuchar mi melodiosa voz. Incluso Jaken abrió uno de sus ojos para prestar más atención a la letra. "En un pueblo donde ya no hay nadie más, solo el, junto a mí con su calor y protección." Sesshomaru, que andaba desaparecido, camino tranquilamente por el campamento. ¿Dónde estabas? Quería preguntarle, pero en estas dos semanas que he acompañado a este singular grupo me he dado la idea de que el Señor Sesshomaru es un lobo solitario, así que seguí cantando. "El día en que, yo te conocí, nevaba también. – Me susurro y sonrió, al decir que recordabas me sonrojé, y me escondí en el intento de callar mi voz" El señor Jaken se levantó deprisa una vez que se percató la presencia de su amo, parecía estar muy entretenido con mi canción el pobre diablillo, tanto que le rogo a su amo misericordia.
– Lo siento amo bonito, es que _____(Amaya) tiene una voz preciosa para ser humana. – Susurro lo último.
Sesshomaru no dijo nada más, se veía en su expresión molestia, algo que altero mucho al señor Jaken.
– Amo bonito ¿No se siente bien? –
– Solo deja que Rin escuche su cuento en paz. – Pero la pequeña ya se encontraba profundamente dormida, con sus tiernos ojos cafés cerrados, apoyada encima de Ah-Un quien también se había recostado y estaba dormitando.
Me levante de mi lugar, sin despertar a Rin en el proceso, caminado lentamente hacia Sesshomaru. – El invierno pronto comenzara, ella necesitara algo más que una vieja manta y una fogata para estar bien de salud. – Dije en un susurro acusatorio.
– ¡¿Cómo te atreves a hablarle al amo Sesshomaru de esa manera?! – Dijo Jaken en un grito escandaloso, haciendo que Rin se moviera por el ruido con molestia, enojándome, haciéndome comenzar a desenvainar mi arma y Sesshomaru mostrar sus filosas garras al enano verde. – Lo siento mucho. – Dijo con muchas reverencias repetidas mientras se iba corriendo del lugar con lágrimas en los ojos temeroso por su vida. Termine guardando a Sombra Lunar en mi pecho, algo que Sesshomaru pareció interesarle ya que miro mi escote intensamente.
– La vaina de Sombra Lunar está dentro de mi pecho. – Termine explicando mientras tocaba esa parte del kimono de una miko. – Mi padre y maestro fue quien me entrego a Sombra Lunar para purificar este mundo de los demonios. –
– Esa no es una espada normal. – Dijo Sesshomaru, extendiendo su única mano, como si me exigiera que le entregara a Sombra Lunar.
– Un demonio como tu jamás podrá tocarla. Esta espada responde solo a los que yo le tengo confianza. – Dije, desenvainando a Sombra Lunar, entregándosela, viendo como el campo de energía purificaba la mano de Sesshomaru y le hería. – ¿Lo ves? Es una espada sagrada. –
– Quiero pelear contigo, sacerdotisa. – Dijo Sesshomaru de repente, algo que me sorprendió no muy gratamente. Me gire para ver a Rin durmiendo pacíficamente en su lugar, y apunto de negarme, Sesshomaru comienza a caminar. – Por aquí, sacerdotisa. – No me gustaba que me llamara solo "sacerdotisa" siendo que tenía un nombre precioso, pero no me quedo más remedio que seguir al demonio puro de cabellos largos y lacios.
Finalmente, llegamos a una pequeña pradera de amapolas rojas como la sangre. Realmente no sabía que había un lugar así aquí cerca, y mucho menos así en pleno otoño, pero eso era lo de menos.
El demonio mayor saco sus garras venenosas y me ataco con ellas en cuanto estuvimos lo suficientemente lejos de Rin. Rápidamente, desenvaine a Sombra Lunar y pare su ataque con mi katana, pero una ráfaga de golpes comenzó a seguir y lo único que podía hacer era bloquearlos.
El veneno que chorreaba entre los dedos de Sesshomaru callo en las flores, dando un perfume muerto y pútrido, casi haciéndome vomitar.
Finalmente, cuando logré separarme de él pude ponerme en posición ofensiva, comenzando mi ataque, concentrando la energía espiritual de mi alma en mi espada, purificando el veneno de Sesshomaru, haciéndolo retroceder ahora.
Chispas de electricidad salían de nuestro enfrentamiento, Jaken se encontraba por ahí, pululando y dándole ánimos no merecidos a su amo, mientras que yo prácticamente me dejaba la vida en el enfrentamiento, el macho parecía ni siquiera esforzarse, algo que me hacía enojar.
Finalmente, di la estocada que termino partiendo parte de su armadura, cortando la tela de su kimono, con piel incluida, haciendo brotar la cálida y roja sangre del príncipe demonio perro. Su expresión de asombro fue lo que más me llamo la atención, pero no hice otra cosa que ir por su cabeza, deteniéndome en el último instante ¿Qué pasaría con Rin? Sesshomaru es su hogar, aunque no quiera admitirlo.
Y ahí estábamos los dos, yo con mi katana en su cuello, y el con un pequeño hilo de sangre por un micro corté que le hice. – _____(Amaya) – Dije. A lo cual no pareció entender mientras guardaba mi espada. – Llámame ______(Amaya) de ahora en adelante. – Pero de golpe me encontraba en el suelo, con Sesshomaru sobre mi mientras que sus garras estaban fijas en mi cuello, solo me reí. – ¿Así que eres mal perdedor? – El solo apretó un poco más, dejándome sin aire.
Las amapolas bailaban en mis ojos, El viento soplaba y el cabello platinado como la luna inexistente de Sesshomaru era lo único que podía ver.
– Recuerda. – Dijo, con su voz ronca por la ira. – Que tengo tu vida en mis manos, ______(Amaya). – Solo sonreí. Algo que pareció perturbar ese rostro impoluto suyo, pero poco a poco comenzó a soltar mi cuello para luego ofrecerme una mano para levantarme. – Vamos, tienes una historia que contar. Jaken no termino de oír el relato. – ¿Tanto te cuesta admitir que te gusta mi voz?
A la mañana siguiente, apenas nos despertamos comenzamos a andar, Sesshomaru como siempre iba a la cabeza mientras yo iba cantando.
– ¿Estas de buen humor _____(Amaya)? – Pregunto Rin, subida a Ah-Un, quien me miraba con brillo en sus ojos mientras yo caminaba por el sendero de la vida.
– Solo sé que tengo público que le gusta mi voz. – Conteste con una risa mientras acariciaba al dragón de dos cabezas. – ¿Alguna en especial que quieres escuchar?
– Quisiera terminar la de la cigüeña – Dijo la pequeña de ojos cafés con una sonrisa encantadora.
– Oh, no otra vez por favor. – Dijo Jaken tapándose las orejas. – Ya la escuché demasiadas veces. –
– ¿Cómo? ¿La escucharon anoche sin mí? – Dijo la niña con tristeza.
– Jaken. – La voz de Sesshomaru nos asustó a todos, principalmente al nombrado. – Si Rin quiere escuchar esa canción, esa canción vamos a escuchar, ______(Amaya), cántala. –
– Pídelo más amablemente. – Dije con mis brazos en mi cintura. A lo que Jaken comenzó a quejarse por la falta de respeto hacia su amo, pero lo que nadie sabía es que en la cabeza de Rin ya se estaba maquinando una idea.
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