Un diamante de verdad
Título: CANCIÓN PARA PETER
Autora: Clumsykitty
Fandom: MCU, Post Civil War (semi AU)
Parejas: Stony, Superfamily
Derechos: Soy tan pobre.
Advertencias: Estas historias fueron publicadas en mi rincón de demencia que poseo en Facebook, y que recopilo aquí para quienes deseen leerlas en formato fanfic. Tiene variantes respecto a Civil War, entre otros elementos.
Gracias por leerme.
UN DIAMANTE DE VERDAD
-Sssshhh, no llores.
-Tengo miedo, tengo miedo.
-No va pasar nada.
-Ellos son malos. Muy malos.
-Pero no permitiré que te hagan nada, ¿de acuerdo, Peter?
-Tengo miedo.
-Y yo –Tony le abrazó con fuerza- Peter, vamos a salir de aquí, te lo prometo.
Cosa difícil, pensó Peter al ver el grillete que sujetaba el tobillo de su papi al suelo de aquella celda donde les tenían atrapados esos hombres malos vestidos de negro con un dibujo feo de una calavera con brazos de pulpo en color rojo. No sabía cuántos días habían pasado pero entre más tiempo pasaba, Peter creía que los iban a hacer papilla.
-Papi, hay algo que debo decirte.
-¿Qué pasa?
-Yo –se armó de valor, haciendo un puchero sin darse cuenta- Yo abrí el armario de Narnia.
Tony le miró entre enojado y triste pero luego le sonrió, besando sus cabellos.
-No importa.
-Sí importa, porque le hablé a Steve, le dije que nos ayudara.
Algo debía tener en sus poderes de superhéroe el tal Steve, porque ese silencio extraño en el que se quedaba cuando hablaban por teléfono se le pegó a su papi también.
-¿Papi?
-Lo siento... lo siento, mucho, Peter... pero... -la mirada de Tony entristeció mucho y se puso húmeda, no era nada bueno- Él no... no vendrá.
-¿Por qué? –eso fue algo inaudito para Peter. Imposible. Steve era un superhéroe, se lo había dicho.
-Él eligió otra cosa... no a nosotros...
Peter sintió sus propias lágrimas por dos buenas razones. La primera fue ver llorar tan abiertamente a su papi, como si algo muy dentro de sí le doliera tanto. Y la segunda fue por esas palabras que no tenían sentido, pero al mismo tiempo sonaban como si con ello algo se hiciera pedacitos dentro de Peter, ocultándose en el pecho de Tony. Una vez la niña de las coletas había dicho que no todos merecían ser salvados por superhéroes porque no valían la pena o algo así dijo en un recreo. A la mejor era lo que significaba esa carta que Steve había escrito, estaba pidiéndole perdón a su papi porque no iba a ayudarlo aunque dijera que sí, pero lo había dicho porque así son los superhéroes, pero ellos no valían la pena porque él había elegido otra cosa.
Y los malos iban a lastimarlos sin que nadie los detuviera.
No pudo llorar mucho porque Tony comenzó a decirle sobre los peces flotantes, iba a hacerle otro ahí mismo, y quería que pasara lo que pasara, lo siguiera hasta donde el pececito fuese a llevarle. Eso no le gustó pero ni tantito a Peter más ya no iba a desobedecer. Sería muy fuerte, sí señor, y haría que su papi estuviera orgulloso de él aunque temblara de pies a cabeza. Así que dejó pasar las miradas horribles del villano con acento extraño y las agujas que picaron sus bracitos en contra de su voluntad hasta la noche en que las luces comenzaron a fallar. Tony le puso unos lentes algo pesados que no dejaban ver nada pero era para distinguir a su pececito en la oscuridad. Había llegado la hora.
Todo se veía verde pero claro como si fuese luz de un sol verde, y su pececito apareció meciendo su colita en el aire, empezando a nadar hacia la puerta que se abrió. Peter se volvió a su papi pero éste no le dejó hacerlo, ordenando con fuerza que hiciera lo que había prometido. Le obedeció aunque las lágrimas resbalaron de sus ojos por debajo de los lentes. Siguió caminando muy de cerca al robot disfrazado, sin prestar atención a lo que escuchó o el frío que hizo, siguiendo por pasillos que se le antojaron eternos y algunos bastante escalofriantes como una película de terror. Al contrario de los primeros pececitos con los que jugara Peter en la colina, éste sí tenía voz. Una de mujer que escuchó dentro de los lentes, pidiéndole que no dejara de seguirle. Se llamaba Viernes, igual que el día. Luego de caminar tanto por pasillos, encontraron una escalera que subía varios pisos y bajaron otros más. Peter sentía adoloridos ya sus piecitos como sus manos de tanto agarrarse para no tropezar en los escalones o pegarse con los tubos, pero Viernes le animaba. Había temblores de vez en cuando, más lejanos conforme iban por aquel conducto que los llevó hacia un campo abierto, lleno de maleza, como una selva oscura por la que entraron, perdiéndose entre tantos árboles y lianas que Peter creyó que habían entrado a un mundo diferente. De pronto, Viernes se detuvo, pidiéndole que se tumbara al suelo como ella lo hizo, cual pescado recién atrapado.
Escuchó unos pasos, era una sola persona. Se quedó perfectamente calladito bien oculto debajo de unas hojas enormes y gruesas de las que escurrían gotas que mojaron sus cabellos, tratando de ver entre tantas plantas a quien caminaba alrededor. La persona se detuvo, girando sobre sus talones como si les estuviera buscando, avanzando muy cerca de ellos. Peter distinguió su figura cuando estuvo más cerca, no era como los malos, porque más bien parecía una mujer. Viernes sacudió su colita y luego se elevó en el aire una vez más, así que Peter le imitó porque le pareció que el pececito conocía a la mujer, quien corrió a ellos en cuanto salieron por entre las hojas. Un par de brazos seguros le cargaron, quitándole los lentes y dejándole ver un rostro de una mujer muy bonita de cabellos pelirrojos. Ella besó su rostro, diciéndole que estaba a salvo y mirando a su pececito que le habló como lo había hecho con él. Peter no la conocía pero estar entre sus brazos le hizo sentir a salvo, pidiendo de inmediato de salvaran a su papi, todavía dentro con los malos. La mujer asintió, con una sonrisa quieta hablando con alguien invisible, caminando con él entre aquella selva con rapidez con Viernes a un lado. Como era de noche, Peter no pudo ver mucho ni entender tampoco lo que estaba ocurriendo, interesado en Tony a quien pedía ver mientras iban hacia una parte alta donde vio una nave como la de los malos pero ésta era más bonita como las cosas que hacía su papi.
Natasha –ella le dijo su nombre, entonces- le prometió que nadie les volvería a hacer daño.
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