36: Fuego
Iba a morir, seguramente lo haría. Sus manos no aguantarían por mucho tiempo el dolor de ser cortadas con semejante ferocidad y Zigor parecía provisto de fuerza, como si no hubiese derribado a todos sus compañeros en apenas unos segundos.
Buscó desesperadamente algo que se fuera de ayuda pero su arma no estaba a la vista y lo único que halló fue la vista de su equipo derrotado sobre el suelo.
Astrid seguía consciente y no apartaba los ojos de el. Cuando la vio quiso llorar. Ella seguramente presenciaría su muerte y posteriormente lo acompañaría. Zigor o su herida en el estomago se encargarían de ello.
Quería que ella viviera. Quería que ella pudiera cerrar los ojos y despertar en la enfermería de Isla Mema, a salvo. Quería vivir con ella. En el fondo, ese era su más grande deseo pero si no era posible quería morir pensando en sus familiares y en la gente que amaba y que ellos estuvieran bien.
No obstante, su mente no conseguía encontrar ningún sentimiento de felicidad. Había vivido una vida larga y feliz ¿Por que no lo lograba dar con algún recuerdo alegre que lo acompañase al Valhalla? ¿Así era como tendría que morir: asustado y lleno de rabia?
Con los ojos puestos en Zigor, buscando que su rabia se grabase en la memoria del villano.
Si esa sería la ultima vez que se verían en vida, se aseguraría de que le quedase claro que ni en la muerte sería perdonado.
El dolor se sobrepuso. Sus manos comenzaron a temblar y sus muñecas dieron sus ultimo suspiros antes de romperse. La sangre corrió hacia su rostro y la muerte fue casi inminente.
Sin embargo, casi es una palabra corta pero grande.
Tras ellos, la tela se deslizo silenciosamente hasta el suelo y reveló lo que nadie imaginó. Nyx. En sus últimos momentos de vida, petrificada y agrietada en piedra maciza.
¿Nyx? ¿De verdad? ¿Esa sería su ultima visión? La mujer que confió en él y a la cual decepcionó.
Con sus ojos puestos en Nyx, olvidó el mal que se cernía sobre él y rememoro su ultima aventura, junto a Astrid y sus amigos y sus nuevos aliados. Nyx era una luz de esperanza, de paz, que había intentado detener a la persona que mas amaba para que no dañase a aquellos que los habían exterminado. Era una revolucionaria que había buscado la ayuda de unos revolucionarios.
Zigor: ¿Qué estás mirando?
El rubio giró su vista de reojo hacia lo que tenía ensimismado a su enemigo, encontrando la prueba de su delito.
La había tapado, le había dicho a Kalissa que la cubriese y la había dejado en un rincón de su habitación, donde nadie podría acercarse a ella y destapar sus túnicas.
Luchó por devolver la mirada a Hipo, pero la sonrisa de su hermana siempre estuvo por encima de todo. Como un abrigo en medio de la nieve y un abrazo en la guerra, esa sonrisa era un lugar seguro donde resguardarse. Y su hermana, Nyx, sonrió en sus últimos suspiros para que Zigor tuviera sus sonrisa para siempre ¿Qué tipo de tortura era esa?
Mientras eso ocurrió, Hipo entrevió una oportunidad. La mirada de Nyx alejada del conflicto mirando hacia otro lado ¿A donde miraba? ¿Era otro lugar? ¿Otro futuro mejor que este? Podía llegar a ese futuro.
Tenía que luchar. No tenía ninguna posibilidad de ganar, a menos que luchase.
Un hormigueo creció en su barriga. Las palmas de sus manos comenzaron a sudar y la hoja de deslizó rápida hasta casi rozar su cuello. Tenía miedo pero había algo nuevo en él, una sensación que ya había vivido pero aún así especial. No supo cuanto tiempo estuvo en ello, analizando el momento, pero volvió a la realidad cuando su garganta comenzó a arder. ¿Estaba gritando? Lo estaba haciendo. Rompía sus cuerdas vocales y rasgaba su garganta con el más poderoso grito que jamás se le hubiera escuchado.
Tomó de nuevo el machete y lo alejó unos centímetros de su cuello con una nueva motivación. El calor en su cuello se extendió a su pecho y segundos después sus palmas comenzaron a arder. Parecían hechas de carbón, carbón y pólvora.
Un último grito, un ultimo empuje y la sala brilló. Zigor desapareció de su vista cuando el brillo cegador de una explosión apareció entre ellos dos.
Un fuego, una columna de destrucción, que tomó altura hasta el techo, rompiéndolo en varios pedazos.
Zigor gritó de dolor por la quemaduras que tenía ahora en su cara y miró furioso y a la vez confundido a su oponente. En las manos del hijo de Estoico relucía un incendio que cubría sus palmas. Magia.
¿Pero si Nyx estaba muerta, quién había invocado tal poder? No logró darle respuesta, porque Hipo dio prioridad al combate y aprovechó la ventaja, aun tampoco sabiendo que ocurría.
Como el castaño preveía, un ataque de fuego, menos potente que el anterior salió disparado hacia Zigor. La mala puntería y la poca práctica eran evidentes pero dio en el blanco, mandando al brujo metros atrás y haciéndolo chocar contra la roca.
Aún le quedaba fuerza y logró esquivar el ataque directo de Hipo, quién aún inclinado del dolor y angustiado, había logrado recuperar su arma.
Localizó el machete a una poca distancia, preparó un roca más en su mano y la lanzó hacia Hipo. Fue directa hacia su cabeza, y habría impactado de no ser porque fue destruida por el mismo fuego del no brujo. Solo la magia podía combatir la magia, recordó Zigor.
Furioso y con Hipo en los talones, se lanzó hacia el machete cayendo sobre su pecho y barbilla. Logró tomar el arma en el mismo momento en que sintió a Hipo aterrizar sobre su espalda y acorralarlo.
Siendo Zigor superior físicamente le bastó usar un poco de su fuerza para poder darse la vuelta y encarar a Hipo. Con decisión, dirigió el machete hacia su cuello. Lo encajaría y lo dejaría desangrarse allí, sin prisas. Debía enterrar el filo y no dudar. Ser fuerte y rápido. Ser Zigor una vez más.
Pero no. Hacía tiempo que ya no era Zigor.
Cuando llegó a la cima de la torre, se permitió unos segundos para observar el campo de batalla. El fuego que llegaba desde cualquier punto en el cielo cubría el terreno quemando todo a su paso.
Dragones. Gracias a ellos Isla Mema tenía la ventaja en el cielo. Isla Mema iba a ganar.
Se sorprendió cuando vio que la trampilla de la torre había desaparecido y en su lugar había quedado un descuidado gran agujero de bordes oscuros y carbonizados. Ni siquiera dudó al asumir que había sido el Furia Nocturna que pilotaba el jefe de Isla Mema. El cual había echado a volar junto a una mujer segundos atrás. No tardaría en volveré así que debía darse prisa.
Escuchó la batalla aún latente en el interior de la torre así sin dudar, saltó. La fuerza de sus poderosas piernas amortiguo la caída pero al llegar abajo, todo parecía haber caído en silencio.
Levantó la mirada y se horrorizó, deseando jamás haber mirado. Frente a ella, el jefe de Isla Mema sobre su jefe, Zigor, mirándose el uno al otro mientras el castaño sostenía furioso la espada clavada en el pecho del líder de los Cuervo-Nautas.
Hipo la descubrió, pero con la misma expresión fuera de sí, desentraño la espada del pecho de Zigor y susurró:
Hipo: Se acabó.
Hipo se levantó rápidamente y corrió hacia la puerta, apartando la estatua de Nyx, mientras Kalissa yacía paralizada a su lado. Lo escuchó pedir ayuda, seguramente para sus compañeros y para atraparla a ella pero no intentaría huir. No tenía sentido.
Hipo sonrió levemente cuando un grupo de jinetes aterrizaron y le sonrieron, sabiendo que habían ganado. Tres de ellos se adentraron a atender al equipo y el cuarto alzó de nuevo el vuelo para anunciar la buena noticia.
El castaño regresó adentro para ayudar, para revisar que sus amigos estuvieran bien pero no pudo evitar mirar a Kalissa.
La vio correr de reojo, pero no hizo ni el amago de perseguila porque ella no iba hacia la puerta, sino hacia Zigor.
El rubio en el suelo seguía consciente aún, con los ojos como platos dirigidos hacia el techo, incrédulo de haber sido vencido. Cuando sintió a su sublider arrodillarse a su lado, por fin desvío la mirada.
Kalissa: Señor... lo siento, he fallado.
Zigor: No te disculpes, yo cometí el error- sus ojos, en ese momento, se movieron hacia la estatua de su hermana- Eres brillante. Es una lastima que me siguieras en este camino.
Finalmente, con esas ultima palabras, Zigor se reunió con su hermana.
La altísima rubia rompió en lágrimas y llantos que no cesaron ni si quiera cuando la espada del jefe de Isla Mema se asentó a centímetros de su cuello de manera amenazante.
Hipo: Kalissa, sublíder de la tropas de Zigor y capitana de los Cuervo-Nautas, quedas arrestada bajo la ley del Consejo del Archipiélago y tienes la obligación de aceptar tu desenlace.
Kalissa luchó por detener las lágrimas y miró a Hipo rota de dolor, pero aún digna para decir:
Kalissa: Así sea.
No se me dan bien la escenas de muerte final :))
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