31: Familia

Hipo se tomó unos minutos más, tomó en cuenta las palabras de Astrid y regresó a Isla Mema. Allí las palabras de Sigmund regresaron a su cabeza cuando vio a todo su pueblo trabajando bajo las ordenes que el había dado previamente y alguno esperando por más:

"Fuiste un héroe una vez, pero eso ya pasó"

En seguida su máxima prioridad se convirtió en encontrar una tarea que hacer hasta el momento de la batalla, cualquier cosa que pudiera hacerle sentir que tenía un papel allí más allá de su autoridad como jefe. Incluso Hipo se cuestionó a si mismo si había viajado en el tiempo. Por un momento se sintió como si volviera a ser ese adolescente que hacía lo que fuera por ser útil.

Y entonces ocurrió. Los cuernos sonaron en un pueblo que se la nada guardó silencio, el enemigo se acercaba por el horizonte.
Hipo frunció el ceño y se dio ánimos a si mismo. No era momento de cuestionar su autoridad sino de hacer de ella algo útil.

Hipo: ¡Escuchar! Se están acercando, quiero un grupo de avanzadilla que rodeen la isla.

- Nosotros iremos, jefe- dijo un hombre acompañado de otros tres más.

Hipo: Rodead la isla y asegurad todos los flancos, regresar antes de que lo barcos lleguen y estéis al alcance de las flechas

-Si, señor- contestó antes girarse hacia su grupo- ¡Vamos!

Minutos después los dragones regresaron y comunicaron a su jefe la información que habían obtenido. Una flota de varios barcos, grandes navíos cargados por todos sus flancos por catapultas dispuestos a derribar la muralla y dejar paso libre a sus hombre. Isla Mema se estaba convirtiendo en un importante obstáculo en la meta de su jefe de derribar a cada jefe del archipiélago y apaciguar sus ansias de poder.

Hipo: Si llevan muchas catapultas no habrá tanto sitio para los arqueros.... ¡Jinetes, al bosque! El resto... preparaos. Hoy van a enterarse de quienes somos. Vamos acabar con ellos.

El grupo de jinetes ensilló y se dirigieron al bosque. Gracias a la vista y olfato de sus dragones, hallaron fácilmente uno de los túneles. Adentro Hipo encendió una antorcha y en silencio, todos esperaron.

No tardaron en comenzar a escucharse los gritos de batalla, golpes y choques desde afuera. La tierra temblaba con cada intento de los barcos de derribar la muralla en vano. El olor a madera quemada no tardó en llegar, el olor por excelencia de una batalla, y eso significaba que habían comenzado a lanzar las flechas encendidas a los barcos y tal vez que, como Hipo les había dirigido, sacaron las barcazas de pesca para los arqueros.

Hipo sintió sus manos temblar, y no dispuesto a dar una imagen de jefe asustado, ocupó sus manos en acariciar a su dragón. Observó a todos su equipo, realmente todos tenían reacciones variadas frente a la espera. Su rubia esperaba apoyada en la pared, con la mirada seria y aparentemente estoica, mentalizándose para una nueva batalla como solo un guerrero sabe, hacer al igual que Eret. Los gemelos realmente parecían ansiosos de salir y comentaban todas las barbaridades que planeaban hacer pasar a su enemigo. Mocoso se estremecía cada vez que la tierra se sacudía y la arena del techo de la cueva caía sobre su casco, pero no decía nada, en el fondo era un alma muy fuerte y dispuesta. Y Patapez, temblando de nervios se abrazaba a Barrilete para calmar sus miedos y murmuraba palabras incomprensibles. Era curioso como el rubio e Hipo recurrían a los mismo, sus dragones, para sentirse más valientes.

El castaño cerró los ojos para intentar que el tiempo pasase más rápido y hacer desconcentrarse de los sonido del exterior pero el ruido pareció hacerse más fuerte a su alrededor, su mente jugó con él y distorsionó la realidad. Hipo rememoró la guerra contra los dragones, era el mismo sonido, el mismo olor del fuego, el mismo sabor de no haber bebido en días, el mismo temblor en las piernas.

Abrió los ojos cuando se sintió demasiado hondo en sus pensamiento para recordarse que aquello era el pasado, ahora la cosas eran mejores y la batalla solo hacía acto de presencia en días "especiales", como aquel. Tal vez si siguieran combatiendo contra los dragones cada noche estarían más entrenados, pero definitivamente serían menos y no mejores personas.

Hipo definitivamente prefería el presente, incluso en aquellas condiciones. Ahora solo debía enfrentarse a él.



El espacio entre la muralla y los barcos era casi una pared de fuego y rocas imposible de franquear que solo se detenía cuando ambos bandos recargaban. Un gran espectáculo que solo algunas mentes malvadas eran capaces de disfrutar.

Zigor: No queda mucho, la muralla caerá y podremos entrar en Isla Mema- decía observando orgulloso desde una barcaza alejada.

-¿Y que haremos entonces, señor?- preguntó una mujer de gran tamaño.

Zigor: Haremos salir a su jefe, de donde quiera que esté, ellos nos lo dirán y encontraré a mi hermana.

-¿Como sabe que su hermana está aquí?

Zigor: Lo está, Kalissa- esbozó una sonrisa- Ella no se perdería una batalla como esta.

El rubio alzó la mano de nuevo y una nueva tanda de rocas se dirigió a la muralla. Estás impactaron en la base pero solo las más altas lograron romper algo de su estructura. Señaló a otro barco más alejado y le indicó también que lanzasen las catapultas pero esta vez las rocas sobrepasaron la muralla y destruyeron todo a su paso dentro de la ciudad. El rubio sonrió al escuchar los golpes y gritos de miedo del pueblo memiano.

Los dragones aliados volaban buscando el mejor enfoque para el disparo pero siendo pocos de ellos los entrenados para una batalla así, muchos se veían obligados a aterrizar de nuevo. Los dragones necesitaban alguien que los liderase, y eso Zigor lo sabía, pero no había señales del Furia Nocturna que conocía por el Alfa de Isla Mema. Aunque su sonrisa permanecía, la postura de sus hombros y como su barbilla se tensaba a cada momento revelaban que Zigor estaba harto de que un pueblo sin jefe lograse resistir a su ejercito. Poco a poco, su presencia era más notoria en el Archipiélago y ya tenía varias islas en su poder, y aunque a eso ningún consejo podía imponerse, pues los vikingos vivían con el peligro de la conquista extranjera a diario, perdía fuerza de autoridad en ellas por su ausencia. Debía acabar con las poderosas cuanto antes, pues sabía de la fama justiciera de los habitante de Isla Mema.

Volvió a levantar la mano y una nueva tanda de rocas de se preparó. Todas la catapultas rechinaron y apuntaron hacia la muralla, pero antes de poder soltar las cuerdas, varias explosiones impactaron sobre las rocas destrozando estas y la mayoría de las catapultas. En medio del humo resonó un rugido. Se reveló en ese momento, digno a tomar el control del enfrentamiento, el Furia Nocturna y su jinete. Zigor e Hipo se encontraron en medio del fragor de la batalla y con la mirada, se prometieron la muerte del otro.

Hipo alzó su espada, Desdentao rugió, y todos los dragones rugieron con él. Zigor levantó su puño, lanzó un grito de victoria y todos sus guerreros lo hicieron con él. Cada bando intentaba intimidar al otro pero en ambos habían hombres y mujeres valientes y aguerridos.

Bajo el mando y la mente rápida de Hipo, los jinetes mas inexpertos idearon una nueva estrategia. Los jinetes se dirigieron rápidos y a cada uno se le asignó un grupo de dragones, siendo estos a su vez dirigidos por el Furia Nocturna.

El dragón seguía las ordenes de su jinete, mientras este se encargaba de cada cazador con su espada. El castaño le hizo una señal a Astrid y juntos aterrizaron en un barco para romper las cuerdas de las catapultas y hundir el barco. Hipo tomó su espada y atacó a dos soldados que se lazaban hacia él con grandes espadas. Cuando dejó inconsciente a uno, el otro buscó atacarlo por el costado pero Hipo hizo unos de la daga que solía utilizar para afilar su lápiz.

Miró a Astrid para asegurarse de que su compañera estaba bien, casi como un acto reflejo pero vio que se desenvolvía con facilidad incluso haciendo en pocas ocasiones uso de sus poderes. Rompieron las cuerdas de las catapultas y una vez estuvo Astrid sobre Tormenta, Hipo encendió su mano en fuego e hizo arder la parte superior del barco haciendo escapar a los soldados de Zigor. Luego se alzaron unos pocos metros en el aire y su dragones dispararon para hacer más grande el agujero por el que entraba el agua.

Hipo: ¿Bajas?- preguntó cuando aterrizó por unos segundos en la trinchera que era la aldea para que su dragón pudiese descansar.

-Al menos han caído siete dragones- informó una mujer que portaba un catalejo para ir haciendo conteo de las muertes en batalla, un trabajo algo desagradable.

Hipo: ¿Y el enemigo?

-Hemos logrado hundir cinco de sus barcos, quedan 13.

Hipo: Son muchos...

Nyx: ¿Puedo salir?

Hipo: ¿Nyx? Espera...

Nyx: No, no me importa seguir manteniendo este secreto, no me importa que tu gente sepa que soy, quiero luchar.

Hipo: ¿Estás segura?- preguntó entregándole una armadura más acorde al combate.

Nyx: Sí... llévame con mi hermano.

Ambos castaños subieron sobre Desdentao y volaron sobre las batalla para que la mujer pudieron observar y analizar el panorama. A Nyx se le encogió el corazón, había peleado, herido y matado por su hermano... ahora debía acabar con él, pues era el que peleaba, hería y mataba por él mismo.

Avistó en la cubierta de un barco, uno de los mas grandes, que Patán (o así recordaba que se llamaba) había calculado mal la cantidad de soldados que habían en el barco y se había lanzado a ellos. Al parecer su dragón había sido derribado y atado, ahora el pelinegro lo defendía con su mazo en mano sin opciones. La castaña no dudó y, sin avisar a Hipo, saltó el dragón para caer con dificultad sobre el navío.

Su presencia fue notada en seguida y no dudaron en ir hacia ella para matarla, pero los soldados retrocedieron asustados cuando vieron sobre ellos una luz de color violeta que parecía que un cualquier momento iba a engullirlos. Algunos se tiraron al agua de inmediato y otro quedaron petrificados, dando tiempo a Patán para dejarlos inconscientes.

Ambos se sonrieron agradecidos.

Patán: ¿Qué ha sido eso?

Nyx: En realidad es la habilidad mágica mas sencilla, crear energía, potenciada muchas muchas veces. Una pequeña ilusión- miró al dragón rojizo del pelinegro- ¿Podrá tu dragón seguir volando?

Patán: No, pero debemos llevar al Isla Mema, tal vez allí pueda conseguir otro dragón y Garfios descansará.

Nyx: Déjamelo a mí. Sube a tu dragón.

Patán hizo caso a la hechicera y en ese momento toneladas de algas surgieron del agua que rodeaba el barco y alzaron a Garfios hasta los alto de la muralla bajo la atónita mirada de Patán. Nyx hizo mucha fuera para que el dragón pudiera llegar hasta allí.

Una vez en lo alto, la Pesadilla Monstruosa uso la poca fuerza que le quedaba y bajó adentro de la aldea, ahora estaban seguro de todas la flechas. Nyx aprovechó que muchos soldados intentaban trepar por las grandes algas y cortó la conexión mágica abruptamente para que cayeran al mar.

Sintió entonces un temblor detrás de ella y se giró lista para atacar pero se frenó cuando vio que se trataba de Astris montada en Tormenta.

Nyx: ¿Has visto eso?- preguntó orgullosa.

Astrid: La verdad ha sido... impresionante, lo reconozco. Es agradable tenerte como aliada- felicitó la rubia, y antes de regresar al cielo se giró hacia la hechicera- Bienvenida a bordo... Nyx.

A la mujer se le salió una sonrisa involuntaria cuando escuchó su nombre salir de la boca de Astrid, era cierto sentimiento de ilusión que no sentía desde hacía varios años, desde que no pertenecía a un equipo de verdad.

Pero todo aquello se le olvidó cuando sintió un escalofrío recorrer su columna vertebral, se sentía observada. Sabiendo quien era se giró lista para afrontar la mirada de su hermano desde su barcaza. Los hermanos cruzaron miradas furiosas y la castaña le indicó a Hipo y Astrid que se dirigieran allí.

Hipo: ¿Estás segura?- preguntó de nuevo pero la chica no contestó- Bien, Astrid cúbrenos, Nyx, es el momento.

Nyx: Déjame en la cofa.

Hipo: No, yo voy contigo. También quiero enfrentarme a ese tipo.

Nyx: Pero...

Hipo: Yo me lo pedí primero- bromeó consiguiendo convencer a la chica.

Nyx: Astrid ¿podrás encargarte tu sola de la flechas?

Astrid: ¿Dudas?- contestó suficiente.

Nyx: Entonces... vamos allá.

Astrid: No tardéis mucho, los dragones se pondrán nerviosos si no ven a su Alfa cerca.

Los dragones volaron a la par sobre la batalla y sobrevolaron la barcaza. Era mucho más pequeña que el resto de barcos y no había catapultas, estaba claramente preparada para una huida improvisada y efectiva.

En seguida los pocos arqueros que habían cargaron sus arcos y se prepararon para disparar. Tormenta esquivó con habilidad las flechas y Astrid aprovechó cuando los arqueros cargaban de nuevo, apretó los puños y el agua alrededor del barco comenzó a helarse. Mientras Hipo intentaba disparar a los arqueros para darle más tiempo a Astrid. Zigor no podía creer lo que veían sus ojos y mucho menos cuando tuvo que esquivar una bola de fuego del castaño. Miró a su hermana y esta sonrió orgullosa.

El hielo de Astrid siguió creciendo y cuando los arqueros vieron como el suelo se cubría de una fina capa de hielo corrieron, algunos de tiraron al agua y otros se adentraron en el interior del barco. Zigor corrió hacia ellos para pararlos pero Hipo lo frenó con otra bola de fuego.

Zigor: Si quisiera, ya debería haberme matado- pensó mientras veía la entrada a la habitaciones bloqueada por el fuego- Tal vez se debe a que sus poderes son muy débiles o... Nyx...

Una vez con la cubierta vacía, Desdentao descendió y Hipo y Nyx con él. Zigor desenfundó su espada e Hipo copió su acción en respuesta.

Zigor: Sabía que estarías aquí- dijo dirigiéndose a su hermana.

Nyx: Debes detener esto Zigor, no sé que buscas pero no lo vas a encontrar.

Zigor: Lo único que quiero es un mundo donde podamos vivir, tu, yo y la gente como nosotros... ¿Pero qué hay de ti? Jamás de involucraste en la lucha por nuestra supervivencia

Nyx: Te cuidé cuando tan solo eras un niño- murmuró entre dientes- Yo era joven ¿Qué más podía hacer?

Zigor continuó: ¿Y ahora te alias con el enemigo? Lo único que quieres es sentirte importante, no sabes apreciar lo verdaderamente importante.

Hipo: ¿Acabamos ya con él?

Zigor: ¡Jah! ¿Planeas matarme, hermana? No serías capaz.

Nyx: Haré lo que sea necesario, Zigor.

Zigor: Bien, en ese caso...

La enorme mujer que había a su lado sacó su espada y se puso enfrente de Zigor, dispuesta a luchar por él. Entonces comenzó el combate.
Hipo se lanzó hacia Zigor furioso pero la mujer se interpuso, Nyx corrió dejándolo atrás y saltó hacia su hermano. Varias enredaderas comenzaron a crecer a su alrededor respaldando a la chica y acercándose sinuosas como serpientes hacia Zigor. El rubio transformó su manos en dura piedra y golpeando las enredaderas se abrió paso hasta llegar a su hermana, quien esquivó el primer golpe y segundo golpe pero no el tercero. En el suelo, advirtió que Hipo estaba teniendo problemas y Astrid estaba ocupada. Creó la ilusión de un titán de grandes proporciones brotando del mar detrás de Hipo, la vista fue suficiente para dejar pasmada a la mujer. Hipo aprovechó la ayuda de Nyx y derribó a la mujer de una patada. La mujer se incorporó y fue a tomar a Hipo del cuello pero el chico puso sus manos en los brazos que lo rodeaban y concentró un gran calor en ellas para quemarla. Su contrincante se vio obligada a soltarlo y Desdentao la empujó lejos, finalmente dejándola fuera de combate.

Zigor: ¡Kalissa!

Astrid: Hipo- exclamó Astrid en cuanto tuvo un segundo de dejar de recibir ataques- Te necesitan.

En la batalla principal, los dragones necesitaban a un líder pues los pocos que lograban algo de control eran rápidamente derribados y el resto de alarmaban. El jefe resopló, realmente quería ser el quien derribase a Zigor pero su dragón debía ocupar su lugar como Alfa.

Nyx asintió asegurándole que estaría bien y el castaño voló de nuevo a la batalla que libraba su pueblo. Más barcos de acercaban a ayudar a su jefe y Astrid regresó al trabajo, Nyx se giró hacia su hermano y sonrió.

Nyx: Parece que será un 1 contra 1.

Zigor: No lo creo- murmuró.

La castaña frunció el ceño y cuando quiso darse cuenta, la mujer que creía que Hipo había derribado la tomaba del cuello para intentar ahorcarla. La castaña fue rápida y tomó la pequeña daga que colgaba del cinturón de su atacante y se la clavó en una de las quemaduras que Hipo había dejado.

Observó como la mujer se retorcía de dolor y la miraba con odio, ella le devolvió la mirada.

Un terrible dolor azotó todo su lado derecho, quiso gritar pero el grito no le salió, sus fuerzas se alejaron a una increíble velocidad con la sangre que corría de la gigante herida que había dejado su hermano durante su distracción. La castaña cayó de rodillas y se llevó la mano al brazo sangrante, en eso sintió que algo faltaba. Miró a su hermano, sin realmente creer que hubiera sido capaz, pero allí estaba, sosteniendo la espada teñida de rojo que antes portaba su compañera, la espada que había amputado su brazo de una sola cortada

Zigor la miró desde arriba sin mostrar ni un gramo de compasión. Sus manos temblaron, tal vez una porción de su corazón si estaba dolido pero nunva dejaría que esa parte dominase su razón.

Desde las alturas Astrid vio caer a Nyx y observó la mancha oscura que comenzó a teñir la madera a su lado. Voló hasta allí pero antes de poder aterrizar Zigor reaccionó y tomó a su hermana del cuello sin importarse, aparentemente, por el estado de su hermana.

Zigor: Atrévete, rubia, y me la cargo.

Astrid miró a Nyx, ni siquiera con la mitad de su brazo al otro lado del barco y siendo amenazada por el niño que ella mismo crio, desapareció su mirada intensa y segura, Nyx estaba dispuesta a lo que fuera por frenar a su hermano, por el bien de este.

Astrid buscó a su alrededor por ayuda, al no encontrarla se dirigió a aterrizar sobre la barca a una distancia prudencial de Zigor y Nyx para no presentarse amenazante.
Tras eso, la Nadder empezó a planear sobre el grupo sin quitar la vista de su jinete, contantemente protegiéndola.

Astrid: Está bien Zigor, dame a Nyx y te dejaremos en paz, pero dámela.

Zigor: No te creo.

Astrid: ¡Se está desangrando, por los dioses!- exclamó para luego regañarse a si misma, no debía perder los estribos- Zigor... yo entiendo que estés enfadado...

Zigor: No lo entiendes... y creía que mi hermana sí pero al parecer no es así- dijo entre dientes apretando el agarre que mantenía a Nyx cautiva.

Astrid: Entiendo que quieras venganza pero no puedes dejarte llevar por eso. En Isla Mema podemos ayudarte, aquí puedes encontrar un hogar no tienes porque conquistar el archipiélago porque nadie te hará daño.

Zigor: Pues claro que nadie me hará daño, ya no, tan solo me aseguro de que me respeten.

Astrid: Por estos lares hay un ley, que dice que la deshonra caerá sobre aquel que dañe a su propia familia- dijo abandonando por un momento la negociación, que no parecía avanzar, arrepintiéndose en poco.

Zigor: La sangre no nos hace familia.

Astrid: Zigor, la que tienes en tus brazos no es una traidora, no es tu enemiga, es tu hermana, es la mujer que te cuidó cuando eras un niño, y ahora mismo se está muriendo. Estás hoy aquí, vivo, gracias a ella, devuélvele el favor...

El rubio miró a su hermana, quien suplicaba con la mirada que la dejase marchar. Por un momento su brazo se aflojó y su hermana se deslizó hasta el suelo. Astrid sonrió aliviada y avanzó para ir hacia Nyx.

Avanzó unos pasos antes de ser frenada por un lluvia de flechas. Alzó la vista para asegurarse de que Tormenta siguiese en el aire y le dirigió a Zigor unos ojos furiosos y concentró toda la magia posible en sus manos dispuesta a matarlo de una vez por todas con unos buenos picos de hielo. Extendió sus manos con fuerza pero nada ocurrió, confundida repitió la acción varias veces. Zigor sonrió.

Zigor: Has perdido tus poderes...Y Nyx ha perdido su brazo...

Astrid lo miró aterrada al igual que Nyx ¿Cuándo se había vuelto todo en su contra?

Las flechas fueron lanzadas y dos de ellas alcanzaron a Astrid mientras esta esquivaba el resto. Una de ella le atravesó el hombro y la otra se clavó en su muslo. Cayó al suelo y soltó un pequeño grito de dolor, y sostenida por sus débiles brazos y su rodillas miró Nyx arrepentida.

Nyx: Vete- susurró cuando se vio sin oportunidades. En poco segundos, la dragona aterrada tomó a su jinete con sus grandes garras y la alzó en el aire para sacarla de allí. Nyx no pudo evitar sonreír, al menos Astrid estaba a salvo.

Astrid gritaba órdenes a Tormenta pero la dragona tan solo buscaba poner a su jinete a salvo. Con sus sentidos nublado se dejó caer en la primera superficie que encontró, un barco ya vencido a poco de hundirse y en llamas. Astrid rodó en el suelo e intentó alzarse pero falló debido al agudo dolor que recorrió su pierna.

Al mismo tiempo, un castaño dirigía la batalla ansioso de regresar con Nyx y Astrid. Entonces algo más llamó su atención, aquella dragona azul tan conocida volando en dirección contrario con Astrid en sus patas. Observó a la pareja extrañado cuando notó como Tormenta estaba muy asustada. Voló hacia ellas aterrado.

La rubia lo miró, el miedo se reflejaba en su mirada, sus párpados pesaban e Hipo luchaba por mantenerla despierta mientras buscaba vendas en la bolsa de Desdentao. La rubia lo paró poniendo un mano en su hombro y el castaño supo que algo estaba mal.
Comprendió todo y observó el barco de Zigor en la lejanía. Ambos jinetes quedaron paralizados cuando vieron a Zigor en el borde del barco con Nyx tomada de su brazo restante, a punto de caer al agua.

Zigor: No quería que esto acabase así.

Nyx: Yo tampoco... quiero que sepas que todavía te quiero, te admiro Zigor, eres brillante. Es una lástima que eligieras este camino.

Zigor: Es el correcto- dio un apretón al brazo de su hermana y la carne alrededor de sus dedos brilló fugazmente. Instantes después la piel de Nyx comenzó a adoptar un color grisáceo que crecía como un cáncer por su brazo y posteriormente a su cuerpo convirtiendo su carne en grueso polvo y dura piedra.

Nyx tragó saliva y una lágrima salió de sus ojos, sabía tan bien como Zigor que ya no había vuelta atrás. No estaba triste por que acabase su vida, la entristecía quien era el causante de su muerte y el no poder estar presente para ver su derrota. Pero confiaba en Hipo y Astrid, incluso sin la energía que les había otorgado, incluso sin la mentira de que habían sido elegidos por los dioses seguirían luchando. A Nyx simplemente se le acabó el tiempo, el dolor de su brazo desapareció y sonrió por ultima vez a su hermano.

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El siguiente será algo más corto (este ha ocupado unas 4000 palabras, no admito quejas)

Okay... si admito quejas. Admito amenazas de muerte u opiniones sobre la muerte de Nyx.
Yo sabía que iba a morir desde el momento en que creé al personaje y siempre supe que sería a manos de su hermano (el cual en un principio iba a llamarse Grimmel)

Ahora sí Chaoooo

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