27: Juntos
Narra la autora
Astrid despertó en medio de la noche, sus manos temblaban y apenas podía mover el cuerpo. Había tenido una pesadilla y apenas estaba saliendo de la ensoñación, no creyendo que realmente hubiera salido del sueño
La subasta terminaba y nadie venía a salvarlas. Un hombre compraba a Astrid por un misero precio, la alejaban de Brusca y Valka y no tardaba en enterarse de que Isla Mema había sido asediada. Su familia desaparecida, su pueblo reducido a escombros y Hipo... Los Cuervo-Nauta habían cumplido su cometido. Esa sola imagen quedó en su cabeza mientras el resto del sueño se iba disipando en su cabeza poco a poco.
Giró sobre la cama y miró al techo aún con el susto en el cuerpo, tomó una bocanada de aire y la soltó silenciosamente cuando recordó que Hipo estaba en la habitación.
Hipo estaba en la habitación.
De la nada, un abrazo de parte de su querido castaño sonaba muy bien. Se incorporó en la cama lentamente y miró hacia la cama la otro lado de la habitación. Estaba vacía.
Por un momento se asustó, tal vez seguía en el sueño. Incluso consideró la idea de que no fuera un sueño. Pero luego vio el emblema de los Defensores del Ala tallado en la madera de la cama y en los estandartes que colgaban de las paredes y Astrid suspiró aliviada. Estaban en la isla de Mala, descansando tras la huida de la subasta. Ahora estaba en un lugar seguro.
Se giró sobre el colchón y sus pies tocaron el frío suelo acabando de despertar a Astrid. Con el pie buscó sus zapatos, se arregló el camisón que le habían prestado y una vez se aseguró de que las vendas que tenían sus heridas seguían bien atadas, salió de la habitación.
Caminó por el pasillo a oscuras mientras escuchaba dormir al resto de sus compañeros en las habitaciones de la cabaña que les habían preparado. Con el tiempo y la convivencia había aprendido a identificar a cada uno de sus amigos por sus ronquidos y movimientos a la hora de dormir. Hipo siempre soltaba pequeños ronquidos, casi silbidos además de que solía moverse mucho. Patapez aspiraba sonoramente y siempre se mantenía quieto como una roca. Patán solía ser sorprendentemente el más silencioso y pacífico cuando dormía. Chusco siempre roncaba como un dragón con resfriado, aspiraba como si fuera una sierra y exhalaba ululando como el viento. Busca por el contrario, se movía mucho y acaba siempre enredada con su hermano pero pocas veces la había escuchado roncar.
Nunca había escuchado dormir a Eret, ahora sabía quien era el que roncaba como un oso en la habitación de Mocoso.
Pero esa noche, una respiración más se hacía presente en la habitación en la que dormía Valka, la de Nyx. Aún no confiaba en esa bruja pero hasta ahora los había ayudado con sus poderes en información. Tal vez, si demostraba su fidelidad podría darle un voto de confianza. Y que Astrid Hofferson se plantee por un segundo brindarte su confianza es un gran logro.
Finalmente salió afuera de la cabaña. Aspiró el aire de la noche y sonrió inconscientemente, le recordaba a las noches de ataques de dragones cuando estos finalmente se iban y todo quedaba en silencio. Solo que ahora no tendría que ver su aldea medio destrozada por la mañana, pero desde hacía mucho tiempo esas noches eran mejores, pacíficas.
Hipo: Buenas noches- dijo suavemente haciendo notar su presencia.
Astrid se sobresaltó al ver al culpable de esa paz en Isla Mema apoyado en una esquina del porche mirándola dulcemente
Astrid: Buenas noches ¿Que haces despierto, búho?
Hipo:Eso debería preguntar yo.
Astrid: Tuve una pesadilla.
Hipo: ¿Estás bien?
Astrid: Ahora sí- sonrió acercándose a él y apoyando su cabeza en su hombro- ¿Y tú? ¿Qué haces aquí fuera?
Hipo: Solo pensando- Astrid lo miró animando a seguir hablando- Mañana a estas horas ya estaremos en Isla Mema y no sabemos lo que encontraremos al llegar, tal vez...tal vez las cosas se hayan salido de control.
Astrid: Confiemos en que la situación siga como mi madre decía en la carta- miró a su novio y lo tomó de la barbilla en una caricia- Eh, todo irá bien. Hemos enfrentado de todo juntos.
Hipo: Lo sé, mientras estemos juntos podremos con todo.
Astrid: ¿Acaso dudabas?
Hipo: De ninguna manera- rió el castaño pero la rubia no terminó satisfecha, sabía que algo más atormentaba a Hipo.
Astrid: A ti te preocupa algo más ¿cierto?
Hipo: Me conoces demasiado bien ¿recuerdas cuando me dio por explorar el mundo?
Astrid: Claro que lo recuerdo, no había nadie despierto en Isla Mema cuando tu ya estabas por ahí buscando dragones.
Hipo: Creí ya habíamos explorado todo cuando regresamos pero seguí revisando cada día, seguí saliendo a buscar nuevas islas, formaciones rocosas, nuevos dragones porque sentía que aún había algo más ahí fuera. Y es verdad, As. Hemos descubierto que nosotros solo conocemos una parte de ese increíble mundo que nos está esperando ahí fuera. Nosotros tenemos los dragones pero ¿quien sabe que otras criaturas ha visto el resto del mundo más allá de las tierras del sur? ¿Y quién sabe si esas "cosas" son hostiles o no? ¡Tal vez hay incluso sirenas!
Astrid: ¿A que te refieres?
Hipo: A que tal vez este es solo el principio de lo mucho que nos vamos a encontrar.
Astrid: ¿Te preocupa?
Hipo: Mucho. Mi padre me dejó a cargo de Isla Mema, y al igual que la gente de Mema, confiaba en mí porque no saben lo que hay ahí fuera que de seguro no seré capaz de afrontar. Ya he perdido mi isla y no sabemos si seremos capaces de recuperar ¿qué haremos cuando el resto del mundo nos encuentre o viceversa?...
Astrid: ¡Hipo, estás desvariando!- lo interrumpió- Tú lo has dicho hace menos de cinco minutos, si permanecemos juntos podemos con todo- tomó su mano entre las suyas dando pequeños mimos a los nudillos.
Hipo: ¿Y si no estamos juntos?- Astrid lo miró confundida-No quiero que te pase nada, Astrid.
Astrid: No me va a pasar nada, ya sabes que puedo cuidarme yo sola.
Hipo: Lo sé, lo sé. Solo no sé cómo podría continuar con esta guerra sin ti.
Astrid: Una vez te dije, bueno, te grité que la guerra de nuestros padres pronto sería nuestra.
Hipo: Y que debía elegir un bando- completó recordando con nostalgia aquellos días.
Astrid: Pues me equivoqué- soltó sorprendiendo al castaño- Esta ya no es la guerra de nuestros padres, Hipo, es nuestra propia guerra. Cuando defiendes algo siempre habrá alguien que no esté de acuerdo, nosotros iniciamos esta guerra cuando defendimos a los dragones. En un primer momento nuestro más grande enemigo fueron nuestros padres y la Muerte Roja.
Hipo: ¿A donde quieres llegar?
Astrid: A que esta guerra será eterna mientras quede un solo defensor de los dragones en pie y está bien, no es algo malo. Pero Hipo, esta es tu guerra y tu decides cómo librarla. Puedes ocultarte del mundo y esperar que no te encuentren o puedes seguir con tu vida, cuidando de los tuyos como has estado haciendo hasta ahora y viviendo en armonía con el resto del mundo. Y el día que se presente un nuevo enemigo lo enfrentaremos- Hipo quedó en silencio ante las sabias palabras de su novia- Solo piensalo.
Astrid dió media vuelta dispuesta a regresar a la cama pero no pudo avanzar mucho cuando Hipo la tomó del brazo y la hizo girar regresando a él para darle un apasionado beso de agradecimiento.
Hipo: Gracias. No hay duda de que eres lo que necesito- dijo mirándola enamorado.
Astrid sonrió y enredó sus manos detrás del cuello de Hipo. Estuvieron así abrazado un rato más mirando el cielo estrellado que solo era interrumpido por alguna nubes poco visibles. Hipo suspiró tranquilo cuando sintió que los nervios que lo habían atormentado toda la noche se habían disipado gracias a su rubia.
Astrid: Nunca le has tenido miedo al futuro, Hipo ¿porque ahora?
Hipo: Supongo que porque todo es demasiado nuevo y por ahora vamos perdiendo. Temo que realmente perdamos la partida.
Astrid: Lo sé, yo también estoy asustada.
Hipo: ¿Tú?
Astrid: Sí, yo también- dijo divertida ante la incredulidad de Hipo- Pero como tu has dicho, y cito: "mientras estemos juntos podremos con todo"
Hipo: Gracias mi lady.
Astrid: Igualmente, cariño.
Hipo: Aún nos quedan unas horas hasta que amanezca, será mejor que durmamos.
Astrid: ¿Duermes conmigo?
Hipo: Ummmm- dijo mientras fingía pensarlo antes de esbozar una sonrisa de lado- ¿Cómo podría negarme?
Ambos caminaron por el pasillo a oscuras. Astrid iba delante mientras intentaba no choca con nada en la oscuridad hasta que una luz que venía de detrás suya iluminó su camino. Se giró y encontró en la mano de Hipo ardía en llamas.
Hipo: ¿Cómo crees que he llegado hasta afuera de la casa con un pie de metal y sin tropezarme?
Astrid: Simplemente supuse que si te había tropezado- contestó disfrutando del calor.
Hipo: Muy graciosa.
El castaño miró a la rubia que seguía avanzando hasta la habitación. Era increíble como ella conseguía apaciguar sus nervios con sus palabras. Ella era la razón por la que seguía cuerdo desde hacía mucho tiempo y no iba a permitir que lo ocurriera nada malo.
Hola. No tengo mucho que decir esta vez, se acaba el verano y todos lo sabemos. Esta vez no he tardado tanto en publicar... Parece que la batalla final se acerca ¿no? No sabemos que se encontrarán en Isla Mema pero os aviso de que aún queda historia.
Ahora sí. Chaoooo.
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