🍁 0 1 🍁

De lunes a viernes las clases por la mañana son tolerables por lo que el almuerzo es un buen descanso visual que se cuela por las papilas gustativas en una gran satisfacción al estómago con esos dulces panes de cafetería en compañía de una bebida tibia, pero a falta de una la resignación recae en las cajitas de las máquinas expendedoras.

Acostumbrados a esos hechos diarios, el equipo de Seirin solo toma la poca energía que guardan en su interior al finalizar la jornada estudiantil

O al menos, lo es para los chicos del club de baloncesto de Seirin, incluso bajo el estricto régimen de su entrenadora y la vigilancia de su manager.

—¡No puedo más! ¿Nos quieren muertos?

Chilló al borde del desmayo el maestro del todo y de la nada, Koganei, ignorando las expresiones sombrías de sus amigos ante sus réplicas hacia las dos chicas que lo observaban con cautela en la distancia.

Riko sonrió, tomó un respiro y expreso con entusiasmo:

—¿Dices que diez vueltas más? ¡Adelante! ¡Corre tiempo!

La expresión en cada jugador se volvió tan pálida como el papel, aumentando el ritmo en su andar, es suficiente con darle seis vueltas a la escuela. 

¡Koganei, siempre serás recordado en sus corazones!

—Koganei-senpai, reaccione.

—¿Mae-chan? —la voz de la joven lo hizo levantar la mirada con los ojos al borde las lágrimas, repleto de esperanza.

—Apresúrese, su rendimiento no ha sido el mejor, podrá dormir cuando lleguemos a la Inter-High.

Como si le hubieran vertido agua helada volvió a tumbarse en el suelo, llorando internamente antes de ponerse a correr, de nuevo.

Sin duda alguna, una hermosa tarde.

—¡Mae-chan es tan amenazante como Riko-san!

—Vaya que sí.

Respondió Teppei con una sonrisa nerviosa, llamando la atención del equipo lanzando una botella de agua al capitán que la recibió sin problemas.

—Buena atrapada, aunque pudo ser mejor.

Kyoshi Teppei, el Rey Sin Corona conocido por todo aficionado del baloncesto de preparatoria, destacado por su gran manera de jugar y su actitud en la cancha le han otorgado méritos dignos de reconocer, aunque no el único en la familia con grandes dotes con el balón naranja, pues hay alguien más que posee lo anhelado por muchos, talento.

Mae, la hermana menor del aclamado ¨Corazón de acero¨ es llamada por muchos como una Reina Sin Corona del baloncesto. Su juego en secundaria dejó impresionados a montones, elevando las expectativas en el público joven sobre el rumbo que escogería, vaya sorpresa el que haya escogido la recién fundada escuela Seirin como la cuna que albergaria sus alas, y quizá esto habría sido pasado por alto si tan solo no hubiera azotado con la inesperada ausencia en las canchas.

¨ Es suficiente. Ahora, ¿Qué otra cosa podría intentar? ¡Puedo ayudar al equipo con mis conocimientos de espía! ¨

Pese a que hubo protestas por parte de sus conocidos, Mae se mantuvo firme, respondiendo hasta el cansancio:

¨El ser buena en algo significa que debe dedicarse a ello¨

Así que sin ningún tipo de interés en continuar con el baloncesto activamente en la cancha, ingresó al equipo como manager y no puede decir que le desagrada, en realidad, se divierte. 

—Mae, ¿Podrías ir a buscar a Kagami, por favor?

Aunque parte de sus tareas sean el perseguir a Kagami por la institución hasta tomarlo de las orejas sigue siendo divertido, estresante y quizá desesperante, pero al final del día puede reírse de ello, cosa que hasta hace unos meses le costó trabajo volver a hacerlo, pues la cirugía de su hermano mayor fue una experiencia delicada, para todos. 

La rehabilitación ha sido lenta, a veces la desesperación es tanta que duele, pero es tolerable gracias a que se tienen el uno al otro, en la adversidad, los Reyes Sin Corona están juntos, esperando regresar a su reinado en esplendor. 

—¿Por qué eres tan mala conmigo? —refunfuño el pelirrojo con temperamento de tigre al ser halado del brazo por su manager— ¡Vamos! déjame ir de una vez, tengo hambre. 

—Si comes ahora te enfermarás, ¿No recuerdas la última vez? —resaltó viéndolo de reojo con cautela.

—Fue una intoxicación leve. —respondió en un murmullo.

—Claro, por eso estuviste en cama dos días.

—Ya déjame ir, una sola hamburguesa, ¿De acuerdo? no pido más. ¡Ya, Mae!

Los gritos no faltan cuando ese par están juntos, siempre un reproche y un sermón seguido de un tirón de orejas son el complemento diario.

Ella no coincide en la clase de Kuroko o Kagami, pero el estar en el salón cercano a la cafetería y el más próximo a la segunda salida le da ventaja sobre ambos, evitando que se escabullan del entrenamiento, capturándolos en el momento justo cuando sus pies tocan la puerta.

No puedo hacer mucho, ella es quien tiene la palabra, no yo.

Esa tarde en que regresó de la escuela escuchó de casualidad a Teppei hablando por teléfono en la cocina y vaya que el chico no era el maestro de la discreción, prácticamente se podía percibir su voz por toda la casa sin problema, incluso sus abuelos sonreían escuchando las ocurrencias de su nieto, cosa que a Mae le causaba gracia, hasta que escuchó que era relacionado a ella.

—Hermano, ¿Estas tan ocupado?

Asomando la cabeza por el umbral logró sobresaltar al más alto, quien sin pensarlo con claridad aventó el celular al suelo, ganándose una mirada extraña de su hermana menor. Pobre teléfono. Viéndolo con pena se agachó a recoger el aparato antes de tendérselo de vuelta al castaño, que sospechosamente evadió su mirada tan pronto como la vio llegar.

—¿Por qué luces ansioso?

—¿Ansioso? ¿Yo? ¿Por qué estaría ansioso?

La mala actuación habría quedado en el aire de no ser que fue acompañada de la peor carcajada falsa que pudo escuchar en sus diecisiete años de existencia. Algo sucedía y no se le diría con facilidad, lo cual resulta peor, pues despierta aún más su curiosidad.

—En definitiva, la actuación no es lo tuyo.

—Te lo digo, no pasa nada. Mejor dime, ¿Qué haces aquí? —carraspea dirigiendo su atención al semblante pálido de la muchacha— ¿Te pasó algo?

—Nada que sea motivo de alarma. Me duele la cabeza.

—Ve a dormir un rato, te llevo un té en un momento y creo que tenemos pastillas por aquí —señaló el refrigerador, revisando en los cajones superiores junto a la puerta—. Toma una y después a dormir.

—Optare por dormir, no soporto las punzadas.

—Primero el té, no te escapas —sentencio sujetándola con suavidad por los hombros, haciendo que se sentará en un banquito junto a la barra—. Quédate aquí y come este pan, está dulce.

A veces Teppei podía hacer cosas confusas, pero Mae ya se había acostumbrado, después de todo creció con él toda su vida.

—Por cierto, me encontré con Takao de camino.

—¿Y qué te dijo?

—Lo de siempre, nos espera en el torneo.

—¿Y qué le respondiste?

—Que preparen sus toallas, van a llorar.

—¡Mae!

Reprochó el mayor con un gesto de resignación, ya conoce a su hermana y su amiga sutileza.

—También me acompañó a casa, dijo que le preocupaba mi estado zombie.

—Y no mentía —suavemente golpeó su brazo, obteniendo de regreso un mismo gesto—, deberías dormir un poco o tomarte un descanso del club.

—El descanso del club no.

—Vamos, te has estado agobiado mucho últimamente.

—¿Quién fue el chismoso? —aun con las manos en su cabeza habló, parecía que dolor comenzaba a parar—. ¿Hyuga?, ¿Izuki?

—Ninguno de ellos, fue Kuroko.

—¿Qué? —desconcertada volvió a su asiento de golpe, maldiciendo por lo bajo—. Ese pequeño traidor.

—Hizo bien, dijo que te veías cada vez peor y vaya que si lo estás.

—Quizá me he mal pasado en algunas comida.

—¿Qué más...? —incitó con un canturreo.

—También —dejó escapar un resoplido antes de continuar— he dormido poco.

—¿Y que vas hacer?

—Dormir y comer bien. —murmuró de mala gana.

—Eso mismo, ve a tu cuarto y duerme. Te llamaré cuando sea hora de cenar.

Los siguientes días parecieron marchar mejor, los dolores de cabeza poco a poco se fueron y en su lugar iba resolviendo los pendientes a un mejor ritmo. Aunque las clases de calculo seguían perturbado su mente cada vez que veía esas integrales en la pizarra, podría jurar verlas también en la cancha.

—Mae, ¿Estas molesta por algo en particular?

La voz de Kuroko llamándola desde atrás la hizo saltar, podían llevar un tiempo conociéndose y realmente jamás se acostumbraria a la poca presencia del chico. Asustada se giro sobre sus talones con un toque de confusión en los ojos, sentir que fue percibido por el muchacho de ojos celestes.

—Me refiero a lo del otro día, cuando te dolía la cabeza.

—Oh, eso.

—¿Estas molesta?

—Realmente no —negó con la cabeza manteniendo un semblante relajado—, lo había olvidado.

—Es un alivio saberlo.

—Cool. ¡Kagami vuelve aquí! —su repentino grito sobresaltó al peliceleste, siendo consciente de ello se disculpó—. Perdón, pero debo ir por él.

—No irá lejos.

—Prefiero prevenir otra de sus escapaditas.

Dejando a Tetsuya en el gimnasio salió corriendo con la tabla de datos entre sus brazos, gritándole a Taiga en el camino.

—Y así amigos es como Kuroko fue indirectamente rechazado.

La broma de Izuki y los juegos del resto de miembros del equipo hicieron que el más bajito soltara un suspiro y se reincorporara a causa de las amenazas de la entrenadora.

—Debes dejar de salir así o de pérdida avisar, Kagami.

En el comedor de la tienda de comida rápida esperaba pacientemente a que su amigo de cabello rojizo terminará de comer su montaña de hamburguesas.

—Me da hambre, no lo puedo evitar.

—Agh...

Cansada golpeó su frente contra la mesa, al parecer el hábito de hablar con la boca llena no se le quitaría a Taiga.

—¿Qué?

—Antes no hacías eso, ¿Por qué de repente?

Dejando pasar sus palabras unos minutos el más alto y de particulares cejas comió dos más hasta que decidió respondió.

—Las personas tienden a cambiar algunos aspectos consciente o inconscientemente.

—¿Y?

—O sentimientos, ya sabes de esas cosas.

—Tonto.

—¿O me lo niegas? —listo para abrir la envoltura naranja del pan se quedó viéndola con seriedad—, ¿Mae querida y miedosa?

—Sigue hablando y esa hamburguesa se va atorar en tu garganta.

—Wow, tus amenazas me asustan.

Sin tomarle importancia mordió el pan hasta que se quedo viendo a su compañera, ella parecía frustrada.

—Come algo —de su montaña de comida le lanzó una hamburguesa que por fortuna ella atrapó—, ya casi terminó.

—Va.

—Y por cierto, ¿Qué tienes pensado hacer mañana por la tarde?

—Ver películas en mi casa.

—¿Algo más?

—Quién sabe, ¿Y tu?

—Había pensando ir a jugar baloncesto callejero, ¿Quieres venir?

—¿Puedo llevar a alguien?

—Claro, yo también llevare a alguien.

—¿Irá Tatsuya? —preguntó con una pizca de curiosidad.

—Ya —frunció las cejas un poco irritado por lo dicho—, ¿Y esa miradita?, ¿Qué no te gusta otro?

—Eres peor que un novio celoso —llevándose a la boca la hamburguesa rodo los ojos, al terminar de masticar habló—, fue una inocente pregunta señor furia.

—No lo sé.

—Insisto.

—¿Vas a ir o no?

—Uy, ya veo porque hiciste llorar a Momoi —apoyando los codos en la mesa lo señaló—. Los chicos tienen razón, no tienes nada de tacto, Kagami.

—¿Sabes?, ya me arrepentí de darte la hamburguesa.

—Lo que se da no se quita. —canturreo mordiendo de nuevo el pan.

—Pará tu información si va Tatsuya.

Finalizó el pelirrojo cruzandose de brazos.

—Invita a Kyoshi-Senpai, seguro estará feliz de ir.

—Seguro. —sonrió mientras bebía de su vaso de soda.

—Oye, ¿Por qué tan animada?, ¿Es por Tatsuya?

Y ahí van de nuevo con eso.

—Si, si. Es por Tatsuya, ¿Y qué?

Sentenció en tono de burla.

—Okay, ya entendí.

Dijo relajando su rostro, discretamente envió un mensaje a su compañero de equipo, el cual llevaba descansando en el suelo hace cinco minutos.

Kagami Taiga.
💬

Dile a los chicos si quieren ir a la cancha de baloncesto callejero, tu obviamente irás, te necesitamos
16:19 p.m.

Entiendo, les diré.
16:20 p.m.

Por cierto, ¿Ya vienen? Riko-San esta furiosa y nos va a matar si no vuelven pronto.
16:20 p.m.

¡LLEGAMOS EN PRONTO! RESISTAN
16:21 p.m.

La cara pálida y esa expresión de terror en el rostro del pelirrojo sólo alertó a la chica, quien ya había envuelto su hamburguesa y la sostenía en su mano derecha, mientras que con la izquierda sostenía su mochila, lista para emprender la carrera de vuelta al instituto.

—¿Riko nos matará?

Dijo Mae parpadeando con lentitud.

—Si nos quedamos yo creo que incluso a Mitobe-Senpai.

—¡Corre Taiga, corre!

Si... Llegarían agotados ese día a Seirin y a casa con un dolor en las piernas por las veces que Aida Riko los pondría a correr por la cancha, incluso a ella por irse sin avisar a mitad de un entrenamiento.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top