8
— No entiendo por qué no podemos intentarlo.
Gerard puso los ojos en blanco al escucharlo, avanzó a través de la habitación de su amigo y tomó asiento en el diván junto a la ventana. Habían pasado todo el camino de regreso hablando sobre lo ocurrido en el centro comercial. A Gerard se le había ocurrido mencionar lo agradable que fue abrazar a ese anciano y desde entonces Frank no había dejado de hablar al respecto. Le dijo que quizás, en su estado de materia era imposible tener un contacto normal, pero si ambos estaban igual entonces podrían tocarse normalmente. Y aunque no le gustara admitirlo, le hacía sentido, y luego de descartar la idea de volver a Frank un fantasma, tuvo mucho más sentido. Pero no tenía idea como hacerse corpóreo. Desde que era un fantasma, siempre había sido una sombra o algo así.
— Lograste patear a esos tipos en la escuela, ¿Recuerdas?
Gerard bufó nuevamente, eso también había estado dando vueltas por su cabeza durante varios días. Recordaba haber deseado muchísimo hacerle daño para evitar que él le hiciera daño a Frank, había sido algo que duró solo un parpadeo pero pudo hacerlo. El dolor en la cara de ese muchacho era real, el contacto había sido real. Y aun así... no entendía cómo había podido hacerlo.
— Quizás si deseas con todo tu corazón tocarme... —Frank intentó nuevamente.
— No lo sé —Gerard dejó ir un suspiro.
— ¿Qué tienes para perder?
— Que no tenga nada para perder no significa que pueda hacerlo todo —replicó Gerard, pero aun así supo que Frank tenía razón. Se puso de pie y se acercó hacia él, tomando asiento a su lado en la cama. La manta se mantuvo impoluta, como si nadie se hubiese sentado ahí. — Bien —bufó—, ¿Qué debo hacer?
Frank alzó su mano derecha ante él.
— Tócame —dijo simplemente.
Gerard alzó su mano, la acerco a él y cerró los ojos, lo primero que sintió fue esa especie de contacto sobre un cristal, y luego dejó de sentir en lo absoluto. Abrió los ojos solo para ver que su mano estaba atravesando la de Frank, y por la mueca que tenía en la cara, no era algo agradable en lo absoluto.
— Lo siento —se apresuró a decir, apartando su mano.
— Tienes que desearlo —dijo Frank.
— Para ti es fácil decirlo —bufó Gerard, pero de todos modos lo intentó.
Esta vez fue más rápido y nuevamente atravesó a Frank, pero decidió hacerle caso. Apartó levemente su mano para que el contacto fuera superficial y cerró sus ojos, en su mente pasaron varias imágenes y en todas era Frank el protagonista principal. Se sintió temblar por el esfuerzo, y cuando estuvo a punto de darse por vencido, Frank gritó de emoción.
— ¡Lo lograste! —exclamó.
Gerard abrió los ojos, pudo verse a sí mismo más espeso que nunca, y los dedos de Frank estaban entrelazados a los suyos, y realmente se sentía como algo normal, muy natural. Pero de pronto dejó de serlo, se distrajo y su mano atravesó la de Frank, y pudo ver nuevamente la colcha a través de sus muslos.
— ¿Qué... qué fue eso? —Gerard estaba pasmado.
— ¡Pudiste hacerlo, Gerard!
Gerard sonreía como no lo había hecho en mucho tiempo, se puso de pie y miró sus manos. Por instantes había vuelto a sentirse él mismo, sentía lo blando de la cama debajo de él y el calor que emanaba de la mano de Frank y... había podido tocarlo. Lo había logrado.
— Hagámoslo de nuevo —dijo Gerard—, ven acá.
Frank se acercó a él, mirándolo con sorpresa, y alzó nuevamente su mano, pero Gerard no la tomó, en lugar de eso se acercó a él, hasta que sus frentes estuvieron pegadas. Dejó ir un suspiro y volvió a cerrar sus ojos, no sabía cuál había sido el motor para su anterior logro, pero estaba decidido a intentarlos todos. Lo deseó, vaya que lo hizo. Y cuando abrió sus ojos, vio la mirada sorprendida de Frank mirándolo fijamente a los ojos.
— Te... te veo —susurró Frank—, eres... tus ojos son muy verdes.
Gerard sonrió.
Su mano derecha fue a tomar la de Frank y lo aferró hacia sí, y luego cerró sus ojos y se acercó a abrazarlo. La sensación era mil veces más maravillosa que como había sido con aquél anciano, y luego sintió las manos de Frank acariciando su rostro, cuando volvió a mirarlo, ambos tenían los rostros bastante cerca y vio a Frank mirar fijamente sus labios. Él lo miró extrañado, pero la duda se disipó cuando, segundos después, Frank se acercó a sus labios. Y se besaron. Los labios de Frank eran muy suaves y cálidos, y el contacto no fue intenso pero fue... su mente no tenía palabras para definir lo maravilloso que había sido, como si nunca hubiese besado a nadie antes. Se mantuvieron así durante unos segundos, hasta que sintió las manos de Frank atravesarlo. El abrazo se rompió, y de pronto volvía ser un fantasma.
— ¿Qué...? —pero la pregunta quedó a medias en sus labios, y todo se volvió borroso a su alrededor. Lo último que vio fue el rostro de Frank mirándolo con miedo, y luego ya no hubo nada. Todo era negro, como un parpadeo interminable.
Pero nada es realmente interminable, el negro se disipó luego de unos segundos, y volvió a estar en medio de la habitación de Frank. Ya no estaba tan claro allá afuera, así que suponía que había anochecido. La habitación lucía más ordenada, y había un par de cosas que antes no habían estado ahí. Y, aparte de todo, la habitación estaba vacía ahora.
Se sentó sobre la cama, intentando comprender cuantas horas había estado afuera, pero era imposible deducirlo. En su mente la única sensación intensa que había era ese beso que había compartido con Frank hace solo unos minutos. Había sido mágico, y no solo porque era su primera vez besando a un chico, sino que... había algo en Frank que le hacía imaginar un millar de cosas que nunca iban a realizarse porque él estaba muerto, y Frank respiraba todavía.
La puerta se abrió después de un par de horas de Gerard esperando ahí, la luz se encendió y Frank cerró la puerta a sus espaldas. Tenía el cabello más largo, así que definitivamente había pasado más que unas horas, y su ropa era otra también. Lanzó la mochila a una esquina de la habitación, se quitó la chaqueta y luego se giró. Y se quedó de piedra mirando a su cama.
Ahora sí comenzaba a ser una persona normal, pensó Gerard, era el tipo de reacción que esperaba cuando alguien veía a un fantasma por primera vez. Pero quizás fue exagerado por parte de Frank, teniendo en cuenta que habían estado juntos durante bastante tiempo en el pasado, y todo el tiempo él estuvo en conocimiento de su fantasmal naturaleza.
— ¿Estás bien? —Gerard dijo tentativamente.
Frank no respondió.
— Mira, sé que eso fue súper extraño —comenzó, aunque sus palabras se disolvieron en el aire, él mismo no había comprendido nada en lo absoluto.
— Gerard... —Frank logró decir luego de un interminable silencio— Pensé que te habías ido para siempre, pensé... oh Dios, Gerard. Estás aquí.
— No seas exagerado —exclamó Gerard.
— ¿Sabes cuánto tiempo estuviste fuera? —Antes de que Gerard pudiera responder algo, Frank agregó— Fueron casi diez meses... creí que te habías ido.
— ¿Qué?
Gerard lo miró extrañado, no podía ser posible. Para él había sido un pestañeo nada más, hace solo unos instantes habían estado besándose en medio de la habitación y ahora... no tenía sentido, no podía ser posible. Casi un año. Era una locura.
— Te extrañé muchísimo... —susurró Frank— Y me he sentido tan culpable porque fui yo quien te pidió que intentaras tocarme y... Dios, Gerard. Estás aquí.
Las palabras de Frank se sentían tan lejanas, era como estar escuchándolo a través de dos grandes algodones en las orejas. Su rostro lucía diferente también, tenía una perforación brillante en su nariz, y sus ojos ya no lucían tan tristes como lo habían hecho en el pasado, Frank había avanzado en ese año. Y seguramente su familia también, quizás ya no sufrían su muerte, su hermano había avanzado, sus amigos estaban ya en la Universidad, y Lindsey... realmente esperaba que Lindsey ya estuviera mejor después de todo lo que había pasado.
— No hubo día que no pensara en ti —siguió Frank—, de verdad.
Pero Gerard seguía demasiado ensimismado, con mil cosas en su cabeza. Quería desesperadamente darle otro abrazo a Frank solo para cerciorarse de que estaba ahí, pero tenía miedo de hacerlo... ¿Y si esta vez se iba por más tiempo todavía? ¿Cómo se suponía que su existencia se acomodara a la de su entorno si su realidad no era la misma? Tenía miedo... y quizás era el miedo lo que provocaba que los fantasmas olvidaran quienes eran realmente.
Miedo de desaparecer para siempre. Miedo de ser olvidado.
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