12

            Gerard dejó ir un suspiro, quizás fue solo para hacerle saber a Frank que seguía ahí o porque su mente estaba tan lejos que simplemente estaba actuando por inercia. Había muchas cosas que no sabía en ese momento, cosas que nunca iba a saber realmente y le aterraba en sobremanera todo lo que sucedía en su cabeza. Uno de sus hilos de pensamiento era su hermano porque sus palabras seguían tan frescas que parecía que aun estaba diciéndolas. Se arrepintió por no haber intentado ser visto por él, se arrepintió por no haber intentado irse con él en lugar de volver con Frank a su hogar y luego simplemente sintió mucha ira porque no tenía sentido que estuviese anclado a él en lugar de su hermano menor. Porque, vamos, si alguien tenía problemas ese era su hermano. Lo estaba pasando pésimo a raíz de su muerte, y había sucedido hace ya más de un año pero el dolor seguía fresco en él y algo le decía que seguiría siendo así durante muchos años más. Mikey estaba deshecho y si lograba suicidarse entonces qué, ¿sería un fantasma también? ¿A dónde iría su alma?

No era justo que por el acto de un tercero todas esas vidas se estuviesen arruinando y sobre todo, él mismo no sabía qué tan fuerte había sido el impacto en las vidas de su entorno. Siempre había creído que su hermano menor no lo quería porque sus propios padres los habían puesto en contra desde niños, pero no era así. Y sus padres... ¿En serio había pensado que ellos seguirían adelante como si nada? Que tonto había sido al pensar eso... ellos más que nadie estaban destruidos, tenían todos sus sueños puestos en él y el destino había actuado en contra de sus planes.

El destino... ¿De verdad él estaba destinado a morir de forma tan repentina? Incluso eso carecía de sentido o al menos eso quería creer. Porque ciertamente dudaba que su destino fuera morir a los 17 años para convertirse en el amigo imaginario de un adolescente con problemas con sus padres. Aunque claro, los problemas de Frank eran más de los que se podían notar a simple vista.

— Perdóname —dijo Frank luego de un rato, apartando su cara de la almohada—. Yo solo... pensé que era lo correcto, creí que él estaba tan desesperado que iba a creerme pero no fue así y yo... lo arruiné, lo arruiné tanto.

— Está bien —dijo Gerard. Pero no estaba bien. Nada estaba bien.

— De verdad lo lamento —repitió Frank—, soy tan imbécil.

Gerard no respondió nada, en lugar de eso se hizo visible ante los ojos de su amigo, vio a Frank pestañear varias veces y luego se acercó a él, notando como una lágrima se deslizaba por la mejilla ajena. Frank estaba mal, emocionalmente. Lo había notado cuando volvió pero no quiso decir nada porque pensó que él iba a decírselo directamente, pero nada pasó. Y no sabía dónde buscar para averiguarlo por sí mismo. En la escuela las cosas iban bien, y además tenía un novio. En casa, sin embargo, no estaba seguro. Había escuchado a la madre de Frank discutir con Daniel, pero entonces Frank le había subido el volumen a la música para evadir aquello. Y aparte de eso... no había notado nada más. Así que quizás la casa tampoco era el problema, ¿Entonces cuál era? ¿Por qué Frank estaba tan triste?

— Ten cuidado... —suspiró Frank, cuando Gerard se concentró para hacerse corpóreo y poder abrazarlo sin que la temperatura de Frank decayera por culpa suya.

— Está bien, creo que estoy manejando esto —respondió Gerard, dándole una vaga caricia en el brazo más lejano. Frank recargó la cabeza en su hombro y luego dejó ir un suspiro, y Gerard le imitó. Fue un suspiro sincero porque realmente tenía muchas cosas por las cuales suspirar en esos momentos.

Su hermano... seguía sin poder quitarse esa imagen de la cabeza, verlo así de mal era un golpe terrible en el estómago y la sola idea de imaginarlo quitándose la vida por culpa suya era indescriptiblemente aterradora. Mikey era solo un niño ante sus ojos, pero el chico que estaba en la biblioteca lucía mucho más maduro, en muchos aspectos. Mikey había crecido en torno al vacío que la muerte de su hermano mayor había dejado en su vida, y eso no podía ser algo bueno. El pobre chico sufría tanto, y él seguía sin poder hacer nada al respecto.

— Hay algo que quiero que veas —dijo Frank luego de un rato, apartándose de él.

Gerard se giró para encararlo, y Frank titubeó antes de subirse las mangas del suéter que traía puesto. Fue subiendo gradualmente hasta sus codos, y Gerard sintió su cabeza dar vueltas cuando notó la naturaleza de las marcas sobre la pálida piel de los antebrazos ajenos. Uno de sus dedos fue a deslizarse por sobre una de las cicatrices, era más rosada y más gruesa, como si hubiese sido un corte particularmente malo. Frank se estremeció ante el contacto, y un par de lágrimas cayeron por sus mejillas. Gerard siguió trazando las cicatrices, su mente estaba lejos y solo una frase se repetía en ella: "¿Por qué?"

— No he dejado que nadie más vea esto —murmuró Frank—, ni siquiera Zacky... y es difícil ocultar algo así. Comencé a hacerlo cuando te marchaste, y tuve que dejar de hacerlo cuando volviste...

Gerard llevó su dedo a un lugar cercano a la muñeca ajena, el color era más intenso en torno a ella y era claro que era mucho más reciente. No lucía tan profunda pero aun así... podía haber muerto, con cualquiera de ellas. Frank podía haber muerto. ¿Por qué?

— Algo está pasando —dijo Gerard, con la voz ronca— ¿Qué está pasando?

Frank no dijo nada. Recuperó su mano para limpiar las lágrimas sobre su rostro y luego se metió bajo las frazadas, girándose hacia la pared. Gerard vio su cuerpo estremecerse, era obvio que estaba llorando y aun así sentía que no podía hacer nada al respecto. Fue hasta la pared cercana a la puerta para apagar la luz y luego fue a tomar asiento en su lugar usual, simplemente viendo el bulto que era Frank sobre la cama. El día siguiente podrían hablar con más calma y entonces obligaría a Frank a decirle qué estaba pasando con él para que se hiciera tal daño.

Los minutos pasaron y eventualmente Frank se quedó dormido, el ruido en la planta inferior se apagó y los pesados pasos del padrastro de Frank se hicieron escuchar en la escalera. Había estado bebiendo todo el día; aunque eso era lo usual. Lo que sin embargo fue inusual, fue que sus pasos en lugar de seguir de largo por el pasillo se detuvieron tras la puerta de Frank. Gerard vio como el pomo giraba y luego la puerta se abrió, dejando ver el contraste de su figura con la luz del pasillo.

Un ruido ronco salió de los labios del hombro y luego se acercó a la cama, Gerard, congelado en su sitio lo vio meterse bajo las sábanas y comenzar a tocar el cuerpo de Frank, quien despertó pronto, y comenzó a sollozar en voz baja.

— Tu madre llegará tarde —dijo con voz pastosa—, y yo necesito descargarme con alguien... no te molestará seguir ensayando conmigo, para ese noviecito tuyo...

Había tanto odio en sus palabras que Gerard sintió asco. Frank se estremecía bajo las manos de aquél hombre, intentando hacerse más pequeño de lo que era. Gerard podía notar por encima de las sábanas como las caricias bajaban cada vez más, y se sentía clavado al suelo, como si fuera solo un espectador de aquél terrible acto.

— No llores... sé que te gusta esto. Te gusta... —Daniel jadeó— Sino ya le habrías dicho a la perra de tu madre.

— Daniel, por favor... —Frank logró articular— Ya no más...

— ¿Dijiste algo? —el hombre rió con sorna— ¿La putita dijo algo?

Frank no volvió a hablar, y Daniel usó eso como señal para seguir, giró al menor sobre la cama para que quedara boca arriba y con una mano tomó sus muñecas por sobre su cabeza para que no opusiera resistencia, pero Frank estaba tan roto que difícilmente lo hubiese hecho aun sin ser retenido. Gerard lo vio tomar posición encima de Frank y luego, de espaldas a él, comenzar a moverse encima, dejando a Frank sin la posibilidad de hacer absolutamente nada para defenderse.

— Por favor... —suspiró Frank.

Gerard supo que esa frase era para él. Y aunque era solo un fantasma su adrenalina se disparó por las nubes, en un pestañeo estuvo sobre la cama, junto a aquél tipo y luego se concentró para materializarse y con todas sus fuerzas golpeó a Daniel contra la pared. Vio como exitosamente su cabeza se azotaba contra el cemento, cayendo inconsciente sobre las piernas de Frank. Frank estaba congelado, como si nunca antes lo hubiese visto. Ningún ruido salió de sus labios y tardó bastante en volver a parpadear. Y luego de abrir la boca para tomar algo de aire, comenzó a llorar de manera desesperada. Gerard nunca había visto a nadie tener un ataque de pánico, pero estaba seguro de que se parecía a eso.

— ¿Qué hiciste? —Frank dijo entre sus lágrimas— ¿Qué hiciste? Ahora va a matarme, va a matar a mamá... él dijo que iba a hacerlo. Creerá que fui yo... va a matarme, va a matarme, ¿por qué hiciste eso?

Gerard no se disculpó por defenderlo, pero tampoco dijo algo en contra de eso. Entendía que había sido manipulado de la manera más vil y que nada de eso era culpa suya, y entendía también que esa era la razón de todo lo que andaba mal en torno a Frank. Era la culpa de su depresión, era la culpa de los cortes en sus brazos... y absolutamente nadie en su entorno había notado eso. ¿Es que acaso estaba tan solo en el mundo?

Y entonces todo obtuvo sentido, era por eso que estaba con Frank en lugar de estar con alguien más. Porque Frank necesitaba ayuda más que cualquier otra persona.

— Todo va a estar bien... —suspiró Gerard, y aunque no sabía qué tan cierto era todo eso, estaba seguro de que iba hacer todo lo que tenía en su alcance para hacerlo feliz. 

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