Capítulo 20: a través del universo.
Kim Taehyung oía la respiración del mayor y escuchaba la forma en la que movía las cosas con apuro, como si le quedara poco tiempo. Él se sentía adormilado, porque había llorado demasiado ese día y los ojos le escocían un poco.
Hacía tiempo que no lloraba tanto, como si la caja donde estaban guardados todos sus sentimientos, todas sus emociones, se hubiera abierto dejando que todo se mezclara e inundara su ser. Taehyung creía que, en cierta parte, se debía a Hoseok y a su forma de amarle, de una forma tan sincera que él no tenía más opción que ser él mismo, ahogándose dentro de sí.
Si fuera en otra ocasión, en donde nunca hubiera conocido a Hoseok, probablemente Taehyung o hubiera sido fuerte, guardando todos sus sentimientos bajo pilas y pilas de piedras, o se hubiera dejado sucumbir por todo lo que no podía controlar. Tal vez se hubiera vuelto loco.
Pero Hoseok había llegado a su vida, haciéndole sentir todas aquellas cosas que había olvidado en algún punto del camino, prometiendo que iba a estar con él. Y Taehyung lo necesitaba. Se había enamorado y ahora, sin poder contenerlo, se mostraba tal cual es ante él.
Un chico vulnerable que necesita de alguien que le sujete la mano cuando cae y que lo bese cuando crea que no hay ninguna esperanza.
Jimin también era un pilar fundamental en su vida, un apoyo constante, pero últimamente estaba desaparecido entre el trabajo, las clases, sus padres y Yoongi, porque Taehyung veía la forma en la que Jimin lo miraba. Taehyung estaba seguro que para Jimin, Yoongi era lo que Hoseok para él. Y sabía que Jimin lo consolaría como un buen amigo, como siempre, pero al tratar de llamarlo cuando estaba velando el sueño de su abuela hasta que fuera la hora para irse, no le contestaba y, en cambio, recibió un mensaje de él diciéndole <<Lo siento Tae, no puedo hablar ahora, mis padres vinieron de imprevisto y quieren que me vaya con ellos a Busan, ¡Pero ni muerto! Te llamaré cuando solucione este desastre, espérame. Tenemos muchas cosas de qué hablar>>. Él no quería preocupar a Jimin, y se sentía tan mal que no se creía capaz de ayudarle. Esperaba que Yoongi pudiera hacerlo.
Taehyung quería decirle todo a Hoseok, porque estaba tan enamorado de él, pero tenía las palabras atoradas en el pecho y no sabía como expresar las palabras adecuadas. ¿Estaría bien con un chico como él?, ¿Lo aceptaría?, ¿Cómo podría saber Taehyung que él no iba a huir, al igual que su familia, cuando algo malo pasara? Aún tenía esos miedos atorados en la garganta.
Porque a veces sólo basta un movimiento en falso para arruinarlo todo.
...
Hoseok tomó a Taehyung de los brazos, pendiente de que éste no destapara sus ojos y lo guió hasta las mantas. Tratando de que no se tropezaran, se sentó frente a él encima de éstas y puso sus manos en las manos del menor.
- ¿Ya puedo abrirlos?, ¿Puedo?, ¿Puedo? -preguntó Taehyung con impaciencia. Y es que Hoseok nunca lo había visto más paciente que ahora y, un poco nervioso, asintió para sí mismo.
- Puedes abrirlos, Tae.
Hoseok retiró las manos de los ojos de Taehyung y la expresión de éste era mil veces más bella y preciosa que cualquier universo.
Taehyung estaba asombrado, totalmente impresionado, moviendo la boca como si estuviera tratando de buscar las palabras adecuadas para explicar lo que había encima de su cabeza, bajo sus pies y a su alrededor. Pero nada salía y lo único que hacía era ver cada estrella pasar fugazmente debajo de las mantas, encima de su cabeza o a su lado.
Habían estrellas y nebulosas por todas partes.
- Taehyung, ¿Sabías que nosotros estamos hechos de polvo de estrellas?
Él negó, aún paseando la mirada deslumbrada por la habitación.
- Este... este lugar... -dijo Taehyung, retomando el aliento perdido por la sorpresa-. Estamos en el universo, ¿Verdad?, ¡Estamos dentro de una habitación que contiene el universo, hyung!
Hoseok sonrió de oreja a oreja ante la expresión aniñada del menor, totalmente emocionado. No había tristeza en sus ojos, sino pura curiosidad y emoción.
Su plan había funcionado, aunque sea un momento. Un momento.
- Lo estamos, o por lo menos, cerca de el.
- Es precioso...
- Tú eres precioso -murmuró Hoseok, pero el menor no lo escucho.
Taehyung se levantó, sin dejar de observar como todo se movía a su alrededor como si viajaran a través del universo. Y un pensamiento se le vino a la mente, al mismo instante en que ambos se miraban y el menor podía jurar que hablaban el mismo lenguaje silencioso de éstas.
Hoseok se paró también y sacó su celular del bolsillo trasero de sus pantalones, buscando la canción que estaba seguro Taehyung también tenía en mente.
Cuando comenzó a sonar, Taehyung saltó emocionado, levantando los brazos y gritando felizmente, dando vueltas y vueltas.
- ¡Nothing gonna change my world!* , ¡Cantemos, cantemos, hyung!
La canción empezó a sonar por toda la habitación, a volumen máximo, y Hoseok miró maliciosamente al menor, quien empezó a correr por toda la habitación hasta que el mayor lo agarro de la cintura, llevándolo en su espalda y levantando del piso, empezaron a dar vueltas y vueltas.
Ambos cantaban, Hoseok desafinando y Taehyung tratando de armonizar con él -entre risas y más risas-, mientras dejaban que la música los transportara dentro de la habitación a otro lugar lejos de la tierra.
" Nada va a cambiar mi mundo.
Nada va a cambiar mi mundo.
Imágenes de luz vacilante
que bailan frente a mí como un millón de ojos,
me llaman y me llaman
a través del universo."
Hoseok amaba la forma en la que la luz de las estrellas iluminaban el rostro sonriente de Taehyung, lo hacían ver como si fuera alguien mágico, tan irreal como un ángel y perfecto. Su piel tersa, su cabello balanceándose suavemente, su encantadora sonrisa, sus facciones simétricas y sus ojos grandes y expresivos. Todo en lo que podía pensar Hoseok era en la voz de Taehyung llamándolo, diciendo su nombre, riendo y cantando con todo su corazón. Su voz le erizaba la piel y desbocaba su corazón, haciéndole sentir que todo el mundo era inmortal, con ellos incluidos.
"Pensamientos serpenteantes,
como un viento inquieto dentro de un buzón,
se tambalean ciegamente mientras
recorren su camino
a través del universo."
Taehyung tropezó con las mantas cuando Hoseok se cansó y lo dejo en el piso, cayendo de espaldas encima de estas y llevándose a Hoseok consigo. Ambos chillaron de sorpresa, el menor sobándose el trasero, para luego reírse tontamente y besar al mayor y seguir cantando entre besos y risas interminables.
"Sonidos de risas,
sombras de la tierra
vienen a mi mente
incitándome e invitándome
Infinito e inmortal amor que brilla a mi
alrededor como un millón de soles
que me llaman y me llaman
a través del universo."
...
Cuando la canción terminó, Hoseok se movió de lugar en las mantas, acostándose al lado de Taehyung, quien luego siguió su ejemplo y se arroparon bajo estas, mirando el techo con el universo frente a sus ojos.
- ¿Cómo... cómo hiciste esto? -preguntó Taehyung, con los ojos brillosos, dándose la vuelta para ver el perfil del mayor.
- No fui yo, fue Sihyuk, él... él hizo esto para su esposa -explicó en un susurro que sólo el menor podía escuchar.
Ambos jadeaban despacio, retomando el aliento, por todas las vueltas que habían dado.
En la habitación podía oírse el murmullo del universo, lo que hacía que ambos se relajaran y se olvidaran del mundo de fuera.
- Waah, esto... esto de verdad es magia, es increíble. Él hizo magia, ¡Y tú lo conociste, Hyung!
Hoseok río entre dientes y luego se acostó de lado, mirando de frente a Taehyung.
- Es magia muy tecnológica, en realidad. Es bastante complejo, pero él lo logró. Lo hizo para que su esposa pudiera ver el mundo desde ésta habitación, sin tener que viajar, sin tener que irse a otro lugar porque...
Hoseok se calló de repente, porque no podía evitar sentirse infinitamente triste. Y Taehyung se dio cuenta, acercándose más a él, pasando su mano por su mejilla, acariciando su cabello para de alguna forma, consolarlo también.
- ¿Por qué?
- Porque ella tenía leucemia.
Hoseok recuerda como aquel hombre le contó sobre su mujer fallecida, de como ella había sido su vida e, irónicamente, que ésta se la había arrebatado. Hoseok le contó sobre su madre también, víctima del cáncer de mama, y de cómo todo en su vida había cambiado desde su muerte.
Fue una noche en la que bebió, vomitó en el baño de aquel desconocido y le contó sus penas. Sihyuk se había puesto a beber también, por simple empatia y se desahogo de igual forma. Y para Hoseok, aquello había sido liberador porque no hay nada mejor que contar lo que no te atreves a contar a un desconocido, un desconocido que no te importa en absoluto y por el cual no tienes ningún aprecio. Un desconocido que no te juzgará, o tal vez sí, pero que se irá tan rápido como llegó.
Estaba agradecido con Sihyuk, porque ahora, en ese lugar mágico, se sentía como si pudiera contarle todo lo que alguna vez fue en su vida a Taehyung. Porque quería entregarse a él de todas las formas posibles, porque lo amaba y no hay mayor muestra de amor que mostrarse como se es en realidad y las heridas que moldearon lo que se es ahora.
Con una esperanza dolorosa, esperaba que el menor pudiera hacerlo también.
Mostrarse ante él como es en realidad. Mostrarle todas sus cicatrices.
Taehyung lo miraba fijamente, como si estuviera tratando de leerle la mente y con una tristeza igual de infinita que la de él.
- Eso es una maldita mierda, hyung.
- Sí, lo es -asintió Hoseok, seriamente y con amargura-. Una total mierda.
Taehyung entrelazó las piernas con las del mayor, y siguió acariciando su cabello. Hoseok, relajado como nunca ante las caricias del menor, escabullo sus manos por debajo de su polera, acariciando sus omóplatos y deteniéndose en cada separación de su espina dorsal.
Cada toque y caricia era lenta y conciliadora. Ambos se tocaban sin ningún ápice de deseo sexual, sólo con el objetivo de consolarse mutuamente.
Estuvieron así infinitos minutos, mirándose el uno al otro, hasta que Hoseok por fin tuvo el valor suficiente como para decir lo que quería decir de verdad, sin ninguna broma de por medio.
- Taehyung -lo llamó, tragando saliva ante lo tenso que se había puesto el menor por el tono de su voz, dejando de acariciar su cabello-. Sé... sé que no quieres hablar de lo que pasa, pero yo no voy a dejarte. No lo voy a hacer, ¿Y sabes por qué?
Taehyung levantó la mirada, encontrándose con los ojos taciturnos del mayor y su corazón empezó a latir con temor, sintiendo la garganta seca. Después de unos silenciosos segundos, Taehyung habló, en un susurro trémulo.
- ¿Por qué?
- Porque lo más probable es que tú me dejes primero.
...
En aquel lugar, Taehyung sentía como si el tiempo se detuviera. No lograba pensar en nada más que en las estrellas, las supernovas, el gran universo y sus soles y los planetas y meteoritos y el rostro de Hoseok, su nariz, su boca, sus profundos ojos y su suave cabello.
El universo eran ellos. Taehyung y Hoseok, juntos, en medio de la nada.
Todo un conjunto de polvo de estrellas.
Pero el universo no dura para siempre y la cruel realidad vuelve a la mente de Taehyung, abrumándolo con su peso. El dolor de Hoseok se veía en sus ojos, en el tono de su voz y Taehyung no estaba listo para que hablaran del tema.
Pero tampoco estaba listo para que Hoseok dijera lo que tuviera que decirle.
Hoseok era perfección, era el chico que todos querían, era el chico que tú solo podías ver a través de un cristal o un agujero en una pared de concreto.
Y Taehyung era tan afortunado, por poder tocarlo, poder besarlo y siempre se sentía tan irreal para él.
Tan irreal que nunca creyó que él pudiera tener cicatrices también.
Y las tenía, Hoseok las tenía y Taehyung podía verlas incluso desde antes, en su mirada pérdida, en su recelosa forma de ser, en aquella máscara que mezclaba la seriedad y la broma, la cual siempre traía puesta. Pero ahora lo veía con total claridad y estaba seguro que una de sus cicatrices tenía que ver con su madre, tal vez la más profunda.
Ese comportamiento un poco auto-destructivo del mayor -emborracharse en fiestas, amar a alguien que te rechaza constantemente, no enfrentar los problemas (Hyesun)- podía hacerle entrever todo eso. Hoseok no es perfecto ni irrompible. Hoseok tiene la misma cantidad de cicatrices que él y a veces Taehyung, sumido en su propio dolor, solía olvidarlo.
- ¿Por qué dices eso?
- Porque no soy una buena persona, estoy cubierto de capas y capas de mentiras y falsedad y...
- Hobi -lo interrumpió Taehyung, tomando su rostro entre sus manos-. Tú eres la mejor persona que conozco en mi vida. Sea cuales sean las razones por la que digas eso, yo te quiero.
Hoseok enmudeció, porque habían tantos pensamientos pesimistas que jamás había dicho en voz alta y que quería decir ahora. Quería contarle todo lo que le atormentaba, porque tal vez, sólo así Taehyung podría abrir su corazón hacia él.
Pero Hoseok seguía sin saber como empezar.
- Siempre me preguntaba -empieza Hoseok, luego de unos segundos de silencio-, el porqué no podía dejar de mirarte, el porqué desde que te vi llamaste mi atención. No era porque fueras deslumbrante, increíblemente atractivo o agradable. Ahora lo sé. Me fije en ti porque, desde la primera vez que te vi, me vi en ti. Tú eras yo con esa mirada triste y esa sonrisa falsa en la cara. Era como si pidieras a gritos que alguien te escuchara, te viera, te conociera, pero todos hacían oídos sordos. Sé lo que se siente cuando quieres gritar con todas tus fuerzas en una habitación llena de gente, pero que al final, no puedas decir nada porque lo más probable es que nunca te escuchen.
- Yo te escucho ahora -musitó Taehyung, acercando su rostro al de Hoseok hasta rozar su nariz con la propia.
Ambos cerraron los ojos, sintiendo entre ellos el incesante golpeteo de sus corazones.
- Y yo a ti. Dijiste que ibas arriesgarte, conmigo, por mí y por ti -siguió diciendo, alejándose un poco y tocando la mejilla cálida de Taehyung-. Voy a contarte un secreto, Taehyung, ¿Estarías dispuesto a contarme el tuyo?
Y Taehyung no sabía si era el hecho de estar formado de polvo de estrellas, que hacía que en ese momento fuera consciente que ambos estaban hechos del mismo material; carne, huesos, sangre, piel, alma y recuerdos y heridas y que no había diferencias. Que podía contarle todo porque eran uno, y que podía ser totalmente sincero ante él.
Así que con esa certeza, Taehyung asintió.
...
- Mamá, ¿Has visto mi sudadera de eminem?, ¡No la encuentro por ningún lado!
Hoseok entró a la habitación de sus padres, abriendo la puerta como siempre lo hacía, estruendosamente y sin tocar. Su madre, sentada en la cama con un papel en la mano, pegó un salto llevándose la mano al pecho. Sus ojos estaban rojizos y traía el cabello suelto. Su madre nunca traía el cabello suelto; siempre se ponía una coleta, por lo que Hoseok no pudo evitar observarla con cierta extrañeza.
- ¡Hoseokie! Dios, casi me das un infarto, cariño... -exclamó su madre, sorbiéndose la nariz y levantándose rápidamente de la cama. El papel que tenía en la mano terminó echa una bola arrugada dentro de su puño.
- Mamá, ¿Pasa algo? -preguntó Hoseok, él conocía suficiente a su madre como para saber que el que no tuviera coleta significaba que algo malo pasaba. Su madre sonrió, esquivando la mirada de su hijo y se dispuso a negar rápidamente con la cabeza.
- ¡Nada, nada! Venga, vamos a comer.
Su madre se dispuso a salir de la habitación, tomando de la muñeca a su hijo, pero éste se detuvo, mirando su puño que se cerraba con fuerza hasta dejarle los nudillos blancos.
- ¿Y ese papel? Mamá...
- Ay, Hoseokie, basta. ¿Por qué tienes que ser tan entrometido, tú, pequeño? -exclamó su madre con un tono de voz que rozaba la broma y el nerviosismo.
Su madre era preciosa, con esos ojos almendrados, esa piel tersa y blanquecina, su cabello negro y lacio, con ondas en las puntas, que siempre olía a frutilla. Se maquillaba muy naturalmente y sus uñas siempre tenían un diseño de flores blancas. Su madre era preciosa cuando sonreía e incluso cuando estaba desanimada, su belleza sólo hacía que todos los padres de sus compañeros la voltearan a ver. Habían veces que hasta Hoseok tenía que ahuyentar a los padres de las niñas de las clases de ballet, porque su madre no sólo era hermosa, sino que era divertida y agradable. Para Hoseok, ella era la mujer perfecta.
Ahora, estaba seguro que algo pasaba por la forma en la que su boca se curvaba en un extremo, pero su madre se veía tan nerviosa que decidió no preguntar, ni molestarla... tanto.
- Omma, ¿Desde cuándo llevas el cabello suelto? Te hace ver como la chica del aro, vamos, hace el sonido que hace cuando sale de la televisión, Ggggg~.
Hoseok hizo una mueca fea, poniendo los ojos en blanco gimiendo con la garganta, para luego volver a poner su expresión normal. Su madre sólo revoloteo los ojos, tiró la bola de papel en el cesto que estaba al lado de la puerta y se amarró rápidamente el cabello en un desordenado tomate encima de su cabeza.
- ¿Ya me veo como alguien normal para mi hijo?
- Te ves como si tuvieras popo en vez de cabello... -bromeó Hoseok, conteniendo la risa.
- ¡Este mocoso, deberías decir que estoy hermosa! -exclamó ella, ofendida pero a la vez evitando reírse también y con el ceño fruncido empezó a darle palmadas en el trasero a Hoseok, quien empezó a chillar y, para escapar de sus suaves golpes, rodó encima de la cama matrimonial para llegar al otro lado.
- ¡Pero si estoy siendo sincero, Omma! Tú siempre me dices que sea directo, y yo te digo que tienes un popo muy bonito adornando tu cabeza.
- Ay, sí, muy bonito -dijo sarcástica, para luego señalarlo con el dedo indice-. Te voy a poner mucho brocolí en tu plato, para que lo sepas.
- ¡Perooooo mamáaaaa! -refunfuño Hoseok, tirándose en la cama y arrugando el rostro-. Todo menos el brocolí.
- Entonces pondré morrón y mucho, mucho ajo.
- ¡Noooo, que asco! Retiro lo dicho, Omma es hermosa... -sonrió Hoseok y su madre le devolvió la sonrisa, hasta que su hijo rió maliciosamente-... aun con su popo en la cabeza.
- ¡No, no puedo, eres imposible! -río su madre, dándose la vuelta hacia la puerta, moviendo la cabeza dramáticamente indignaba.
Los rastros de nerviosismo que había tenido se habían esfumado y, antes de que desapareciera por el pasillo, miró hacia su hijo que seguía acostado encima de la cama, sonriente.
- Tu sudadera de eminem la doné a una fundación que recauda fondos para el Arte urbano, cariño.
- ¡¿QUÉ MI SUDADERA QUÉ?!
Hoseok se levantó de la cama, mirándola con los ojos desorbitados. Hoseok amaba esa sudadera, era su sudadera de la suerte que le había hecho ganar su primera competencia de baile. No podía perder esa sudadera.
Su madre se cruzó de brazos, tocándose el mentón, falsamente pensativa.
- Aunque no estoy segura, tal vez se la haya dado a tu hermana por error para que la use como manta para Minnie o se me haya confundido con los trapos que usa tu padre para limpiar el auto. ¡Ups, que se me ha olvidado! Este popo en mi cabeza no funciona sabes, no me da poderes.
- ¡Mamá, deja de bromear, quiero mi sudaderaaaaa!
Su madre se encogió de hombros, y antes de irse, exclamó con seriedad:
- Pues búscala, no soy tu empleada.
- ¡Peroooo mamáaaa!
Su madre volvió a reír antes de desaparecer por el pasillo. Hoseok suspiró, porque su madre siempre bromeaba con sus cosas y no se las pasaba hasta que estuviera lo suficientemente desesperado buscándolas. Aunque Hoseok también le hacía bromas, como asustarla cuando está ocupada limpiando o concentrada en la televisión, decirle que tiene una arruga en la frente cuando, en realidad, su piel sigue tersa y reluciente o consiguiéndose un hilo blanco para hacerle creer que le saca una cana del cabello.
Hoseok se tiró de espaldas en la cama. Estaba tratando de recordar en dónde rayos podía estar su sudadera, tal vez su perrita Minnie se la haya robado para ocultarla debajo de la cama de su hermana. Se encontraba pensando en varios lugares poco probables donde pudiera estar, como debajo del lavaplatos, cuando se le vino a la mente la bola de papel que su madre había tirado al cesto. Se paró al instante, porque no aguantaba la curiosidad, rodeando la cama matrimonial y fue hasta ella, agachándose para tomar la bola de papel entre sus dedos.
Con cuidado la abrió, alisándola y tratando de leer lo que estaba impreso.
Estimada Sra. Jung Shinhye:
Tengo el deber de informarle que tenemos los resultados de los exámenes que se ha realizado este mes. Esperamos su presencia en físico agendada para el 17 de diciembre a las 11:00 am., si existe algún inconveniente, por favor háganoslo saber y nosotros acordaremos otro día para usted y para su médico tratante.
Se despide, attent.
Soo Wheein del laboratorio de exámenes del Hospital de Gwangju.
Hoseok tenía 15 años en ese entonces, y era muy joven para comprender el peso de esa carta.
Así que la arrugo, devolviéndola al cesto.
...
Su hermana estaba llorando.
Su padre se encontraba cabizbaja, consolándola. Y su madre trataba de sonreír sin poder lograrlo.
Hoseok los miraba, y no procesaba nada. En ese momento no sabía muy bien el significado de la palabra cáncer, pero siempre que alguien la mencionaba, todos se ponían tristes y decían que alguien se había muerto. Se murió de cáncer.
Su familia estaba triste.
Y Hoseok no podía procesarlo.
- ¿Eso significa que te vas a morir, Omma? -preguntó Hoseok, con los ojos bien abiertos y la voz temblorosa. No quería llorar, tal vez su mamá estaba bromeando.
Pero su madre no traía coleta, traía el cabello suelto, y eso sólo podía significar que hablaba en serio.
- ¡Hoseok, no digas eso! -gritó su hermana, de repente enfurecida, apartándose de los brazos de su padre-. ¡Mamá no se va a morir!
Hoseok suspiró de alivio, porque tal vez su hermana tenía razón. Su mamá debía estar bromeando.
- Hoseokie... ven aquí, cariño -pidió su madre, y Hoseok caminó hacia ella en el sillón, sentándose muy cerca y sintiendo las manos de su madre apretar las suyas con suavidad-. Mamá está muy enferma, algunas cosas cambiarán y... necesito que sonrías para mí porque tal vez, yo no pueda hacerlo tan seguido.
- Pero... no entiendo...
- No hace falta que entiendas, no pasará nada malo - esbozó una pequeña sonrisa, acariciando la mejilla de su hijo-. Mamá es fuerte, sólo tiene que hacerse tratamientos para recuperarse y todo estará bien, Hoseokie. Mamá es fuerte y no se va a morir.
Hoseok miró los ojos tristes de su madre, tratando de descifrar si ella hablaba en serio porque su madre traía el pelo suelto y cuando traía el pelo suelto nada bueno pasaba... así que no pudo evitar ponerse a llorar como si ella ya se hubiera ido.
...
- Feliz cumpleaños, hijo -dijo su madre sonriente cuando le vio llegar, sentándose en la cama de hospital.
Al entrar, lo primero que vio fue su cabello trenzado, negro y opaco. Ya no se hacía coletas, hace un año que dejo de hacérselas por orden de las enfermeras. Decían que si se las hacía, se le iba a caer más rápido el cabello. Luego, vio sus manos desnudas, con una intravenosa en la parte superior de la mano derecha y sus uñas sin flores.
Hoseok anotó mentalmente que tenía que comprarle más esmaltes de uñas. Siempre que se los ponía, las enfermeras tenían que quitárselas cuando hacían algún procedimiento como tomarle la saturación o para entrar a hacerse la quimioterapia. Hoseok no tenía ni idea porque lo hacían, pero no decía nada. A su madre le gustaba pintarse las uñas.
- ¿Y mi torta? -preguntó Hoseok bromeando, acercándose a una de las sillas para poner su bolso de la escuela-. Mamá, eres tan olvidadiza, ¡apuesto a que recién te has acordado que cumplo diecisiete!
- ¿Por qué tengo un hijo tan astuto? Te lo recompensaré con un regalo, toma.
Su madre se agachó, sacando una gran caja debajo de la cama y poniéndola encima. Hoseok ya la había visto incluso antes de que su madre le saludara, pero aún así actúo totalmente sorprendido, abriendo los ojos y la boca descomunalmente mientras exclama un << ¡Wooow!, ¿Esto es para tu hermoso hijo?, ¡Yeah! >>
Ahora los cumpleaños se celebraban así, en esa habitación de hospital. Se preguntaba dónde estaría su padre y su hermana. Tal vez hayan ido a comprar un regalo o traerían comida para entrar oculta a la habitación.
- Te va a encantar, puede hacerle compañía a Minnie. Debe sentirse sola ahora que no estoy en la casa.
Hoseok ante ese comentario, se apresuro a abrir la caja, que tenía un lindo listón y lo primero que vio fue un pelaje de varios colores. Blanco, café claro, café oscuro, negro.
Y un lindo y pequeño cachorro dentro. El cachorro estaba acostado de lado, con las cuatro patas extendidas mientras roncaba suavemente. Hoseok lo picó con el dedo en el estómago, tratando de despertarlo, pero el cachorro sólo movió la pata y volvió a quedarse quieto.
- ¿No estará muerto? Aún lado, voy a revivirlo -bromeó Hoseok, haciendo gestos con las palmas como dos placas y su madre se río, sacando al cachorro de la caja. El cachorro seguía sin inmutarse.
- ¡No está muerto, Hoseokie! Ten, tómalo, es muy juguetón.
Su madre se lo pasó y Hoseok lo tomó entre sus brazos, a la vez que el cachorrito gruñía adormilado y se restregaba contra su pecho. Hoseok abrió los ojos sorprendido y miró a su madre que sonreía hacía él, totalmente emocionado.
- ¡Está vivo, mamá! Esta pelusa con patas está vivo.
Su madre se carcajeó, echando la cabeza hacia atrás y Hoseok siguió acariciando al cachorro entre sus brazos.
- Le voy a poner Jung Elba lazo.
- Es macho, Hoseokie -su madre se río, enarcando una ceja-. Además, ¿Qué nombre es ese?
- El de mi profesora Kim Elba lazo, la de matemáticas, es extranjera -explicó, encogiéndose de hombros para luego fruncir el ceño-. Demonios, ¿Entonces será la pareja de Minnie?, ¡Pero si a Minnie ya se le están cayendo los dientes!
- ¡No digas eso! Por eso, lo he bautizado como Mickey.
- Se supone que me lo estás regalando, a mí, a tu bello hijo ¿Y le pusiste un nombre, mamá?
- ¡Claro! Hasta le compré orejas de ratón.
- No, no, no. Mi perro es muy rudo para eso.
- Hoseokie, sólo tiene seis semanas.
- ¡No me importa, Elba lazo controlara el mundo!
- ¡No lo zarandees que se va a despertar y te hará pipí encima!
- No me hará pi- oh rayos, oh rayos, se le está saliendo agüita por ahí, ¡Mamá!, ¡¿qué hago?!
- ¡Llévalo al baño!
- ¡Pero, pero!
- ¡Que lo lleves!
- ¡Ya, ya!, ¡Qué asco, me está meando la mano!
Cuando Hoseok volvió del baño, con las manos secas y el cachorro dormido otra vez en su pecho, su madre se encontraba con la mirada pérdida hacia la ventana. Hace unos minutos se encontraba sonriendo y riéndose, y ahora era como si no estuviera más allí.
Hoseok carraspeo, llamando su atención. Su madre se giró a verle y volvió a sonreír, como si nada pasara. Desde que supo que estaba enferma, siempre era así.
Cuando su madre creía que nadie la veía, ella se daba el lujo de desmoronarse por unos segundos. Su rostro se ponía rígido, apretaba la mandíbula y miraba sin expresión un punto fijo.
Hoseok siempre la veía, preguntándose qué es lo que pensaba de verdad y hacía donde volaría su mente en esos segundos.
Así que como siempre, fue hasta ella y se sentó a su lado, dejando el cachorro encima de la cama. La envolvió con sus brazos y cerró los ojos, sintiendo su corazón, aún vivo, latiendo y latiendo. Hoseok no quería que dejara de latir.
- Gracias, mamá, gracias por darme el mejor regalo del mundo -dijo en un susurro.
...
- Papá, ¿Dónde vas? -preguntó adormilado Hoseok, sobándose los ojos mientras bajaba las escaleras para ir al baño.
Su padre estaba en la entrada, poniéndose los zapatos. Era domingo y él no trabajaba, por lo cual Hoseok se preguntaba si iría a ver a su madre al hospital, aunque era demasiado temprano.
- Tengo asuntos importantes que hacer, hijo, regresa a la cama -dijo su padre, con ese tono de voz siempre exigente y rudo, pero con un deje de amabilidad.
- ¿Vas a ver a mamá?
- No, la iré a ver en la tarde -le informó su padre, nervioso.
Hoseok sabía que estaba nervioso, por la forma en la que evitaba mirarlo y pestañeaba rápidamente. Se puso el abrigo, tomó las llaves del colgador y se fue.
Hoseok nunca había visto a su padre nervioso.
Así que pensó que era normal y no pensó más en ello.
...
- Oye, Hoseok-ah, ¿Ese no es tu papá?
Minhyuk señaló con el dedo a una pareja que estaba saliendo del museo nacional de Gwangju, al otro lado de la acera donde estaban ellos. Habían muchas personas, de hecho, podría haber sido cualquier pareja en la que el hombre se pareciera a su padre, en Corea la mayoría de padres se parecían, pero Hoseok lo veía.
Y desearía no haberlo hecho.
Su padre estaba frente a una mujer, con las manos en sus anchas caderas. Sonreía. Era él porque nadie tenía el cabello engominado de esa forma, ni esa sonrisa, ni esa camisa a cuadros horrible o esos zapatos lustrados anticuados que suele usar. Su padre era el único padre que se dejaba el bigote, él único que nunca se quitaba el anillo del dedo anular.
La mujer lo abrazó y luego su padre se dejó besar.
Hoseok no podía dejar de mirarlos, totalmente petrificado. Su madre estaba muriéndose en una cama de hospital y él no estaba a su lado, donde debería estar, en vez de los brazos de esa mujer.
- ¿Hoseok-ah?, ¿Estás bien?
Desvió la mirada rápidamente. Tal vez ese no era su padre.
Volvió a mirar.
Sí que lo era.
- Sí, sí, estoy bien -dijo Hoseok, para luego reír hasta que sus ojos desaparecieron-. Y no, ¡claro que ese no es mi padre, Minhyuk! Mi padre es más guapo que ese sujeto. Vayámonos, tenemos que llegar temprano a clases, camina.
...
Hoy era uno de esos días malos.
El día estaba nublado y llovía, pero no por eso era un día malo, a Hoseok le gustaba el ruido porque así no podía oír el pitido constante de la máquina que le habían puesto a su madre para poder respirar.
Hoy era de esos días malos, porque su madre no tenía fuerza suficiente ni para abrir los ojos, ni para sonreír. Sólo respiraba y movía los dedos al ritmo de la música que salía de uno de los audífonos que le había puesto Hoseok.
- ¿Te gusta la canción, mamá? -preguntó, a lo que su madre levantó el dedo pulgar hacia arriba-. Voy a bailarla la próxima semana en el instituto, y obviamente, tendrás un asiento sólo para ti. Pondré la cámara para que puedas verme, tendrás el mejor asiento.
Su madre levantó la mano y se sacó el audífono, sorprendiendo a Hoseok.
- ¿Estás bien, mamá? -exclamó agitado, parándose como un resorte del asiento. Había tantas veces en la que su madre había recaído con dolor, que siempre estaba atento ante cualquier cosa, ante cualquier mínimo indicio que indicara que estaba sufriendo. El cáncer se había diseminado hasta sus pulmones.
Su madre levantó el pulgar, entreabriendo los ojos y levantando las comisuras de los labios.
Corrección: no era un mal día. Falsa alarma.
Su madre se arrastro hacia un lado de la cama, dejando un espacio y palmeando en él. Hoseok entendió lo que quería decir, porque él siempre lo hacía -a excepción cuando las enfermeras le pillaban y lo retaban- así que bajó la barandilla de la cama y se acostó de lado para abrazar a su madre, para así estar más cómodos en el reducido espacio.
- Mamá.
- ¿Hmm?
- Me gusta una chica.
Su madre abrió los ojos, moviendo la cabeza hacia él lentamente. Su sonrisa se había ensanchado. Hoseok siempre le contaba todo lo que hacía en el día a su madre, a todas las personas que acababa de conocer, pero hasta el momento no le había dicho sobre ella.
Tal vez porque creía que ella no era importante, no hasta que se sentaron juntos y empezaron a hablar de vez en cuando en clases de matemática. La chica le provocaba mariposas en el estómago, y por lo que salía en los libros de su hermana, eso sólo podía significar que le gustaba. Aunque a veces se preguntaba si en verdad sólo tendría bichos, pero luego pensaba en ella y pensaba que era preciosa. No podían ser bichos.
- Pero me da miedo confesarme, ¿Sabes? Ella es muy hermosa, se llama Hyesun y va en mi clase... Es muy tímida y dulce, me gusta mucho.
- Me alegro, ¿Ya hablaste con ella?... -susurró su madre, con debilidad detrás de la mascarilla de oxígeno.
- Un par de veces, nos sentamos juntos en matemáticas.
- ¿Con la profesora Kim Elba lazo?
- Sí, amo a esa profesora ahora -se río Hoseok-. Hyesun es muy buena en matemáticas, me ayuda bastante.
- Quisiera conocerla...
- Está bien, voy a decirle un día de estos que venga -mintió Hoseok, porque nadie sabía lo de su mamá excepto los profesores. No quería preocupar a nadie, ni hacer las cosas incómodas.
Hoseok estaba triste, pero trataba de no estarlo por su madre. Su madre apenas abría los ojos, adormilada. Así que podía permitirse no sonreír.
Hoseok pensó en su padre, y una llama le atravesó el pecho, quemando su ser.
- Mamá...
- ¿Hmm?
- ¿Crees que dos personas puedan amarse para siempre?
- Yo te amo, hijo -susurró con lentitud y una tos ahogada-. Y mi amor por ti... va a durar... aún si el mundo explota... en miles de pedazos y tú... me amas también... ¿No es así? ...
Hoseok sonrió y la abrazó, tratando de controlar su fuerza. Se sentía tan conmovido que beso su mejilla y apoyo su cabeza contra su hombro.
- Claro que te amo, mamá. Y no ese tipo de amor... el otro, el que tú sientes por papá.
- Bueno... es el hombre con el... que me casé y prometí estar... el resto de mi vida... Sí que existe y... sigo amándolo... no hay día en que... no lo haga...
- ¿Y él te ama?
Su madre se quedó pensativa, por largos segundos. Hoseok temió haber hecho la pregunta equivocada.
- No lo... sé -respondió, para luego agregar-: Nunca sabemos... a ciencia cierta si alguien nos ama de verdad... porque nadie ama de la misma forma... El amor es diferente en cada persona, Hoseokie... Puedes demostrarlo o no... puedes sentirlo o no... el amor es demasiado complejo como... para encasillarlo... Nunca sabrás si alguien... te ama de verdad pero... en algún rincón de tu corazón... lo sentirás... Yo siento que él me ama... pero a la vez... no lo sé.
- Pero... si no lo sabes, ¿Entonces cómo puedes seguir amándolo?
- Amar es amar, bebé... No necesito que él... me ame para amarlo... No decides amar, simplemente... lo haces... A veces ni siquiera... te darás cuenta cuando tu corazón explote... por esa persona y de repente te digas... a ti mismo... ¡Amo a esta persona!... Son muchos... factores que se juntan y luego... ya estás enamorado... hasta la última célula... de tu ser.
- ¿Y si esa persona te rompe el corazón porque deja de amarte?
- Entonces... te amas a ti mismo... Curas tu... corazón... te tomas el tiempo... para juntar... los pedazos... Y amas... otra vez... porque el amor... siempre cura.
- ¿Y si no quiero que me rompan el corazón?
Su madre se río, despacio.
- El corazón está... hecho para amar... y para romperse... y volver a reconstruirse... sino... ¿Cómo sabríamos... que estamos vivos? Y nadie... se muere de amor... sólo no puedes... evitar... caer ante él.
...
- ¿Por qué... tienes esa cara de culo... hijo?
- No lo sé -mintió Hoseok, riendo apagadamente.
- No pongas esa cara... la vida no está hecha... para que tengas cara de culo.
- Lo siento...
- No te disculpes, cariño... Está bien... pero, ¿Puedes... hacerme un favor?
- Lo que sea... ¿Qué puedo hacer?
- No tengas miedo de enamorarte... enamorarse... es lo mejor que nos puede pasar en la vida. Cuando te enamoras, todo tu mundo cambia... y florece. Prométeme que... si te gusta alguien, vas a dar lo mejor de ti.
- Lo haré, de verdad que lo haré.
- No tengas... miedo... -su madre palmeó su mano, y luego de unos segundos de silencio, donde su madre le observó detrás de las pestañas, volvió a hablar-. ¿Hay... algo... que quieras decirme, Hoseokie?
Hoseok pensó en su padre, y en como hace tiempo quería decirle a su madre lo que había visto y lo que sabía que seguía pasando. Jamás iba a decirle, aunque algo en su pecho le decía que su madre lo sabía, pero él no quería aceptarlo. Su madre no puede saberlo, jamás.
- Sí, la comida del instituto es un asco, me provoca gases.
Su madre se veía tan mal, ya no quedaban ni rastros de su madre bailarina, joven y llena de energía. Pero aún así, se las arregló para reír, que parecía más la mezcla de un bufido y un ronquido.
- Mamá...
- ¿Sí?
- No te vayas...
Pensó que su madre diría algo, pero ella sólo sonrío.
...
Hoseok odiaba los funerales.
Odiaba que tuviera que vestirse formalmente, aguantar la tristeza ajena, fingir que está bien ante los demás y la maldita música fúnebre que suelen poner.
Pero sobre todo odiaba las rosas que ponían alrededor del lugar, porque su madre odiaba las flores, por eso se las pintaba en las uñas. Odiaba que las cortaran, a ella le gustaba que estuvieran en los jardines.
Y ese era el funeral de su madre.
Hoseok estaba en un rincón de la sala, mirando sus pies porque no quería encontrarse con las miradas de lástima y con la expresión destrozada de su padre. En ese momento, sentía que odiaba a todo el mundo.
Excepto a su hermana mayor.
Vio como se sentaba a su lado, alisando su vestido negro. Lucía hermosa con la cabello suelto sobre los hombros, los labios pintados de rojo y los tacones de aguja que usaba su madre. A su hermana le encantaban esos zapatos, apenas se los quitaba para dormir o bañarse.
Su hermana se veía mejor que él, aún cuando tenga los ojos hinchados, y Hoseok está seguro que es porque ella no sabe lo que su padre le había hecho a su madre.
Su hermana adoraba a su padre.
Y él lo odiaba por lo egoísta que era.
- Hoseok, ¿Estás enojado?
- No.
Sí, lo estaba. Todo el maldito tiempo. Se sentía una bomba de tiempo que estaba a punto de estallar.
Su hermana se le quedo mirando, hasta que finalmente tomó su mano y la entrelazo con la suya.
- Te amo, hermanito. Le agradezco a mamá que me haya dado un hermano como tú.
Hoseok en respuesta se sentó más cerca de ella y la abrazó un buen rato, hasta que levantó la mirada hacia el féretro, viendo como su padre hablaba con familiares y conocidos.
Hoseok se preguntaba como era posible que lo odiara y a la vez, no pudiera hacerlo del todo. Pero estaba tan enojado...
- ¿Crees que a mamá le haya dolido?
- ¿Te refieres a morir? -preguntó su hermana, extrañada.
- Sí - mintió. Hoseok se preguntaba si a su madre le habría dolido enterarse lo que hacía su padre, si es que en algún momento se había dado cuenta.
- No, estoy segura que no. Morir debe ser como quedarse dormido de golpe, en un pestañeo... Mamá sigue viva en ti, en papá y en mí. Ella está en todas partes...
- Hermana...
- ¿Sí?
- Jamás permitas que te rompan el corazón, contrario a lo que mamá decía, yo sé que lo más probable es que nunca se cure.
...
Hoseok caminaba sigilosamente entre los arbustos, con una capucha y un pasamontañas negro tapándole el rostro.
Al llegar hacia su destino, se ocultó detrás de un gran árbol. La casa frente a él era pequeña, pero acomodada. Aún tenía los adornos de navidad, desteñidos y rotos colgados por el tejado o tirados en el jardín.
Luego vio el auto aparcado frente a la casa, ese auto que él tan bien conocía porque la calcomanía de eminem que él mismo había pegado en la parte de atrás del auto seguía allí.
Espirar a alguien no es fácil, menos cuando se trata de la amante de tu padre y, por supuesto, a tu padre.
Y ese había sido un desliz de él, porque era la primera vez que se encontraba con ella de noche. Hoseok lo sabía y, en un maldito impulso, lo siguió.
Se quedó detrás del árbol, hasta que vio a su padre, con un ramo de flores, y a esa mujer salir del porche, cruzar la calle y perderse entre las casas. El auto había quedado ahí, por lo que supuso que tardarían en volver.
Mejor para él.
En su bolso detrás de la espalda, Hoseok traía el bate de béisbol del hermano de Minhyuk y una lata de graffiti. Los sacó de su mochila y, viendo que nadie transitaba por las calles, corrió hacia el auto. Escribió la primera palabra que se le vino a la mente.
<< Mentiroso >>
Se sentía tan vacío, ver esa palabra en el auto no lo consoló. Hoseok no podía retener más dentro de sí todo lo que sentía, todo lo que quería decir y expresar, la bomba de tiempo ya había estallado así que, simplemente, se desahogó.
Gritó, pateó, lloró y rompió todas las ventanas, parachoque, capo, espejos. Todo.
Su padre le había roto el corazón, a él y a su madre.
Hacer trizas su auto era lo mínimo que podía hacer.
...
- Hoseok, no puedes irte... apenas te graduaste hace un mes, ¡No puedes irte a Seúl así como así!
- Noona, ya basta. Ya lo hablamos, ¿Quieres que pelee con mi padre todo el tiempo? Estoy harto de sus demandas, de que me diga lo que tengo que hacer, ¡No puede hacerlo!
- ¿De qué hablas?, ¡Claro que puede, es tu padre! Hoseok... por favor, dale tiempo y sé que lo aceptara, sólo no te vayas así como así.
- No lo entiendes... Si no me voy ahora, tal vez nunca lo haga. Mamá hubiera querido que lo hiciera.
- Y mamá no hubiera querido que papá y tú se lleven tan mal, ¿Por qué siempre pelean?
- Porque soy un semental y los sementales siempre peleamos.
- ¡¿Puedes dejar de bromear un momento?!
- Noona, ¿Crees que deba llevar mis calzoncillos en un bolso aparte? Podría pasar un accidente y uff.
- Hoseok, deja de ignorarme y de ser un idiota.
- Corrección, tu hermano es de inteligencia limitada. Y no te ignoro, el tema de los calzoncillos es más importante.
- Hoseok... ¿Vas a volver algún día?
Su hermana se veía tan triste, que ya no podía seguir bromeando aunque quisiera. Sólo la abrazo, y no dijo nada más.
...
Es difícil contar tus heridas, aún si éstas ya cicatrizaron o, por lo menos, están secas e intactas. Es incluso más difícil que mostrar una herida abierta, porque cuando pensaste que la herida había sanado, que se había esfumado, ahí está la cicatriz, un cruel recordatorio de cuan dañado estás.
Hoseok no sabía por donde comenzar, pero la voz del menor haciendo eco en la habitación lo dejo estático ante la sorpresa.
- Hobi, Hyesun me contó sobre tu madre esta mañana... ¿Tu secreto tiene algo que ver con ella?
Hoseok apretó los labios y tristemente, asintió. Tomo aire, y se dispuso a hablar.
- Mi madre falleció cuando yo tenía diecisiete años, Tae.... - musito Hoseok, con la mirada pérdida en las estrellas. Taehyung busco su mano y la entrelazo con la suya, escuchándolo atentamente-. Ella era mi heroína, ¿Sabes? Era la heroína de toda mi familia, fuerte, decidida y hermosa. Era bailarina y hacía de profesora en una escuela de Ballet para niñas. A mí me gustaba el popping y odiaba los tutús, aun así mi madre me obligó a bailar el lago de los cisnes. Fue terrible, ¿Sabes? Era el único chico y las chicas no dejaban de mirar mis partes, pero de todas formas dijo que quería que lo hiciera porque nadie podría hacer mejor que yo el papel del príncipe.
Al mayor se le escapó una risilla involuntaria al recordarlo y Taehyung se removió a su lado, apegándose más a él, hasta que apoyó el mentón en su hombro. Taehyung nunca había visto un perfil más perfecto que el de Hoseok, como si algún Dios lo hubiera esculpido con sus propias manos.
- Ella debió ser fabulosa -murmuró Taehyung, y el mayor asintió, sonriendo nostálgicamente.
- Y extrovertida, estoy seguro que saqué toda mi personalidad extrovertida por ella. Nunca dejaba de repetir ¡Hoseok, tienes que sonreír, sonríe, sonríe que la vida es bella! Así que yo siempre sonreía, siempre, aunque estuviera triste. Y cuando no podía más, a veces porque los niños de mi instituto se burlaban de mí, ella me abrazaba y me decía que a veces estaba bien no sonreír, porque a veces las sonrisas se acaban, se gastan de tanto usarlas. Entonces ella hacía caras raras, cocinaba mi comida favorita o me hacía cosquillas para hacerme reír. Ella me regalaba sonrisas y yo se las regalaba a ella cuando se nos agotaban. La vida no está hecha para que tengas cara de culo, solía decir. ¡Y yo no podía evitar reírme cada vez que decía culo!
Taehyung río bajito, murmurando para sí-. Culo...
- ¡Entonces ella gritaba, deja de tener cara de culo, Hoseok! Y yo me reía hasta llorar. Mi hermana se enojaba cuando mi madre se lo decía, no sé porqué. Tal vez porque mi padre odiaba que mi madre dijera palabras así y mi hermana adora a mi padre. Siempre le decía << Shinhye, deja de decir culo, ¡Estás maleducando a los niños, no eres una vieja de campo! >> Y mi madre sonreía y me miraba, susurrando un << Tu padre tiene una cara de culo, ¿Estará constipado? >> Y nos reíamos y nada podía arruinar el estado de ánimo de mi madre, incluso después con su enfermedad. Me decía que << es fácil estar triste, lo verdaderamente difícil es buscar el lado positivo de todo el desastre. >>
Taehyung sonrió, porque se daba cuenta que la madre de Hoseok fue una mujer muy sabia. Y que Hoseok la amaba muchísimo y que aun sigue extrañándola, por la forma en la que sus ojos brillan como las estrellas tratando de buscarla.
- Nos teníamos mucha confianza, ¿Sabes? Pero ni siquiera pude empezar la etapa de la rebeldía cuando mi madre nos confesó la razón por la cual le dolía el pecho... -la voz de Hoseok se iba apagando cada vez más, hasta volverse un amargo susurro-. Fueron tiempos difíciles, porque mi madre ya tenía antecedentes en la familia de cáncer y las quimioterapias eran muy caras. Ella siempre perdía una parte de su cuerpo en cada maldita sesión, cada día... Pero me sonreía, siempre, y eso bastaba para nosotros. Al principio todos la apoyábamos, pensábamos ¡Mamá es fuerte, ella no se dará por vencida! Pero si era duro para nosotros, para ella era peor... ya no podía bailar, no podía enseñar y el último año se la pasó viviendo en el hospital. Odio los hospitales... pero estuvimos mucho tiempo juntos, más que antes, yo siempre iba a verla todos los días después de clases y me quedaba hasta muy tarde. Habían veces que dormía en el hospital los días en que ella tenía un mal día... Y al principio, podíamos sobrellevarlo, yo podía porque tenía a mi padre y a mi hermana, pero...
Hoseok se calló, temiendo que su voz se quebrara porque revivir los recuerdos era más amargo de lo que había pensado. Taehyung podía palpar su tristeza en el aire y llevo su mano, otra vez, hacia el cabello de Hoseok para pasar sus dedos por entre su cabello sedoso.
En ese instante, una lágrima cayó de los ojos de Hoseok. Su madre también acariciaba su cabello de esa forma y, aunque la mayoría del tiempo aquel acto sólo le relajaba, ahora sólo le provocaba llorar. Tal vez porque casi nunca hablaba de su madre en voz alta.
Taehyung estuvo a punto de decirle que no hacía falta que dijera algo más, pero el mayor siguió hablando, sin limpiarse las lágrimas que rodaban lentamente por el costado de su rostro.
- Mi padre era muy estricto conmigo, quería que tuviera notas excelentes, que me comportara como un hombre hecho y derecho, que viera la televisión con él, que me interesara en su trabajo de administración de empresas pero yo no entendía nada de lo que él quería decirme. Nunca fui el chico de papá, a mí me gustaba bailar. Las únicas ocasiones en las que mis padres peleaban eran por eso, porque mi mamá quería que bailara y mi padre quería que estudiara. Ella decía <<Hoseok puede hacer las dos cosas, ¡El puede hacer lo que sea que quiera!>> y mi padre le rebatía con un <<¡Hoseok terminará fracasando sino estudia y consigue un buen trabajo cuando grande!>>... Luego las peleas sobre eso terminaron cuando gané mi primera medalla en matemáticas en un concurso de la escuela, pero a él seguía sin gustarle demasiado. Los últimos meses... de mi madre, él estaba esquivo con ella. Siempre fue un poco esquivo conmigo, pero con mi madre jamás... él... empezó a ver a otra mujer cuando mi madre ya estaba casi muriéndose... Lo sé porque los vi, Taehyung, los vi abrazándose y besándose y... Sentí tanta rabia, una rabia que no había sentido nunca y que no me dejaba respirar. Mi padre estaba rehaciendo su vida en secreto cuando mi mamá estaba al termino de la suya, ¡Y yo no podía decirle nada!, ¿Cómo podía decirle algo? Lo odiaba con todo mi ser, tanto que me dolía porque es mi padre y, aunque no nos lleváramos bien, yo le quería... ¿Cómo puedes odiar a alguien que no puedes dejar de amar? Por más estricto que fuera conmigo, él siempre me compraba los zapatos que yo quería y mi helado favorito. Siempre me llamaba para cenar o me invitaba a ver sus trabajos aunque le dijera que no me gustaba. Sé que lo hacía porque quería pasar tiempo conmigo, aunque no sabía cómo...
Hoseok se secó las lágrimas, con rudeza, porque en realidad no quería llorar. Había pasado tiempo, creía fervientemente que lo había superado, pero las lágrimas que se arremolinaban con salir de sus ojos le decían todo lo contrario.
No lo había superado, sólo había creído que sí. Aún quería creer que sí.
- Mi padre nunca supo que yo sabía la relación que tenía con esa mujer pero yo siempre sospeché que mi madre sí... Ella aparentaba estar bien cuando estábamos mi hermana y yo, pero a veces, yo la escuchaba llorar por las noches. Frente a nuestros ojos, mis padres actuaban normal, como si nada hubiera cambiado y yo quería creer que era así. Pero mamá estaba muriéndose y mi padre era demasiado débil para soportarlo... Cuando mamá murió, estaba tan enojado, con mi padre y el mundo, que hice algo terrible...
Taehyung luchaba contra las ganas de volver a llorar, porque ahora todo era tan deprimente, que el universo que los rodeaba ya no le parecía bonito. Hoseok le parecía bonito, con su vulnerabilidad, sus ojos humedecidos y sus labios rojos.
Y le rompía el corazón verlo así.
- ¿Qué... qué hiciste? -susurró Taehyung, con voz trémula.
Hoseok tardo unos minutos en volver a hablar, y cuando lo hizo, era como si estuviera ido.
- Mi madre siempre creyó en el amor, en como era la fuerza que te hacía vivir. Ella me decía <<Hoseok, la gente está hecha para ser amada, no para ser odiada>> así que yo trataba de no odiar a mi padre, de no juzgarlo, de no pelear con él...
Hoseok se volvió a callar, pero Taehyung temía que no dijera nada más y que se perdiera entre las sombras.
- Hobi, ¿Qué hiciste? - susurró.
- Yo... lo separé de esa mujer. Y yo sé que él me odia por eso.
...
Taehyung abrazaba a Hoseok contra su pecho, acariciando su cabello como si fuera un bebé. Hoseok le había mostrado su cicatriz, pero Taehyung aún no estaba listo para mostrar la suya. No cuando Hoseok lucia como un niño perdido y triste.
- Tae, ¿No vas a contarme tu secreto?
- Mañana lo haré, hyung. Ahora sólo quiero consolarte...
- ¿No se supone que yo debo consolarte a ti? Soy tu daddy.
- Ya lo has hecho mucho últimamente, cambiar roles por una noche no está mal.
- Sé gentil conmigo, mi ano te lo agradecerá - bromeó Hoseok, escondiendo el rostro en el cuello de Taehyung. Era tan cálido que no podía evitar cerrar los ojos y relajarse, tratando de diseminar la tristeza.
- Ya cierra tu sucia boca y déjame abrazarte, pervertido.
- Tae...
- ¿Sí?
- Gracias por escucharme, sé que estas triste y...
- Hyung, gracias a ti por confiar en mí -le interrumpió, besando su frente con cariño-. Gracias por amarme y por dejar amarte. Cuando despertemos te contaré mi secreto y entonces, podrás consolarme todo lo que quieras...
...
El otro capítulo me gusta más que este, porque este es muy triste :c aklsdjlka pobre hobi~
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