II
Capítulo 2: Más que mujeriego, un enamorado sin remedio.
. . .
Milo Scorpio, era bastante conocido en el instituto. Cursaba el último año de preparatoria, y era muy popular, así que su nombre era conocido por gran parte del alumnado. Esto se debía a un conjunto de factores.
Su presencia era notoria entre los alumnos, por ser un típico revoltoso y buscapleitos. Cualquier pelea que se diera, era casi 99% probable que Milo estuviera involucrada en ella, ya que su temperamento volátil y su habilidad para provocar a la gente eran propensos a ellos. Solía romper el reglamento de todas las formas que hallaba, y era en sí, un chico problema y un dolor de cabeza para la escuela. Había ido tantas veces a inspectoría, a rectoría, y había sido suspendido tantas veces que había perdido la cuenta. Su hoja de vida, donde se anotaban todas las faltas que había cometido durante toda su escolaridad, poseía páginas interminables. Aunque ese detalle no le importaba mucho, y como tenía buenas calificaciones, entre otras cosas, al final siempre se lo dejaban pasar.
Milo Scorpio era ya casi como una leyenda urbana entre los estudiantes menores que él. Se comentaba que incluso, se había hecho un tatuaje con una aguja para coser él solo después de escaparse de detención, que él fue el que le dió la paliza de su vida al matón de DeathMask (paliza que lo dejó inconsciente en el baño), y que además, él había sido el culpable de la invasión de escorpiones que tuvo al colegio detenido por 3 días. Pero no habían pruebas de ninguna de las tres cosas.
Pero a pesar de todo esto, Milo no era un chico malo, ni un delincuente, ni nada por el estilo. De hecho, la gente que solo sabía de él por su conducta, se sorprendían al conocerlo en persona. Se imaginaban a cualquier otra persona, pero no al chico juguetón y carismático que se les pasaba en frente. Y es que, en realidad era un buen chico. Era amable, confiado, con un buen corazón y era bastante extrovertido, aunque algo drástico y temperamental. Incluso era bastante aplicado académicamente.
Esa era la primera razón por la cual Milo era popular; sus hazañas/fechorías.
La segunda, le desagradaba bastante a Scorpio; y es que tenía una infundada fama de mujeriego.
Milo era sin duda alguna, muy apuesto e increíblemente atractivo. Tenía el pelo largo e indomable, de un color intensamente violeta que le daba énfasis a su fama de rebelde. Acompañado estaba por unos ojos claramente azules y almendrados, de pestañas largas y un destello grande de picardía. Sus facciones eran armónicas y bellas, y para rematarla, cuando sonreía se le marcaban dos hoyuelos. Esa combinación, mezclada con su personalidad, era una bomba fatal.
No era de extrañar que fuera muy popular con las mujeres. Tenía muchas admiradoras, y al mes, recibía varias (demasiadas) declaraciones y cartas de amor en su taquilla. Incluso las mujeres que no gustaban de él, giraban a mirarlo cuando pasaba, debido a que era atractivo de mirar.
Rápidamente, Milo se ganó una reputación de conquistador, y al poco tiempo después, una de mujeriego. Y es que todo era debido a un conjunto de coincidencias y malentendidos que habían llevado a que hasta sus propios amigos pensaran que él era un sinvergüenza, y que salía con una distinta cada semana. ¡Qué gran calumnia!
Pero dichas coincidencias que habían construido su mala reputación amorosa, serían tema para otra ocasión.
Lo cierto es que, el verdadero Milo contrastaba mucho con su fama. En realidad, Milo nunca había salido con nadie, ni seria ni informalmente. De hecho, ¡Jamás había dado su primer beso! Y es más, ¡Ni siquiera le había tomado la mano a alguien! ¡Ni siquiera un beso en la mejilla!
¡Es más, en primer lugar, Milo ni siquiera sabía si le gustaban las mujeres!
Su fama era totalmente absurda. Pero claro, solo él sabía eso. Cuando intentó explicarles esto a sus amigos, no le creyeron y pensaron que estaba jugando.
Y ahora, tenía esa estúpida apuesta. Y encima, con Camus Aquarius.
Sentado con la silla dada vuelta, Milo contempló de reojo a su compañero francés, con la cabeza recostada en el respaldo de la silla.
Camus. Camus. Camus.
Había escuchado ese nombre en su cabeza demasiadas veces. De hecho, mirarlo de reojo como lo estaba haciendo no era algo raro en él, sino más bien una actividad común en Milo.
Si tuviese que ser franco...Scorpio era consciente de que él mismo era atractivo y eso no lo dudaba. Pero cuestionaba el gusto del resto del instituto, cuando en vez de mirarlo a él, deberían estar mirando a Camus. Porque para Milo, el chico más lindo de todo el establecimiento era sin ninguna duda, ni vacilación, Camus Aquarius. De forma arrasadora. Inquietante. Estremecedora.
Suspiró ante la visión que tenía de Camus a unos metros de él, ignorando los gritos de sus amigos que estaban peleando. El perfil perfecto, los rasgos elegantes, los ojos penetrantes y serios, su cabello largo y liso, sus manos...su voz, su boca...su belleza era etérea y maldición, secretamente, Milo nunca podía parar de mirarlo. Sus ojos siempre hallaban la forma de encontrarlo en el aula y los pasillos.
Secretamente. Porque nadie, absolutamente nadie sabía ni sospechaba del crush que tenía Milo en Camus.
Y es que Scorpio no le había dicho a nadie. ¿A quién le diría? Sus amigos lo tomarían a chiste y no le comprarían nada de lo que dijera.
Y ahora, de forma casi irónica, como si la vida se burlara de él, Kanon le había dado esa apuesta.
Aunque en el fondo, la boca del estómago le revoloteaba, y las manos le picaban. Lo sabía. En parte, era su oportunidad.
—¡Milo, dile a Kanon que es un-...!
—Voy a hablarle. — Dijo Milo en voz alta, ignorando lo que sea que estuviesen haciendo los otros dos.
—¿Qué? ¿A quién?
—A Camus. Voy a hablarle. — Repitió con un convencimiento que era más para él que para Aioria.
—Anda. No llores si te trata feo — Aioria sonrió. Era conocida la seriedad y frialdad que manejaba Aquarius; probablemente esa fuera la razón por la cual Kanon lo había escogido. El secretario del consejo estudiantil, era un reto más grande que cualquier persona.
Milo contó hasta 3, y se mentalizó antes de ponerse de pie.
Porque en el año y algo que llevaba siendo compañero de Camus, nunca había sido capaz de acercarse a él. En realidad, nunca fue capaz de intentarlo. Las pocas interacciones que había tenido con él eran las dos veces que le tocó junto al chico en un trabajo en grupo, y ocasiones casuales como cuando una vez a Camus se le cayó el lápiz y Milo lo recogió por él.
"Gracias." Le había dicho seriamente, y Milo lo recordaba de forma vívida porque se había sentido como si le susurrara en el oído, aunque no lo había hecho en verdad.
Y es que Milo no sabía ni cómo, pero se había enganchado a Camus, y estaba seguro de que le gustaba. Y había pensando, hasta el hartazgo, en acercarse a él de alguna forma. Pero no encontraba una excusa suficiente. Aunque en realidad nunca necesitó una excusa, solo buscaba una para obligarse a sí mismo a acercarse en vez de salir corriendo.
Y ahora la tenía. Clara, frente a él. No podía seguir retrasandolo. Pero no quería admitir que acercarse al chico que le gustaba le asustaba un poco; se había habituado a solo admirarle furtivamente.
Tomó aire y se llenó de confianza al aproximarse a su puesto. Generalmente Milo era muy confiado en sí mismo, y necesitaba eso en ese momento.
Camus estaba viendo su celular distraídamente, aunque con el rostro serio como siempre. Quedaba poco tiempo de recreo. Milo tomó una silla que estaba cerca (y quien sabe de quién era), y la puso dada vuelta al lado del pupitre. Se sentó despreocupadamente, como si fueran amigos de toda la vida.
—Hola. — Dijo simple y dio una sonrisa ladeada, hundiendo sus nervios en el fondo de su estómago.
Camus levantó la vista de su celular levemente.
—Hola. — En su rostro serio y parco, había un poco de confusión.
—¿Cómo estás?
—Bien.
—Bien...
El tono seco al hablar de Camus le causó cosquillas a Milo, y también, preocupación. Entendía porque Kanon lo había elegido. Solo hablarle era difícil.
—...¿Quieres algo? — Camus alzó una ceja, luego de unos segundos de silencio.
No puede ser, ¡ya me está echando!
—No — Milo fue sincero —Bueno en realidad sí, necesito algo. O bueno, ¿te puedo preguntar algo?
—¿?
Milo escupió la pregunta sin pensar ni un segundo. Dijo lo primero que se le cruzó en la cabeza...que quizás no había sido muy buena idea, pero después de todo, era un chico demasiado directo e impulsivo.
—... Camus, ¿me das un beso?
—¿Perdona?
Camus frunció el ceño.
—Lo que escuchaste.
—...
—...
—...
—¿No? — Camus dijo con obviedad, y si no tuviese la cara seria y el ceño fruncido, Milo hubiese pensado que casi se hubiese reído de lo absurda y al azar que era la situación. Milo casi se ríe también.
—¿No?
—No.
—Okay. Bueno, lo intenté — Y con un suspiro algo aliviado, recostó la cabeza en el respaldo de la silla. —¿Conoces al par de ahí?
Milo señaló a sus dos amigos, y Camus asintió silenciosamente, con el ceño fruncido por la confusión.
—Me retaron a una apuesta estúpida. Tengo que besarte o de otra forma voy a ser el perro de Kanon — Se estremeció —Tenía que intentarlo. Ser el perro de Kanon es peor que ir a la cárcel...no es como si hubiese ido a la cárcel, no pienses eso...osea si fui, pero no por eso...osea quiero decir...¡olvidalo!
Cuando Milo estaba feliz o nervioso, solía hablar demás. En este caso, era lo último, a pesar de su aparente confianza.
...
—...No voy a besarte. — Respondió secamente Camus. Milo río levemente.
—Pfff. Si hubieses aceptado no te habría besado, te habría llevado con la enfermera para que te revise, o con el psicólogo.
Camus alzó una ceja.
—Lo que quiero decir es que no vine acá pensando que me ibas a besar — (Aunque interiormente, lo deseaba demasiado) — Pero tu cara fue graciosa en ese momento.
—Lo que sea.
—¿Lo que sea?
—Estoy ocupado.
Milo sonrió, interiormente emocionado. Estaba intentando fuertemente no distraerse mirando su cara ahora que lo tenía más cerca. Esa era la conversación más larga que había tenido con él, y contrario a lo que se podía pensar, la frialdad de Camus le remecía el corazón. Se le hacía enormemente atractiva.
Desde un inicio supo Milo que no iba a ser posible de ninguna manera cumplir la apuesta, ni aunque le dieran un año. Así que solo la había usado como una excusa tonta para acercarsele.
—Claro que lo estás. Quisiera hablar más, pero no puedo obligarte...— Milo se desperezó —Bueno, entonces te molesto más rato.
—¿Más rato?
—Por supuesto, no es fácil deshacerme de mí, ¿sabes? — Señaló el heleno.
—No te voy a besar. — Reiteró Camus.
—Ya lo sé, ya lo sé — Sonriendo, Milo se puso de pie — Pero aunque sea, puedo tratar de ser tu amigo, ¿no?
Y le guiñó el ojo furtivamente antes de darse la vuelta, dejando totalmente descolocado a Camus detrás.
Quizás eran por detalles involuntarios como esos, los que infundaban su fama de coqueto. Pero bueno, daba igual.
Cuando Milo volvió a su pupitre, casi desfalleció en la mesa. Respiró profundamente, calmando sus nervios, soltándolos poco a poco.
No puede ser. Lo hice.
Le hable a Camus.
La mariposas revolotearon en su estómago, y apoyó su mano en su cara para ocultar su emoción, colocando una cara seria para ocultar un leve sonrojo.
. . .
N/A:
Vaya, que directo es Milo jdjsdjdwsd Escorpio tenía que ser, impulsivo
Aún así siento que no podría haber sido de otra forma, Milo no sería capaz de acercarse con mentiras (?)
Milo es un bebé JAJDSJDJSD solo tiene mala suerte y muchas coincidencias le llevaron a que piensen mal de él
Aunque si es un revoltoso y un peleonero, eso sí
Camus más frío que Rusia como siempre
Nos vemos en la próxima actualización 💖
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