🦎 Capítulo 91

Forever my love
J Balvin, Ed Sheeran

Ese momento al fin había llegado...

Emily y Sam, se estaban casando...

Sus queridos amigos...

—Bienvenidos, amigos y familiares. Una boda es un momento maravilloso lleno de esperanzas, sueños y emociones. Nos reunimos aquí hoy para celebrar el amor entre Sam Uley y Emily Young. Para ser testigos de la profundidad de su amor mientras se unen en su compromiso matrimonial ante Dios y nuestros ancestros —empezó a decir el padre de ceremonias.— En los pocos años que se conocen, los dos han vivido innumerables aventuras juntos, han creado recuerdos felices y se han apoyado y consolado mutuamente durante los días y semanas difíciles.

La joven de ojos verdes suspiró con anhelo, deseando escuchar esas palabras, pero con su compañero cobrizo. Casarse con Edward era su mayor anhelo, uno que parecía estar cada vez más cerca. Tanto que parecía haberse perdido la mayor parte de la frase del padre.

—¿Acepta usted, Emily, a Sam como su esposo, para amarlo, honrarlo y apreciarlo, a través de todos los altibajos de la vida, compartiendo los días en alegría y comodidad, desde este día en adelante? —preguntó el padre.

—Sí, acepto —afirmó Emily, sonriendo, totalmente decidida.

—¿Acepta usted, Sam, a Emily como su esposa, para amarla, honrarla y apreciarla, a través de todos los altibajos de la vida, compartiendo los días con alegría y comodidad, desde este día en adelante? —volvió a preguntar el padre.

—Sí, acepto —respondió Sam, fuerte y claro, con un gran amor plasmado en sus palabras.

La joven de ojos verdes observaba todo el suceso con la visión borrosa. Sonreía y aplaudía con tanto entusiasmo al escuchar la frase:

—Puede besar a la novia.

Y así se besaron los novios, ahora esposos, confirmando a la vista de todos su matrimonio oficial.

Vitoreos, aplausos y gritos recibieron a la nueva unión matrimonial. Marido y mujer, juntos hasta que la muerte los separara. Risas y promesas revoloteaban en aquel armonioso momento romántico. Aquellas luces que apenas iluminaban el bosque y la tribu Quileute daban un toque tan mágico y propio para la boda.

Paul la abrazó, riendo divertido al verla con la carita empapada y el maquillaje corrido. La hermana mayor de Jacob Black, que resultó ser la impronta del nativo gruñón, miraba con una mueca el estado de la joven.

—Ya echaste a perder el maquillaje.

—Snif... ¿Cómo no llorar ante este momento tan especial? —sollozó Eco, sin poder evitarlo.

—Respirando profundo hasta 10, parpadeando mucho o poco —respondió Rachel Black.

—Lo dices como si fuera sencillo —se quejó la joven de ojos verdes.

—Lo llevo en práctica durante más de diez años, ojitos verdes —contestó Rachel, con una suficiencia y una sacada de lengua, infantil y divertida.

Eco se iba a quejar, pero Paul las atrajo hacia él. Besó a su impronta en la cabeza y palpó suavemente la espalda de la joven.

—No se peleen, fieras mías. Vamos a saludar a los recién casados —propuso Paul, sacando el hierro a la situación.

—Equivocado. Ninguna mujer tiene derecho a mostrarse con esa desfachatez. Ven, Eco, te arreglaré esa carita empapada —dijo Rachel, llevándola hacia el baño público.

Paul y Eco conectaron miradas divertidas, prometiéndose verse pronto.

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Unos cuarenta minutos después, Rachel había arreglado el maquillaje corrido en la ojiverde. Le dio algunos tips de maquillaje urgentes, aunque también pudieron pasar tiempo juntas, ganándose entre sí un vínculo especial que no entendían del todo.

—En serio, sigo sin creer que eres una Cullen, no eres pálida como ellos ni tienes ojos raros —comentó Rachel.

—En cierta parte sí lo soy, pero tengo más gen dominante de metamorfo que de vampiro —respondió Eco con una sonrisa medio torcida.

—Me alegra que seas más humana. Porque de ser lo contrario, no sabría lidiar con esa clase de amistad; no podríamos disfrutar de una noche de chicas o ir al cine —expresó Rachel con una mueca al imaginar lo incómodo que sería aquello—. Y entonces, si no te pareces en nada a ellos, bueno, casi nada... ¿Qué es lo que te conecta a ellos?

—Pues, así como eres la impronta de Paul, la huella y compañera de vida... —empezó a responder Eco, con un breve contexto—. Soy la compañera de cinco de ellos, dos parejas de casados y un soltero... —sonrió nerviosa.

—¡Diablos, señorita, tienes un puto harem como amantes! —exclamó Rachel, riendo totalmente divertida.

—No eres la primera persona que me lo dice así... —murmuró Eco, con cierta incomodidad al recordar que la bruja malvada también había dicho algo similar—. Aunque es difícil congeniar.

—Me imagino, amiga. Paul y yo, separados, somos la mierda en carácter. Nuestras disputas igual, pero en el sexo... Uff, no sabes lo bien que explotamos juntos —alardeó Rachel, guiñándole un ojo.

Eco se sonrojó completamente ante la cruda sinceridad, sin pelos en la lengua.

—Qué linda te ves rojita. Ven, vamos, que debemos felicitar a la parejita —comentó Rachel, divertida.

Sin voz, avergonzada totalmente, Eco la siguió, tratando de darse aire.

—No creas que soy pura. Me sonrojo porque tienes toda la razón —expresó Eco justo a un paso de Sam y Emily, logrando que lo dicho hiciera que Rachel se ahogara con su saliva por la sorpresa e incredulidad.

—Ahora tú eres la adorable —rió victoriosa Eco—. Sam, Emily, felicidades por todo este nuevo inicio, espero sean consentidos con la vida.

Felicitó con cariño, divertida por lo previo, mientras abrazaba como una hermanita a su hermano mayor recién casado. Sam la abrazó con el mismo cariño fraternal, sonriendo a mil.

—Muchas gracias por asistir, por verme dar este gran paso, mejor amiga.

—¡Ha sido un placer! —exclamó tras separarse del moreno mayor, para luego abrazar y besar las mejillas de la novia—. Espero seas tan iluminada de bendiciones, querida Emy —susurró con un tono de voz dulce y bajo al oído.

Emily ahogó un sollozo por tal golpe de amor directo a su corazón. Esa pequeña, hasta en el día de la boda, le sacaba un tumulto de emociones.

—Muchas gracias, pequeña cariñosa. Espero así también sea con tu enamorado —expresó Emily, sencillamente sincera, con lágrimas mojando sus pestañas por la conmoción de sus dulces ánimos, entendiendo el trasfondo sin mucha indiscreción, ya que sus palabras iban directamente hacia el nacimiento de bebés.

—Espero disfrutes un montón de tu luna de miel, Emily. Recuerda llevar el libro que te regalé, tiene muy buenos tips —dijo Rachel, con gestos obvios de doble sentido.

Haciendo reír a la pareja de recién casados, Eco y, por si fuera poco, a Paul que poco después se les unió. Para la mala fortuna de Eco, no congenió muy bien con la impronta de Jared, por lo que este no estaba involucrado en la charla.

Aunque Rachel fuera de mente abierta, aún le costaba aceptar y digerir que la joven de ojos verdes era la única Cullen con trato de excepción para tener una amistad y acceso a los territorios Quileute. Los chismes no pararían ni mucho menos la desconfianza hacia la naturaleza de los Cullen.

Tan solo esperaban todos que aquello fuera solucionado con el tiempo.

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