🦎 Capítulo 90

4 años después:

Carole se encontraba saltando de hombro en hombro, divertida en su forma camaleón. Saltaba sobre los nativos de la manada de su amigo, entre estos se encontraban Paul, Jared y Sam. Emily se encontraba riendo a la distancia. Ese mismo día de la despedida, había decidido no regresar rápido a su casa. Claramente le avisó a una de sus compañeras de que volvería pronto y que les avisaría para que la recogiera alguien.

Jugar así era divertido, ya que los tres nativos de forma refleja soltaban un ligero gemido de escalofrío o asco al contacto con su piel reptiliana. Como su especie es de sangre fría, pues era obvio que algo como eso iba a ser la reacción contra la piel súper cálida.

—Eco, te juro que si vuelves a saltar a mi espalda, te tiro al mar —se quejó Paul, totalmente asqueado.

—Bro, no seas así. Creo que uno se puede acostumbrar a est-... —iba diciendo Jared optimista, pero su estómago se contrajo en malestar al sentir esa piel fría sobre esa zona, soltando un jadeo y, poco después, temblando nervioso—. ¡S-salte! ¡Retiro lo dicho! ¡Sam, ayuda!

Sin embargo, el Alfa era el que estaba más divertido con la escena, tal como la camaleónica, quien parecía estar la mar de bien causando esos estragos en los chicos, que no sabían qué hacer.

—Ja, sabía que estabas fingiendo —se burló Paul tras ver a Jared tan agobiado por esa sensación—. Aunque ya baja, chimuela. Ya casi es hora de que Sam se prepare para la boda.

Eco se estaba divirtiendo tanto con sus amigos que se había olvidado de ese motivo importante. Había vuelto a Forks para estar presente en la boda de su mejor amigo. Aunque sus compañeros no pudieran pasar al territorio Quileute, ella seguía teniendo el permiso de cruzar. O al menos eso cambiaría en el momento que Jacob aceptara subir al liderazgo.

La camaleón saltó del hombro desnudo de Sam hacia el suelo. Él ya estaba acostumbrado a esa fría piel del reptil, no se había inmutado o molestado por el roce de pieles. Si bien, cuando la conoció sintió asco al contacto de su piel, con el tiempo aquello pasó a segundo plano, más cuando su lobo disfrutaba de la paz que la camaleón traía consigo.

—Bien, buen punto. Es hora de ir prepararme también —contestó Carole tomando su forma humana despreocupada, ya que su transformación antinatural como camaleónica podía cambiar teniendo ropa y volviendo con la misma, sin romperla como los lobos lo hacían.

—No faltes, será a las seis de la tarde la ceremonia. A las nueve de la noche la fiesta, y luego ya no nos veremos por un tiempo, quiero mi primer cachorro —dijo Sam, advirtiéndole a su amiga para que no faltara o se perdiese de nada.

—Mientras tú disfrutas, yo haré mis berrinches también. Tranquilo, llegaré a la hora, no te preocupes —contestó la joven de ojos verdes. Se acercó a su amigo, besó su mejilla y abrazó a los demás—. No sean puercos y báñense, quiero bailar luego con los dos, ¿Podrán?

Jared, al escuchar aquello, rió, pero un escalofrío le recorrió al saber que su impronta podría ponerse celosa. Solo Emily conocía a la Cullen de ojos verdes. Por lo que debía prepararse y comentarle de su amistad a Kim.

—Lo intentaré. Llevaré a mi impronta, así que será bueno que se conozcan.

—Por mi parte, Rachel no hará drama, así que no te preocupes, chimuela —respondió Paul despreocupado—. Hasta puede que se incluya para bailar.

—Perfecto, entonces nos vemos.

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Así es como la camaleón toma su forma y comienza a correr velozmente por el bosque. Sin detenerse, salta desde el risco hacia su territorio, encontrándose con Alice y Jasper en ese mismo instante. Los ve sentados en un tronco, esperándola.

Sin esperar más, salta hacia ellos, cambiando de forma en el aire, con los brazos bien abiertos para abrazarlos, emocionada por el reencuentro. Ambos sonríen animados.

—No esperaba verlos por aquí —comenta, saludándolos con una pequeña sonrisa.

—Alice está muy emocionada. Y yo... admito que estoy curioso, damita —responde Jasper, correspondiendo el gesto.

—¿De verdad no me dejarás siquiera elegir los zapatos? —pregunta Alice con un tono suplicante—. Me estoy muriendo de ansiedad por no saber cómo te arreglarás para la boda.

—Sabes perfectamente que he tenido muy malas experiencias cediendo a que me vistan como muñeca. Así que no, no cederé esta vez. Tal vez en nuestra luna de miel —contesta Carole, dejando un beso en ambos para luego dirigirse al sendero que lleva a la casa.

Los dos vampiros la siguen, emocionados al mismo tiempo. Si ella tiene esa intención y lo dice en voz alta, es porque su compañera compartida lo ansía urgentemente. O tal vez será muy pronto. Por eso, ambos la siguen al mismo paso que Carole.

—He estado pensando en tantas cosas este último tiempo, ¿sabes? —comienza a decir Alice tras unos segundos de silencio.

—¿En qué tantas cosas? —pregunta Carole, curiosa.

—En que, de verdad, mis visiones son subjetivas. Edward no terminó siendo el monstruo ni el responsable de matar a Bella. Ni siquiera la matamos. Tú no acabaste enojada con nosotros como en la visión. Todo fue un cambio tan impredecible en el futuro —comenta Alice, aliviada pero aún confundida.

—A lo mejor el enojo que tenía hacia Edward no era expresamente por haber dañado a la corderita, aunque ella casi muere de no ser porque ustedes llegaron en tiempo récord para socorrerme —añade Carole, reflexionando al respecto.

—Puede ser que todo lo que haya visto fuera una mezcla de muchas cosas que vendrán. O simplemente no pasarán —dice Alice, frustrada e impaciente—. Pero... entonces, ¿por qué te enojarías con Edward? —pregunta intrigada.

—Edward es un amor, pero, así como cada uno me ha hecho enfadar en su momento, también tiene defectos que pueden sacarme de quicio —admite Carole tras la pregunta de Alice.

—Aunque noto preocupación por tu parte, mi damita —expresa Jasper, extrañado al percibirlo.

Carole se detiene a unos metros de la casa y se voltea para mirarlos.

—Es que me preocupa un poco el caos que pueda causar en la boda. Algunos lobos o personas no perciben bien nuestro apellido... y no me gustaría causar problemas. Pero si no voy, no volveré a ver en mucho tiempo a Emily —murmura, incómoda.

—¿Por qué estás preocupada por eso? —pregunta Alice, extrañada.

—Porque quiero bailar con mis amigos, pero... uno de ellos parece tener una impronta muy mezquina —comienza a decir, frunciendo el ceño. Sus ojos verdes reflejan preocupación—. Y el otro, pues, tiene una impronta que, por lo que parece, podría ser bastante divertida. Me faltaría una compañera de ese estilo —bromea Carole un poco.

Jasper siente la diversión y la broma en su compañera de ojos verdes, al igual que percibe la punzada de celos en su esposa, por lo que mira en su dirección. Se encuentra con una expresión bastante épica en Alice.

—Si quieres bailar, podría intentar bailar al estilo que quieras. No hace falta que busques eso en otra —dice Alice con una voz caprichosa.

La molestia se nota en el nerviosismo de Alice.

—Pero no puedes cruzar al otro territorio, así que veré bailar a esa chica, aprenderé unos pasos y te los enseño —responde Carole, apresurando un poco el paso, pero alguien la detiene—. ¿Eh?

—Eco, estás siendo bruja conmigo. ¿Por qué me torturas con esa vaga intención con esa chica? —pregunta Alice, molesta.

—No estoy haciendo nada. Solo avisé que me la pasaría bien en la fiesta. Algo nuevo nunca viene mal —dice Carole, caminando despreocupada, sin mostrar sus ojos verdes brillosos por la diversión. Escucharla tan celosa y hermosa... esa hadita era suya. Claramente, no habría otra mujer que le causara atracción que no fueran las que ya tenía.

—¡Eco, no me ignores! —murmura Alice con una voz infantil y berrinchuda.

Sin embargo, la joven de ojos verdes se voltea a mirarla por unos segundos.

—Que sepas que así como te sientes ahora, así me hiciste sentir con esa taza. ¿Molesta, no? —dice Carole con aire despreocupado, pero en la pregunta se nota el resentimiento ahogado. Luego, decide camuflarse con el entorno, desapareciendo de su vista.

Alice se queda estática, patidifusa y totalmente incrédula.

—Me parece que todavía te guarda rencor por lo de aquella vez —comenta Jasper con cierta diversión.

Su esposa lo mira ceñuda.

—No te creas especial, cariño. El hecho de que seas el único con el que aún no ha peleado no quiere decir que te salves de sus actitudes negativas —aclara Alice mientras suspira profundamente, agotada mentalmente.

Sin embargo, una visión llega de improviso, llevándola a un trance, y una dulce sonrisa radiante emerge, iluminando su mirada. Al fin, después de tantos meses, puede volver a ver una visión acerca de su compañera en relación a ella y Jasper.

—¡Aaah!

—¿Qué pasa, cariño? ¿Por qué tanta emoción repentina? —pregunta Jasper.

—¡Nos casaremos para finales de...! —comienza a decir, tratando de descifrar esa visión que ha percibido— del mes de septiembre.

—Para eso falta mucho tiempo. Recién estamos a 14 de febrero —expresa Jasper con una sonrisa que refleja incredulidad, ansiedad e ilusión.

—Lo sé, pero eso me da tiempo para arreglar los detalles. ¡Ya sé cómo vestirla! Ay, estoy muy feliz —exclama Alice, estirándolo hacia Seattle. Irán a conseguir los vestidos. Esa oportunidad espera que no cambie, o se moriría de la ansiedad, pero por ahora se deja llevar por ese atisbo de visión.

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