🦎 Capítulo 88

Carlisle se encontraba en su despacho en compañía del albino vampiro, quien había llegado alrededor de las once de la noche, después de una larga jornada en el hospital. Ambos estaban envueltos en un manto similar al que había atrapado a los demás hace unas horas, por lo que estaban aislados de los adolescentes curiosos.

—Bueno, déjame ver si entendí bien. Eres el creador de la raza de los Cammaleoniri, ¿es decir, cómo un vampiro convierte a un humano en neófito? ¿Mordiste a una nativa o creaste a un humano desde cero? —preguntó Carlisle, algo confundido.

—He oído que tú salvas a los humanos convalecientes mediante la mordida de tu veneno, convirtiéndolos en vampiros para ofrecerles una mejor vida. Bueno, es algo similar; elegí una tribu de Madagascar con el fin de crear una salvación para el mundo sobrenatural —respondió Vexai.

—¿Salvarnos de qué? —preguntó Carlisle Cullen, el patriarca.

—Esos monarcas de Volterra nos llevan hacia la extinción con su deseo insaciable de poder. La madre naturaleza está enfermando; si los humanos enferman, eventualmente nosotros también nos petrificaremos y tendremos el mismo final que los dinosaurios —explicó el vampiro albino de ojos rojos con seriedad.

—¿Y cómo podemos sanar a la naturaleza? —preguntó Carlisle.

—Tras un ritual y un deseo profundo de sanar la naturaleza. Realicé esa intención mordiendo a una pareja nativa. Mis mordidas no son venenosas, sino que en este caso funcionaron como un medio de creación para esta nueva especie. Utilicé conceptos físicos de los metamorfos de lobos; solo cambié la especie, creando un metamorfo camaleón. Según mi investigación, eran criaturas reservadas y tranquilas. A través de su calma, podría influir en otros con pensamientos sanos, solo con su cuidado especializado por ser un animal exótico —comentó Vexai con una sonrisa nostálgica—. La ley de vida, como toda criatura natural, es que esa criatura nunca crearía una raza mestiza, es decir, un lobo mitad camaleón. El centro de su raza sería siempre el ser humano, no su raza. Más que nada, para evitar monstruos y el caos en la humanidad.

—Ya veo. ¿Y cómo es posible que ella sea mitad metamorfa y mitad vampiro? —preguntó Carlisle, sin entender del todo.

—La madre siempre fue Cammaleoniri, pero el compañero de vida de esa nativa resultó ser un vampiro que solo la reconoció como Tua Cantante. Ella no moriría fácilmente por estar enlazada a una criatura eterna, pero eventualmente lo haría, ya que su mortalidad solo llega a los 120 años. Según tengo entendido, Demetri violó a su madre tras saciarse, por órdenes de Aro. Ellos querían crear una subespecie para manejarla a su antojo, sirviendo a su deseo de sed y actos sexuales, hasta que la fatalidad llegara. De esa unión nació Carole, la última híbrida de esa subespecie. Los primeros tuvieron que morir y otros esconderse, o morir sin sus almas gemelas —contó Vexai con tristeza innegable.

—¿Dónde estabas tú, que no hiciste nada para evitar esa abominación? No digo que ella lo sea, pero la violación y explotación para crear una subespecie es un acto imperdonable —dijo Carlisle con impotencia.

—Intentando lidiar con mis propios problemas. Había encontrado a mi compañera entre mis enemigos, y ella estaba maldiciendo a todos a mi alrededor, solo para que aceptara nuestro vínculo. Pero también estaba evadiendo a los Vulturi; tener el don del deseo y creación es una gran responsabilidad. Tengo mi vida también; fui todo lo responsable que pude con lo que he creado, pero incluso un vampiro como yo puede tener sus límites en cuanto a la existencia —explicó agobiado.

—Comprendo, yo también he experimentado esa sensación de agobio —correspondió Carlisle—. Tengo varios hijos convertidos y lidiar con sus problemas no era algo que hubiera considerado al formar una familia. ¿Te quedarás por más tiempo?

—No. Debo volver con mi compañera; además, la pequeña camaleón no tolera a mi rubia. Ni yo la toleraba por querer estropear mis planes, pero se dice que del odio al amor hay un paso que no se puede evitar. No estoy orgulloso ni feliz con el pasado, pero estoy tratando de proteger lo que queda de mi creación. Aunque sea un vampiro nómada, la mayor parte de mi existencia —expresó con tono sombrío.

—¿Y qué haremos con la joven Swan? ¿Y si despierta con el conocimiento de nuestra existencia? —preguntó Carlisle.

—Tuvimos que inducirla a un coma para sanar su sentido gustativo y otras zonas internas. Le costará volver a hablar, así como despertar. Solo pude intervenir en su conversión a través del deseo de que tú la evitaras, pero más allá de eso, probablemente la humana se vuelva loca y la envíen a un sitio psiquiátrico. Les recomiendo cautela; deben mezclar el aroma de Carole con el de ustedes hasta que no se perciba su verdadera naturaleza, o su padre la encontrará con más facilidad de la que me gustaría —contestó Vexai.

—Entonces, en el caso de que recuerde, perderá su libertad como humana. No me gusta lo que ha ocurrido; me hubiera gustado evitarlo, pero supongo que es lo mejor para todos —exhaló Carlisle. Había pasado las peores horas de su vida asistiendo a la joven en el hospital; todos tomaban esa situación como un intento de suicidio.

Charlie Swan era el más afectado, al igual que la madre de este, que pronto llegaría. Según Alice, una vez que ella despertara, volvería con su madre y esperaban que olvidara su corta vida en Forks.

—Espero que solo sea un tropiezo. De una forma u otra, me encargaré personalmente de esa humana si expone a mi pequeña creación al peligro. No debe haber cabos sueltos, o Demetri la encontrará —advirtió Vexai con determinación.

Carlisle estaba serio. No quería que ningún vampiro matara a un humano, pero esas eran las reglas: si Bella descubría su secreto, es decir, la inmortalidad de los vampiros, la decisión final sería convertirla o matarla. Y si los Vulturi se enteraban de ella, causaría revuelo.

—Gracias por tu ayuda, aclaraciones y recomendaciones. ¿Hay algo más que debamos saber? —preguntó Carlisle por última vez.

—Si hay un bebé, no lo aborte. Es el linaje que he esperado durante muchos años y debe nacer. Los Vulturi no los encontrarán porque los chuchos la protegerán, así que cuídala. Si es necesario, muere por ella —advirtió Vexai con seriedad, sin ninguna pizca de amabilidad. — Morirán todos si muere la reproducción.

Y tras esa advertencia, desapareció en otro destello. Kerana también se había ido, sonriéndole divertida a la joven camaleónica y diciendo una frase curiosa:

—¿Quién pensaría que tendrías un harem para ti sola? ¡Qué pervertida resultaste ser, mocosa! —se rió a carcajadas y desapareció por el mismo portal del que vino.

Dejando a los Cullen con una sensación de victoria, mientras Eco se encontraba abrumada por mil emociones.

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