🦎 Capítulo 85
El aroma de Carole ha cambiado de forma sutil desde su salida del círculo virgíneo. Antes, su esencia era una mezcla de bosque tropical, cálido y fresco, con toques de pino. Ahora, un nuevo matiz se ha añadido a su fragancia: el inconfundible tufo de vampiro. Esta nueva característica le proporciona una inmunidad natural contra ataques de su propia especie, aunque no es vampira en sí. Carlisle, sin experiencia previa con compañeros cambiaformas-vampiros, había explicado que el aroma vampírico la protegía, dado que, en su conocimiento, una cambiaforma que no es vampiro no había sido registrada como inmune.
Carlisle y Edward sospechaban de una anomalía particular. No era una idea descabellada, considerando el trauma infantil de Eco relacionado con su familia camaleónica y su conexión con los Vulturi. Si los Vulturi la hubieran elegido como Tua Cantante, podría ser posible que Eco fuera una híbrida de cambiaforma y vampiro. Sin embargo, la sangre era el elemento que separaba ambas naturalezas. Eco nunca había mostrado ansias por la sangre, ni siquiera ante cortes ocasionales. Vivía una vida discreta entre humanos, sin signos de vampirismo, como piel fría o dientes afilados. Esto explicaba su rápida recuperación después de la unión carnal con Emmett y Rosalie: la única consecuencia había sido una sensibilidad interna y muscular, sin daños colaterales.
Edward y Carlisle decidieron no profundizar en esta sospecha, ya que su enfoque estaba en la tensión entre Alice y Eco, y la curiosidad de Bella hacia Eco. Además, corría el rumor de asesinos seriales en los bosques o ataques de osos durante las noches de camping, con víctimas sin sangre y mordidas en forma de media luna, lo que sugería la presencia de nómadas descuidados en la zona.
Los exámenes finales llegaron después de mucho tiempo. Lamentablemente, los "hermanos" de Eco no podían asistir a los exámenes como deberían, debido a la imposibilidad de salir durante el día por el sol. Su condición de vampiros les resultaba inconveniente en estas fechas.
Eco, en cambio, asistía sin problemas. Pasaba de un examen a otro con éxito, y su ansiedad había disminuido tras un beso épico y cómico la semana anterior. Alice había pedido perdón de manera creativa, con la ayuda de Emmett y Edward.
La camaleónica lo recordaba con mucho aprecio como si fuera reciente:
En el jardín trasero de la casa de los Cullen, la tarde estaba despejada, pero una lluvia artificial caía desde la manguera que Emmett sostenía. Las gotas de agua se precipitaban sobre Alice y Eco, quienes estaban empapadas pero sonrientes. Edward controlaba la válvula, y Emmett, con una expresión juguetona, mantenía el flujo de agua en su máxima intensidad.
Alice, con el cabello chorreando y el rostro enrojecido por la emoción, se arrodilló en el césped.
—Carole... —comenzó, su voz temblorosa y llena de sinceridad.— me doy cuenta de lo egoísta que fui al dejar que mis celos nublaran mi juicio. No quise causar una brecha entre nosotros.
Eco, igualmente empapada, se agachó a la altura de Alice, sus ojos suaves.
—Alice, sabes que nuestra amistad no se ve afectada por tus errores. No es la primera vez que nos enfrentamos a malentendidos, pero siempre encontramos una forma de superar todo.
—Solo quiero que sepas cuánto lamento cómo actué. A veces me dejo llevar por mis inseguridades.—dijo Alice tomando las manos de Eco, sintiendo el frío de la lluvia en sus pieles entrelazadas.
—Todos tenemos nuestras debilidades. Lo que importa es que estás aquí ahora, tratando de enmendarlo. Estoy dispuesta a perdonar, porque sé que lo dices de corazón.—dijo Eco le dio una sonrisa cálida.
Alice se inclinó lentamente, sus labios encontrándose con los de Eco en un beso suave y sincero. La lluvia artificial mezclaba sus lágrimas con el agua, creando un ambiente de intimidad y perdón.
—Prometo que aprenderé de esto y que haré lo posible por ser una mejor amiga, también mejor compañera.
Cuando se separaron, Alice miró a Eco con una mezcla de gratitud y esperanza.
—Y yo también te prometo que siempre estaré aquí para ti, sin importar lo que pase.—Eco asintió, su sonrisa iluminando su rostro empapado.
Ambas se levantaron, cubiertas de gotas de agua pero con el corazón aliviado. La lluvia artificial continuaba, un símbolo de la reconciliación y el renovado vínculo entre ellas, mientras se preparaban para el siguiente desafío en sus vidas.
[...]
Esa semana no llovió en absoluto, algo inusual en Forks, pero el pronóstico había previsto días soleados durante los exámenes. La tensión entre Alice y Eco se resolvió, mejorando la concentración de Eco. Ahora, la joven camaleónica se encontraba terminando sus exámenes con éxito. Tras asegurarse de haber completado las respuestas y confirmado su nombre y fecha, se levantó para entregar el examen de historia y se preparó para los próximos en casa.
Escribió un mensaje a su amigo lobo, emocionada por terminar antes que los demás:
→Hola, ya terminé el examen de hoy. ¿Podrías pasar a recogerme? Hay sol y mis compañeros no pueden venir por mí. Vine en bus, pero he salido antes. Avísame si podrás. Estaré esperando en la entrada del estacionamiento.
Enviado.
El mensaje llegó dos minutos después:
Sam:
→Voy. No te alejes mucho. Mi camioneta está en el taller, pero pasaré por ti. Solo espérame.
Eco respondió rápidamente:
→Ok... Aunque Bella quiere hablar conmigo. Si no me encuentras cerca, búscame en el bosque...
Luego escribió a Edward:
→Edward, estoy en el bosque al lado del instituto. Salí temprano. Me veré con Bella. Te amo.
Guardó su teléfono y lo metió en el fondo de su mochila, siguiendo a Bella hacia el bosque, intrigada por el motivo de la conversación en ese lugar.
Esperaba que todo saliera bien, pero su garganta y el deseo de chasquear la lengua presagiaban un mal presentimiento.
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