🦎Capítulo 83

Esme prepara el desayuno para Eco y se lo lleva personalmente a la habitación. En la bandeja, hay una variedad de frutas frescas, jugo de arándano y naranja, sándwiches y pan con mermelada de ciruela.

—Aquí tienes, querida —dice Esme, con una sonrisa cálida, mientras coloca la bandeja en la mesa junto a la cama.

—Gracias, Esme —responde Eco, sonriendo al recibir el desayuno con gratitud. El aroma de la comida y la calidez de la atención maternal de Esme la reconfortan.

Mientras tanto, Emmett está en la sala de estar, donde Edward y Esme intercambian palabras con tensión.

—¿Te incómoda y molesta que haya cumplido con mi advertencia? —expresa Emmett con una sonrisa autosuficiente al ver el desagrado en el rostro de Edward, y piensa con diversión: «Lo sé, pero debes tener en cuenta que ella lo deseaba tanto como nosotros. Quedó muy satisfecha... Deberías haber visto cómo sus pechos de nubes saltaban frente a mi rostro. Mierda... Creo que podría hasta pedir uno mañanero.«

—Te adueñaste de ella con tu bruja malvada para tu conveniencia —murmura Edward, completamente molesto. Ardía en celos, y la casa está impregnada con el aroma de los tres y el rastro del sexo.

—Y lo hará. Tal vez ella ya no sea virgen para ti o los demás, pero olvidas un detalle muy curioso sobre TI —expresa Emmett, acercándose divertido a su hermano. Le susurra al oído con un tono burlón— Eres virgen para ella, será igual que la primera vez.

Edward siente escalofríos con esas palabras y una profunda vergüenza al saber que todos conocen su situación. Traga saliva, molesto, y se levanta del sillón para alejarse de Emmett con un gesto de irritación.

—C-Cállate. Tú no sabes nada —titubea, nervioso y cohibido.

Emmett ríe entre dientes, sabiendo que ha tocado un punto sensible.

—Hijo, deja de molestar a tu hermano. Espero que mi niña se coma todo el desayuno a tiempo. Si me entero de que no la cuidas y no repones su energía... Tendrás el peor castigo de tu vida —advirtió Esme, dándole una charola llena de frutas variadas, jugo de arándano y naranja, sándwiches y pan con mermelada de ciruela.

—Bien, bien. Gracias, ma.

Con la bandeja en mano, Emmett se dirige hacia la habitación de Eco. Poco después, se escuchan los sonidos hambrientos de la pequeña Eco.

Esme se acerca a su hijo mayor y le revuelve el cabello con dulzura maternal. —No quisiera ser entrometida, pero te lo diré como mujer y como consejo de madre.

Edward la escucha, avergonzado, aceptando las palabras de Esme.

«Sé que ahora te sientes perdido. Pero tienes que admitirlo, ser un joven casto y virgíneo te hace deseable. Una mujer se siente muy especial y amada si es la primera y única mujer en la "primera vez" de un hombre. Al ser compañeros, sentirán una conexión más fuerte. Tal vez ella ya no sea virgen, pero será su primera vez contigo, y eso es óptimo para llevar tu relación a otro nivel, claro, si es que así lo quieres. Por eso debes esforzarte para que sea el mejor momento de su existencia, porque de eso dependerá que la pasión y el amor perduren contigo. Si logras frustrarla, lastimarla y hacerla sentir culpable, ocasionarás un resentimiento peor que el rechazo, y sé que eso no lo quisieras para ti. Es difícil borrar ese rastro en una mujer», piensa Esme con sabiduría.

Edward queda absorto ante la conversación tan maternal e íntima que su madre le brinda mentalmente. Ella siempre lo cuida, lo apoya y le da consejos acordes a su problema.

—Gracias, madre.

Tras un abrazo y un beso en la sien, Edward se dispone a salir de la casa con mochila incluida. Es evidente que hoy ni su compañera ni él saldrán de la habitación. Las clases no son prioridad en estos momentos; ahora es crucial la recuperación de ese momento sexual.

[...]

Alice está sentada en un tronco caído, casi en el límite del territorio. A su lado, Jasper observa el bosque del territorio enemigo, escuchando el murmullo del río que separa ambas tierras. Han quedado en conversar en este lugar, lejos de las distracciones.

—Perdón por haberlo arruinado, Jazz.

El rubio sureño la mira finalmente, confundido.

—¿Por cuál situación en particular te estás disculpando? —pregunta Jasper, ya que su compañera y esposa tiene varios puntos en su contra. Entre ellos, los celos tóxicos hacia Eco, los intentos de manipulación contra ella, y las palabras ácidas que buscan una ruptura en la familia, entre otros.

—Queríamos ser su primera vez. Queríamos llevarla de paseo y cumplir sus deseos y fantasías. Queríamos todo, pero lo estropeé. Tal vez contigo no enfoca su desinterés, pero he notado que no pasas de un beso con ella... ¿Por qué? —pregunta Alice, retorciéndose las manos, nerviosa y ansiosa.

—En parte es porque te juré fidelidad. Nos casamos varias veces, Alice. Eres mi mujer, mi compañera y esposa —admite Jasper con sinceridad, mientras acaricia suavemente la mejilla de ella con su mano derecha—. Y lo segundo, no quiero disfrutarlo sin ti. Mi corazón es ella y tú... Mi señorita, eres mi otra mitad, Alice. No puedo estar completo si no las tengo a las dos.

Alice lo mira con los ojos cristalizados al escuchar cada palabra. Solloza y lo abraza con fuerza, sintiendo el dolor de haberlo arrastrado a esta situación. Ahora puede ver más claramente lo que ha hecho: su esposo tiene problemas que deben solucionarse, pero no estarán satisfechos sin Carole. Lo abraza fuerte.

Mientras cierra los ojos y siente las caricias suaves de amor y comprensión de su esposo, su mente se libera, como si un escalofrío recorriera su corazón tras un destello verde.

[... Si nos volviéramos a enojar, siempre recuerda que tu carita empapada bajo la lluvia y un beso dulce digno de ti, mi hadita, son la cura perfecta para pedir perdón. Porque eres especial y única para mi corazón.]

[...] ¿Pero por qué lo soy? Eso se lo dices a todos, lo he escuchado»recuerda Alice haber reprochado a su compañera.

[... Porque cada uno es especial para mí. Tener muchos compañeros me hace amar de diferentes formas posibles. Cada uno es diferente, porque ninguno es igual al otro. Por ende, nuestro amor es un mundo diferente según cada ambientación romántica que disfrutemos... Tú eres mi vida, Alice, y sin ti, mi alma de niña ante la magia se deprime. Sin ti, me desgasto y no tengo creatividad para salir de mis aprietos. Tú eres mi guía en ese camino.]

Jasper la toma entre sus manos, preocupado al ver que está acurrucada más tiempo de lo acostumbrado. Percibe un cambio, una emoción de alegría desbordante y esperanza en ella.

—¿Alice?

—¡Lo recordé, Jazz! Recordé cómo recuperarla. Una vez ella esté bien, la reconquistaré y no debo demorar mucho. Yo no puedo más sin ella y ella sin mí peor estará... —razona entre la alegría y la preocupación— Ella estaba agobiada por las becas y exámenes, ¿cómo no lo vi antes?

—¿Quieres decir que su estrés o falta de relajación se debía a la falta de conexión contigo? —pregunta Jasper, extrañado y sorprendido.

—Exactamente. Su amor por mí es tan sublime y especial como el de cada uno, y si le falta alguno... —expresa sin poder encontrar las palabras exactas.

—Ella se siente incompleta, y por lo tanto no comprende cómo resolver sus propios conflictos mentales —completa Jasper—. Cada uno tiene un papel importante en su vida, y su don lo protege para que no nos manipulen. Es una revelación fuerte.

—Siento que incluso nos protege sin estar con nosotros. Porque en una visión pude ver que los Vulturi nos podían ver, pero no escuchar lo que decíamos... Tal vez ser sus compañeros nos haga más invisibles al mundo... Solo debemos evitar involucrar a los humanos en nuestro entorno. Pero... Bella es humana... —reflexiona Alice.

—Si soy completamente sincero, no creo que Bella sea su compañera. Hay algo que incluso tira de mí hacia esa humana. Su aroma y sangre son tan llamativos que, si sangra, no dudaría en ir tras ella —responde Jasper.

—No debemos bajar la guardia. Tengo un mal presentimiento sobre esto. Algo ha cambiado y no sé qué es...

Jasper y Alice miran en dirección a la casa, preocupados. Hay buenas y malas noticias, y el futuro es incierto. Las personas nuevas parecen traer caos a su hermoso limbo de amor.

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