🦎Capítulo 82
La joven morena de cabellos negros largos se encuentra totalmente envuelta en la sábana, acurrucada y dormitando tan profundamente que no percibe la presencia de sus compañeros en la habitación. Rosalie se acomoda con delicadeza en la cama, acariciando el cabello sedoso de su pequeña compañera. Aunque su intención era darle un tierno beso en los labios, termina besándola suavemente en la frente.
Los pies de Eco se mueven debajo del edredón, saliéndose poco a poco, retorciéndose levemente y estirando las piernas al crujir por estar en la misma posición durante tanto tiempo. Emmett se queda sentado en su sofá negro de cuerina, observando encantado el gesto amoroso de su esposa hacia Eco.
Los párpados de la joven ocultan sus ojos bajo el cabello, pero ahora se revelan, mostrando esa hermosa mirada verde que a los dos vampiros ha robado suspiros de cariño y admiración.
—¿Rose? —pregunta Carole en un murmullo somnoliento— ¿Cómo llegué aquí? Ustedes usan esta cama para sus juegos privados, ¿por qué estoy aquí? —frunce el ceño al respirar profundo, notando el aroma de Emmett y Rosalie mezclado con un tenue rastro del acto que acabó de ocurrir.
Dice "juegos privados" con un matiz de resentimiento, pues nunca ha sido invitada a participar, lo que la hace sentir apartada y molesta. No le gusta que solo ellos disfruten; ella también quiere experimentar lo que ellos tanto parecen gozar.
—¿Desde cuándo es un juego privado algo que anhelas probar con nosotros, preciosa Pascalita? —pregunta Emmett, divertido y sin moverse del sofá.
Eco, con las manos empuñadas en el edredón y los labios entreabiertos por la osadía de revelar su deseo, gira la mirada hacia Rosalie con las mejillas sonrojadas y el corazón acelerado por la vergüenza.
—N-no es lo que piensas, prometo que no solo le tengo ganas a tu esposo... yo... —intenta corregir, pero sus palabras sólo enredan más la situación.
Rosalie, con una sonrisa tierna y divertida, tira del edredón hacia el suelo, dejándola sin cobertura.
—¿Por qué nunca has sido directa en esto? Sabía que sientes cosas por nosotros, pero nunca nos dejaste claro que deseabas este tipo de afecto físico —pregunta la rubia mientras toma a Carole del mentón con dulzura y acaricia su mejilla.
—Es que... Nuestras continuas peleas me hacían sentir que si te lo decía, me querrías matar por desear algo que ya está escrito en papel que es tuyo —murmura, bajando la mirada con vergüenza.
—Buen punto.
—A lo que íbamos. Como estabas celosa de no ser invitada a nuestros encuentros carnales, hoy te invitamos oficialmente. ¿Aceptas o te mueres de la envidia sin probarlo una vez más? —pregunta Emmett de manera directa, ansiosa y deseosa.
Carole, al escuchar la propuesta, traga saliva y se relame los labios, mirando a su rubia compañera con mezcla de duda y deseo.
—¿S-segura que estás de acuerdo? —pregunta con vergüenza, su mirada verde se dilata ante lo que ocurre en la habitación, ansiosa y perceptiva.
—Permíteme amar cada rincón de tu cuerpo, tu alma y corazón. Así como amo a Emmett, chiquitina mía. —dice Rosalie, acercándose más y rozando suavemente sus narices— Anhelo más que nada en este mundo ser tu mujer y tú la mía. ¿Puedes creértelo, por favor?
Carole siente una explosión de emociones dentro de su corazón y alma al escuchar las palabras cariñosas de Rosalie. Jadea cuando percibe los labios frescos de su compañera contra los suyos, gemidos suaves emergen al experimentar la fusión de sus lenguas en una caricia juguetona de frío y calor.
Emmett, ya sin pantalones y solo en boxer debido a su dura erección, observa con admiración y deseo. Su fantasía se está haciendo realidad.
«Agh, esto va a ser una tortura para mí» piensa ansioso al verlas besarse con tanta intensidad pura e inocente.
Rosalie y Carole se separan por la falta de oxígeno, con el corazón desenfrenado y la rubia con los ojos nublados de deseo. No le resulta desagradable besarla; de hecho, ansía mayor contacto.
—Carajo, ardo en llamas contigo, Rose. Me asfixio en esta ropa, necesito quitármela —gime acalorada la joven, levantándose de la cama a tropezones y comenzando a despojarse de la calza negra, la sudadera gris y la polera verde. Queda en paños menores— Sé que soy bonita y eso... pero quiero aclararte que soy virgen y solo sé dar besos torpes... Realmente no sé si...
—Shhh. Solo siente, déjame adorarte. Tampoco he estado con otra mujer aparte de mí misma, pero te haré sentir bien como lo sé hacer. Aunque... avísame si algo te incomoda, ¿entendido, Eco? —pregunta Rosalie, acercándose a ella. Se coloca detrás de Carole, ayudándola a quitarse la ropa interior.
Emmett y Rosalie gruñen ante la visión deliciosa de Eco completamente desnuda.
—Joder, no puedo ser tan fiel al celibato. Déjame al menos besar esas nubes de algodón, preciosa... —pide Emmett, deseoso.
Carole se sonroja al escuchar esto, especialmente cuando siente los besos de Rosalie en su cuello y hombro desnudo. Su jadeo escapa en un murmullo:
—Sí... Por favor...
Emmett, tras recibir el visto bueno, se sienta en el borde de la cama frente a ella, tomando su cuerpo con la suavidad de quien sostiene gotas de algodón. Eco retrocede un poco, pero Rosalie la acerca nuevamente. La mano de Rosalie se desliza entre las nalgas de Carole, tocando su zona íntima.
—¡Mm! —soltó un murmullo indefinido.
Rosalie sonríe mientras explora la zona íntima de su compañera con suavidad. La mano de Rosalie separa las piernas de Carole para acceder a su zona más íntima.
—Separa un poco más tus piernas, mi chiquitina... —pide Rosalie.
Carole lo hace torpemente, sin posibilidad de escapar de Emmett, quien roza sus mejillas y labios fríos contra sus pechos. El contacto frío con su piel cálida provoca jadeos entre el ardor y el frescor.
Rosalie se coloca entre Emmett y Carole, situando su rostro al nivel de la zona íntima de su compañera, acariciando con suavidad los labios vaginales y el monte de Venus, con un toque tan delicado como una almohada fría y esponjosa.
Carole se siente perdida y cohibida, sin palabras para expresar su confusión. Su mente está en blanco ante el contacto físico que recibe de Emmett, quien simplemente la besa y se rozan sus pechos, mientras Rosalie explora su zona íntima con un deleite curioso que la pone ansiosa. Al conectar con la mirada lujuriosa de Emmett y la sonrisa hambrienta de Rosalie, su equilibrio se tambalea, provocándole un temblor general y un gemido sonoro.
¿Por qué? La mirada juguetona y lujuriosa de Emmett ve algo que ella no, pues él chupa sus pezones mientras Rosalie se concentra en una zona específica y sensible: su clítoris. La sensación provoca que sus piernas parezcan gelatina y se curven como una C. Su cabeza se inclina hacia atrás, el resto de su cuerpo se inclina hacia adelante por instinto.
—¡Ahgm! ¡Rose... Mett! —gime incoherente al sentir que sus pies se despegan del suelo.
Emmett la sostiene cuidadosamente por la cintura, evitando la sensación abrumadora. Aún con un pezón entre sus labios, ronroneando como un gato. Rosalie continúa su camino con lamidas y jugueteos con su lengua fría, envolviendo el cuerpo de Carole en un ardor delicioso de temperaturas opuestas. Los gemidos emergen incontrolables de sus labios, su piel se eriza con el sonido de su propia voz, el pudor se ha desvanecido desde el primer roce de lenguas con su compañera rubia.
—N-no... Paren... yo... Mgh
Pide y suplica. La misma sensación que experimentó con Edward la noche anterior parece intensificarse, creciendo en presión en la zona donde Rosalie toca. Gimió mientras Emmett estiraba ligeramente un pezón, sorbiendo un poco fuerte el derecho. Su cuerpo tembló, amenazando con estallar en cualquier momento.
Sus ojos brillaban con una mezcla de asombro y deleite, mientras sus mejillas se sonrojaban suavemente y un leve resplandor de sudor adornaba su piel. La sensación de la intimidad era intensa y envolvente, sus emociones fluctuaban entre la sorpresa y el éxtasis. Con delicadeza, Rosalie continuó explorando sus sensaciones, guiando el momento con ternura y paciencia.
Carole, abrumada por la nueva experiencia, se entregó al placer de manera cautelosa, buscando armonía en la conexión. Emmett la sostenía con cuidado, asegurándose de que se sintiera segura mientras Rosalie compartía un suave y reconfortante beso.
Las palabras se convirtieron en susurros, y los gemidos eran la única comunicación entre ellos, una expresión de la profunda conexión que compartían. Rosalie, con una sonrisa satisfecha, guió a Carole a través de cada paso con ternura, aplicando una esencia suave para ayudar a la transición y hacer el proceso más suave y placentero. Entregandola encantada la intimidad intacta a su esposo, mientras podía notar que la inexperiencia de la compañera que compartían ambos se deshacía entre la sensación plena de ser colmada en su fuero interno físico, mientras que Emmett glorificado por la sensación de ser aceptado las entrañas de su joven compañera, totalmente excitado.
La experiencia fue un baile delicado entre la emoción y la intimidad, un viaje de descubrimiento que envolvía a Carole en una mezcla de sensaciones nuevas y emocionantes. La risa compartida y la preocupación amorosa de Emmett y Rosalie añadían una capa de calidez al encuentro.
Finalmente, cuando el éxtasis alcanzó su cúspide, Carole se sintió envuelta en un manto de satisfacción y cansancio. Rosalie y Emmett continuaron cuidando de ella, envolviéndola en caricias y susurros, creando un momento de profunda conexión y amor compartido.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top