🦎Capítulo 77

Reflexionar sobre todo lo que ha sucedido en tan poco tiempo me provoca un tumulto de emociones. La causa de este torbellino tenía nombre y apellido: Eco Cullen. A su lado, la Reina que movía las piezas en este juego de ajedrez con solo existir, era ella. Eco, nuestra compañera compartida, tenía el poder de redirigir todas nuestras decisiones y manejar la situación a su antojo.

Debo admitir que me costó aceptar que ella fuera parte de nuestra familia. Su linaje de cambiaformas, al menos del tipo que conocíamos, nos había enseñado a ser cautelosos. Los cambiaformas no eran precisamente amigos nuestros. La alimentación con sangre humana nos hacía monstruos sin moral, y con sangre animal, monstruos sin corazón. Mi debate interno siempre había sido: Si somos vampiros, ¿de qué tipo de sangre deberíamos alimentarnos si esas dos opciones son las que más sacian? No matamos sin justificación ni precipitadamente, pero tampoco podemos vivir de sangre que no nos sacie. Sin la interacción con los humanos, seríamos simples estatuas con ojos negros y un hambre insaciable.

Sin duda, esa era una de las razones por las que no teníamos buena reputación con los Quileute del otro territorio. Era la misma desconfianza que me causaba aversión hacia Eco. ¿Y si ella nos exponía a más peligros? Ya estábamos en la mira de los Vulturi por ser un aquelarre de dones generosos. ¿Quién asegura que ella no fuera un problema más? Esa duda había consumido mi mente durante mucho tiempo, aunque ahora me atormenta un poco menos.

Tuve que adaptarme a la convivencia en paz cuando fui castigada con el exilio junto a los Denali en Canadá. Pasé muchas horas hablando con Irina para entender lo que me estaba ocurriendo.

Solo recordarlo me hace sentir aún más indefensa, estúpida y frágil. Devastada y enojada por ser menospreciada por una intrusa. Irina, con una expresión de curiosidad, me miraba con interés por la situación que vivía con mi clan.

—Desembucha —exigió Irina, cruzando los brazos sobre su pecho mientras se recostaba contra la pared de la habitación, ambas sentadas en una cama de huéspedes.

—Tenemos una nueva integrante en la familia, y no la soporto.

—¿Y la bichito verde que tenían? ¿Se les murió acaso? —preguntó con diversión la rubia.

—Ojalá hubiera sido así, pero no. Sigue viva —murmuré con fastidio. Si pudiera decirle que la nueva integrante y el camaleón eran la misma persona, todo sería más sencillo, pero era un secreto que debía mantenerse en la familia—. Esta chica... llegó con amnesia a nuestra familia, pero extrañamente, cuando se hablaba de su familia, ella lo hacía como si no tuviera ninguna, como si algo se desbloqueara y quisiera decirlo, como si estuviera en trance o tal vez lo finge para llamar la atención.

Irina adoptó una expresión seria y paciente, dándome un gesto silencioso para que continuara.

—Según lo que nos comentó, ella es una víctima de los Vulturi, ella y su familia. Carlisle cree que el trauma de haberlos perdido generó un bloqueo mental que solo se desbloquea en momentos específicos cuando su instinto lo dicta. Pero también parece que se bloquea si se le interrumpe. Le expresé que bien podría ser una enemiga que finge amnesia para sacar información para los Vulturi, pero ella... Ella solo fue protegida por Carlisle, ella claramente se defendió y lloró, pero no sabría decir si era real o no. Todo lo que viene de ella me desagrada.

—Por lo que cuentas, parece que puede ser un trauma. Pero tampoco menosprecio tu alerta, querida Rose. ¿Intentaste llevar la fiesta en paz? —preguntó Irina con cautela.

—Lo intenté, pero ella parecía llevarse mejor con Edward, Jasper y hasta con mi osito. ¡Todos la aceptaron de inmediato! ¿Por qué nadie piensa en proteger a la familia? ¿Por qué nadie considera el peligro que ella representa para nosotros? —pregunté, molesta y temblando de ira ante mi impotencia.

—¿Y cómo crees que ella podría causar problemas al clan? ¿Acaso es humana? —preguntó Irina, frunciendo el entrecejo.

No podía decirle que era cambiaformas, así que tuve que decirle lo que pocos saben, pero lo mejor era que pensaran en esa realidad.

—No... Ella es una compañera compartida. Nunca antes había escuchado de algo así, capaz de un trío de compañeros, pero no de tantos como nos involucra —murmuré entre dientes.

—¿Qué? ¡Cómo no lo mencionaste antes! Entonces creo que comprendo mejor. Estás celosa de que sea compartida, y además, parece ser menor que tú. Es obvio, amiga. Te sientes amenazada porque sientes que eres menos —respondió Irina con severidad—. ¿Y qué ha hecho Carlisle para calmar la situación?

—Nos trajo ayuda psicológica. Aunque siempre lo sentí cerca, me pareció que estaba más a favor de ella que de mí, así que pidió ayuda para mejorar el ambiente familiar. Pero todo lo que se hablaba giraba en torno a ella, y no a lo que yo sentía. ¡Nunca me sentí tomada en cuenta! —chillé frustrada.

—Bueno, al menos lo admitió públicamente. No podía hacerlo solo. Es una clara intención de mejora para todos, pero... ¿al menos pusiste ganas en apoyar su intención o solo te cerraste como ostra, tal cual lo sueles hacer? —preguntó Irina con sinceridad y una mirada compasiva, conocedora.

Irina Denali era esa amiga que me conocía y entendía mucho mejor que Alice o Esme, y me dolió saber que lo que decía era totalmente cierto.

—Me conoces tan bien...

—Entonces no hiciste mucho. Entiendo. Supongo que le dijiste algo como: "Si ella no se va, me voy yo." Y pasó algo que te rompió el corazón en tristeza, ¿verdad? —preguntó Irina.

En resumen, así lo sentí. Carlisle había elegido a ella por encima de mí.

—Me quitó todo. Ella no puede ser mi compañera, al menos quise verla como una hija, pero... ella no lo quiso. Ella no comparte ese tipo de lazo conmigo —expresé con impotencia.

—¿Entonces comparte un lazo romántico con todos? —preguntó Irina curiosa.

—Solo con mis hermanos. Carlisle y Esme solo sienten instinto paternal hacia ella... Es un lazo muy fuerte, no es como el cariño de acogida que nos otorgó Carlisle por apellido, sino que nace de ellos como sus padres... ¿Por qué Esme y no yo? Conmigo pudo haber tenido todo lo mejor, pudo haber sido mi hija... —murmuré dolida.

Irina me atrajo para abrazarme mientras sentía que me temblaba el cuerpo por la impotencia.

—Querida mía, capaz me odies, pero debes tocar tierra. No puedes obligar a que alguien sea lo que tú quieres, eso debe nacer de una conexión natural. Si ella es tu compañera, quiere decir que lo que necesita es un lazo romántico, no de hermandad. Sé que el deseo de ser madre siempre estará presente como una espina, pero eso no justifica crear una disputa de celos y enojo. ¿Has intentado al menos ver más los pros que los contras en ella? —preguntó Irina, tratando de consolarme pero con sinceridad.

La mueca de disgusto y cansancio se expresó en mi rostro tras la tensión.

—No...

—¿Has intentado al menos hablarle sin discutir siquiera? —preguntó de nuevo.

—No...

—¿La has visto de lejos? ¿Observado, aunque sea un poco?

—Un poco, sí...

—¿Y qué has notado? —preguntó Irina.

—Que... ella tiene muchas pesadillas. Le duele que no la quieran, y le lastima cuando no tiene libertad, cuando se siente un animal salvaje enjaulado... —murmuré con un peso creciente en el corazón—. ¿Qué es este peso que crece al decir esto? ¿Por qué se siente tan mal? Un pesar, ¿inquietud...? ¿Pero por qué?

—A eso se le llama remordimiento, querida Rose —expresó Irina con una voz calmada y ligera.

—¿Crees que sea muy tarde para borrar este malestar? —pregunté, levantando la mirada cristalizada.

El miedo me recorría el cuerpo. No me estaba acostumbrada a esta sensación. Sentía extrañamente que nunca había hecho bien las cosas, como si ella misma se sintiera un animal enjaulado ante una desconocida que no era cualquiera. Ella era mi compañera, pero me daba repulsión aceptar a otra persona románticamente que no fuera Emmett. Eso no era común en mi tiempo.

—Aún tienes tiempo, Rose. ¿Cómo lleva Emmett la noticia de que debe compartirte con otra chica? —preguntó Irina con cierta cautela.

—Hmm... Emmett es el que más me ha estado provocando con fantasías durante nuestras rondas de sexo, una fantasía que crece cada vez que me ve y cada vez que la ve a ella. Le da una sensación de plenitud, pero me ve tan dolida y distante que lo hace sentir como un hombre sucio por no poder ponerse en mis zapatos. Siempre ha estado a mi lado, pero lo he visto triste cuando no estoy cerca —respondí con cierta ansiedad—. Irina, mis padres me criaron para casarme, tener riquezas y una gran familia. ¿Cómo esperan que acepte a otra persona si ni siquiera sé cómo es eso? No tengo una guía para sobrellevarlo. Nunca he estado con una mujer en ese sentido.

—Ay, querida Rose, es como si fueras una recién llegada a esta experiencia —dijo Irina con una sonrisa—. No hay manuales que puedan prepararte para esto. Es una cuestión de probar, de explorar con una mente abierta. Si al final no es lo que esperabas, siempre tienes la opción de dar un paso atrás. Lo esencial es que, si decides avanzar, lo hagas sin expectativas rígidas y permitiendo que la experiencia te guíe. No estás sola en esto; a veces, la vida te lleva por caminos inesperados, y es importante estar dispuesta a explorar nuevas posibilidades.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top