🦎 Capítulo 69

Jasper y Rosalie habían sido los elegidos para cuidar a Eco, mientras Carlisle y Esme se encargaban de agilizar sus trabajos que habían debido dejar precipitadamente. Ambos se encontraban sentados a cada lado de la cama; la rubia esbelta miraba a Eco con tristeza. Nunca esperó que ella estuviera tan enferma ni mucho menos con tanta facilidad, aunque nunca quiso realmente el mal para ella.

Mientras tanto, Jasper tomaba la mano de Eco como si fuera un preciado pedazo de cielo que parecía desaparecerse. Con roces de su fría nariz y besos cortos, sus gestos eran una manera de demostrarle que estaba allí.

Una fuerte exhalación marcó el regreso abrupto de la consciencia de Eco. Al darse cuenta de la presencia de ambos rubios en la sala, con la mirada borrosa les sonrió suavemente, reposando su cabeza en la almohada. Se había mareado tras esa forma de despertar.

—Están aquí...

—Lo estamos, así que recupérate pronto, damita —dijo Jasper con los ojos cristalizados en aquellos de color miel, pidiendo con necesidad y piedad que descansara.

—No llores en vano, Jaz...—susurró Eco mientras levantaba la mano con intención de acariciar la mejilla de Jasper, lo cual él aceptó sin ningún reproche.

—Te extrañamos mucho... Yo en especial —dijo Jasper mientras cerraba los ojos, aliviado por la calma y paz que su compañera transmitía gracias a los medicamentos.

—Oye, no te lleves toda su atención —replicó Rosalie, molesta.

Su voz hizo el golpe de distracción, y todo el cuerpo de Eco tembló al reconocerla tan cerca. La duda trajo perturbación a su mirada verde mate.

—¿Estás bien, her-hermana? —preguntó con molestia. Debía suponer que lo único real entre ellas era el lazo público de hermanos. Dolía, pero suponía que podría sobrellevarlo— ¿También has enfermado, Rosalie?

La rubia esbelta sintió un pesado golpe en su pecho al escuchar el mote con el que la llamó. Decidió ocultar el dolor que eso causó en ella, mostrando una sonrisa triste. Rosalie sabía que se lo había ganado a pulso y espada.

«Supongo es el precio de mis acciones inmaduras...» pensó triste y dolida.

Jasper pudo percibir el dolor y el orgullo que predominaban en Rosalie, pero era más que justo lo que recibía, mucho la había lastimado psicológicamente su melliza Hale.

—No lo estoy, ¿Por qué lo preguntas?

—No te ofendas, pero... Es raro verte aquí, justamente donde mi presencia podría molestar la suya —comentó Eco con voz rasposa de enferma— ¿Puedo tomar agua?

—Sí, toma —expresó Jasper, tan rápido como un samaritano, ofreciendo con delicadeza un vaso con agua a los labios de su pequeña compañera.

Rosalie, por otro lado, sintió la justa punzada de molestia ante el toque de petulancia que Eco había mostrado hacia ella. Decidió ser franca y discutir nuevamente.

—Quiero hacer las paces contigo, y no espero que seamos mejores amigas, confidentes o lo que pudiera ver Alice. Pero... Me gustaría empezar de nuevo, no quiero más peleas entre nosotras y sé que me costó entender cuán importante eres para la familia. Por eso, a voluntad propia hoy vine a cuidarte... Nadie me está obligando... —dijo Rosalie algo nerviosa.

—¿Te dio permiso la Doc para que estuvieras con ella? —preguntó Jasper con incredulidad al ver sus intenciones puras y emociones calmadas.

—No necesito su permiso. Carlisle y Esme lo aprobaron —entonó molesta Rosalie ante la expresión de su hermano.

—Rosalie, si sabes que eres quien más la ha hecho sufrir. Eres totalmente consciente del miedo que siempre ofreces tras mirar con enojo, ahora la estás asustando... Por ejemplo —dijo Jasper protector y molesto.

Eco no podía evitarlo. Toda mirada de molestia en Rosalie le recordaba a esa bruja de su pasado y pesadilla. Temblorosa, se fue ocultando con la sábana para no ser vista, como si quisiera pasar desapercibida.

—Lo siento... —comprendió Rosalie al verla asustada. Con una mueca en los labios, decidió levantarse del asiento.— Mejor es que me retire, tal vez sea mejor que Emmett tome el relevo.

Sin embargo, el corazón de Eco saltó cuando su mano cobró consciencia propia y tomó la tela del vestido de la rubia.

—No... Yo... No quiero que te vayas —dijo, aunque en el fondo Eco se sintió estúpida por decirlo. «¿Seré masoquista?» pensó un instante— Quédate, yo... Me gustaría que te quedes. Solo no me acostumbro a tus gestos negativos. Por favor, perdona al miedo estúpido que me sale.

La expresión de Eco era de vergüenza, miedo y molestia. Odiaba ser tan sensible y temperamental.

Rosalie sintió cosquillas al saber que Eco no la odiaba como creyó, sino que el miedo era lo que sería lo más difícil de superar. Y aquello, sin duda, no sabía cómo solucionarlo ni cómo ganarse su confianza. Con un brillo diferente en esos ojos dorados, volvió a sentarse, feliz.

—Bien, solo porque me lo pides tú.

Jasper suspiró. Si su compañera la quería allí, debía conformarse con que ambas parecieran llevarse bien, por ahora. Aunque complicado hubiera sido con la presencia de Edward o Alice, sin lugar a dudas.

Así fue como ese día, Jasper y Rosalie cuidaron a Eco como hermanos mayores públicamente entre los enfermeros del establecimiento hospitalario y en tiempo privado, como una más en su familia, como su compañera o hermanita. Velarán por su salud cueste lo que cueste.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top