🦎 Capítulo 62

La joven de cabellos negros y ojos verdes corría velozmente hasta la orilla del tratado Quileute, saltando el pequeño risco que dejaba el arroyo que los separaba de la Reserva. Al cruzar, siguió su curso hasta llegar al oeste del bosque, donde percibió el aroma de su amigo el lobo negro. Al encontrarlo, se dejó caer frente a él, con los ojos cristalizados y la respiración acelerada por correr tantos kilómetros repentinamente.

El lobo levantó las orejas alerta, pero cayeron preocupadas al ver a la camaleónica acurrucada en el suelo, con los ojos grandes y redondos brillando con lágrimas acumuladas. Su piel verde pálido se mezclaba con el pelaje negro del lobo, y sus escamas, normalmente suaves y resbaladizas, parecían tensas y frágiles. Sus pequeños y finos dedos estaban arrugados y temblorosos, y su cola enrollada alrededor de su cuerpo intentaba ofrecer una sensación de seguridad. La expresión desesperada en su rostro reflejaba el tormento interno que sentía.

-Sam... Estoy en problemas... -murmuró con los labios temblorosos, su voz ahogada por el nerviosismo y las lágrimas.

El lobo sólo se dedicó a escucharla, sabiendo que no podría entenderla plenamente sin transformarse. No era fácil protegerla de él mismo siendo una criatura tan diminuta.

-Si sabes... que la mayoría de los hijos del Doctor Colmillos son mis compañeros, ¿verdad? -preguntó Eco, sintiendo su piel aún más tensa mientras la angustia rasgaba su pecho.

El lobo asintió, esperando más información para comprender su estado de pánico.

-Siento una atracción inexplicable por la hija del Sheriff Swan... Es como si ella fuera una luciérnaga y yo el faro que ansía su compañía... -susurró con una voz ahogada en nerviosismo, sintiendo sus manos temblar.

Sam se quedó asombrado al escuchar aquello, sin entender cómo podía tener tantos sentimientos y compañeros para una sola persona. Empujó ligeramente su cabeza con su hocico, animándola a que siguiera liberando su pánico.

Los ojos verdes de Eco se tornaron turbios cuando conectaron con los ojos negros del lobo Alfa. En esa mínima conexión de atención versus perturbación, ambos conectaron en cuerpo y alma. La camaleónica se transformó nuevamente en su forma normal, acurrucándose entre el pelaje oscuro del lobo. Su piel de camaleón, verde pálido y escamosa, se mezclaba con el calor del lobo, y el temblor de su cuerpo se hacía más evidente.

«Los vampiros tienen prohibido matar humanos, ¿verdad?»pensó tímidamente.

«Así es, si rompen la consigna del tratado, los mataremos»afirmó Sam.

«¿Y si ella cava su muerte al tener contacto conmigo? ¿A mí también me matarás?»preguntó la camaleónica, con un sollozo apesadumbrado.

Sam se tensó ante la suposición, sintiendo escalofríos al pensarlo.

«Tú no chupas la sangre. No estás dentro de ese destino que le depara a los vampiros. ¿Por qué estás tan pesimista?»preguntó el lobo, incómodo, buscando con la mirada a Eco entre sus patas delanteras.

La encontró acurrucada como un ovillo, con lágrimas en los ojos y los ojos cerrados, como si estuviera deshidratada.

«Ella será la perdición en mi familia. Haré todo lo que esté en mis manos para que ninguno consuma su sangre, Sam»afirmó con la voz ahogada, su angustia evidente.

«¿Alguno quiso hincarle los dientes, acaso?»preguntó Sam, molesto y alerta.

«Es la tua cantante de Edward... »soltó un croar grave y molesto, como un gruñido territorial.

«¿Y eso qué significa?»preguntó Sam, totalmente ignorante del tema.

«Es el banco de sangre que cada mil años un vampiro siente tentación imposible de consumir, porque la sangre canta al vampiro por el aroma fuerte»explicó Eco, temblando.

El lobo, aunque soltó un gruñido al ver el problema, no era suficiente para preocuparlo por el estado de salud de su amiga camaleónica, que se veía cada vez peor físicamente.

«Siento mucho malestar... Si ella me quita la atención de mis compañeros, la paz en mi familia... Me volveré una asesina, Sam... No quiero ser tu enemigo, eres mi mejor amigo... ¡Pero ella tiene un no sé qué que me destruirá si no está a mi lado y si lo está! ¡No quiero! ¡No quiero esto! »gimió nerviosa y apanicada.

Sam trató de darle calor, notando que estaba aterrorizada con el tema, tratando de calmarla.

«Carole, si ella llega a ser vampiro, no estará bajo mi protección, no serás mi enemigo ni te mataré»expresó el lobo seriamente.

«Pero... ¿y si ella causa muchos problemas? Sam... Por su culpa, te tendré que dejar de ver, por su culpa mi familia peleará y por su culpa desearé su muerte»expresó Eco, con un tono frío y molesto, que llevó al lobo a tomarla entre sus fauces, humedeciéndola con su saliva para calmarla«¡Iugh, Sam

El lobo la tomó sin morderla ni lastimarla, dirigiéndose a su casa. No podían llegar a ningún lado, especialmente si la camaleónica parecía tener deshidratación.

«¿A dónde me llevas, Sam? ¡Sam!»se quejó Eco, incómoda con la aspereza húmeda de la lengua del lobo y el aliento cálido.

Sam esperaba poder calmarla para regresar junto con los vampiros y resolver la situación.

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