🦎Capítulo 32
—Comprendo —dijo Maggie, cerrando su cuaderno para formular una última pregunta que englobara el problema central.— En una escala del 1 al 10, ¿cuánto crees que el problema que causa tu hermana Eco afecta a la familia?
Edward, Carlisle y Esme se tensaron al escuchar la pregunta. Aunque no conocían la profundidad del desagrado de Rosalie, sabían que si la joven irlandesa no manejaba la situación con cuidado, podrían surgir conflictos serios.
Rosalie pensó detenidamente antes de responder. Sabía que la privacidad era relativa en este entorno y que todos estarían escuchando, pero expresar su incomodidad era parte de su carácter. Se levantó del sillón, visiblemente incómoda, pero abordó la pregunta con la actitud de alguien bien educada.
—Cuatro.
La respuesta fue directa y sincera. No había nada más que añadir. Si extendía su respuesta, podría provocar más molestias, pero sabía que si no respondía, Carlisle la amonestaría.
—¿Deseas compartir algo más para cerrar esta primera sesión? —preguntó Maggie, aceptando la breve respuesta. Aunque no fue una sesión especialmente negativa, la actitud de Rosalie hacia Eco había sido un desafío.
—No podrás solucionar nuestros problemas personales; aquí solo trabajas en el problema que presenta Eco para la familia. No cambiaré de parecer, soy muy orgullosa —dijo Rosalie, antes de retirarse, deseando no perder más tiempo en esto.
La familia trató de disimular su alivio al saber que la sesión no había terminado en una discusión caótica. Suspiraron aliviados.
—El siguiente será: Edward. Pase, por favor —anunció Maggie, trago saliva, pensativa y seria.
Había mucho que hacer en este día, y esperaba que, una vez terminara la sesión inicial, pudiera trazar un plan de acción efectivo.
—Sabes que hablar conmigo puede ser inútil, ¿verdad? —dijo Edward al entrar y cerrar la puerta, mientras se sentaba frente a Maggie con una actitud desafiante.
—Lo sé, pero también estoy consciente de que si decides mentir, lo sabré —respondió Maggie con seguridad, enfrentándolo con una mirada seria.
Edward le lanzó una mirada molesta, pero Maggie mantuvo su postura profesional.
—Vamos a empezar. Las preguntas que haré no serán las mismas que las que se hicieron a Rosalie. Debes comprender que eres diferente a cada miembro de tu familia. El enfoque del problema que cada uno tiene con Eco es lo que los une, y para ayudarla, debo conocer su entorno —explicó Maggie, con tranquilidad y seguridad.
—Espero que puedas ayudar, respeto tu profesión, pero lo que enfrentamos no es un problema fácil de resolver —respondió Edward, con desdén, mientras Maggie anotaba: "Carácter: conocedor, petulante, reacio".— Ten cuidado con lo que dices.
—Respeta mis pensamientos; no tienes derecho a invadir mi espacio mental —siseó Maggie, manteniendo su postura tranquila y segura.— Bien, ¿por qué no tienes una buena relación comunicativa con la joven Eco?
Edward bufó, visiblemente incómodo y molesto por la actitud de Maggie. Sin embargo, decidió ceder por el bien de su compañera y Carlisle.
—Toda nuestra mala relación comenzó cuando ella se relacionó con el "chucho". Desde entonces, nuestras opiniones chocan. Ella escucha mis motivos y luego me ignora —dijo Edward, con frustración.
—¿El "chucho"? ¿A qué te refieres con eso? —preguntó Maggie, desconcertada. Sin embargo, observó indicios de mentiras en su aura.— Estás mintiendo. ¿Qué estás omitiendo, Cullen?
Edward lo miró incrédulo, tragó saliva y trató de disimular su sorpresa.
—No... estoy diciendo la verdad —dijo, dudando.
—Entonces estás omitiendo algo. ¿Por qué no te escuchó? —preguntó Maggie, con una mirada inquisitiva.
—Eso no te concierne —siseó Edward, visiblemente molesto.
—Claro que sí. Si no tienes una buena relación con ella, este problema no se solucionará mágicamente. Sé maduro y acepta tu responsabilidad —dijo Maggie, igualmente molesta. No quería perder tiempo con excusas infantiles.
Edward golpeó la mesa con frustración.
—¡No soy un niño inmaduro! Ella no me escuchó porque le dije que no me gusta su compañía y que no quiero al "chucho" cerca de ella. Ella me respondió que es su vida y que no me meta —gritó, preocupado y molesto.
—Entonces, es comprensible que te ignore. Nadie debería ser obligado a vivir según las decisiones de otros o ser tratado como un objeto de propiedad. Todos somos seres vivos con derecho a nuestras propias decisiones, incluso si somos vampiros —contestó Maggie, defendiendo los derechos individuales con firmeza.
Siobhan y Liam sonrieron al escuchar el carácter decidido de su hija, orgullosos de su postura. Sin embargo, Maggie continuó con otra pregunta.
—¿Quieres resolver la mala comunicación que tienes con ella? Si tu respuesta es sí, necesitarás trabajar en reducir tu actitud controladora y manipuladora. ¿Aceptas mi ayuda? —preguntó, levantándose de la silla para enfrentar a Edward con una expresión seria.
«Solo no me hagas perder el tiempo si tu respuesta es no» pensó Maggie, manteniendo su seriedad.
—Sí quiero arreglarlo, pero no soy lo que me acusas. Solo quiero protegerla del peligro. ¿Qué tiene de malo protegerla de los lobos? Ella es solo una niña —gritó Edward, mostrando su preocupación y frustración.
De esta manera, dos cosas quedaron claras para todos, especialmente para Maggie: Edward Cullen había encontrado a su compañera y estaba preocupado por cómo cuidarla de manera saludable. Maggie se comprometió a ayudarlo a lograr una relación sana con Eco, y esperaba que, al encontrar a su propia pareja en el futuro, pudiera ofrecerle una actitud equilibrada y amorosa.
Y, por último, Siobhan se mantendría alerta con Edward Cullen por su actitud hacia su hija Maggie, lo que llevaría a futuros choques entre la doctora y su paciente en las próximas sesiones.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top