🦎 Capítulo 3

Jasper decidió entregar el pequeño camaleón a su pareja, quien, con suma ternura y delicadeza, lo colocó en el centro de su palma. Luego, cubrió al pequeño reptil con su otra mano, formando una cúpula protectora para evitar que la velocidad y el viento lo perturbaran, especialmente bajo la somnolencia que Jasper inducía.

Sin más, todos se dirigieron hacia la casa del Clan Denali, cuyos miembros los observaron intrigados por la extraña escena. Rosalie y Emmett llegaron como los últimos, Rosalie mostraba claramente su molestia ante lo que parecía estar a punto de revelar la vidente del Clan Cullen.

—¿Por qué trajeron a una bebé? —preguntó Edward, siendo el primero en romper el silencio.

Las hermanas Denali se sintieron aún más incómodas, pero al observar con atención, no veían lo que Edward aseguraba escuchar.

—¿Una bebé...? —repitió Jasper, confundido, mientras veía la sonrisa crecer en los labios de Alice.

—¡Entonces es Pascalita! —exclamó emocionado y victorioso Emmett.

—No la llamaremos así —regañó Rosalie, cruzando entre las hermanas, visiblemente molesta por no entender por qué ese pequeño animal era importante para la familia.

—¿Es ella, Alice? —preguntó Edward, incrédulo.

—Parece que no necesitábamos saber su género hasta que creciera. Nos facilitaste las cosas, Edward —dijo Alice con entusiasmo, abriendo la cúpula que sus manos formaban para mostrar el camaleón a Edward—. Encontró a Rose.

Rosalie gruñó al recordar lo sucedido, y Edward comprendió de inmediato, con una chispa de diversión en su mirada. «Curiosa forma de encontrarla», pensó.

—¿De qué hablan? —preguntó Kate, cruzando los brazos.

—Siempre son raros, no los entiendo. Tanya, vamos a cazar —farfulló Irina, desinteresada.

—¿Qué tan importante puede ser un camaleón? ¿Dónde se escucha la bebé? Explícanos, Edward —reclamó Tanya, curiosa.

—Hay una voz de niña, balbuceando cosas al azar, que se hace más fuerte cada vez que miro al camaleón —explicó Edward, mientras observaba cómo el pequeño reptil seguía dormido en la pequeña mano de Alice.

—Eso es muy turbio. ¿Por qué sería así? —preguntó Kate, ceñuda.

—No lo sabemos. Pero esa cría será alguien muy importante para mi familia, para el Clan Cullen... cuando crezca, al parecer —explicó Edward, feliz pero cauteloso, tratando de controlar sus impulsos.

—Sin duda no los entiendo, y apoyo a mi hermana: vamos a cazar. Me duele la cabeza solo de pensar cómo podría ser posible todo esto —dijo Tanya, confundida y desinteresada.

—Lo que parece decir Alice es que tal vez tengan una mascota, ¿no? —preguntó Kate, tratando de encontrar una explicación lógica.

—No exactamente... pero creo que sirve como comparación parcial —respondió Alice, dudosa.

—¿Quieres que lo cargue? —preguntó Jasper, con una extraña necesidad de proteger los sueños del pequeño camaleón, que no era más grande que una aceituna.

—Gracias, Jazz. Así me da tiempo de comprar su terrario y demás cosas —agradeció Alice, pasándole el animalito a Jasper, quien lo recibió con cuidado, mientras el camaleón seguía profundamente dormido, ajeno a todo.

—Ah... Luego investigaré qué es eso —murmuró Jasper para sí mismo, intrigado por cómo su pareja siempre sabía qué cosas comprar.

No pudo decir más, ya que Alice desapareció justo cuando Carlisle y Esme ingresaban a la casa que compartían con los Denali.

—¿Qué está pasando aquí? —preguntó Esme, extrañada al ver a la mitad de sus hijos tan serios.

—¿Edward?... ¿Por qué Alice está tan... energética nuevamente? —inquirió Carlisle, confuso.

—Porque... ¿tenemos una mascota? Alice asumió que estarías de acuerdo, ¿no? —respondió Edward, nervioso y dudoso. Odiaba cuando Alice lo ponía en situaciones comprometidas.

—Qué hermoso animalito. ¿Dónde lo encontraron, chicos? —preguntó Esme, encantada, al ver al pequeño ser verde en las manos de Jasper, quien estaba más quieto de lo habitual, sentado en la sala.

—Prácticamente, Rose lo encontró, mamá —respondió Emmett con un tono divertido.

—¿Por qué quieren tener una mascota tan precipitadamente? —preguntó Carlisle, intrigado.

—Porque Alice vio que era parte de la familia y una figura muy importante en ella. Hace tiempo que lo vio, pero nunca pensé que el momento llegaría —contestó Edward, levantando más preguntas que respuestas.

—¿Qué? —exclamó Kate, incrédula. «¿Ahora las visiones incluyen el tipo de mascota que uno puede tener?», pensó irónicamente.

—No será una mascota como tal. Pero será parte de nuestro aquelarre, Carlisle. Alice la ha visto en nuestro futuro —explicó Edward.

—Vaya... Supongo que no será un problema. Puede quedarse —dijo Carlisle, aún desconcertado.

—Qué raro suena: Un vampiro y su mascota camaleón. Es bastante estrambótico, ¿no les parece? —comentó Kate, con un tono irónico.

—Sí, pero... ¡Podremos ponerle un nombre! ¡Rose, amor, ven, vamos a buscarle un nombre! —exclamó emocionado Emmett.

El grito despertó al camaleón, que asustado se ocultó por instinto, desapareciendo de la vista de todos.

—Eres un bruto. Mira, ahora se nos perdió —gruñó Jasper, sintiendo un escalofrío en sus manos al percibir un movimiento extraño.

—Ups... Lo siento. Se me olvidó.

Y así, la familia comenzó a adaptarse a la presencia de un nuevo integrante. Quizás, después de todo, una mascota no les vendría mal. Les daría una responsabilidad diferente, alejándolos de sus propios mundos por un momento.

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