primer florecer

—Hyunnie, ¿Puedo entrar?

El joven omega soltó un suspiro, dejando de lado su aguja de bordar para responder.

—Claro, pasa.

Por la puerta apareció el alfa castaño que tanto apreciaba, sosteniendo con sus manos una charola con cientos de bocadillos y dos tazas de lo que parecía ser té.

—¿Qué haces, Seung? — el omega parecía totalmente sorprendido, pues nunca su hermano había hecho algo así para él.

—Mamá dijo que no tenías apetito, pero estoy seguro que mueres por comer algo — el alfa sonrió de lado, dándose el lujo de dejar la charola sobre la cama y montarse en ella, justo al lado del menor —. Felix me ayudó a cocinar peras al tequila y un poco de mousse de mango, sabemos que te encantan.

Los ojos del omega brillaron en demasía, pues después de tanto, sentía que su corazón volvía a latir con felicidad.

—¿En verdad ayudaste a Felix o él preparó todo solo?

Seungmin rodó los ojos con diversión a la par que llevaba su mano directo a su pecho, creando así una falsa expresión de ofensa.

—¡Me dañas, Choi Hyunjin! — espetó el alfa, ignorando las muecas que el omega le dedicaba —. Pero está bien, reconozco que Felix hizo todo. ¡Que sea omega no quiere decir que sea mejor que yo!, También puedo cocinar a mi hermano, sí me lo propongo.

—Entonces hoy no te lo propusiste.

Hyunjin comenzó a reír en cuanto miró toda la indignación cargada en el alfa, más aún cuando las feromonas de leve ira esparcieron por la habitación.

—Te agradezco que hayas hecho un presente de esta talla, eres el mejor hermano del mundo, lo sabes, ¿Verdad?

—Lo sé, pero ahora que lo dices....

Ambos ríeron a la par, disfrutando de los postres que el mayor había llevado a la habitación de su hermano, solo para que los dos disfutaran de un tiempo de calidad, que tanto les había faltado desde la caída del omega.

—Estaba pensando — Hyunjin probó un bocado de su postre de mangos, mientras se dedicaba a ver a su hermano, que parecía muy serio al hablar —. Quizá aceptaré el compromiso con Chan.

El omega pareció querer escupir todo lo que había llevado a su boca, después de escuchar aquellas palabras.

—¿Acaso haz perdido el juicio? — preguntó totalmente disgustado —. No puedes casarte sí no lo amas.

El alfa pareció no importarle, pues se encogió de hombros y siguió disfrutando de su té, dejando pasar de largo la voz del menor.

—Minho es tu opción, Hyunnie. No quiero tener mi felicidad a costa de la tuya.

El omega le miró con desaprobación, mientras se encargaba de peinar sus cabellos dorados.

—Pero tú amas a Minho, ¿Crees que yo estaré bien en un matrimonio con él, sabiendo que tú lo quieres y él a a ti?, Seung, no debes sacrificarte por mí.

—¿Y qué pasará contigo, eh? — Seungmin agachó la cabeza, evitando que cualquier rastro de lágrima se esparciera de su rostro —. Hyunjin, eres un omega muy bonito, tienes demasiadas cualidades cómo para que las desperdicies estando solo, más cuando tu sueño era tener una pequeña manada.

El aludido sollozó lastimero, dejando que las feromonas de tristeza sobrepasaran por encima del fuerte olor a Limón y Menta.

—Quizá La Diosa Luna tiene planeado mi futuro sin ninguna compañía, sí ella así lo quiere...

—¿Y lo que tanto deseas?, ¿Dónde quedarán tus sueños?

—Ya no están, Seung. N-No tengo predestinado, ¿Crees que seguiría alimentando a mi lobo de ilusiones?, Sólo nos dañaría más.

El omega se permitió llorar nuevamente, pues desde aquella noche en qué descubrió que no existía "otra mitad" para él, no había dejado de hacerlo. No podía parar de lamentarse, diciendo que toda su vida había sido una farsa, dónde se había permitido experimentar ilusiones que no le correspondían.

—Piensa en lo que te digo, Hyunnie — el alfa se dedicó a acariciar los cabellos de oro que poseía su hermano, al mismo tiempo que lograba emitir una fragancia que le pudiera calmar —. Sea cual sea tu decisión, debes avisarme, ¿De acuerdo?, Quiero que hagamos ésto juntos.

Hyunjin asintió sin decir otra palabra, solo dejándose hacer ante las suave caricias e inundando sus fosas nasales con aquel aroma tan tranquilizante. Se sentía tan indefenso que por un momento deseó quedarse por siempre ahí, siendo sostenido por los brazos de Seungmin, hasta que todo pudiera cambiar y ambos fueran totalmente felices con sus respectivas parejas.

Lamentablemente el destino no parecía sonreírle a ninguno de los dos.

El reloj marcaban las 19:34 horas, cuando Hyunjin había decidido en bajar hacia la cocina, para bajar la charola de meriendas que había disfrutado con Seungmin antes de quedarse dormidos.

—Hyunnie, que bueno te dejas ver — la voz de Yeonjun le sorprendió, demostrándolo en su olor —. Minho vendrá esta noche a cenar, ¿Piensas quedarte con nosotros?

—No lo haré, mamá, estoy algo indispuesto — mencionó con una mueca pronunciada en sus labios.

—Quizá estar con tu futuro alfa te ayude a sentirte mejor.

Yeonjun pasó por su lado, vigilando más de cerca el proceso de su tarta de fresas que había llevado al horno. Hyunjin ni siquiera se inmutó, terminó de lavar sus platos aún con la mirada inquisitiva del omega hacia él.

—Voy a trabajar — soltó repentino, siendo cómplice del grito de confusión que lanzó su madre, al igual que el plato que sostenía caía contra el piso.

—¿Mamá, estás bien?

Se hincó para tomar todos los pedazos de cerámica que se habían roto, pues Yeonjun seguía sujeto a su lugar que ni siquiera había reaccionado.

—¿De qué estás hablando, Hyunjin? — preguntó el omega mayor, en cuanto se puso a su altura —, ¿Te das cuenta de las barbaridades que estás diciendo?

El omega rubio le miró sin saber qué decir exactamente, pues no era consciente del mal que había dicho.

—Estaré viviendo sin compañía, debo ser digno de ganar mi propio dinero, ¿Acaso está mal?

—¡Claro que lo está! — le gritó altanero —. Ningún omega de nuestra familia ha trabajado, ¿Qué dirán los demás cuando se enteren?, No puedes caer tan bajo, Hyunjin.

—No es caer bajo, obtendré dinero de forma honrada, ¿Por qué está mal?

El chiquillo se levantó una vez que terminara de limpiar todo el desastre, tirando a la basura aquel plato que no era más que trizas.

—¡Los omegas debemos servir a nuestros alfas! — Yeonjun tomó a su hijo menor por el brazo —. Nuestro único trabajo es servirles y complacerlos, ¿O es que acaso quieres ser un omega que se desgasta su vida sirviéndole a varios?, ¿Eso quieres?, ¿Manchar el nombre de nuestra familia cuando digan que eres la zorra de un sinfín de alfas?

El omega rubio miró a su madre sin poder creer todo lo que decía de él, creyendo que él, su brillante diamantito, terminaría siendo un desvergonzado.

—Y-Yo sé cocinar — murmuró por lo bajo, ignorando el llanto intenso que producía su lobo —, también coser, y puedo hacer pinturas. N-No todos los trabajos son cómo tú los piensas.

—Claro, porque a un omega varón le aceptarán que haga todas esas cosas, sin malpensar en sus acciones, ¿Verdad? — Hyunjin limpió con brusquedad las lágrimas que empapaban su angelical rostro —. Entiende Hyunjin, eres un omega decente, no puedes provocar a los demás con esos ideales, ¿Qué dirá Minho cuando se entere de las estupideces que piensas?

El omega menor sólo se limitó a seguir llorando, intentando hacer oídos sordos ante los insultos de Yeonjun, que no paraba de decir que era un cualquiera y por eso no quería tomar en matrimonio a nadie.

—Sigue así, piensa en todas las desvergonzadas que haz dicho — espetó el mayor dispuesto a irse, no sin antes dedicarle una mirada asesina —. Y no te atrevas a cruzar en mi campo de visión mientras sigas con esos ideales absurdos.

La cocina quedó inundada de varios sollozos por parte del único omega ahí, que lloraba desconsoladamente por las palabras filosas que su madre le había dedicado. Sin dejar que nadie más viera su lado vulnerable, corrió escaleras arriba para encerrarse en su alcoba, mínimo ahí podía seguir soñando todo lo que no se le permitía.

Su delgado cuerpo cayó encima del suave colchón, sumiéndose en esa sensación de libertad entre las nubes, pidiendo quedarse en ese lugar por siempre.

Sus cabellos cubrieron sus ojos, tapando cualquier rastro de llanto que le delatara, soltó un suspiro antes de acomodarse en la cama, tomando una almohada para abrazar, fue que terminó entregándose al morfeo.

Definitivamente necesitaba un descanso.

La noche se colaba por cada rincón de la ciudad, lo que creía que era una ventaja en cuanto salió de su escondite, pues sabía que podía esconderse de las personas que le buscarían en tan solo supieran de su desaparición, mínimo hasta la mañana del día siguiente.

Una vez que se diera cuenta que nadie podía seguirlo, fue que se encaminó al lugar que le había entregado confort desde que lo conoció.

Su lobo brincaba en su pecho, demostrando su emoción a la vez que se acercaba más a aquel hermoso jardín junto a un lado de una clínica abandonada.

—¡Capitán! — la suave voz de un niño le llamó en cuanto le vio aparecerse.

El alfa corrió hacia el pequeño, tomándolo entre sus brazos para arrullarlo en ellos.

—Hola, bonito — saludó al cachorro, que reía ante las cosquillas que brindaba en su pancita —, ¿Qué tal todo?

El pequeño negó mientras sobaba su estómago intentando demostrarle lo que quería decir.

—Hambre.

Jeongin sintió su corazón romperse ante la escena.

—Entiendo, ¿Dónde está tu mamá?

—Fue por comida — respondió, moviéndose en su lugar para acomodarse contra el cuello del alfa, inhalando ese aroma que tanto le tranquilizaba —. Con el papá de Jjunie.

El alfa asintió mientras depositaba un beso en la frente descubierta del cachorro.

—Iré a buscar comida también, anda a jugar con Jjunie y Gugu, ¿De acuerdo?, Prometo volver pronto.

—¡Sí, Capitán!

Jeongin dejó al niño en el piso nuevamente, haciendo que tras esa acción, corriera hacia un par de omegas que cuidaban a sus cachorros, las cuales enseguida miraron al apuesto marinero mientras asentían.

—Te veo después Woobin.

Sin esperar respuesta alguna, caminó fuera de la clínica, intentando llevar a cabo lo que le había prometido al cachorro de su mejor amigo, pues ciertamente, él también tenía hambre.

Sonrió de lado cuando después de caminar por varias cuadras pudo divisar una tienda que abría las veinticuatro horas del día. Corrió hacia ahí intentando ser sigiloso, pues todo movimiento hecho, podía costarle muy caro.

Una vez que estuviera cerca, se adentró optando una posición normal, pues entre menos levantara sospechas, le favorecía más. Pasó por unos cuantos pasillos, inhalando los olores dejados por las personas que habían pasado exactamente sus mismos pasos.

Tomó un par de verduras, ropas y cuerdas mientras rebuscaba en sus bolsillos algunas monedas que le ayudaran a pagar, maldijo por lo bajo cuando se encontró que se encontraba sin una pizca de dinero.

—Woobin.

Cerró los ojos cuando el recuerdo fugaz del cachorro inundó sus sentidos.

—Disculpe, ¿Va a llevar eso?

Un beta hacía frente a la caja registradora, con una expresión cansada pintada en su rostro, totalmente entendible el sueño que cargaba.

—Yo-

Sintió sus sentidos alertar en cuanto miró al hombre levantarse, dispuesto a acercarse a su lugar. Sin esperar algún movimiento más, tomó de los objetos antes de echarse a correr fuera de la tienda.

—¿Ha perdido el juicio?, ¡No puede llevarse las cosas así!

La voz del beta se quedó atrás en cuanto salió disparado buscando una salida. Robar no era algo que le encantaba hacer, le parecía deshonesto e injusto, pero a ese punto de su vida, ya nada podía hacer para remediarlo.

Sus pasos pararon en cuanto sus piernas le pedían a gritos que le dejaran descansar, aunque no duró tanto, cuando varias pisadas se escucharon cerca de su lugar.

Siguió corriendo en cuanto vio varias linternas disparar justo en su persona.

—¡Salga de ahí, ladrón!

El alfa corrió sin darse la oportunidad de ver hacia atrás, pues sabía que con un movimiento en falso, terminaría bajo las esposas y pistolas de un par de policías.

Una sonrisa socarrona se cruzó en sus labios, justo cuando miró un par de arbustos asomarse en su campo de visión. Sin esperar nada más, corrió hacia ahí, encontrándose con un par de escaleras y macetas de todos los tipos, que habitaban en la parte trasera de una gran hacienda.

—Entró por ahí, ¡Síganlo!

Escuchó de cerca, orillándole a meterse más en aquella desconocida vivienda. Escaneó cada espacio de aquel lugar, viendo que estaba completamente oscuro, pues parecía que todo el mundo estaba durmiendo ahí.

Sujetó las cuerdas que había robado minutos atrás, con la intención de escalar a la única alcoba con sus ventanillas semiabiertas, dejando entrar las brisas de aquella fría noche.

Escaló por toda la longitud, con ayuda de las piedras que resaltaban en medio de una mala construcción de habitación. Una vez que llegó, tiró de las ventanas para abrirlas completamente y poder ingresar a lo que parecía una habitación abandonada.

Empujó de las cortinas color hueso, para así permitirse entrar y evitar dar un movimiento en falso que le hiciera caer hacia la nada.

Una vez que entró a la casa, pudo darse cuenta del palacio en el que había llegado por error. Todo parecía sacado de un castillo mismo de un cuento de hadas, pues jamás había visto tanta riqueza frente a él.

—¿Que hace usted aquí?

El fuerte olor a Lavanda con Ylang Ylang inundó sus fosas nasales, haciendo que su lobo aullara gustoso en su pecho.

Frente a él hacía un omega rubio mirándole fijamente, sin reflejar el miedo que le carcomía por dentro.

El alfa intentó dar un paso hacia delante, retractándose casi al instante cuando miró al omega ponerse en defensa contra suyo.

—Hey, tranquilo, no te haré nada.

—Le juro que sí no se va ahora mismo, gritaré con todas mis fuerzas.

Jeongin dejó de sentirse amenazado en cuanto pudo observar mejor al omega, con aquellos ojos indefensos sobre él, dándose cuenta que no le haría ningún daño.

—Entonces hágalo, Santo Omega.

El omega le miró de mala forma, pues aquel alfa frente a él no parecía ser tan educado ni amable como la mayoría con los que había convivido, no importaba sí su olor de Jengibre y Mar parecía gustarle a su lobo interior, sus ropas arapientas y esa actitud arrogante le mantenían intranquilo.

—Váyase de mi casa, por favor — suplicó en un hilo de voz, tras sentir a aquel extraño alfa acercarse hacia él.

—Necesito un lugar para quedarme a dormir por esta noche, ¿Puedo hacerlo?

—No lo conozco. Por favor, váyase.

Hyunjin soltó un suspiro en cuanto se dió cuenta de que estaba susurrando, pues aquel desconocido ya se encontraba acorralándolo contra una de las paredes cercanas.

—Soy Jeongin — sonrió contra su rostro, pegando su mentolado aliento contra el del omega apegado al suyo —. Lamento no presentarme con apellido, me hubiera gustado hacerlo, pero lamentablemente no tengo uno, ¿Es un problema para usted, Santo Omega?

El rubio intentó oponerse ante la tentación, pues no sabía a cuántos pecados podía hacer presencia aquel alfa, pero estaba más que claro que sí seguía teniendo ese olor picando su nariz, no podría hacerlo por mucho tiempo.

—Déjeme quedar sólo por hoy, se lo suplico.

Hyunjin quiso resistirse, pero fue en vano en cuanto sintió aquel fuerte cuerpo restregándose contra el suyo, provocándole uno de los sonidos que jamás en su vida había emitido.

—Alfa.

—Déjeme quedar — suplicó nuevamente, dejándose saciar por las feromonas de excitación que comenzaron a inundar la habitación —. Por favor, omega.

Sin más, logró sentir al descarado alfa olisquear su cuello, llevándose todos sus sentidos cuerdos, directo a dejarle caer en la pasión.

—Es indecente.

—Por favor.

Su cuello fue mordido fugazmente, logrando hacerle desfallecer contra aquellos brazos que le sostenían con fuerza.

—De acuerdo, alfa.

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