El Pueblo
Tales of Arcadia: 3Below no me pertenece, uso sus personajes sin fines de lucro.
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Ganaron la competencia, lo que significaba que tendrían un acceso ilimitado a ese laboratorio, Krel era el que más uso le daba, y es por eso mismo que Seamus se acostumbró a escucharlo llegar tarde a la habitación o en algunas ocasiones no llega y ya estaría en uno de los salones para la espera de la clase.
¡Esto era increíble para Tarron! Podía ver todo desde lo alto, también podía ver los pasajes y los laboratorios desde ahí a pesar por las gruesas paredes de cemento. Esto lo consiguió al modificar unos lentes y podría ver a través de las paredes; ya tenía anotado las rutinas de los guardias y dónde tenía que evitar las cámaras. En cuestión de poco, podría infiltrarse con Aja para robar las piezas que ocupaban.
— ¡Ey, Krel!—el moreno se sobresalto de su lugar, por poco su libreta de apuntes junto con los lentes hubieran caído de una gran altura—Perdón, ¿Te asusté?
—Más bien me sorprendiste, Seamus.
—Lo siento—se sentó a un lado de él, con los pies fuera de la valla de seguridad. Se veía nervioso y si Krel hubiera prestado un poco más de atención, notaría sus mejillas un tanto rojas— ¿Tienes algo que hacer mañana?
—Creo que estar aquí, no podemos salir―menciono como lo obvio.
—Mañana es día libre.
— ¿Día libre?
—Si, podemos salir del campamento por un día, y pensaba ir al pueblo a dar una vuelta ¿No quieres ir?
Krel lo miro pensativo, tenía en mente seguir vigilando el área y una que otro factor que pudiera echar a perder su plan, pero lleva varios días en la misma rutina, sin importar qué tanta música o refresco tenía; era aburrido. Pero es importante para que la misión se cumpliera sin contratiempos; aunque siendo sinceros, esa forma humanoide le exigía estar en reposo, descansar de todo lo que había recolectado y darse por lo menos un día.
—Está bien, de todas formas necesito llenar el mini-bar de refresco; ya me acabe toda la que tenía.
[...]
Al día siguiente, después de desayunar algo, Seamus y Krel fueron al estacionamiento interno del campamento, la razón era porque Johnson tenía licencia para conducir y traía el auto de su padre, era un obsequio de su parte por si quería ir al pueblo por suministros para el campamento o querer comprar algo con el dinero extra que traía.
Ambos jóvenes dieron un pequeño tour por el pueblo y concordaron que lo mejor sería dejar el auto estacionado en un parque, esto se debía a que ya no solo irán por los refrescos de Krel o el café en lata de Seamus (ambos tenían sus diversas maneras de mantenerse despierto para hacer un trabajo de noche). Querían recorrer el pueblo a pie, aunque la idea no le agrada del todo a Krel porque debía dejar la acogedora calefacción del automóvil, sabía también que el combustible que usan esos aparatos es algo molesto para la economía de cualquier conductor por lo que no podía quejarse.
Además, Seamus fue el que ofreció llevarlos, sería mejor darle el gusto al dueño del vehículo; a parte, rondar por el pueblo a pie para apreciar mejor las tiendas algo fantasmales, tendría su beneficio si halla alguna ruta de escape o un escondite por si algo falla en el robo. Pero no lo haría ya que todo lo tenía bien calculado en sus notas, por ser más que perfectas. Caminaron por un rato y Krel se detuvo al divisar una tienda de discos.
— ¿Quieres entrar?
— ¿Por qué no?
La tienda no tenía nada nuevo, apenas si tenía algunos éxitos de ciertas bandas o solistas del 2000, eso no importa. Krel había desarrollado un cierto gusto en particular con música un poco más "retro" como dirían o tal vez «más vieja» era la definición correcta, aunque no le molesta la música actual y él le gusta de todo, tenía una ligera inclinación admirable por Chuck Berry por sus solos de guitarra, admitía que el carisma de The Beatles es contagiosa, la energía de Queen es cautivadora y el singular tono de los Rolling Stones era espectacular.
— ¿Te la vas a llevar todas?—cuestiono Seamus al verlo indeciso por cuál comprar.
—Es difícil decidirse, ¿Cuál escogerías?
El rubio se lo pensó por un rato, pero negó la cabeza—Tampoco me puedo decidir.
Al final terminaron comprando esa pila de discos, aunque no afectó tanto de manera monetaria ya que Krel las agarró de la sección de liquidación, se quedó con las ganas de comprar unos vinilos; pero era mejor que guardará algo de dinero para comprar su suministro de refresco y darle un poco a Seamus para cubrir la gasolina.
Con los discos en la mochila, siguieron su recorrido por el pueblo, Krel intento ser conversador en esta ocasión para evitar pensar en el frío. Pero al hablar no solo olvido el frio que tenía, sino que también comenzó a sentir un ligero calor por la cara o sentía un cosquilleo raro en el estómago cada vez que su amigo sonreía o su voz pronuncia algo grato para sus oídos.
¡Qué raro eran las reacciones humanas!
(...)
Ya con los empaques en el carrito de compras, fueron a la caja a cobrar; no hubo ningún problema con eso, incluso Krel no se impaciento cuando escucha el ruido que hace la cajera al marcar los productos. Todo iba bien, hasta que salieron de ese mercado y se toparon con un grupo de jóvenes en el estacionamiento.
—Vaya, vaya, pero si es Johnson...
— ¿¡Chicos!?—el notable nerviosismo de Seamus no fue percibido por Krel.
—Son amigos tuyos ¿Cierto?
—Por supuesto, somos sus amigos, ¿Qué haces con este alien, Seamus?
—James, no hay que ponernos agresivos con él, es un buen chico.
— ¿En serio? Bien, dile a tu "amigo" que sí quiere un poco de dinero, hay unos trabajos que le podemos encargar―exclamo haciendo el signo del dinero con los dedos mientras los demás rían con suavidad.
—Dudo que pueda hacer eso, estamos en un día de descanso.
El chico borró su sonrisa y se acercó a Tarron— ¿No entendiste, beaner?—cuestiono mientras le jalaba del cuello de la camisa.
Krel podía sentir su mirada hostil y llena de odio ¿Por qué motivo? ¿Qué no eran amigos de Seamus? ¿No era alguna clase de broma de bienvenida? No era así, los murmullos y las miradas que tenía ese grupo de chicos lo hacían sentir fuera de lugar, que no pertenecía a ese sitio y nunca lo haría. Teniendo un pensamiento lógico, era claro eso, no eran ni del mismo planeta; pero ahora compartía la piel y ciertas características físicas que los hacían similares.
Entonces ¿Por qué tanto odio?
Seamus intervino y sostuvo la mano del agresor con fuerza—Suéltalo.
— ¿Qué? ¿Crees que podrás defenderlo? No me hagas reír.
—Te he dicho que lo sueltes.
—Amigo, se racional, son ustedes dos contra seis ¿Crees poder ganar?
—Hablo en serio—el tono de voz que uso fue completamente diferente a lo que Krel había escuchado de él.
Era compararlo con la voz de un guerrero de Akiridion-05 amenazando de muerte a un oponente si este no entendía la advertencia hecha con anterioridad. Esas palabras fueron suficiente fuertes y duras para que ese chico soltara a Krel y ocultara sus manos del frío en los bolsillos de su chaqueta, como signo de derrota.
— ¡Vámonos, chicos! No perdamos nuestro tiempo.
Krel le quería agradecer, pero Seamus a pesar de tener un semblante serio, una de sus manos, con la que detuvo la agresión; le tiembla por la adrenalina de haberse expuesto a casi una pelea. Era una reacción común en los animales, también los humanos lo llegan a experimentar, completamente de forma natural.
Krel necesita calmarlo, aunque no creía que las palabras fueran suficientes para que su compañero dejará de temblar, por lo que pensó que la mejor opción sería con alguna acción. Tal vez si agarra su mano para relajarlo fuera lo más viable; lo hizo, pero no contó con la expresión de vergüenza que tendría Seamus al hacerlo.
—Perdón, te vi temblar y pensé que...
—Claro—exclamo apartando su mano mientras la ponía en alguno de sus bolsillos—Por suerte no nos hicieron daño, ¿No es así? Hace algo de frío.
El cambio brusco de tema no le afecto para nada a Krel, en cambio, le pareció considerado que tocara ese tema—«Me muero de frío» desde que llegué.
Seamus río un poco por escuchar a Krel usar bien una expresión sin tomarlo a lo literal—Ven, te invito un café.
— ¿Café?
— ¿No te gusta? ¿O tal vez te guste más el cacao? Dejemos las cosas en el auto, donde lo estacionamos está cerca una cafetería.
Cuando llegaron a ese local muy pronto se haría de noche, por lo que pidieron sus bebidas para llevar y fueron de nuevo al rumbo para el campamento. Llegarían temprano, de no ser porque el auto se detuvo cerca de un mirador, Seamus le había dicho que no era la primera vez que se detenía de la nada, era algo que sucedía a menudo.
Krel maldijo la tecnología terrestre, se acabó, después de reparar a MADRE le ayudaría a Seamus a reparar ese auto para que fuera más eficiente, le era un poco desesperante que ya a punto de volver, fallara el vehículo.
— ¿Has pensado en repararlo?
—La verdad le hecho una que otra reparación, pero en sí es un auto heredado.
— ¿Crees que «le pueda echar un ojo»?
Seamus lo miro con el ceño fruncido— ¿Tú? Te quejaste en la clase cuando hablamos sobre los motores de cilindros.
—Es algo anticuado.
—Pues así funciona el motor—exclamo mientras abría cajuela.
Krel no lo pudo evitar y miro por el rabillo del ojo lo que sucedía con el motor, entendía muy bien la maquinaria del auto, no por nada utilizo sus piezas para hacer la matriz daxial.
—Es la batería.
— ¿Cómo estás tan seguro?
— ¿La has revisado antes?
—No.
—Entonces es la batería.
— ¿Cómo sugieres que vamos a pasar corriente con otro auto?
—Creo que tendremos que esperar a que pase uno.
Ambos muchachos cerraron el capote; tendrían que esperar, por lo menos no había toque de queda y era algo transitada esa ruta, por lo que no debía de ser mucho para que pudieran llegar antes de que fueran las doce para dormir un poco.
El cielo se veía estrellado desde ese lugar, Krel se dio la oportunidad de probar esa bebida que le invito Seamus; era una bebida terrestre a base de una fruta con un largo proceso de tostado y azucarado con leche, y con la decoración de una masa que se hace viscosa al contacto con el calor. Le dio un ligero sorbo, era muy diferente a la bebida que probo en su primer día en la tierra.
Ese cofe-fe no se comparaba con ese manjar dulce y lechoso como lo era el cacao con malvaviscos. Era agradable para su garganta y lo mantenía caliente ¡Que era lo mejor de la bebida! Miro las estrellas y pensó en su hogar y lo diferente que era con la Tierra; tan vasto y amplio que era el espacio para terminar en un lugar como ese, donde la especie que domina el planeta se creen el centro del universo, a pesar de tener conocimiento de la existencia de miles de planetas y galaxias mucho más grandes que ellos.
Tan ignorantes en conocimiento, pero había muchas personas con la ambición en explorar esa infinita inmensidad que le ofrecían, y otros solo se enfocan en extender sus conocimientos en mejorar las artes y ciencias que dominaban. Los humanos en su mayoría eran raros, tontos e idiotas; pero había muchos otros que eran interesantes.
—Mira, el espacio es genial—escapo de los labios de Krel esa trivialidad.
Tarron es listo, aunque esa palabra le queda corta, podría proclamarse como uno de los seres vivos más inteligentes que había pisado el planeta, tenía a la palma de sus manos mucho más intelecto que los científicos de renombre, así que está preparado para ver miles de posibilidades dependiendo de las variantes. Pero no espero sentir de nuevo la mano de Seamus entrelazar con la suya.
Esta vez, ninguno tenía la intención de apartarla porque no sentían tanto frío al tenerlas juntas.
―Sí, el espacio es grandioso―murmuró el rubio para sí mismo.
Estuvieron un largo rato así hasta que un auto los auxilió pasándoles algo de corriente. Con el motor en marcha y la música de uno de los discos sonando en el estero, retomaron el camino.
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