Capítulo 8
Caen las diez de la noche, y la realidad es que yo daría lo que fuera por ver las caras que pondrían los chicos si supieran lo que estamos tramando.
No puedo evitar detenerme a contemplar a mis compañeras de aventura. A un lado me encuentro a Jade y a su particular mirada tan traviesa... En cambio, por otro lado, tenemos a Alexa, quien parece más expectante de lo que debería, nerviosa y, sobre todo, con unas ganas terribles de escapar de aquí.
De alguna manera, esto me trae de vuelta viejos (y no tan viejos) recuerdos. Concretamente, me recuerda a Candice, Chloe, nuestras locuras y yo. Aunque desde luego que no hay ni punto de comparación. No era lo mismo, pero también teníamos nuestras formas de pasar el rato. Sencillamente, esto me tiene mucho más impaciente que cualquier otra broma o venganza que haya ideado junto a mis "ex amigas".
—Esto... ¿Quién será la primera? —Rompe Alexa el silencio de nuevo. No exagero si digo que lleva cosa de un cuarto de hora reproduciendo un sinfín de preguntas estúpidas.
—Tú misma —responde Jade, y no se lo piensa ni dos veces.
Hasta la persona más ingenua del mundo podría descubrir ciegamente quién es la más atrevida de las dos. Bueno, no solamente entre ellas, ya que Jade es probablemente de las personas más locas del campamento... y la chica más "diferente" que he conocido en mi vida. Y sí, lo afirmo sin apenas conocerla bien.
La cara de Alexa es la clara personificación del miedo. Sinceramente, siento que en cualquier momento echará a correr y nos dejará aquí plantadas como si nada. Quizá por eso lo considero el momento perfecto para empezar con esto.
Decido posar una mano sobre el hombro de Alexa, alentándola a ponerse un poco las pilas. En esta vida, no se puede ser tan inocente. Ella se sobresalta un poco al sentir mis dedos sobre su piel; acto seguido, se vuelve hacia mí y me mira fijamente a los ojos.
—Anda, ve —la animo—. Creo que Andrew ha ido a la piscina después de cenar.
—Eh... Ev... Evelyn —tartamudea—. Yo no... Yo no creo que pueda hacer esto.
Antes de poder articular cualquier palabra, me doy cuenta de que Jade ya la ha empujado bruscamente hacia la puerta. Después, me mira de reojo y me guiña un ojo, satisfecha.
—No te vas a librar —le suelta Jade a la más asustadiza del campamento—. De hecho, ¡mira por dónde! Te vamos a acompañar nosotras mismas.
~~
A lo lejos, distinguimos a un Andrew más bien confundido, con el ceño fruncido y observando a Alexa hablar con la inseguridad a flor de piel. Probablemente está tartamudeando otra vez. Jade y yo hemos decidido escondernos detrás de unos árboles cerca de la piscina con tal de observar bien esta curiosa escena.
—Lo va a estropear todo —murmura Jade, algo molesta.
—No seas tan dura. —Me sorprenden mis palabras—. Paciencia, fiera. Alexa no parece como nosotras.
—Claro que no lo es, eso es lo que me molesta. La pobre cree que Andrew es su príncipe azul y que se enamorará de ella tarde o temprano. Por favor, es evidente que ese tío sólo la querría una noche.
—¿Es que ella siente algo por él? —inquiero enseguida. Por alguna razón, siento que mi cara empieza a arder. No entiendo el por qué, lo que siento no es más que curiosidad.
—Algo no. —Sonríe Jade, con un rastro de compasión detrás de su mirada—. Lo siente todo. Nunca le ha hecho falta confesárselo a nadie, sólo hay que ver el brillo en sus ojos cuando él está cerca, o la sonrisa tonta en su cara cada vez que él le habla... aunque tan sólo sea para pedirle algo.
—Jade... —susurro, asombrada al escuchar a alguien como ella decir algo así.
—¿Qué?
Ella se detiene un momento a examinar mi expresión. Literalmente, parezco asustada.
—Ah, sí. Muy cursi, ¿verdad? Lo siento, no volveré a hacerlo —bromea.
—¡No, no! Bueno... un poco.
Jade vuelve a dirigirme la mirada, intentando descifrarme de nuevo. Sin embargo, no dice nada. Y yo lo agradezco. No puedo describir lo que acabo de sentir con su mini discurso sobre Alexa y sus sentimientos hacia Andrew. Es muy extraño. Puede ser que sea por pena, no lo tengo claro. Pena porque, tal vez, después de esta noche, Andrew no quiera volver a saber nada de Alexa. Por muy insensible que yo parezca, en algún rincón de mi desierta alma se esconde... quién sabe, ¿sentimientos? O incluso empatía. Un escalofrío me recorre solo de pensar que yo pueda tener algo de eso dentro de mí.
Contemplo una vez más la curiosa pareja que hacen esos dos. Me estremezco al ver cómo empieza a asomar una amplia sonrisa en la cara de Andrew. Para mi sorpresa, ella también se muestra sonriente. Eso sí, está tan nerviosa que no sabe ni dónde mirar.
Y ahora sí: empieza la acción. Él rodea lentamente a Alexa con su brazo y comienza a acariciar su hombro.
—Ya empieza lo bueno —me lee Jade la mente, mientras su sonrisa se ensancha y su mirada se llena de intriga. Trato de imitar su mueca, pero sin demasiado éxito.
Todo esto es tan raro. Y las sensaciones que me provoca esta situación lo son todavía más. De cualquier modo, no pienso rendirme ahora. No ahora que el plan puede darse por inaugurado.
Mi nueva compañera de locuras me da un codazo inesperado. Entre quejas, me vuelvo hacia ella. Jade me indica con la cabeza que mire hacia delante, donde se encuentra la próxima presa... Y ahí está Caleb. Mi turno, supongo.
—Venga, rubia. Confío en ti. Yo esperaré un poquito más para empezar con Jason.
Asiento, dudosa, y decido ponerme en pie. Respiro hondo, ahuyentando todas mis incertidumbres, y comienzo a caminar. Cada paso que doy es más inseguro. No levanto la mirada del suelo, hasta que me encuentro con unas deportivas blancas impolutas y no me queda más remedio que frenar.
Levanto la cabeza y sus ojos color miel me envuelven en cuestión de segundos.
—Hola —mi voz es seca y medio temblorosa. Me odio al pensarlo, yo siempre he sido una chica decidida.
—¿Estás bien? —me pregunta él, por lo que trato de sonreír con todas mis fuerzas.
—Claro.
No obstante, en mi cabeza no paro de preguntarme qué es lo que me pasa. Muy pronto me he compadecido de Alexa. No sé ni dónde mirar ni qué hacer, ni siquiera sé cómo seguir con esto.
Por encima del hombro de Caleb, me encuentro a una Jade intrigada y concentrada en nosotros. Solamente le falta el cubo de palomitas en mano. Ella me sonríe y me anima a seguir, moviendo los brazos. Niego con la cabeza, pero ella asiente, casi suplicando que no me rinda.
—Oye, ¿de verdad que no te pasa nada? —insiste, verdaderamente extrañado con mi comportamiento. No es para menos, estoy actuando como una idiota y no me puedo sentir más ridícula.
—No... Bueno.... Esto... ¡Oye! Necesito hablar contigo.
Caleb enarca una ceja, centrando intencionadamente sus ojos en los míos mientras se cruza de brazos. Finalmente, accede a preguntarme qué es lo que pasa.
—Verás... es sobre lo de ayer —arranco, sacando ánimos de donde no los hay.
Como respuesta, él relaja su expresión y clava su mirada en el suelo, seguro que enseguida ha captado de qué le hablo. Entonces, siento que es la oportunidad perfecta. Empiezo a guiarlo hasta donde yo quiero o, más bien, hasta donde las chicas y yo hemos planeado llevarlos.
—Ya... Bueno, no tienes porqué preocuparte por eso.
—¿Qué?
—Evelyn, te he visto todo el día pensativa y distraída y.... no me gustaría que le dieras más importancia de la que tiene. Fue solo un beso. A veces las cosas suceden, pero no significan nada.
Espera, ¿qué? Debería ser yo la que le dijera algo así. Tengo mucha experiencia soltando esos discursos, tanta que nunca pensé que sería la otra persona quien pronunciaría estas palabras.
No puedo negar que el chico de ojos brillantes color miel me ha herido ligeramente el orgullo.
—¿Me estás diciendo que me besaste, así, porque sí? ¿Sin explicación alguna?
Caleb asiente sin dudarlo ni un segundo, cosa que me enerva aún más.
He perdido la cuenta de las veces en las que he besado a otros chicos sin sentir absolutamente nada, pero no recuerdo nunca haber sido la que pide explicaciones. Algo molesta por dentro, encajo el golpe como puedo en mi cabeza, trago saliva e intento seguir con la dignidad que me queda.
—Está bien. Olvidémoslo. —Le sonrío, con esa fachada de desinterés que tan bien me sale, y después asiento con la cabeza—. Ahora me gustaría que me acompañaras un momento a mi cabaña.
—Pensé que lo íbamos a olvidar... —bromea, mordiéndose el labio inferior. El muy imbécil sabe todo lo guapo que es...
—¡No para eso, idiota!
Nos reímos mientras seguimos caminando hacia mi cabaña, de la cual estamos ya bastante cerca. Las luces están encendidas y su irreconocible risa se escucha desde aquí. Por algún motivo que desconozco, siento un nudo en la garganta. No estoy acostumbrada a sentir tantos nervios constantemente, ya que todo suele estar siempre de mi parte. Pero no es el caso y sólo puedo plantearme una y otra vez qué narices estoy haciendo.
—¿Qué hace Andrew ahí, eh? —inquiere Caleb, y yo le miro de reojo sin siquiera responder. Estoy lo suficientemente nerviosa como para fastidiarlo todo con cualquier cosa que diga.
Abro la puerta dando paso a Caleb, y entro tras él, cerrando de nuevo.
Los chicos se miran entre ellos, bastante confundidos. No entienden nada, cosa que me resulta divertida hasta que por fin distingo a Alexa. Está sentada en el suelo, rodeándose las piernas con sus brazos y con la mirada perdida en algún punto de la habitación. Me recuerda al típico perfil de niña asustadiza que aparece en toda película de terror. Intento cruzar miradas con ella para animarla a ponerse en pie, pero no hay suerte.
—¿Me vas a explicar tú por qué me ha traído Alexa a tu cabaña? —me pregunta Andrew de manera brusca y directa, recalcando ese último "tu". Sin embargo, se convierte en una pregunta retórica porque yo no estoy dispuesta a responderle.
Ahora es cuando estoy empezando a disfrutar con esto.
Unos instantes más tarde, se vuelve a abrir la puerta, y tras ella aparecen Jade y Jason Cox. En la cara de él asomaba una gran sonrisa de oreja a oreja, que podría parecer incluso ilusión. Pero claramente, sólo asomaba, porque se ha borrado inmediatamente al vernos al resto aquí.
—¿Qué es esto?
No se escucha ninguna contestación a la pregunta de Jason, nada más el golpe producido por el portazo que Jade acaba de pegar. Yo, por mi parte, le indico con la mano al recién llegado que se siente al lado de los otros dos, quienes se encuentran encima de la cama.
—Os explicaré qué es lo que hacéis aquí de una vez —anuncia Jade.
—Sí, por favor —replica Andrew, fingiendo un tono de voz más agudo a modo de burla.
—Cállate —responde ella, cortante y cansada de sus tonterías—. Bien, lo que pasa es que necesitáis daros cuenta de que no sois el ombligo del mundo. Principalmente, que no sois el centro del campamento. Que no podéis ir por ahí jodiendo a la gente porque sí y sin que se os pueda hacer nada a vosotros.
—Anda, deja de decir tonterías, friki. Para estos rollos ya tengo a mi hermana —Caleb se levanta y se dispone a salir de la cabaña pero yo rápidamente me apoyo sobre la puerta y le freno.
—Siéntate —le ordeno, esta vez mucho más seria que antes. Él pone los ojos en blanco, pero termina obedeciendo. Jade me guiña un ojo, agradecida.
—He llegado a la conclusión de que tu punto débil, Andrew, es el orgullo. Eres un orgulloso —Se acerca a su cara y le mira con cara de asco, a lo que él responde con una simple carcajada—. Me apuesto lo que sea a que no le pedirías perdón a Evelyn por lo del colchón. Y menos, detrás de una cámara y un poco más... arreglados.
Jade señala la cámara que hay sobre la cómoda de mi cabaña. Es una canon digital y le debió costar un dineral a mis padres en su momento.
Después, empiezo a sacar ropa de mi armario: nada más y nada menos que tres disfraces algo infantiles que Jade ha conseguido de... Bien, no tengo ni idea de dónde lo ha sacado. El caso es que, si vamos a hacer esto, que sea bien divertido para nosotras. Y para el resto del campamento, que obviamente lo verá.
—Pues claro que no, no tengo porqué hacerlo —responde Andrew, con ciertos aires de superioridad y alzando el tono de voz más de la cuenta—. No fue más que una broma de mierda. Una broma de bienvenida.
—Ya, claro —intervengo, indignada—. ¿Qué tal si te hacen a ti una broma parecida el primer día que entras en un campamento, rodeada de gente nueva que se ríe de ti?
—Joder, dejad de hablar como si fuera un delito —se mete Jason en la conversación.
—Lo que no entiendo es qué hago yo aquí. Os estáis equivocando conmigo. Yo no he participado este año.
—Mientes, Caleb —afirma Jade, muy segura, pese a que él siga ensimismado—. Y dejadme terminar: tenéis que vestiros de vaca, de cerdo y de cocodrilo. Luego, grabaréis un vídeo los tres juntos, en el que Andrew pedirá perdón a Evelyn y prometerá que no volverá a hacer esta broma a ningún nuevo compañero de campamento.
Andrew pone los ojos en blanco y yo me aguanto la risa. La verdad es que suena absurdo, pero tiene su gracia que parezca el castigo de una profesora de parvulario.
—¿Y si no...?
—Y si no nada —respondo—. O lo hacéis, o de aquí no os movéis.
—Vale. Una cama menos para ti. —Intenta picarme Andrew.
—No, perdona. Yo tengo tres camas entre las que elegir. La tuya, la tuya y la tuya. —Señalo a los tres chicos—. Pero me temo que vosotros no tendréis otro remedio que dormir los tres juntitos... A no ser que grabéis el vídeo.
—Ni hablar.
—Vamos, Andrew. Trágate el orgullo por una vez en tu vida, tío —le suelta Caleb, pillándonos a todos un poco desprevenidos.
El aludido abre los ojos como platos y tarda unos instantes en encajar las palabras de su amigo.
—Perdona por no ser un don perfecto como tú, tío, que todo te parece bien —espeta Andrew. Si no fuera una de las personas más insensibles que jamás he conocido, diría que está dolido—. Tú no lo entiendes. ¿Qué credibilidad tengo yo ahora en el campamento, grabando este estúpido vídeo?
—¿Lo vais a hacer o no? —interrumpo.
—¡No! —gritan al unísono Jason y Andrew.
—Sois unos cobardes... —murmura Caleb. Parece indignado con ellos. Al menos esto me está sirviendo para darme cuenta de que opina por él mismo y que no tiene miedo de ponerse en contra de ellos.
Jade los fulmina con la mirada. Tengo que admitir que, si fuera uno de ellos, estaría temiendo por mi vida. Esta chica tiene aún más carácter que yo.
—Bien, pues aquí os quedáis. Evelyn y yo nos vamos. Alexa se quedará con vosotros.
Un par de horas más tarde, Jade y yo nos encontramos sentadas en el césped, apoyadas en el tronco de un árbol cualquiera. Apoyo mi cabeza sobre una mano, pensativa. Me pregunto cuánto tardarán esos tres en grabar ese dichoso vídeo. Seguro que incluso se han estado peleando entre ellos.
Transcurren unos cuantos minutos más de silencio, hasta que la voz de Jade me devuelve a la realidad:
—A ver, ¿qué es lo que te pasa?
—¿Me pasa algo?
—Obviamente que sí.
Levanto la mirada y descubro que no hay forma de escapar de la insistencia de Jade. No lo he intentado, pero lo puedo intuir por la manera en la que se parece a mí. Y yo no paro de darle vueltas a la cabeza. Ya que ella es la única persona del campamento a la que le contaría un secreto, quizá sea bueno sacarlo fuera.
—¿Sabes qué, Jade? Me parece que no soy la misma.
—¿Y...? Tía, sé que soy lista pero tampoco pillo las cosas tan rápido —Ríe.
—Verás, me siento muy rara... Sé que sólo llevo dos días en el campamento, quizás menos, pero esto es como otro mundo para mí. Yo siempre he creído que estoy en la cima del mundo, pero aquí sólo soy una más. Y después de todo, me extraña no sentirme mal con ello.
En medio de mi confusión, veo como abre la boca con tal de responderme, pero no se queda en más que un intento. Jade mira por encima de mí y veo cómo empieza a fruncir el ceño.
De repente, siento un mano sobre mi espalda y doy un brinco antes de darme la vuelta.
No puede ser. Ahí está él, agachado sobre sus piernas, detrás de mí. No va disfrazado ni mucho menos, por lo que me temo que nuestro plan ha resultado en un gran fracaso.
—Antes de planear una venganza, o una broma, hay que buscar buenos cómplices. —Empieza a decirnos Andrew. El muy engreído parece haberse salido otra vez con la suya—. La teníais a la pobre esclavizada... Tan sólo me ha bastado con decir cuatro tonterías y regalarle un poco los oídos para que hiciera lo que quiero.
Se levanta y se aleja un poco. Yo ya estoy hecha una furia cuando termina por decir:
—Ah, y no juguéis conmigo, chicas... No es tan fácil. Nadie puede con Andrew Cooper.
Editado el 31 de mayo de 2023 por la autora.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top