Capítulo 34
—¿A qué has venido, Caleb? —repite Andrew por enésima vez. Se nota a mil leguas que la presencia del otro no le agrada en absoluto.
Aunque tampoco es que a mí me haga mucha gracia estar sentada entre dos tíos que ahora mismo parecen detestarse. Es más, odio ser consciente de que, en algún momento, tendré que mediar entre ellos, ya que la opción de unirme a sus estúpidas discusiones no haría más que tensar el ambiente.
—No seas pesado. Ya te he dicho que Jade me invitó —replica Caleb con una sonrisa encantadora que a Andrew le debe de estar irritando. A mí, en cambio, no molesta para nada. De hecho, se me hace cálida y agradable.
—Pero no pintas nada aquí, acéptalo.
—Sí, tienes razón —ironiza, y suelta una carcajada que muestra sus blancos y perfectos dientes—. Es mucho más lógico que pases el rato a solas con Evelyn.
Andrew lo mira con los ojos entornados, a lo que yo resoplo con fuerza. Parecen dos niñatos peleándose por un juguete, mientras yo me limito a observarlos como quien mira un partido de tenis, moviendo la cabeza de un lado a otro. Sólo puedo pensar en cuándo piensa llegar la responsable de este desastre: Jade.
No obstante, ese momento no parece llegar nunca. No sé en qué mierda andará mi amiga con el cretino de Jason Cox, pero yo ya he tenido suficiente con estos dos.
En medio de una de sus peleas, me pongo en pie y me sitúo frente a ellos, cruzada de brazos y con el semblante muy serio.
—¡Escuchad, par de idiotas! —exclamo con un tono de voz firme, llamándoles la atención y haciéndolos callar de golpe—. No estoy aquí para ver cómo os decís tonterías el uno al otro. Si vais a seguir así, prefiero volver a mi cabaña y se acabó.
Ambos me miran atentamente. Me resulta gracioso que parezcan incluso asustados. Me encantaría reírme a carcajadas, pero no puedo hacerlo. Perdería toda mi credibilidad.
—Podemos... jugar a algo —murmura Caleb, en un intento de calmar el ambiente.
—¿Como qué? —contesta Andrew de mala gana.
—Verdad o atrevimiento —respondo a toda prisa—. ¿Qué os parece?
Andrew se encoge de hombros y Caleb asiente con otra de sus sonrisas cautivadoras. Sé que con esto no conseguiré que vuelvan a llevarse bien milagrosamente, pero, por una noche, es posible que dejen sus diferencias a un lado... aunque sea solamente para jugar a este dichoso juego. Un juego al que puedo sacarle mucho provecho, cabe decir.
Entusiasmada, me siento en el suelo con las piernas cruzadas al ver que ellos no pretendían moverse del sitio. Agradezco infinitamente haberme puesto unos shorts en vez de vestirme con una falda o un vestido.
—Andrew —lo llamo; él se vuelve hacia mí enseguida—. ¿Verdad o atrevimiento?
Éste alza una ceja y esboza una sonrisa arrogante. No hay dudas: este es el Andrew de siempre.
—Verdad.
Me encanta verlo tan seguro de sí mismo, precisamente porque no debe esperarse lo que le voy a preguntar.
—¿Por qué de repente has cambiado tu forma de ser conmigo? —Ya lo he soltado y no pienso arrepentirme. Tenía que aprovechar la oportunidad.
—Pero... Se supone que la respuesta tiene que ser un sí o un no.
—¿Qué más da, Caleb? Ya que jugamos, hagámoslo a nuestra manera —añade Andrew. Todo sea por llevarle la contraria.
Me paro a observar detenidamente su reacción. Ha intentado que la arrogancia en su sonrisa no desapareciera, pero ésta se ha tornado más bien oscura y nerviosa. Por otro lado, desviar la mirada justo después de mi pregunta no le ayuda mucho que digamos.
—Bueno, no me caes mal —empieza a decir, recuperando su prepotencia por momentos—. De hecho, nunca me has caído mal. Tú y yo nos parecemos más de lo que crees.
—Eso no responde a mi pregunta.
—Ya, pues lo siento mucho. Espera a que llegue tu turno otra vez. Y a la próxima, piensa bien tu pregunta, rubia —sugiere orgulloso. A continuación, me guiña un ojo.
¿Quién mierda se cree para dejarme con la palabra en la boca? Tengo que reconocer que tiene demasiada perspicacia, pero eso no significa que yo no la tenga. Que se vaya preparando para las próximas rondas.
—Caleb, amigo —ironiza Andrew—. ¿Verdad o atrevimiento?
El aludido se mofa, soltando una risita de lo más falsa. Luego, me pierdo cuando clava sus ojos ámbar en los míos por un segundo. Yo no articulo ni una palabra, por lo que se vuelve de nuevo hacia Andrew, que debe estar maquinando una de las suyas.
—Verdad.
—Genial, tú mismo te lo has buscado... —le advierte, mirándome de reojo al mismo tiempo. Inmediatamente, los nervios se instalan en mi cuerpo porque, sin duda, Andrew es capaz de preguntar todo lo que se le venga en gana—. ¿Te gusta Evelyn?
Me estremezco al instante. Será capullo... Tal y como yo pensaba, Andrew tiene las agallas de ponernos a ambos en un aprieto y quedarse tan tranquilo. Y ¿qué pasa si Caleb dice que sí? ¿Cómo debería comportarme con él a partir de ahora?
Maldito jueguecito... Solamente a mí se me ocurre meterme en semejante enredo.
—Sí —responde sin dejar de sonreír. Abro los ojos como platos, y juro que por un momento el tiempo se detiene ante mí. Lo peor es que, después de su sinceridad, me observa tranquilamente, como si no se me acabara de declarar—. Me encanta Evelyn como persona. Creo que es una buena amiga.
Entre aliviada y extrañada, le devuelvo la sonrisa. Pues claro, "una buena amiga", eso es todo lo que Caleb podría ver en mí. Y supongo que esa es la respuesta que yo esperaba por su parte. ¿Cómo he podido pensar lo contrario?
—No me refería a eso.
—Lo siento mucho, Andrew. Para la próxima, piensa bien tu pregunta —repite su frase, imitando así su tono de voz y su forma de hablar.
Acto seguido, Caleb se ríe y, con ello, me hace reír a mí también. En el caso de Andrew, esto último no parece haberle sentado muy bien. Aunque, a juzgar por cómo me mira, no sé si lo que le ha afectado ha sido el comentario o el hecho de que a mí me haya resultado gracioso.
—¿Verdad o atrevimiento, Evelyn? —inquiere Caleb.
—Atrevimiento.
Parece que los chicos no esperaban mi respuesta firme y contundente, puesto que cruzan miradas entre ellos, confundidos.
—No tengo ni la menor idea de qué puedes hacer. —Frunce el ceño Caleb.
—Olvídalo. Eres un caso aparte. —Andrew pone los ojos en blanco—. Yo te diré qué hacer, Evelyn.
Y así es cómo he terminado confesando por mensaje de texto a todos y cada uno de mis contactos que quiero tener relaciones sexuales con ellos. Andrew y su mente perversa.
Aunque no todo ha sido tan asqueroso, la verdad. Entre otras cosas, también he descubierto que Caleb y Jade se besaron el año pasado jugando a "la botella". Tendría que haber estado ahí para presenciar ese incómodo momento.
De Andrew he averiguado que su mayor complejo es su altura. No puedo creer que alguien como él haya admitido que le gustaría medir unos centímetros más, aunque también ha dicho que, de todas formas, está perfecto. Después de todo, nunca dejará de ser un engreído.
Vamos por quién sabe qué ronda y parece que ya hemos cogido bastante confianza. Al menos, yo la necesitaba para preguntar lo que quería:
—Esta va para los dos: ¿por qué creísteis a Candice por encima de mí? Sé que no me conocíais lo suficiente, pero es que no me disteis ni un voto de confianza...
—Ella nos dio una falsa versión de vuestra historia —confiesa Caleb—. Se hizo la víctima y lloraba diciendo que no entendía por qué te comportabas así con ella. Y este imbécil y yo nos lo creímos todo.
—Nadie te ha dado permiso para insultarme... pero tienes razón —añade Andrew, razonando quizá por primera vez en su vida—. No sé por qué le hicimos caso. Además, todo apuntaba a que las cosas eran todo lo opuesto a lo que realmente son.
—¿A qué te refieres? —pregunto, matando así toda mi curiosidad.
—Todo lo que te hacía Candice a escondidas y sin que nadie se enterara, tú se lo devolvías enfrente de todos. ¿Recuerdas el día del caos de la Coca Cola? ¿O cómo se le quedó el pelo con todo eso que le pusiste en el champú?
—En mi defensa, tengo que decir que lo de la Coca Cola lo provocaste tú mismo. Yo solamente te mojé con un vasito de agua de nada. —Alzo las manos en señal de inocencia, aunque disfrutando del momento—. Y lo del desastre multicolor en su pelo fue obra de Jade.
—Jade es una arpía. —Ríe Andrew entre sus propias palabras.
—Sí, puede que tenga ideas locas. Pero nada que pueda compararse con la maldad de Candice. Además, Jade fue la única que estuvo conmigo en todo momento cuando esa bruja se obsesionó conmigo...
—¿Eso es una indirecta?
Niego con la cabeza en dirección a Caleb. No quiero admitirlo, pero tal vez sí esperaba un poco más de apoyo por su parte. Sin embargo, tampoco le guardo rencor, puesto que él no conocía toda mi historia con Candice. Y es a mí quien me costó un mundo hablar sobre ese tema.
De todos modos, ahora me siento mejor que nunca. Le he sacado la careta a la persona más falsa y mala del mundo, que es nada más y nada menos que mi ex mejor amiga.
—¡Oye! ¡Abre! —Me sobresalto al escuchar a alguien más detrás de la puerta. Parece que alguien busca nuestra atención.
Caleb resopla resignado, para después ponerse en pie y caminar hasta la entrada de la cabaña. Aun así, es Andrew el que corre hasta alcanzarlo y adelantarse a abrir la puerta.
—Andrew, es muy tarde para que... ¡¿Caleb?! ¿Qué estás haciendo aquí?
Enseguida reconozco su voz, sobre todo porque ver a su hermano aquí ha sacado lo peor de ella. Es Emily. Desde aquí puedo verla por el pequeño hueco entre los dos chicos. Viste un pijama lencero gris y azul de lo más veraniego y está cruzada de brazos (como siempre). Su rostro no desprende alegría precisamente.
—¿Tenéis idea de la hora qué es? —se queja ella, aminorando su tono de voz como si volviera de pronto a la realidad—. Son más de las cuatro de la mañana. ¡Deberíais estar durmiendo!
—¿Y tú? ¿Qué haces despierta, hermanita?
No puedo evitar soltar una risita ante este último comentario por parte de Caleb. Entonces, caigo en la cuenta de que no debería haber abierto la boca. Inmediatamente, intento controlar mi respiración, pero la monitora sería capaz de captar hasta a una mosca.
Emily se abre paso entre ellos de forma brusca. Al verme, la expresión en su rostro se transforma por completo. Enseguida empieza a andar hacia mí, pero antes, se vuelve hacia Caleb con cara de pocos amigos. Creo que puedo leer sus pensamientos con sólo escrutarla, y es que debe estar furiosa. Todavía lo estará más recordando cómo la noche anterior me pidió que me alejara de su hermano... y aquí estoy, de nuevo con él.
Decidida, vuelve a centrarse en mí y me dedica una mirada matadora:
—Mañana hablaré contigo —sentencia, cortante y fría—. Y ahora, más os vale iros a dormir a vuestras respectivas cabañas. Que tengáis buenas noches.
La monitora da media vuelta y se va exactamente por dónde ha venido. Ya decía yo que estaba siendo demasiado comprensiva conmigo el día de hoy...
Me da rabia tener que marcharme justo ahora que empezaba a divertirme, pero Caleb y yo finalmente nos despedimos de Andrew. Acto seguimos, salimos al exterior y nos dirigimos a nuestros cuartos.
De camino, pasamos por la zona de los baños y le aviso de que tengo que entrar un momento. Caleb se empeña en esperarme y, aunque yo le digo que no es necesario, él insiste hasta que me doy por vencida.
Cuando me estoy lavando las manos, me llevo un susto inesperado al ver a través del reflejo del espejo una puerta abrirse. De uno de los compartimentos sale una chica de melena larga y pelinegra a la que reconozco al instante.
—Alexa, ¿qué haces despierta? —musito. La verdad es que no me suena haberla visto durante la cena de hoy.
Mis alarmas no tardan en saltar cuando no emite ninguna respuesta. Incluso me atrevería a decir que parece aturdida por alguna razón que desconozco. Cuando se da la vuelta tras cerrar la puerta, por fin le veo la cara. No sé si es la luz blanquecina del baño, pero la noto más pálida de lo habitual. De hecho, apenas camina con normalidad. Quiero pensar que simplemente está algo adormilada.
Sin embargo... Oh, no. Se acaba de caer.
Creo que con solamente presenciar este momento me he puesto igual de blanca que ella. Si no me equivoco, Alexa acaba de desmayarse aquí mismo. Delante mío. De la nada.
—¡CALEB! —grito con todas mis fuerzas al comprobar cómo los labios de ella van perdiendo el color.
Él, alarmado, abre la puerta de un solo golpe. En cuanto me ve, mis ojos están a punto de salirse de sus órbitas. Me he quedado completamente inmóvil, incapaz de decir o hacer cualquier otra cosa que no sea señalar a Alexa desplomada en el suelo. Es más que obvio que nunca había estado en una situación así.
Afortunadamente, Caleb me entiende enseguida y corre hacia ella directamente.
—Pero ¿qué le ha pasado?
—Yo sólo... Ha salido... Estaba muy blanca... ¡No lo sé!
—Tranquilízate. —Levanta la mirada. No sé cómo lo hace, pero en momentos como este, es mirarme y sonreírme de esta forma y asombrosamente consigue calmarme al instante—. Vete a dormir, Evelyn. Yo me ocuparé de esto.
—¿Estás seguro?
—Claro que sí. Ve a tu cabaña —me ordena mientras levanta a Alexa del suelo y la sostiene entre sus brazos como si fuera una pluma—. Anda, descansa.
Caleb da un paso hacia mí e, inesperadamente, me propina un beso cariñoso en la mejilla. Sin embargo, estoy tan atónita que ni siquiera puedo reaccionar. Luego, empieza a alejarse hasta que le pierdo de vista.
Yo, por mi parte, me quedo con un "descansa tú también, Caleb" atrapado en mi garganta.
~~
—¡¿Que a Alexa le ha pasado qué?! —reacciona mi amiga a lo que acabo de contar. Le ha impactado tanto que ha escupido la leche que iba a ingerir y, en el acto, ha salpicado un poco a Andrew.
—Qué asco... —gruñe el afectado, limpiándose la cara.
—Baja la voz, Jade —le pido, agradeciendo que todavía seamos los únicos en el comedor.
—No puedo, Evelyn. ¡No puedo! ¿Sabéis lo que puede significar que Alexa se haya desmayado?
Segundos después, es aún más consciente de lo que ella misma acaba de decir y abre los ojos y la boca con mucha intensidad.
—No debería haber dicho eso. Lo siento...
—Para el carro, amiga —le corto—. No tires la piedra y escondas la mano.
Ella resopla y deja caer su mirada sobre el plato que tiene delante. Cualquier otro día diría que se debe a la comida que falta en el mismo, pero ahora sé que no es más que una forma de escapar de mi mirada.
—Habla.
—Ya va, ya va —accede, un poco rápido para ser ella—. Pero como esto salga de estas cuatro paredes, a Andrew le castraré y venderé sus partes íntimas a la mafia rusa. Y en cuanto a ti... Bueno, ya se me ocurrirá algo para ti.
—Dios mío, estás loca. —Andrew se tapa la cara con las manos.
—Al grano, Jade.
—Está bien... No sé si te acordarás, Andrew, aunque puede que ni siquiera te dieras cuenta. El año pasado, a Alexa le daban muchísimos bajones de este tipo. Yo era la que más tiempo pasaba con ella y terminó contándome por qué le pasaba... —Entonces, detiene su discurso por un segundo y mira al vacío. No puedo evitar pensar que hay algo más grave de lo que creo detrás de esto—. Parece ser que no se cuida a sí misma lo más mínimo. No sé si me entendéis...
Puedo intuir por dónde van los tiros, pero me gustaría que Jade fuese un poco más concreta. Ella nos escruta, comprobando que ambos le estamos poniendo mucha atención al tema, así que se decide a continuar:
—Alexa no estaba bien. Me contó que ese año había perdido mucho peso y su único objetivo era no recuperarlo.
—De eso sí que me acuerdo —interviene Andrew. Para mi sorpresa, se está tomando este asunto con mucha seriedad—. Alexa ha cambiado muchísimo físicamente.
—Entonces, ella sufre algún tipo de trastorno...
—Alimenticio —completa Jade—. Desgraciadamente, creo que sí. Siempre le ha importado demasiado lo que puedan pensar los demás, y quizá por ese motivo se deja llevar tan fácilmente por la gente. Yo hablé con ella antes del verano y, al parecer, ya lo había superado. Claro que tal vez eso nunca termina de superarse...
Sin poderlo controlar, retrocedo al momento en que Alexa sostenía un plato lleno de tortitas y Candice le soltó aquél maldito comentario.
—Vaya... —Suspiro.
—Sí. Esperemos que el desmayo no tenga nada que ver con eso.
—Jade, creo que justamente tiene que ver con eso.
Ella se vuelve hacia mí y sus ojos me piden a gritos que me explique.
—¿No lo recuerdas? Candice, Alexa, tú, dos torres de tortitas...
De pronto, Jade posa una mano sobre su frente y apoya sus brazos sobre la mesa. Cierra los ojos con fuerza, y cuando los vuelve a abrir, todo lo que veo es pura rabia.
—Dios mío, esa chica está perturbada —suelta entonces, refiriéndose claramente a Candice—. Necesita un médico urgentemente.
Le tengo que dar la razón absoluta. El tema es muy serio. Tan serio como que la salud de una persona está en medio de todo esto. Parece ser que Candice sigue haciendo daño, incluso después de haberse marchado.
—Buenos días. —Es Chloe quien cruza la puerta. Aprovechando que Emily todavía no anda por aquí, se sienta en la misma mesa que nosotros—. ¿De qué habláis?
—Pues... ¿Sabíais que a Andrew le avergüenza su altura? —Intento desviar el rumbo de la conversación.
—¡Oye! ¿Eso no iba a quedar entre nosotros tres? —se indigna él, para después hacer pucheros cual niño pequeño hasta conseguir que mi risa estalle. Menudo tonto...
Mis ojos sólo se desvían de los suyos cuando el sonido de unos tacones comienza a resonar por todo el comedor. Emily acaba de llegar y su mirada no tarda en alcanzarme. La verdad es que no estoy preparada para otro de sus sermones, ya que seguramente va sobre el tema de siempre: su hermano. Últimamente, esto se está volviendo demasiado habitual.
—Evelyn, acompáñame, por favor.
Aunque no me hace especial ilusión, obedezco y me levanto tras despedirme de Andrew, Jade y Chloe. La monitora no se ha molestado en esperarme, por lo que me apresuro a salir del comedor para llegar hasta ella.
Cuando por fin la alcanzo, la sigo hasta donde sea que me quiera llevar. Ella no dice ni una palabra y se masca la tensión, mientras yo prácticamente le piso los talones. Fui una ilusa al pensar que desenmascarar a Candice sería suficiente para dejar de ser el blanco fácil de Emily.
Camino con la cabeza gacha. Ya ni siquiera siento nervios cuando la monitora me llama la atención, y me resulta gracioso que sus charlas se estén convirtiendo en una costumbre.
Lo que sí que no me esperaba es lo que sucede a continuación. No puedo negar que no doy crédito cuando levanto la mirada y los veo a... ellos. Juntos. Descubro a Alexa y a Caleb andando el uno al lado del otro, una imagen que no creo haber visto hasta el momento.
Probablemente, están yendo a desayunar. Él luce una sonrisa sincera en la cara, mientras que ella parece encontrarse mucho mejor que anoche.
Sin embargo, eso no es lo más impactante. Y es que... ¿La camiseta que lleva Alexa no es de Caleb? A ella le queda larga y grande y podría usarla a modo de vestido. Además, juraría que se la he visto puesta a él algún día.
No hace falta ser un lince para descubrir que eso significa una cosa: Alexa ha dormido con Caleb. Parece que el susto de anoche podría haber tenido su final feliz... Aunque sería muy raro que pasara algo entre ellos, ¿no? Nunca han tenido mucha relación, así que imagino que sólo la estaría cuidando.
De todos modos, ¿a mí qué más me da? Si yo no soy más que una "buena amiga" para Caleb.
Editado el 25 de junio del 2023 por la autora.
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