Capítulo 17

Al parecer, a Chloe le ha resultado muy graciosa la situación. No ha dejado de mirarlos con atención desde que ha vuelto del baño. Me pregunto cómo le puede parecer divertido que tres tiarrones se declaren la guerra con la mirada... A mí me parece de lo más patético.

Los chicos no se han movido en varios minutos. Literalmente, parecen estatuas... y esto está empezando a ser cada vez más irritante e incómodo. La tensión se puede palpar perfectamente, y ya casi doy por hecho que la opción correcta es que Andrew y Caleb conocen a este tipo.

—¿Hola? ¿Qué pasa? —inquiere mi amiga, mientras da palmadas al aire. Está de pie junto a la mesa con los brazos cruzados y apoyando todo su peso en una pierna.

Ni siquiera eso basta para apaciguar las miradas encendidas de Andrew y de Caleb. Ahora ya ninguno de los dos se molesta en ocultarlo, lo que despierta mi intriga por conocer qué habrá ocurrido entre ellos. ¿De dónde viene tanto rencor?

—Debería irme —dice finalmente el chico del Audi, cuyo nombre aún no conozco. Las caras de los otros dos se iluminan de golpe.

—Sí, será lo mejor —se apresura a responder Andrew, con una sonrisa de oreja a oreja mezclada con algo de malicia.

El muchacho no contesta, simplemente se limita a hacer oídos sordos tal y como si le hablara un niño pequeño sin argumentos.

A continuación, el amiguito de Chloe pasa cerca de esos dos con tal de llegar hasta mi amiga. Entonces, descubro a Caleb alargando su pie justo por donde este chico va a pisar y éste no puede evitar caer boca. Evidentemente, lo ha hecho a propósito. Me imaginaba que Andrew se pudiera comportar de esa manera tan infantil, pero ¿él? Supongo que algo muy gordo debe haber detrás.

Chloe ahoga un grito y acto seguido, la ayudo a levantar al chico misterioso del suelo. Al mismo tiempo, veo de reojo como los otros dos se sonríen cómplices.

—¿Se puede saber qué os pasa? —reacciono al verlos casi partiéndose de la risa. Este tío no es santo de mi devoción, pero no me gusta un pelo su faceta de matones. Y sí, soy yo quien lo dice.

Andrew y Caleb dejan mi pregunta en el aire y actúan como si le hablara a una pared. Parece que se han percatado de cuánto me fastidia que me ignoren y los muy capullos lo están aprovechando. Por ello, decido seguir junto a Chloe y su nuevo amigo, a la par que fulmino con la mirada a esos dos. Ella le pregunta si está bien y, de esta forma, descubro que responde al nombre de Ben.

Finalmente, les doy la espalda a Andrew y a Caleb y arranco a andar en dirección contraria. Por su parte, Ben no parece haberse hecho daño, lo que tampoco me preocupaba demasiado, para ser sincera... pero me gusta fingir que sí: al menos así consigo hacer rabiar un poco a los dos críos que tengo detrás. Y es que podría jurar que todavía tienen clavados sus ojos en nosotros.

De un momento a otro, se me hace posible seguir avanzando, y no hay que ser un lince para descubrir quién la ha tomado conmigo. Siento los dedos de uno de ellos agarrándome por el brazo y haciendo fuerza para que no continúe caminando. Desde luego, parece que la han tomado conmigo, aunque tampoco voy a negar que algo estoy disfrutando con todo esto.

La fuerza de esos dedos empieza a hacerme daño, sobre todo porque estoy intentando zafarme del que me intenta sostener. Esos dos me están empezando a incordiar. Entiendo que la tengan tomada con Ben por lo que sea, pero ¿qué les pasa conmigo? ¿Es que no piensan dejarme en paz?

En un intento fallido de atraer mi mano hacia mí misma, algo parece salir mal. Un mal gesto provoca que me duela la muñeca a horrores, y, cuando se escucha un grito salir de mi boca, por fin me sueltan.

Freno en seco y me sujeto la muñeca con la otra mano. De la impotencia de no saber qué decir ni qué hacer, y sobre todo porque me duele una barbaridad, una lágrima fugaz atraviesa mi mejilla. Rápidamente, la seco y cierro los ojos con fuerza. Estoy llena de rabia ahora mismo.

Con todo mi orgullo por delante, trago saliva y opto por volverme hacia ellos. Entonces, descubro que era Andrew Cooper el que me retenía. Está justo detrás de mí, mirándome la muñeca horrorizado. Pero supongo que es demasiado tarde para arrepentirse.

—¿Qué has hecho, tío? —Caleb le empuja débilmente para que reaccione, ya que parece paralizado—. Joder.

—Lo siento —balbucea el aludido en voz baja, incapaz de mirarme a la cara.

Siento los brazos de Chloe rodeándome por la espalda. Enseguida, mi amiga le echa un vistazo a mi muñeca. La verdad es que odio encontrarme en esta tesitura; más que nada, odio que se compadezcan de mí. De forma no muy amable, le pido a Ben que nos lleve de vuelta al campamento, y eso es justo lo que él hace sin rechistar.

Antes de irnos, le dedico una mirada llena de desprecio a Caleb y a Andrew. Evidentemente, esto no me ha gustado nada. Es más, no entiendo qué pretendían con todo esto... No puedo comprender en qué les afecta a ellos que Chloe y yo nos vayamos con Ben.

~~

No sé si era lo mejor, pero después del acontecimiento en aquel Starbucks, necesitaba encerrarme a solas. Mi cabaña ha sido mi refugio después de que el idiota de Andrew me descolocara la muñeca. Desde luego, no quiero formar un escándalo con esto, mucho menos cuando quedan horas para la fiesta de esta noche.

Entonces, alguien pretende irrumpir en mi zona de confort. Rodeo los ojos al escuchar cómo golpean la puerta, pero no le niego la entrada porque al menos ha sido una persona educada. La gente aquí no acostumbra a llamar antes de entrar, por lo que esta vez lo agradezco.

Al parecer, es Emily quien se abre paso. Puedo ver cómo intenta fingir preocupación, pero su desinterés es más que evidente. Alguien ha debido decirle algo sobre mi muñeca, precisamente porque no creo que la monitora me visite por voluntad propia.

—¿Cómo te has hecho eso? Debería verte un médico.

—No es nada, estoy bien... —Suspiro. No pienso darle más importancia de la que tiene. Duele mucho, sí, pero lo que más me afecta es la rabia que tengo hacia Andrew ahora mismo.

—¿Estás segura? —inquiere, pero la frialdad en sus ojos me congela. Está claro que le da igual si me he roto un hueso.

Me muerdo la lengua porque no me apetece discutir, aunque me irrite la forma en que finge ser una buena monitora. Asiento, queriendo dejar el asunto de mi muñeca en segundo plano. Entonces, como si toda la responsabilidad que quería aparentar se esfumara de repente, se levanta y se marcha. No sé por qué he empezado a caerle tan mal, pero confieso que ya comienza a ser mútuo.

Para mi desgracia, el turno de visitas no parece haber terminado aún. Emily se ha ido de aquí como una exhalación, por lo que la puerta se había quedado medio abierta. Doy un brinco con el impacto de la misma contra la pared y, acto seguido, una melena multicolor aparece tras ella.

La puerta está abierta de par en par. Candice y su prepotencia invaden mi cuarto sin apenas pedir permiso. Sus ojos azules me desafían, aunque están más apagados que nunca. No sé ni cómo he conseguido reconocerla; no es porque nos llevemos a matar, pero es que tiene un aspecto horrible ahora mismo. Está pálida, como si no estuviésemos en pleno verano... pero lo peor es la mezcla de colores en su cabeza. Su pelo está hecho un verdadero desastre.

La observo detenidamente mientras se sienta en mi cama. No entiendo qué demonios hace Candice aquí. Además, no tarda en volver a mirarme fijamente a los ojos, como si pudiera encontrar todo lo que busca en ellos. Me espero impaciente a que articule alguna palabra; que es obvio que es ella la que tiene que hablar.

—Sólo quiero saber una cosa.

Puedo notar en su voz el agotamiento. Es como si pronunciar cada palabra le costara un mundo. Quisiera entenderla, pero el rencor puede más.

—¿Por qué me quieres hundir? —Sus palabras me pillan por sorpresa. Abro la boca y los ojos con la misma intensidad y sin ningún tipo de tapujo. Y es que esa pregunta es precisamente la que yo debería hacerle a ella.

—Candice.

—No, dímelo. ¿Por qué? —Su desesperación hace que me estremezca más cada segundo que pasa—. Pensé que eras mi amiga y parece que intentas quitarme lo único que he querido de verdad en mi vida.

No sé qué es lo que me pasa, pero no soy capaz de reaccionar a su angustia. De hecho, tampoco sabría qué decir si tuviera la capacidad. Sé muy bien que esto es por Chloe, pero sería imposible hacerle entender que la película en su cabeza no podría estar más lejos de la realidad.

—No te hagas la loca, ya sé lo que intentas. ¿Por qué crees que he montado ese numerito en el comedor? ¿Crees que es fácil para mí verte con ella, ver que es feliz contigo?

No puedo entender cómo sigue creyendo que Chloe y yo estamos enamoradas o algo por el estilo. Esa idea se le ha metido en la cabeza y estoy casi segura de que ya será difícil sacarla de su ensimismamiento.

—Escúchame, Candice. Nunca pasaría nada entre Chloe y yo.

—¡No me mientas! —grita repentinamente, y yo me sobresalto. Le hago un gesto para que baje la voz, tras comprobar que la puerta sigue abierta—. Y encima la traes aquí para joderme, ¿no?

—Eso no es cierto. —Intento tranquilizarla para mantenerla calmada y que nadie más se entere de lo que está pasando. No sé qué mosca le ha picado ni qué historia se ha montado en su mente.

Sin embargo, Candice parece estar realmente resentida, y no creo que mis palabras puedan apaciguar algo así. De pronto, aprieta los dientes y, en un arrebato de odio, se encamina hacia mí y me agarra del brazo. Precisamente, escoge la muñeca que Andrew se ha ocupado de torcer antes. Y juro que veo las estrellas en ese momento.

No puedo evitar gemir del dolor. El grito que sale de mi garganta ahora es incluso más fuerte que el de antes. Inmediatamente, me tapo la boca, arrepentida... Ahora sí que alguien se habrá enterado. Aun así, a ella parece no importarle en absoluto: todavía no se ha dignado a soltarme y el malestar es cada vez más pesado.

—¡¿Candice, qué haces?! —Me sorprende identificar la voz de Andrew en esas palabras.

Parece ser que mis gritos han sido un llamado para Caleb, Andrew y Chloe, que se encuentran en la puerta y no dan crédito a lo que está sucediendo en mi cabaña. A lo mejor estoy delirando o algo por el estilo, pero me ha parecido ver incluso a alguien más por aquí.

Siento un gran alivio cuando, al fin, Candice deja mi brazo libre. La molestia no cesa, pero la presión de sus dedos contra mi muñeca ya no me abruma.

Pero ahora es Candice la que paga las consecuencias... La veo caer de espaldas, dejando lugar al panorama que había detrás suyo. Y, en efecto, me encuentro entonces con una Jade furiosa apretando los puños.

Editado el 8 de junio de 2023 por la autora. 

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top