Capítulo 16

Digamos que siempre he sido especialista en llamar la atención. Sin embargo, nunca he tenido que esforzarme demasiado. Mi aspecto y mi estilo siempre han ido por delante. Pero hay personas que sí harían cualquier cosa con tal de acaparar todas las miradas. Y con eso quiero decir que Candice ha vuelto a actuar.

Estaba a punto de llamar al misterioso número desconocido cuando de pronto la vi caer sobre su propio peso, directamente desde su silla. Ha sido un desmayo de lo más estúpido y, sobre todo, indudablemente falso... tanto, que Jade y yo casi nos echamos a reír. Pero cualquiera nos hubiese soltado algún comentario desafortunado por ello, y nosotras no estamos para tonterías.

Lo peor de todo es que todos se lo han tomado en serio. Se lo han tragado como si nada, y eso que la faceta de actriz de Candice no es su fuerte. Me temo que están demasiado cegados como para razonar como personas civilizadas. Eso o ni siquiera son capaces de distinguir la mentira de la realidad por sí mismos.

Hay dos cuestiones muy interesantes en esto. Primero, es curioso que, justamente cuando iba a descubrir quién se escondía detrás de la broma del número desconocido, Candice montara toda esa escena. Me hace sospechar que está detrás de ello. Por otro lado, ¿qué hacían tantos tíos tirados a su alrededor cuando ha ocurrido? De hecho, son los mismos que aún esperan fuera de su cabaña a que salga el médico que ha venido a verla.

En cambio, nosotras nos encontramos algo alejadas de toda esa farsa.

—¿Seguro que está bien? —indaga Chloe por enésima vez, tan inocente como siempre. Creo que aún no es consciente de que ha sido un desmayo fingido.

De pronto, diviso algo que me deja perpleja. Antes no la había visto, pero ahora descubro a Alexa entre toda aquella panda de pelotas y tíos babosos que se preocupan por la supuesta "enferma".

Enseguida miro a Jade en busca de respuestas, y ella lo capta al vuelo:

—Ahora son íntimas —me explica, con un rastro de resentimiento en su voz. Es increíble cómo pueden cambiar las cosas en menos de un día.

—Interesante.

Supongo que esa es la razón por la que no ha comido con nosotros este mediodía. Aunque, a decir verdad, a su nueva amiga no le hubiese hecho mucha gracia verla conmigo.

~~

Al parecer, la rutina sigue siendo la misma, y no es difícil saber a lo que me refiero. Hay una sola cosa que parece repetirse todos los días en este campamento, y no es otra que las "entretenidas" actividades que Emily propone. A la que, por cierto, no le debió hacer especial ilusión cuando mis padres le comunicaron que volvía, y que lo hacía con una versión de mí con el pelo más rubio y más corto. Aunque no creo que Chloe suponga ningún problema para ella.

De nuevo, nos encontramos todos en el segundo piso de la casita. Todos menos Candice, quien parece muy afectada por su numerito de hoy. Imagino que todos nos estaremos preguntando lo mismo: ¿con qué nos deleitará hoy nuestra maravillosa monitora? Es evidente que se empeña en que hagamos el ridículo.

En mi cabeza, recalco que "estamos todos aquí". Y eso significa que esta es otra oportunidad perfecta para llamar a ese número desconocido que ronda por mi mente. Si no se trata de Candice, claro. De hecho, creo que ella es la opción más lógica.

Estoy a nada y menos de hacerlo. Tengo el dedo índice encima de la pantalla, listo para darle a la tecla verde, cuando me interrumpe un golpe por la espalda. Como no podía ser de otra forma, he vuelto a ser interrumpida en el mejor momento.

Siento encima el peso de un cuerpo mucho más grande que el mío. Afortunadamente, antes de que pueda doblarme del dolor, quien sea que me ha embestido se levanta. Rodeo los ojos cuando lo reconozco por el aroma de su perfume, y no sé por qué demonios mi nariz ha grabado su olor en mi memoria.

—¿Tú no estabas en San Francisco? —curiosea Andrew cuando por fin me pongo en pie, porque, evidentemente, no se ha molestado en ayudarme. Al mismo tiempo, esboza una sonrisa ladina que derretiría a medio mundo... menos a mí, claro está.

—Hablas como si fuera algo que te incumbiera. —Me cruzo de brazos, desafiándole y sosteniéndole la mirada.

—No me has contestado.

—No te interesa.

Y sostenemos el cruce de miradas un par de instantes más. Ninguno de los dos da su brazo a torcer, por lo que entiendo que somos igual de tercos y orgullosos. Aun así, antes de que pueda seguir insistiendo, Jade se vuelve repentinamente hacia él y lo fulmina con sus ojos claros. Andrew suelta una carcajada sin gracia y procede a mirar hacia otro lado e ignorarnos a ambas.

El sonido de los pasos que marca Emily al caminar nos devuelve a la realidad. Se dirige hacia el fondo de la sala con un ligero movimiento de caderas que deja a casi todos los chicos de la sala sin aliento. A mis espaldas, escucho un silbido proveniente del payaso de Andrew Cooper, lo que hace que la monitora se ruborice. Me cabrea que sea el tipo de chico que piropea a las mujeres de forma asquerosa, pero no podía esperar menos de alguien como él.

Eso sí, no puedo evitar reírme de la colleja que Caleb le propina por insinuar lo que sea que ha insinuado de su hermana. Cuando este último se da cuenta que he disfrutado con su castigo hacia Andrew, me mira con sus brillantes ojos miel y me sonríe, esperando a que yo le corresponda. No obstante, aparto la mirada, aún resentida por su reciente comportamiento.

—Lo siento, chicos. Hoy no traigo ningún juego... —Es lo primero que nos dice, a lo que se escucha por toda la sala un "oh" conjunto de lo más falso. Eso sí, tiene algo más guardado debajo de la manga—: Porque tendremos que preparar la fiesta de esta noche.

¿La fiesta? ¿Qué fiesta? ¿Y por qué actúan todos con tanta normalidad? Supongo que esto es lo único que desconocía del campamento, aunque imagino que serán un coñazo. No sé si estoy dispuesta a soportar algo estilo celebración de cumpleaños de niño de cinco años.

Jade nos cuenta rápidamente que en el campamento se organizan fiestas cada quince días más o menos. Aun así, está claro que hay más de una por semana, a juzgar por todo el alcohol que Jason Cox ha traído... quien, por cierto, se ha ofrecido a ser el responsable de las bebidas. Sufro por las altas probabilidades de que suframos un coma etílico.

—Yo puedo ocuparme de la música —se ofrece Jade toda ilusionada. El resto enseguida se niega rotundamente por miedo a escuchar a One Direction en bucle durante toda la noche, por lo que ella se echa para atrás—. ¡Vale, vale, lo pillo! Mejor me quedo con la comida.

Ahora sí que están de acuerdo con ella. A continuación, siguen repartiéndose el trabajo. Me temo que esto es un asunto colaborativo, pero Chloe y yo nos miramos sin saber por dónde empezar. Nosotras no organizamos fiestas, simplemente acudimos a ellas.

—¿Qué quieres hacer? —Escucho a mis espaldas cómo Caleb se lo pregunta a Andrew, por lo que no puedo evitar volverme hacia ellos. En cierto modo, esto puede llegar a ser divertido.

—¿Qué se supone que tenemos que hacer? —Me meto en su conversación con toda mi cara. De alguna forma, tendré que buscar mi sitio en esto.

Andrew me sonríe, pero puedo ver en sus ojos sus malvadas intenciones. Tengo que admitir que, aunque lo deteste profundamente, me divierte la forma en que nos vacilamos mutuamente.

—Puedes venir con nosotros —sugiere el tío más odioso del campamento.

—Podemos —le corrijo, puesto que no estoy dispuesta a dejar a Chloe de lado y mucho menos en la primera fiesta del verano—. ¿Qué tenéis pensado?

Se miran entre ellos por unos instantes hasta que deciden volver a clavar sus ojos en mí.

—Publicidad —contestan al unísono, dejándonos totalmente desconcertadas.

~~

Resulta que los chicos siempre se ocupan de difundir la fiesta por el barrio, y a eso se referían con "publicidad". Es curioso cómo pueden dejar entrar a desconocidos a un campamento de adolescentes como si nada, pero dejaré las incoherencias para otro momento. La verdad es que no me parece una mala idea, teniendo en cuenta que no soporto a ninguno de mis compañeros —exceptuando a Jade y Chloe, obviamente—. De todas formas, siento la necesidad de mostrarme disconforme con todo esto. Quizá sólo lo hago a modo de diversión, para molestar un poco a estos dos. Ah, y para que no se les suba el ego, claro.

—Vale. Y ¿ahora qué? —Me planto enfrente de ellos con Chloe a mi lado. Al mismo tiempo, finjo desinterés examinando mis uñas una a una.

—Deberíamos dividirnos. Dos y dos —propone Chloe.

Caleb y Andrew la miran de arriba abajo, casi coordinadamente. Las reacciones son maravillosas: el primero alza una ceja con curiosidad y el otro sonríe, interesado.

—Y ¿tú quién eres?

—Por Dios, chicos. —Rodeo los ojos, irritada—. Ella es Chloe, mi mejor amiga. Claro que Emily no se ha molestado en presentarla al resto del campamento como lo hizo con Candice... ¿Por qué será?

Esto último borra la sonrisa de Caleb de inmediato, y la verdad es que no me importa lo más mínimo porque sé que tengo razón. La monitora ya ni siquiera se esfuerza en disimular sus favoritismos.

—¡Ah! Tú eres la amiga de Candice —replica Andrew.

—¿Os ha hablado de mí? —pregunta mi amiga con un sutil rastro de ilusión y con sus ojos azules brillantes de esperanza.

Después de todo, está claro que Chloe y yo no estamos hechas de la misma calaña. Ella haría lo que fuera por recuperar a la antigua Candice, mientras yo le guardo tanto rencor que no quiero verla ni en pintura.

—De hecho, no habla de nadie más que de ti. Ni siquiera de su propia familia.

Tanto mi amiga como yo bajamos la mirada. Ambas sabemos por qué Candice no nombraría a nadie de su entorno, y es lo único en lo que la compadezco.

—¿Y la publicidad? —retomo la conversación anterior. La situación estaba empezando a ser algo incómoda—. La idea de Chloe es buena: dos y dos.

—Yo con Evelyn —coinciden los chicos en voz alta.

Al principio, me asombro un pelín. Sin embargo, sé que Andrew me quiere hacer la vida imposible y que Caleb se muere por hacerme miles de preguntas sobre mi relación con Candice, por lo que niego la cabeza y sentencio:

—Me parece que voy con Chloe.

~~

Después de una hora, hemos conseguido convencer a un buen puñado de gente. Somos unas cracks y nadie se resiste a nuestros encantos, así que no nos podrían haber dado una tarea mejor.

Se supone que en treinta minutos debemos reunirnos con los chicos para volver al campamento juntos, por lo que nos hemos dado la libertad de tomarnos un descanso. Ahora mismo, nos encontramos en la terraza de nuestro querido Starbucks disfrutando de dos frapuccinos de café. Nadie entendería cuánto lo he echado de menos.

De pronto, el momento se estropea cuando distingo al chico del Audi de esta mañana aproximándose a nosotras. Miro a Chloe en busca de explicaciones. Esto no tiene pinta de ser una coincidencia, más que nada porque mi amiga le dio su número antes de bajarse del coche.

No digo nada cuando se sienta con nosotros, por el bien de Chloe. Eso sí: no tardo en sentirme una sujetavelas por todas las miraditas y risitas entre ellos.

Resoplo de vez en cuando y miro el reloj constantemente. Me encantaría utilizar la excusa de que nos tenemos que marchar ya, pero el tiempo parece casi congelado.

—Voy al baño —se digna a decir mi mejor amiga.

No será capaz...

Antes de que se levante, le lanzo una mirada que dice "ni se te ocurra moverte de aquí.", pero ella no se entera de nada. Simplemente sonríe y se marcha al interior de la cafetería. Y aquí me quedo yo, a solas con este tío que parece sacado de una película de Hollywood, cuya mirada no me inspira ninguna confianza. De hecho, tengo el presentimiento de que es un pervertido.

—Hola. —Se dirige a mí con una sonrisa y un intento de seducción en su voz. Estoy segura de que su tono es el mismo para todas y cada una de las chicas con las que habla—. No sé nada de ti, Evelyn. Deberíamos hablar más.

De pronto, saca un bolígrafo del bolsillo y arranca un papel del servilletero de encima de la mesa. Empieza a escribir una serie de números, así que no es muy difícil descubrir lo que pretende. El muy cerdo me está tirando los trastos al mismo tiempo que flirtea con mi mejor amiga.

Le freno la mano, le quito el bolígrafo y empiezo a tachar lo que supuestamente era su número de teléfono.

—Para empezar, no sabes nada de mí porque no quiero que sepas nada de mí. Ni siquiera sé por qué sabes mi nombre. Y segundo... —Me callo de golpe al ver que frunce el ceño mirando por encima de mí—. ¿Tengo algo en la cabeza o qué?

—¿Eso es lo segundo?

Mis ganas de mandarlo a la mierda aumentan por segundos. No soporto a este tío.

Pero, para mi sorpresa, no miraba hacia otro lado para enfurecerme. De repente, Andrew y Caleb salen de detrás mío y se cuelan en mi campo visual. Lo cierto es que no son las personas a las que más ilusión me hace ver ahora mismo, pero me han salvado de un buen aprieto con este desconocido.

Andrew, muy serio, ocupa el sitio de Chloe. Mira de reojo al chico con el que yo estaba hablando, aunque no se esfuerza en disimularlo. En cambio, Caleb permanece de pie apoyado en una mesa vacía. Él sí que mira al desconocido en cuestión fijamente, incluso me atrevería a decir que lo desafía con los ojos.

Una de dos: o conocen a este tío y no se llevan especialmente bien con él, o no les ha causado una buena impresión a simple vista. Y no sabría decir qué opción me gusta más. Es más, es curioso que ninguno de los tres parezca sentirse fuera de lugar en este momento, porque es justo como yo me siento ahora mismo.

Editado el 7 de junio de 2023 por la autora.

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