Capítulo 15
Es irónico cómo hace menos de una semana deseé haberme quedado aquí, y ahora me produce una sensación agridulce el simple hecho de volver. Me desperezo cuando me doy cuenta que estamos a punto de llegar. Desde el Mercedes de mi padre, contemplo las calles en las que me he criado a través de la ventanilla. Siempre he creído que esto era lo más normal del mundo, que todo lo que se alejara de mi estilo de vida no era real.
No obstante, ahora hay una sensación extraña recorriendo mi cuerpo. De hecho, tengo un nudo en la garganta que apenas me deja respirar. Después de relacionarme con gente tan distinta a mí, algo podría haber cambiado dentro de mí. Hay algo que ya no es lo mismo.
De todos modos, nunca admitiría que cierta parte de mí volvería a ese campamento ahora mismo y aprovecharía el resto del verano junto a Jade.
—¿Qué, cariño, feliz de volver a casa? —inquiere mi madre desde el asiento de copiloto. Su tono de voz me molesta, me resulta irritante porque, como siempre, intenta aparentar una felicidad inexistente.
—¿Qué te apetece hacer hoy? —se limita a cuestionarme papá. No pueden estar hablando en serio.
Lo cierto es que opto por no contestar ni a la primera ni a la segunda pregunta. Tampoco creo que sea ningún crimen, ya que seguramente no se hubieran molestado en escuchar mi respuesta.
En un intento de ignorarles, decido perderme en mi mundo. Saco el móvil del bolsillo y lo enciendo. La verdad es que jamás había estado tan desconectada de este aparato como este verano.
En cuanto vuelve a la normalidad, recibo miles de notificaciones, pero sólo me centro en las últimas que he recibido: cuatro mensajes de Jade Morrison y varias llamadas de un número desconocido.
Lo primero que hago es responder a Jade. La aviso de que no hay de qué preocuparse, que he llegado sana y salva y que el vuelo ha sido muy tranquilo. Acto seguido, curioseo sobre el número desconocido. No sé de quién debe tratarse, y es que suelo ser privada con estas cosas. Me gusta la tranquilidad de no deberle nada a nadie, así que no me gusta darle mi número a cualquiera.
Finalmente, decido enviarle un mensaje de texto a ese misterioso número de teléfono que tantas veces me ha llamado.
Hola. ¿Puedo saber quién eres y por qué me has llamado?
Mi mensaje recién enviado no tarda ni medio minuto en ser leído y marcado con dos tics azules. El contacto no tiene foto de perfil ni nada que pueda servirme para identificarle.
Alguien que conoces.
Tienes que volver al campamento, sin ti no es lo mismo.
Quiero que vuelvas.
Tras leer semejantes sandeces, decido volver a olvidarme de las redes sociales y del móvil en general. Me tomo lo que acabo de ver como una broma pesada de algún idiota de por allí. Básicamente, sé que nadie me está echando de menos en el campamento.
El trayecto transcurre durante unos minutos más hasta que finalmente llegamos a nuestro destino. Mi padre aparca el coche frente al garaje y los tres salimos del vehículo casi al mismo tiempo.
Cuando me dan mi equipaje, subo a la segunda planta de mi casa a toda prisa. No tengo ganas de seguir fingiendo, por lo que me meto en mi habitación en tiempo récord. Sin lugar a duda, este va a ser el verano más aburrido de mi vida.
~~
Habrán pasado tres o cuatro horas desde que me quedé dormida. Lo cierto es que no había nada más interesante que hacer entre estas cuatro paredes. Es más, hubiese seguido sumida en un profundo sueño si no fuera porque alguien está llamando a la puerta ahora mismo.
Bostezo antes de levantarme de la cama y abrir la puerta con cautela. Sinceramente, recibir visita no es lo que más me apetece en estos momentos. No obstante, me despierto del todo al ver una cabeza rubia asomando en mi cuarto. Me basta con eso para saber de quién se trata.
En cuanto consigue entrar en mi habitación, Chloe prácticamente salta a mis brazos y me rodea con los suyos. Obviaré por un momento que soy la persona más seca del mundo, y es que no puedo negar que ella es lo único que he echado de menos de San Francisco.
—Hola —la saludo, confundida, adormilada y con una sonrisa forzada en mi rostro.
—¿Por qué has vuelto?
Ella se toma la libertad de sentarse sobre mi cama, tal y como lo ha hecho toda la vida. Sin embargo, eso de que entren en mi cuarto de forma tan espontánea me trae recuerdos de estos últimos días... recuerdos que me dejan un sabor de lo más amargo en la boca.
La expresión en el rostro de mi amiga me dice que quiere que le cuente absolutamente todo. Y con eso, me refiero a aquello que nunca pude terminar de relatar durante esas llamadas desde el campamento.
—Bueno. Básicamente, mis padres por fin se dieron cuenta de que ese no es mi sitio... —Fuerzo otra sonrisa. Me limito a ser breve porque una parte de mí siente que no estoy siendo sincera conmigo misma.
—Ya... —Asiente, pero su gesto no concuerda con lo que me dice su ceño fruncido.
Nos quedamos en silencio unos pocos segundos. Yo, con la cabeza gacha, intento ignorar el nerviosismo de Chloe, que mueve el píe en círculos todo el tiempo. Me conoce tan bien que sabe que estoy ocultando algo.
Justo cuando nuestras miradas se cruzan, sus ojos del color del cielo se vuelven desafiantes y sentencia:
—Tienes cinco segundos para empezar a contarme todo lo que ha pasado. Si no lo haces, bajaré ahora mismo y les contaré a tus padres todo lo que hiciste en la última fiesta de fin de año.
—¡Vale, vale! —exclamo, con una mueca de asco al recordar aquella desafortunada noche.
Me acaricio la barbilla mientras ideo algo rápidamente. No me gusta lo más mínimo hacer las cosas por hacer, sin obtener ningún tipo de beneficio.
—Pero, a cambio... —Es como si una bombilla se me hubiese iluminado y todo lo que necesitaba lo hubiese encontrado en su mirada azul.
¡Claro! Con la ayuda de Chloe, estoy segura de que podré deshacerme de este nudo que se me formó en la garganta cuando pisé San Francisco.
—¿A cambio?
—Sí. —Me encojo de hombros, aparentando la inocencia que jamás tendré—. A cambio tendrás que ayudarme a volver al campamento... Y eso sólo ocurrirá si vienes tú también. Contigo será más fácil convencer a mis padres... y vengarse de Candice —sugiero, a sabiendas que quizá ese no es el único motivo por el que volvería allí. Aunque eso sería más complicado reconocerlo.
Ella me mira como si hubiese perdido la cabeza. Así como no me imaginaba a alguien como yo en un campamento de adolescentes, tampoco visualizo a Chloe en un sitio como ese. Pero si Candice pudo adaptarse tan fácilmente, imagino que para mi amiga también será una tarea sencilla. El encanto que desprenden estos ojos claros que me observan con detenimiento no lo tiene cualquiera, desde luego.
No me hace falta insistir mucho para convencerla. La verdad es que la más dependiente de las tres siempre ha sido Chloe, y estoy segura de que haría lo que fuera para recuperar la amistad y que todo volviera a ser como antes. Aunque eso ya será un poco más difícil, teniendo en cuenta que Candice y yo nos hemos convertido en enemigas íntimas.
Como buena cumplidora de este pequeño trato, accedo a contarle a mi mejor amiga todo lo sucedido en el campamento. Específicamente, le doy detalles de cómo ha sido el ambiente desde que Candice llegó para poner mi mundo patas arriba. Después de ello, medio dubitativa, Chloe baja al primer piso con un claro objetivo en mente.
En cierto modo, sé que estoy siendo algo egoísta. Supongo que entre los planes de verano de Chloe no estaba inscribirse en un campamento, pero yo no podía quedarme de brazos cruzados. Admito que, si por mí fuera, pasaría las vacaciones aquí, de fiesta en fiesta. Pero algo en mi mente se cruzó cuando dejé atrás ese lugar, no puedo identificar exactamente el qué. Lo que tengo claro es que no voy a dejar que Candice gane. Por poco olvido de lo que soy capaz con tal de salirme con la mía.
~~
Casi una hora más tarde, sigo esperando desde mi cuarto a que Chloe suba a darme alguna notícia. Considero que una de las cosas más terribles del mundo es esperar, sobre todo cuando no sabes si lo que esperas será bueno o malo.
Tras dar unas cuantas vueltas por mi dormitorio, escucho sus pasos subiendo las escaleras. Impaciente, salgo al pasillo de la segunda planta y me reencuentro con Chloe, cuyo rostro no me dice absolutamente nada.
Empiezan a saltar todas mis alarmas, así que la agarro del brazo rápidamente y la meto en mi habitación.
—¿Qué? —inquiero. Estoy tan nerviosa que casi empiezo a morderme las uñas como solía hacer de pequeña, o hasta que mi madre me dio aquél sermón sobre la importancia de nuestra imagen.
Mi amiga se queda inmóvil por unos instantes. Aun así, pronto se le escapa una pista en forma de sonrisa. Dejo ir todo el aire que estaba conteniendo cuando intuyo que el plan ha funcionado. Mis padres siempre han tenido claro que Chloe es la joya de las tres, por lo que probablemente confían más en ella que en mí.
—Pues... lo he conseguido.
No puedo evitar soltar una risita nerviosa, sobre todo porque después de esto se confirma lo que casi había olvidado: soy capaz de todo lo que me proponga. Dejo escapar un chillido de emoción, a lo que Chloe me tapa la boca mientras se ríe. De alguna forma, siento que a ella también le resulta excitante todo esto.
—Pero hay algo que tienes que saber. Es algo así como una... condición.
—¿Qué pasa, tía? —Recupero la compostura.
—Verás, convencer a tus padres ha sido casi imposible. Básicamente, les he tenido que prometer que me quedaré allí hasta el último día. Al parecer, no se fían mucho de ti.
Rodeo los ojos. Me cabrea que sólo sean capaces de pensar en su reputación. Sin embargo, eso alimenta mis ganas revolucionarias de volver. A ellos también quiero demostrarles que soy mucho más que una niña mimada.
—Chloe, sabes lo que haces, ¿verdad? ¿De verdad quieres vivir en un campamento? No hagas esto por mí si no es lo que realmente quieres hacer.
Realmente, la que más sacrifica aquí es ella. Aunque sea un auténtico sol, tampoco me hace gracia que tire por la borda sus vacaciones por mis caprichos. Al fin y al cabo, a ella no se le ha perdido nada en aquel campamento.
—No hay problema. —Sonríe finalmente. Una vez más, me demuestra que detrás de esa apariencia de rubia tonta que no sabe lo que hace, se esconde la bondad.
Antes de verano, me equivoqué con ella. Chloe nunca me traicionaría a conciencia.
~~
Sería imposible hacer desaparecer las ojeras que adornan la cara de Chloe. No ha conseguido más que disimularlas un pelín con maquillaje, pero su cara se sigue viendo cansada. No creo que haya dormido mucho esta noche, y me rompe por dentro pensar que no esté haciendo esto porque quiera.
Esta mañana, ha accedido a desayunar conmigo en mi cocina, pero todavía no ha probado ni un bocado de los huevos con beicon que Nelly nos ha preparado. Me preocupa que crea que tiene que hacer esto por mí. Al fin y al cabo, no me debe nada. Lo de París fue una tontería y sé que la habría terminado perdonando, incluso si se hubiera disculpado por mensaje de texto.
—Chloe, sabes que no tienes que venir si no quieres. Ya encontraré alguna forma de... volver —digo, aunque ni siquiera me creo mis propias palabras.
—No. Tus padres nunca te dejarían.
Y tiene toda la razón. Ellos nunca permitirían que su hija les dejara en evidencia poniendo un campamento de adolescentes patas arriba.
—Lo que quiero decir es que sé que no te apetece ir al campamento. Por Dios, Chloe, salta a la vista. Y no tienes que hacerlo por mí, de verdad.
—Evelyn, ¿desde cuándo eres tan considerada con los demás? —bromea con una sonrisa de complicidad en sus labios. Sin embargo, sé que sus palabras tienen cierto trasfondo y me escuecen por dentro.
Me temo que en San Francisco nunca perderé esta fama de chica fría y superficial.
—Escúchame —sigue Chloe. Esta vez me coge la mano con firmeza e intenta parecer segura de lo que dice—. Vamos a ir al campamento y vamos a disfrutar de estas vacaciones juntas, tal y como queríamos. Aunque sea de una forma... distinta a la que habíamos planeado. Lo haré por ti, porque eres mi mejor amiga de toda la vida. Y porque aunque nunca te lo diga, tú también has hecho miles de cosas por mí.
Sonrío, asiento y acaricio su mano, agradecida. Quizá eran exactamente esas las palabras que necesitaba oír, puesto que acabo de recuperar toda la energía que había perdido últimamente.
Puede que el campamento no sea el sitio ideal para Chloe, pero pienso encargarme de que este sea el mejor verano de su vida.
~~
Una vez llegamos al aeropuerto de Texas, los recuerdos me sorprenden de nuevo. Cuando aterricé aquí hace ya unos cuantos días, creía estar entrando en el infierno. En cambio, ahora que estoy de vuelta, me siento extrañamente aliviada. Es más, tengo el estómago encogido por la emoción. Nadie sabe que he vuelto, y es que sólo yo puedo conseguir algo así en menos de veinticuatro horas.
En algún momento, tengo que retener a Chloe entre mis brazos para que no se escape entre las tiendas. Si yo puedo aguantarme, ella también, así que me la llevo casi en brazos afuera.
—Quieta ahí —le ordeno, preocupándome porque no haya perdido su maleta por el camino—. Nos queda una buena caminata por delante, a no ser que quieras coger un taxi.
Estoy impaciente por llegar al campamento con Chloe. Nadie sabe que he vuelto para quedarme, y mucho menos que he venido con la mejor compañía. Jade se volverá loca y Candice perderá la cabeza cuando nos vea. La verdad es que no puedo esperar más, pero caminar hasta allí bajo este sol no contribuirá a nuestra entrada estelar.
—Nada de eso. Al menos hagámoslo un poco más divertido. —Sus ojos celestes se iluminan y sonríe de oreja a oreja. Temo por lo que sea que esté maquinando—. Amiga, somos dos rubias de escándalo. ¿Quién no nos llevaría en su precioso coche?
Chloe, muy decidida, estira la mano hacia la carretera y levanta el dedo pulgar señalando al cielo. ¿Es imaginación mía o está intentando hacer autostop?
—Ah, no. Tú has perdido el norte. —Sacudo la cabeza, incrédula—. No cuentes conmigo, no me subiré en el coche de un camionero cualquiera.
—¡Como quieras! —me grita cuando yo echo a andar, decidida a parar cualquier taxi que pase por aquí.
Tras unos minutos, decido volverme hacia ella por simple curiosidad. No me lo puedo creer. Enseguida la distingo hablando con quien sea que conduce un coche rojo reluciente que no parece precisamente económico. Es un Audi del que me enamoro a primera vista, pero no quiero que Chloe se confíe tan rápido.
Diría que mi amiga a veces se pasa de inocente. Muy sonriente, me hace señas para que me acerque a ellos y yo maldigo en voz baja. Espero que no nos estemos metiendo en ningún lío nada más llegar.
Cuando estoy lo suficientemente cerca, distingo en el asiento del conductor a un chico un poco más mayor que nosotras, aunque realmente atractivo. Viste una camiseta celeste que destaca su piel bronceada y unas bermudas vaqueras que resaltan sus atléticas piernas. Tiene el pelo corto y castaño, pero no identifico el color de sus ojos, ya que esconde su mirada detrás de unas gafas oscuras de marca Ray Ban.
Podrá parecer un tío interesante, pero digamos que a mí no me da las mejores vibras del mundo.
Cuando me doy cuenta, Chloe ya se está acomodando en el asiento de copiloto, por lo que accedo a subirme a la parte de atrás del coche. No pienso dejar a mi mejor amiga sola con él. Y si este chico nos va a ahorrar un golpe de calor, aún mejor.
Muy a mi pesar, termino dándole la dirección del campamento a nuestro chófer particular. Éste se quita las gafas volviéndose hacia mí, para luego guiñarme un ojo. No le hago ni caso, aunque sus ojos esmeralda sean de lo más penetrantes. No sé quién se cree que es este chico, pero todo lo que puede ofrecernos es un viaje en coche gratis.
~~
Me siento afortunada de haber llegado sana y salva. Una no se sube a coches de tíos desconocidos todos los días.
Sé que estamos entrando en el campamento cuando diviso aquél rótulo tan cutre y feo que vi desde el coche de Andrew por primera vez. Es entonces cuando nuestro "conductor" frena de una manera algo brusca.
Me apresuro a bajar de su Audi lo antes posible, y hago un ademán con la mano a modo de despido. No quiero ser falsa, y es que ese chico no me ha agradado en absoluto.
Chloe, en cambio, se queda en el coche por unos segundos más. La muy ilusa le está dando su número de teléfono. Pongo los ojos en blanco y la saco a rastras de ahí dentro.
—Estás completamente loca —espeto cuando él ya está lo suficientemente lejos como para no oírnos.
—Ya, pero no me digas que no está bueno —responde como si nada.
—Era un idiota.
—Pero si no lo conoces de nada.
Seguimos discutiendo sobre aquél tío hasta que llegamos a la puerta principal. Ya es casi la hora de comer, pero puedo ver a través de las rejas a algunos de mis compañeros pasando el rato en la piscina. Sin embargo, no encuentro por allí a las personas que estoy buscando.
Supongo que esperar a que alguien nos abra la puerta sería una pérdida de tiempo. Además, estropearía por completo la sorpresa que pretendo dar con mi llegada. Miro de reojo a Chloe y me sorprende verla sonreír, pero enseguida recuerdo que lo hace siempre que está muy nerviosa, por raro que parezca.
—Sígueme —le pido, y al momento agradezco haberme puesto pantalones cortos para venir.
Entonces, alzo mi maleta y la lanzo al otro lado de las rejas; acto seguido, hago lo propio con el equipaje de mi amiga. Después, escalo como puedo la valla. No sé cómo lo hago, pero logro adentrarme en el campamento de forma poco lícita.
Chloe me mira desde el otro lado de la valla con los ojos abiertos de par en par. Me ocupo de animarla a que siga mis pasos, pero antes de que pueda decir nada, la descubro trepando aceleradamente. A fin de cuentas, esto no está tan alto como creía.
Cuando la veo aterrizar de un salto a mi izquierda, chocamos las palmas de nuestras manos y nos echamos a reír. Jamás pensé que nos vería en una tesitura semejante, pero después de todo, no está tan mal.
Con los brazos entrelazados, atravesamos el jardín del campamento juntas. A pesar de haber sido el hazmerreír de algunos, enseguida captamos la atención de los compañeros que se relajan en la piscina, que nos miran de arriba abajo con asombro. Esta es la reacción que merecemos.
—¿Lista? —compruebo cuando estamos a punto de entrar en la casita. Algo me dice que quien verdaderamente me interesa está ahí dentro, por lo que me recorre un escalofrío por toda la columna.
—Vamos allá. —Más que sonreír, ahora siento que aprieta los dientes con fuerza.
Asiento con decisión para luego abrirle la puerta a mi amiga. Tiene su gracia verla reaccionar a todo esto en primera persona. Tras ella, entro yo, y no me da tiempo a pensar en nada porque de pronto me veo en el suelo. Aplastada por un cuerpo largo y delgado, enseguida me doy cuenta de quién se trata... precisamente, porque de su garganta acaba de salir un grito inconfundible. Cuánto me alegra estar de vuelta.
Tras este momento de euforia, me separo de Jade y nos recomponemos con la ayuda de Chloe. Esta es la maravillosa forma en la que mis mejores amigas se conocen entre ellas.
—¡Qué alegría! —exclama Jade, recuperando el aliento que ha perdido por la emoción—. ¿Qué haces aquí? ¿Has vuelto para todo el verano? —pregunta a toda prisa, con la ilusión a flor de piel. Después, observa nuestras maletas para luego dirigirse a Chloe con una sonrisa cómplice—. Por cierto, tú debes de ser Chloe, ¿no? ¿Qué pasa en San Francisco? ¿Os clonan?
Sonrío divertida al volver a escuchar sus estupideces. Chloe y yo respondemos sus preguntas con la paciencia correspondiente. Porque es Jade, y no es consciente de cómo sus tonterías me devuelven a la vida.
Después de nuestro pequeño reencuentro, nos encaminamos al comedor las tres juntas. Jade ya ha empezado a entretener a Chloe con sus temas de conversación favoritos, es decir, con su fanatismo por las boy bands, los videojuegos y las series de televisión. Me enorgullece ver a la otra escucharla con entusiasmo, aunque no tenga ni idea de qué está hablando. Me temo que se agradan mutuamente.
Entramos en la sala del comedor inmersas en nuestras charlas. Nos recibe un alboroto ensordecedor que enmudece justo en el momento en el que cruzamos la puerta. Ajenas a las miradas clavadas en nosotras, atravesamos la sala para llegar hasta nuestra mesa favorita.
No se escucha ni un ruido más allá de las ruedas de nuestras maletas, hasta que el sonido de un cubierto impactando contra el suelo retumba en mis oídos. Levanto la mirada y diviso la cara de Candice hecha un poema. Literalmente, le va a llegar la mandíbula al suelo. Y esto no creo que sea obra de la rabia por verme volver; más bien, a quien no esperaba aquí es a su querida Chloe.
La verdad es que desconozco en qué términos se encuentra la relación entre Chloe y Candice. Las he visto cruzar una mirada indescifrable, pero no he podido leer sus pensamientos. De hecho, ni siquiera se han saludado, lo que me despierta cierto interés.
Tratando de disimular su desconcierto, Candice se da media vuelta sobre su silla y nos da la espalda. Entonces es cuando descubro detrás suyo a los idiotas de turno. Parece que siguen siendo inseparables. Caleb y Andrew intentan mostrar indiferencia con respecto a mi llegada, pero puedo sentir cómo miran hacia aquí cada vez que no les veo.
Una vez llegamos a nuestros sitios, Jade se dirige a Chloe para presentarle a Christian y a Luke, esos dos amigos suyos que conocí el primer día. Ellos la examinan, pero sin ningún tipo de maldad. Mi mejor amiga es un pivón y nadie podría negarlo.
Por otro lado, veo que Alexa ya no parece ser bienvenida en este grupo, lo que me desconcierta un poco. Espero tener tiempo más tarde para comprobar qué ha pasado con ella.
Cuando paseo mi mirada por el comedor, algo en mi cabeza hace saltar mis alarmas. Saco el móvil del bolsillo y me vuelve a la mente la broma pesada del número desconocido. Pese a que no le ha dado tiempo a dar más tralla, yo no pienso aguantar ni una más. Hasta el momento me había mostrado débil, pero ahora van a enterarse de quién es la verdadera Evelyn West.
Ya que estamos prácticamente todos aquí, aprovecharé para llamar a ese número de teléfono que ha intentado jugar conmigo. Cuando a alguien le suene el politono del móvil, sabré quién es esa persona tan graciosilla que pretendía mofarse de mí.
Editado el 6 de junio de 2023 por la autora.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top