Capítulo 10
Qué desagradables son los chirridos de estas puertas... Me tapo la cabeza con la almohada e intento hacer caso omiso a ese ruido insoportable, pero se convierte en tarea imposible cuando entiendo que alguien debe haber entrado en mi cabaña.
No puedo evitar destaparme la cara, para luego encontrarme con Jade avanzando hacia mí con una gran sonrisa. Bueno, es ella. Y se está dejando caer en mi cama con toda la libertad del mundo. Parece que aquí no hay intimidad alguna para las personas, entran en cabañas ajenas como si fuera su propia casa.
—Vaya, no sabía que eras de esas que se levantan con ganas de asesinar a alguien —me saluda. Ni "buenos días" ni nada: ella no es ese tipo de persona.
Me froto los ojos y me incorporo en la cama. Sin yo haber abierto la boca, Jade ya se ha dado cuenta que no tengo los mejores despertares del mundo.
—Venga, tienes que prepararte. Emily ha dicho que tenemos que estar todos en la casita ahora.
—¿Tan pronto? —Me sobresalto. No me quiero ni imaginar la cara que debo tener en estos momentos.
—Evelyn, cariño, no es por herir tus sentimientos... pero son las doce de la mañana.
No me lo puedo creer... Resoplo e intento desperezarme del todo. Acto seguido, me pongo en pie y rebusco en el armario algo que ponerme. Jade me acompaña al baño de chicas, donde me doy una ducha refrescante que me da esa energía que necesito para afrontar el día de hoy, sobre todo después del notición que me dio Chloe anoche.
Siempre he sido de esas personas que necesitan más de una hora para estar listas, y eso ni siquiera un campamento podría cambiarlo. Puede que ya esté tardando demasiado en llegar a la casita (he aprendido que así es como le llaman a ese lugar donde se hacen las actividades y donde se encuentra el comedor), pero he sentido la necesidad de volver a mi cabaña después de ducharme y prepararme.
He tenido que llevarme el móvil. Por el camino, leeré los nuevos mensajes que Chloe me ha mandado. Antes de eso, reviso que todo esté en su sitio. Para hoy he escogido una blusa blanca sin mangas, unos shorts vaqueros y unas sandalias planas de color celeste. Nada demasiado llamativo, ya que hoy no pretendo llamar la atención. Me preocupo por última vez de que mi trenza esté en su sitio y salgo de una vez por todas.
Tras salir, aprovecho para comprobar que Chloe me ha escrito un par de mensajes a las 6 de la mañana. ¿Pero qué demonios hace esta chica despierta a esas horas en pleno verano?
Evelyn, viene hoy. Me lo ha dicho.
Es obvio que se refiere a Candice... Un escalofrío me recorre la espalda. Sigo sin tenerle ni pizca de miedo, pero remover lo que pasó hace unos días con ellas sí que se me hace más complicado.
Cuando me acerco a la entrada de la casita, enseguida busco la compañía de Jade y de Alexa. En el fondo, me alegra que esta última parezca un poco más animada que ayer. Sé que arruinó todo nuestro plan, pero en mi cabeza rondan asuntos más importantes ahora mismo.
Inevitablemente, mis ojos se desvían hacia el grupo de los chicos. Andrew sonríe en nuestra dirección y Jason se limita a imitarlo. Se les ve bien seguros de sí mismos. Cómo les encanta restregarnos que ayer no nos salimos con la nuestra. Pongo los ojos en blanco, y parece que provoco alguna que otra carcajada por su parte.
No tardo en darme cuenta de que Caleb no se encuentra allí con ellos. Después de cómo les habló ayer, admito que es razonable, pero esperaba que lo solucionaran sin más... Tal y como ayer también creí que Candice y Chloe solucionarían lo suyo tarde o temprano. Está claro que todavía no sabía toda la verdad. Me pregunto si los chicos también tendrán sus secretos en lo que a su amistad se refiere.
De pronto, olvido mis pensamientos al ver dos figuras femeninas saliendo por la puerta. Por alguna razón, todos los demás estábamos esperando aquí fuera. Una de ellas corresponde a Emily, que hoy luce un vestido de flores que la hace parecer un poco más menuda.
Entonces, justo detrás de la monitora, aparece ella. Me ha bastado con ver esa melena rubia, lacia y brillante, aunque lo cierto es que la reconocería hasta por el sonido de sus pasos.
La traidora está bien sonriente y no duda en pasear su mirada llena de entusiasmo por todos nosotros. Hasta llegar a mí. Su sonrisa se borra de forma inmediata. Candice se queda mirándome fijamente durante unos segundos, y lo hace con una expresión que no logro descifrar. Acto seguido, aparta la mirada como si nada hubiese ocurrido.
Prácticamente todo el mundo se ha quedado fascinado con ella. Al famoso clan de los chicos le está a punto de llegar la mandíbula al suelo. Me pregunto si es que no han visto a una chica atractiva en su vida.
Andrew se dirige rápidamente a saludarla, seguido de Jason y sus amigos. No voy a negar que esta situación me está empezando a resultar algo irritante. Me fuerzo a mantener la mirada fija en otro lugar, al menos hasta que Emily toma la palabra:
—Chicos, ella es Candice Heron. Será vuestra nueva compañera a partir de hoy y viene de San Francisco.
Después, la monitora da permiso a Candice para que nos dé algún que otro detalle sobre ella. Detalles que yo, obviamente, ya conozco perfectamente.
A decir verdad, me molesta verla aquí. De algún modo, siento que ha venido a invadir mi espacio y a dejarme fuera de la ecuación. Especialmente, me pone de los nervios ver la ilusión de Andrew a la hora de escucharla. Ni de lejos mostró ese entusiasmo cuando yo me presenté al resto del campamento. Y no son celos. Sencillamente, no me parece justo que hayamos tenido recibimientos tan distintos. Además, nunca me ha gustado sentirme eclipsada por nadie.
Cruzada de brazos, me decido a entrar en la casita. Lo último que quiero es que alguien se dé cuenta de cómo me está sobrepasando la situación. Por otro lado, pronto será la hora de comer, así que me permito ir hacia el comedor antes que los demás.
—¿La conoces? —No me sorprende que Jade haya sido la única en seguirme.
—¿Qué te hace pensar eso?
—No sé. Ella también es de San Francisco... —Se queda un segundo en silencio, pero algo me dice que le queda algo más por decir—. Y, joder, que te echa unas miradas que parece que te vaya a declarar la guerra en cualquier momento.
Menos mal que no ha sido sólo impresión mía.
—¿Recuerdas el juego de ayer, en el que explique a qué me recordaba la traición?
Ella asiente y su expresión me dice que está atando cabos en su mente. Supongo que ahora me entenderá un poco mejor.
—Pues eso. —Me encojo de hombros—. Ella sólo ha venido aquí a fastidiar. Y yo no pienso entrar en su juego.
Y lo digo totalmente en serio. De hecho, no puedo evitar sonreír al pensarlo. A pesar de que me incomode quedar en segundo plano por su culpa, voy a hacer todo lo posible para que su presencia no me afecte lo más mínimo.
Mi sonrisa no se desvanece ni cuando Caleb aparece en el comedor. Ni siquiera cuando veo su cara de recién levantado y su pelo castaño despeinado. Me resulta gracioso pensar que seguramente no se habrá mirado al espejo. Es más, esa cara de dormido le queda especialmente bien... ¿Por qué será que hoy le veo con otros ojos?
Él también sonríe, pero aún no se ha vuelto hacia nosotras. Me temo que ya sé cuál es el motivo... Al parecer, Candice ha causado una gran revolución en el campamento.
—¿Sabéis quién es esa? —nos pregunta nada más vernos, y otra vez siento esa especie de molestia en mi interior. No entiendo el interés que ella ha despertado.
—Sí, una mala pécora —responde Jade como si nada. Es más, se la ve incluso satisfecha de lo que acaba de decir.
Él niega con la cabeza, aunque se lo toma a broma y se ríe con la ocurrencia de mi amiga.
—Bueno, ya empiezo a ver algo de envidia por aquí...
Esta vez somos nosotras las que nos reímos, pero no emitimos respuesta alguna. A veces, el silencio es la réplica más sabia de todas. Y cómo me alegra haber conocido a alguien como Jade, que entiende perfectamente cuando no quiero hablar de más.
A continuación, nos acomodamos en nuestra mesa de siempre, pero me sorprende ver a Caleb sentarse con nosotras. Este pone las manos sobre la mesa, y no puedo evitar darle un repaso a sus brazos musculados... y a su piel bronceada en perfecta combinación con el azul marino de su camiseta.
—¿Qué pasa? ¿Hoy no comes con ellos? —Señalo la mesa del fondo, donde siempre se sientan Andrew, Jason y los demás. He tenido que decir lo primero que se me ha pasado por la cabeza con tal de esquivar cualquier pensamiento fuera de lugar con respecto a Caleb.
—Supongo que no.
Sonríe y alza los hombros de manera inocente. Lo cierto es que no parece nada afectado. Más bien, puedo identificar un rastro de alivio en sus palabras, como si se hubiese quitado un gran peso de encima.
Instantes más tarde, Jade le echa en cara que él la llamase friki, lo que da lugar a una pequeña (aunque divertida) discusión. Por una cosa o por otra, terminan dándose un abrazo. Y no es un abrazo que deba ser malinterpretado. Lo único que siento es envidia sana de no haber tenido nunca una amistad tan transparente, pura y sincera.
La comida empieza a servirse y nuestros compañeros van entrando por grupitos. No hay sorpresas: todo el mundo se sienta en su mesa habitual. En el caso de Candice, ella aparece por la puerta cuál diosa con la melena al aire a la que todos se giran a mirar. Menos yo, claro. Y puede que Jade tampoco.
La versión educada de Andrew se levanta y corre hacia ella como si estuviera por perder un autobús. Confieso que me deja de piedra cuando la lleva hasta la mesa del fondo y la acomoda a su lado, tal y como se le haría a una princesa, por ejemplo.
—Vaya... Debe estar realmente interesado en ella. Jamás se había sentado una chica en esa mesa. Al menos, que yo recuerde —nos explica Caleb, quien también se ha quedado perplejo con esta escena.
No sabía que me costaría tanto asimilar todo esto. Desde que éramos unas crías, Candice siempre había estado por debajo de mí, y yo no estoy acostumbrada a no ser la protagonista. Es evidente: esto me escuece por dentro y no hay forma de impedirlo.
No obstante, me he prometido a mí misma que no entraría en su juego. Ella lo hace a propósito, lo sé. Estoy empezando a descubrir sus intenciones. Claramente, quiere ser el foco de todas las miradas para fastidiarme. Pero Candice no sabe que a mí no me hace falta ser el centro de atención para brillar más que ella.
Editado el 1 de junio de 2023 por la autora.
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