iv. kingdom come

Artemisa se encontraba escribiendo en una libreta, con el aire revoloteando su cabello castaño y el pasto verde claro moviéndose a su sintonía; a lo lejos se miraba una larga mesa y muchísima gente, entre ellos sus hermanos, padres, el abuelo Zeus, saliendo con vasijas y llevándolas a la mesa. La castaña sonreía ante la vista, la pluma se deslizo de su mano y cayo al pasto, por lo que Hécate iba a recogerlo cuando sucede lo más extraño. Su mano atravesó la tierra y la pluma de tinta negra.

Sudor escurría por la frente de la morena, con su respiración agitada se hallaba y lo primero que hizo fue tocarse la mano, sintiéndola perfecta. No sabía el porqué de ese sueño, tan extraño y surrealista. Toma una bocanada de aire y lo expulsa lentamente. Se levanta de su cama, a sabiendas de que no podrá dormir después de esto.

Va al baño, tomará una ducha rápida para desprenderse ese sudor y el susto de la rara pesadilla.

Sale de la habitación, sujeta fuertemente la correa de su mochila y baja a la sala común. Ella esperaba que no hubiese nadie en dicha habitación al ser casi las cinco y media de la mañana, la castaña siempre ha sido madrugadora aunque ahora lo fue más gracias al mal sueño. Solo que al parecer este no es su día, al encontrarse a Tom en la sala con su impecable uniforme y el pin de prefecto. Cuanto deseaba la chica de arrancárselo y clavárselo en la frente perfecta del maldito chico.

Ambos se dirigieron de aquellas miradas que te envian a tres mil metros bajo tierra, o si quisiesen hasta el infierno. Pero Artemisa rompió la conexión, girando sobre sus talones y dirigiéndose a una pequeña mesa cerca de la chimenea. A cada paso que daba meneaba su cabello castaño que caía en unos perfectos tirabuzones gracias a unos productos muggles que tiene en su bolsa mágica. El peli negro la miraba de reojo mientras ella sacaba sus libros de la mochila para leer algo durante la espera del desayuno.

Había algo de la chica que no convencía del todo al joven heredero; ella traía un porte altanero que le sacaba de quicio, mucho más que el de Malfoy. Su perfecta sonrisa, esos tirabuzones, la inteligencia arrasante que tiene, pero mas que nada, le envidiaba esa confianza. Siendo una desconocida para toda la escuela, recibiendo aquellos comentarios crueles por parte de sus compañeras de casa; aun así mostraba esa altanería.

Hécate percibía la mirada de la serpiente, le dio caso omiso a ello. En su mente no cabía la idea de que alguien tan hermoso, en sus estandares, se convirtiera (o es) en una persona tan llena de maldad. Y sus recuerdos vagaban a aquellos que compartía de su amigo, Lyon Vincetamor, un chico que nació bajo la poción de amor, amortentia; él no tenia sentimientos genuinos tales como el amor, cariño, felicidad o amistad. Es como si un dementor viviese en un cuerpo humano. Ella aun así trato de ser su amiga, aunque él le decía conocida.

Pero, siempre hay un pero.

Durante las vacaciones de invierno, en las que los padres de Artemisa veían la mudanza a Gales; la castaña recibió una noticia que le rompió su corazón. Lyon se había suicidado tres días antes de noche buena, dejando una carta solamente para ella; no hubo ninguna para la madre del chico. En ella narraba su desesperación por sentir algo más que repulsión en su ser, querer sentir aquella amistad que la morocha le ofrecía, y ya no vivir así. Desde entonces Hécate se dedico a la búsqueda de una cura para aquellos nacidos sin sentimientos de amor.

Por lo que el foco de la Ragnor, encendió. Ella volvería a intentar ese antídoto, y lo probaría con Riddle. Así ver si sirvió de algo todos esos meses de investigación, pruebas y experimentos. Como su nombre es Artemisa Hécate Ragnor Hinault, ella juro que lo haría.

*****

La clase favorita de Artemisa sin duda alguna es Pociones, aunque se la imparta el Profesor Slughorn, para ella son excelentes y más teniendo el libro de su tía Selene de quinto año. Su pareja de mesa es otra chica de Slytherin cuyo nombre es Ara Fawley, pero nunca han dirigido palabras más que para organizarse en hacer las pócimas.

Para gusto de Artemisa, Ara es una chica muy reservada, y no se ciega ante los rumores como las demás, y sin duda le envidiaba ese cabello rubio rizado. Y según su tío Narcisse, ella se encontraba enamorada del narcisista Abraxas Malfoy. Que dicha era la suya.

La clase acabo con ellas como la mejor pareja (por sexta vez en la semana) con la mejor poción. No podría olvidar la cara de odio de Riddle. Horace alababa el trabajo de ambas, como la mejor sincronía y orden que ha presenciado en su vida de maestro.

Para su desgracia, la siguiente clase es Defensa contra las artes oscuras, dos horas seguidas y la profesora Merrythought dijo que esta semana sería de duelos. Lo cual le fascinaba y aterraba al mismo tiempo enfrentarse contra Tom Riddle, si es que la profesora los elegía para algún combate.

Ambas mujeres caminaron codo a codo al gran comedor, que se modificó para la clase de la profesora. Galatea estaba arriba de la larga tarima con su varita en mano, después de que ingresaron todos los alumnos, alzó la vara y cerró las puertas.

— Buenos días alumnos — empieza a decir la profesora — El día de hoy se inauguran los duelos de combate para probar lo que han aprendido durante sus cinco años en Hogwarts. A continuación en su mano les aparecerá un papel con un número en el, el que tenga el otro número será su pareja y el duelo que será — dicho eso, en la mano derecha de la castaña apareció un papel doblado a la mitad.

Era su día de suerte al tener su número favorito, el trece; ojalá y su pareja fuese Avery, desde hace unos días le trae unas inmensas ganas de darle su merecido. De reojo observó el de Ara, número ocho. Las dos chicas rezaban en su interior que fuese alguien fácil de combatir.

>> Ahora empecemos, ¡uno! — grita la maestra y la chica Bulstrode y la Parkinson subieron a la tarima.

Así iban pasando, la maestra gritaba el número, y la pareja de alumno pasaba a la tarima. Hasta el momento ningún duelo duraba demasiado, pasado los quince segundos tal vez. Los vencían demasiado rápido, más a los Gryffindor cosa que le daba risa a la Ragnor por ello ya que en el futuro los de dicha casa eran los que mejor peleaban en combate.

¡Ocho! Resuena la voz de la profesora y la rubia abrió los ojos con sorpresa. No quería pasar tan pronto; sintió una mano alrededor de su muñeca y volteó para ver quien era. Artemisa Vincetamor le deseaba suerte y la estaba alentando a subir la tarima. Suspiro, y asintió, girando para ir a las escaleras.

Su pareja era nada más y nada menos que Narcisse Ragnor. Ese chico es una bestia con la varita en la materia, aunque no tan bueno como el slytherin pelinegro. Ambos se dan la espalda, y esperan a que la maestra comience con la batalla de varitas.

Hécate solo miraba de manera sorprendida la habilidad con la que su tío bisabuelo manejaba los hechizos de ataque. Aún no comprendía porque habría de desaparecer su historia, ella se juraría cuidarlo y protegerle de cualquier cosa, sin importar si el futuro cambia. Al final será por un bien común. De hecho, la rubia también le sorprendió, siendo una fuerte rival del chico. Al último se declaró ganador a Narcisse pero hasta el momento, ha sido el único duelo que dura un minuto.

Las siguientes competencias seguían igual de aburridas que las demás, y la castaña ya casi caía a los brazos de Morfeo cuando la maestra gritó << ¡trece! >> y abrió los ojos. Y sin esperar más subió a la tarima, sujetando su varita y el gira tiempo se apegaba más a su cuerpo. A sus ojos estaba ese de cabello negro y ojos sumamente oscuros mientras en su cara aprecia una sonrisa socarrona.

Riddle estaba mal si pensaba vencerla a la primera. Ambos se dan la espalda y esperan la indicación de Galatea. Y cuando la da, espérense la mejor pelea que Artemisa y Tom han tenido.

La chica gira y lo primero que hace es un protego seguidamente lanzado un incarcerous de manera inverbal. El joven los esquiva perfectamente, contra atacando con un desmaius solo para empezar bien contra la señorita; Isa lo esquiva, y lanza un Desmaius, luego un bombarda para finalizar con contusium. Al principio logra esquivar los primeros dos pero el último no, siendo mandado hacia atrás, casi cayendo de la tarima.

Ahí sus ojos caen en ella cargado con odio, si así lo desea; él le demostrará lo que es jugar con fuego.

— ¡Penetro! — apunta la varita a la chica.

Hécate reacciona y aparece una pared de humo, deteniendo el conjuro. Consecutivamente lanzando jauleo, encerrándolo pero él rompe la jaula fácilmente contraatacando con conjuro oscuro. La Ragnor sabía que se estaban metiendo al terreno peligroso.

La profesora Galatea estaba quedando maravillada con la actuación de los dos alumnos, pero los hechizos que ambos empezaron a lanzar ya no eran de sus clases, de hecho, estaban fuera del que debería ser el límite de conocimiento de los estudiantes. Eso ya le estaba preocupando.

Heridas empezaron ha aparecerse en los Slytherin; aunque ninguno se rendía, no cedieran su rodilla y poder al otro.

Hasta que Artemisa lo logró.

Su último hechizo fue sectusempra, cayendo acertadamente en el chico que cae y las heridas comienzan a salir. Todos corren a verlo, principalmente la maestra.

— ¿Qué hechizo es este? — cuestiona mirando directamente a la chica manchando su manos de sangre tratando de curarle — ¡Reviértelo! — le pide a gritos.

La castaña aparta a todos, y comienza a recitar los hechizos de curación que su tío Harry le enseñó. Al parecer él lo usó una vez contra su tío Draco, y el fallecido Severus Snape ayudó a limpiar el desastre creado. Al final, toda la sangre perdida regresó a su dueño; y la chica se levanta con la varita en mano.

— Artemisa — susurra el débilmente pero con un odio impecable en él.

— Riddle — le responde ella monótonamente.

Su reino ya comenzó, quedando a la admiración y temor de todos los alumnos y compañeros de Hogwarts. Porque la chica nueva venció al temido Tom Riddle. Eso nadie lo había logrado.

*****
Me encanta este toque de girl power que le estoy dando a la novela, me crean o no.

Ahora sí comienza la rivalidad, traiciones y planes que se tendrán Artemisa y Tom mutuamente.

Como quien dice, comienza lo bueno.

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