Capítulo 4: Ella es "la reina"

La mañana siguiente llegó.

Kagome miraba con detenimiento el techo de su cuarto, su celular seguía sonando con la alarma desde hacía dos minutos completos hasta que sacó la mano por debajo de las sábanas para apagarlo en un movimiento perezoso.

Escuchó el departamento de a lado, las risas de los niños, el edificio donde vivía resultaba muy ruidoso aunque no le molestara en demasía. Se obligó a levantarse para irse al trabajo aunque sin muchas ganas después de arruinar su primera impresión con Inuyasha. Más, eso no significó que podría dejar de ir, después de todo había hecho un esfuerzo considerable para hacer que la empleada antecesora renunciara con Izayoi. No se podían desperdiciar esos movimientos.

Ahora, conocía a los internos y formaba parte de su equipo, simplemente debía cumplir con sus tareas para dejar de estar a prueba, lo último que necesitaba era destacar delante de Izayoi o Toga. Decidió que a estas alturas, dejar de ser el centro de atención era más importante. Entablar una mejor relación con el hijo de su jefa estaba quizá un poco lejano a pasar, ella también podía investigar el lado de Jakotsu por el momento.

Rápidamente se dió una ducha para después desayunar un par de tostadas de forma casi fugaz. Echó su monedero y celular a una bolsa de correa desgastada para luego salir con mejor ánimo. Podía ir un paso a la vez de forma paciente. No hubo margen para el fracaso.

Volvió a llegar temprano, sin embargo esta vez ya había otros empleados esperando —Hola— saludó alzando la mano. El resto le respondió con una sonrisa, ahora incluso Yura había perdido esa hostilidad, pero no su aura de diva. Kagome la encontró inesperadamente agradable después de aquello, quizá no sería malo hacerse más amistosa con ella.

Los amigos de mis amigos, son mis amigos. Probablemente podría implementar esa lógica para acercarse a Jakotsu después de elegirlo como su primer objetivo. Caminó al lado de Yura dándole una sonrisa, esos gestos sutiles le ayudarían para entablar un vínculo sin que ella lo notara.

En los pocos minutos restantes, aparecieron Koga y Ayame, ambos venían conversando sobre algo mientras la pelirroja tenía una expresión brillante de felicidad. Ambos dieron los "Buenos días" de forma colectiva, sin embargo, Koga se alejó de la joven universitaria para charlar con Kagome —No te rendiste al primer día ¿Eh?— bromeó posando su peso en la pared de la tienda, sus brazos fueron cruzados sobre su pecho marcando sus músculos bien trabajados en la camiseta de manga larga.

Los celos brillaron en los ojos verdes de Ayame, Kagome podía sentir claramente su descontento, por lo que ignoró en cierta medida al muchacho respondiendo con un simple quejido bajo en afirmativa. Sin embargo encontró los celos de su compañera algo escalofriantes, si así se comportaba con alguien que acabaron de conocer, no quería imaginar lo que sería con las que le coqueteaban al chico directamente.

Sintiendo que incluso con su respuesta escueta la mirada de la otra no dejaba de clavarse en su costado, giró el rostro en su dirección con cierta molestia. De acuerdo, ella podía querer un perfil bajo, pero no significó recibir malas miradas por algo de lo que no era responsable. Levantó una de sus cejas enviándole una pregunta tácita a la pelirroja.

¿Qué miras? 

Ayame se vio sorprendida por el repentino cambio de actitud. No esperaba esta clase de respuesta ¿Qué pretendía? Una tensa atmósfera se creó a partir de su contacto visual prolongado. Ayame tenía la lengua atada sin poder articular una sola palabra a pesar de tener cien quejas a punto de estallar en su corazón.

—¿Alguien quiere café?— antes de que las cosas se pusieran demasiado tensas, Hitomiko intervino con una apacible sonrisa. No era un secreto la manera agresiva con la que actuaba Ayame con las mujeres que eran cercanas a Koga, sin embargo, nadie había devuelto una mirada tan amenazante como la nueva empleada. No conocían a Kagome, apenas tenían un día trabajando juntos, de modo que no podía saber hasta donde era tolerante. Por el bien de todos, era mejor calmarse primero.

—Hace demasiado calor para tomar café— se quejó Jakotsu aligerando más el ambiente con su comentario. De alguna forma exhalaron con alivio sin saber exactamente porqué.

—¿Qué opinan de un jugo?— sugirió Hitomiko esta vez, conservando su sonrisa —¿Les parece?

—A mi me parece cualquier cosa dulce, si van a agregar algo más que sea un emparedado— intervino Koga llevando su vista a la pantalla del móvil. Con su actitud relajada parecía que lo anterior no tenía ninguna relación con él.

—¿Quién los pedirá?— cuestionó Yura alternando su vista en todos. Ayame se había mantenido callada después de ese incómodo momento, sintiendo el rostro caliente mientras hundía su expresión en el cuello de su chaqueta.

—Eh...— Kagome levantó ligeramente el dedo eligiendo ignorar lo ocurrido —Yo los pido si quieren, ayer encontré un lindo restaurante — ofreció sonriente, no se dió cuenta de lo terrorífica que fué su mirada hace unos segundos, al grado de enviar algunos escalofríos a las espaldas de sus compañeros —¿Cualquier jugo está bien?— continuó con una sonrisa amistosa.

El joven que hasta hace unos momentos se miraba en el espejo intervino —Pide todos igual, será menos tardado y un emparedado a todos, muero de hambre — sugirió remarcando su ceja con un delineador, luego de quedar satisfecho con el resultado miró al resto —¿Saben de algo con el local de enfrente?—  Preguntó entonces guardando el espejo de mano —Oí que también abrirán una boutique

—Uy, competencia. Me agrada— dijo Yura sonriendo de lado. Kagome perdió esa conversación debido a su llamada para pedir desayuno, sin embargo en cuanto se integró nuevamente con el grupo, escuchó a la de pelo corto refunfuñar —Oh no...— su semblante cambió por completo provocandole virar la cabeza en la dirección donde miraba la otra. Por sinapsis todos los demás hicieron la misma acción justo a tiempo para ver cómo Inuyasha bajaba de un auto a lado de una joven alta con cabellera negra completamente lacia, portando gafas de sol acompañadas de una mascarilla negra —La reina está aquí— musitó Yura rodando los ojos.

—¿La reina?— Higurashi fingió curiosidad. Por depuesto también sabía quién era esta mujer, pero debía fingir no conocerla.

—Ella es Kyo, la novia amargada de Inuyasha. Se siente la gran cosa por eso— explicó con un susurro la de pelo corto, acomodando sus gafas con un gesto altanero —Que no te engañe esa apariencia de mosca muerta, es una antipática de lo peor.

—Yura, puede escucharte— regañó Hitomiko —La señorita Kyo es amable, solo es muy reservada.

—Como sea— ignoró la advertencia sacudiendo su mano, restándole interés.

—No le hagas caso Kagome, no te dejes guiar por sus comentarios. Cuando conozcas a la señorita Kyo podrás saberlo— terminó por decir la mayor en voz baja dada la cercanía de ellos.

La pareja llegó al encuentro del resto con una aura extraña alrededor —Buenos días— Saludó Inuyasha cuando estuvieron de frente deslizando un deje de irritación en su tono —Koga— lo llamó tendiendole las llaves. El moreno las tomó sin preguntar nada, se dispuso a abrir los candados y quitar las alarmas dándole paso al resto.

A Kagome aquello no le pasó desapercibido. La señora Izayoi había abierto por su propia cuenta el día de ayer, comenzaba a comprender mejor el mecanismo de la tienda, si alguna vez necesitara algo, Koga  parecía el más indicado para sus respuestas. Por supuesto, tenía sentido la confianza depositada en el moreno después de trabajar aquí por años. Una verdadera lástima que Ayame estuviera sobre sus pasos.

Cuando el local fué abierto, los primeros en ingresar fueron claramente el hijo de la dueña junto a su novia —Estaremos en la oficina, Hitomiko, quedas a cargo de caja— ordenó tomando a su acompañante de la mano. Por una milésima de segundo las miradas de Kyo y Kagome se cruzaron dejando un sentimiento inexplicable a su paso.

Higurashi sabía exactamente quien era, sin embargo una curiosidad sin nombre se instaló en su mente a pesar de conocer detalles incluso íntimos de ella. Se encogió de hombros, quizá una casualidad o simplemente quería poder adjudicarle todos los apelativos dados por Yura hace un momento. No estaba completamente segura.

Por lo que investigó, Kyo era una mujer que creció en la casa de unos parientes, sus padres habían muerto cuando ella era pequeña y su hermana menor estaba en pañales. Después de cumplir diecinueve había debutado como una modelo de nombre Kiyo, su figura esbelta y rostro fino sumados a su piel clara con el cabello negro, fueron una combinación que llamó la atención de las agencias rápidamente, después de un par de años había logrado sobresalir nacionalmente patrocinando marcas por todo Japón. Hasta la fecha, mantenía por su cuenta a su hermana de nombre Kaede en la capital.

Lo verdaderamente interesante fué su relación con Inuyasha, al ser una figura pública no era fácil pasar su vida privada desapercibida, su nombre real era Kikyo, de donde se derivaron su nombre artístico y el nombre con el que se presentaba aquí. Había estado con el hijo de izayoi dos años completamente en incógnito, incluso el resto de empleados ni siquiera sabía sobre su verdadera identidad. Además de sus padres, Inuyasha no le dijo a nadie más por petición de ella. 

En los cambiadores, Yura se encontraba con su inseparable amigo y Kagome, mirando a la azabache no pudo evitar decirle —La señora Izayoi simplemente se pasó con tu uniforme, te queda enorme— aunque parecía una burla cruel, había cierta empatía en su tono.

—Al menos hoy no te trajiste esos zapatos horribles— bromeó Jakotsu poniéndose el pasador en el cabello, Interrumpiendo los pensamientos de la azabache —Aunqu Yu' tiene razón, pareces cargador con esa ropa tan holgada ¿No tenían otra talla más pequeña?

Kagome sonrió apenada —Estoy bien así— rió volviendo a atar su pelo en una coleta burda —Es mejor para poder moverme rápido.

—No sé que estás pensando linda, pero ésta es una tienda de ropa. Nuestro trabajo es demostrar que tenemos sentido para aconsejar apropiadamente— argumentó —Ven acá— la jaló del brazo rápidamente —Si no puedo hacer nada por tu ropa, al menos lo haré por tu cabello

Al verlos, su compañera no puedo evitar bromear —Le diré a Hitomiko que van a tardar un poco— se burló Yura cerrando su locker —Nunca pensé que alguien pudiera enderezar a Jak— rió

—Que grosera, nunca dudes de mí en esas cosas— él le sacó la lengua dejándola ir —Permíteme— dictaminó sacando un peine de su pantalón —Al menos no tienes el pelo maltratado.

—Lo he cuidado mucho para tenerlo de ese largo ¿Sabes? Es mi más grande orgullo— respondió dejándose hacer, estaba encantada con este acercamiento tan espontáneo. Con velocidad le pasaron la peineta por las hembras color ébano hábilmente. Luego de dos minutos terminó.

—Es sencillo pero efectivo— musitó Jakotsu atando la coleta alta de Kagome —Al menos así no te verás igual que un vagabundo— tal como decía, el peinado era simple. Solo una liga color verde mantenía su melena junta en la parte trasera-alta de su cabeza —Hoy, al salir dame tu uniforme, lo arreglaré por tí— ofreció él guardando sus pertenencias.

A la joven le agradó la actitud liviana del muchacho, sin embargo no pudo bajar por completo su guardia —Gracias— apreció de vuelta —Voy a ver si ya han llegado los jugos.

Afuera ya había un poco de movimiento, algunos clientes se dedicaban a buscar tallas en los exhibidores. Abordó al primero que encontró sonriendo de manera amable —Bienvenido a Iza's ¿Puedo ayudarlo en algo?

De a poco, los compradores fueron saliendo hasta dejar la tienda vacía. Con ese pequeño receso el personal aprovechó el momento para desayunar —Los jugos están aquí— anunció Koga cargando la charola.

Una vez reunidos, tomaron sus respectivos vasos, a excepción de Ayame quien eligió no acercarse —Así que, Kagome— empezó Hitomiko —¿De dónde eres?

La azabache ya esperaba esa pregunta, cosas de la vida cotidiana y personal que seguramente le irían a preguntar —Nací en Nagoya. Mi padre era de ese lugar— informó dándole un mordisco al emparedado. Tenía las respuestas para todas esas preguntas que incluso podrían creerse a ella misma.

—¿En serio? Dicen que Nagoya es lindo— intervino Koga —¿Por qué decidiste venir a la capital?

—Quiero tener un poco de experiencia de otros lugares. La gente de Nagoya y la de Tokyo es diferente.

—Oh... ¿La escuela? ¿La abandonaste?

—Jajajaja si, de alguna manera se ve que no soy buena alumna— Las preguntas como estas eran un juego de niños para ella. No había mentido pero tampoco iría a decirles la verdad.

—¡Kaname!— el grito alteró a todos. La "aludida" apretó minuciosamente sus dedos alrededor de vaso. Delatando un poco su sorpresa.

—Te hablan— señaló Yura haciendo bollo la servilleta de su almuerzo.

A pasos lerdos se guió hasta la puerta de la oficina rogando por no perder el control. Tocó un par de veces esperando una respuesta.

Inmediatamente Inuyasha abrió —Vé al Seven Eleven de la vuelta y traeme una bebida energética y una botella de agua gasificada— ordenó ofreciéndole un par de billetes —¿Me oyes?

Kagome no pudo evitar echar un  vistazo dentro, Kikyo estaba sentada de espaldas a la puerta mientras rellenaba algo en unas hojas por lo que no escuchó con claridad las palabras del muchacho —¿Perdón?— dijo algo apenada.

—Ve a comprarme una bebida energética y un agua gasificada ¿Entiendes japonés? ¿Quieres que lo escriba en una hoja para que sea más entendible?— cuestionó sarcástico —¿Qué esperas?

—Si señor— acabó aceptando el mandato, una sonrisa amplia en su rostro. Tomó el dinero caminando a la salida con pasos largos, una vez fuera su expresión se veía atormentada.

Sus pensamientos viajaron una vez más hasta la novia de Inuyasha, si esta mujer no existiera, su infiltración sería mucho más fácil. Por supuesto era un pensamiento a lo sumo, si ella no estaba probablemente habría otra chica a lado de Inuyasha. No es que halla pasado por alto la probabilidad de ser amiga de Kikyo, también tuvo pensamientos de acercarse por esa vía, no obstante ella no podía pedir nada al albino si ese era el caso, lo que quería venía directamente del problemático Taisho. Kagome se obligó a recordar sobre todo la finalidad de estar aquí. Por lo menos, esperaba no tener más roses negativos con él.

Estando frente los refrigeradores se encontró confusa. Le habían pedido agua gasificada y una bebida energética ¿Pero cuál? Existían tantas marcas haciéndola entrar en un conflicto. Eligió los productos más populares de ambas bebidas y esperó no haberse equivocado.

Al volver tocó la puerta de la oficina con una bolsa de compra en las manos —¿Ya está?— quiso saber el de ojos ámbar con impaciencia.

—Si, aquí está lo que me pidió— entregó las botellas junto con el cambio evitando por completo el apellido, no volvería a cometer ese error.

—Bien— dicho eso le cerró la puerta en la cara.

Eso la dejó en una posición bastante incómoda. Se pidió calma comenzando a apretar los puños. La manera tan grosera con la que la trataba estaba tocando su línea de fondo. Sus ojos se volvieron fríos cuando miró la puerta con furia.

¿Qué se pensaba? ¿Que todas las mujeres lo encontraban atractivo o los hombres superior y por eso podía tratar despectivamente al resto? ¿Confiaba tanto en su respaldo familiar? ¡Iluso! ¡Divertidísimo!

Si ella no lo necesitara, no le habría dado una segunda mirada.

Una espina se clavó en su orgullo jurandolo como enemigo; iba a enseñarle una lección para aprender cómo valorar a los demás cuando terminara su propio negocio.

Esto no iba a quedarse así.

Tras observar sus acciones, Ayame empezó a mirarla de forma diferente. Un plan se le vino a la cabeza tan pronto como llegó a su conclusión, rápida fué a lado de Koga para contarle su descubrimiento —Hey, Koga— llamó con aire de misterio. El muchacho se quedó en su lugar sin gran interés —No me ignores, tengo que decirte algo— se exaltó —Creo... creo que a Kagome— bajó incluso más la voz llegados a ese punto —Le gusta Inuyasha.

Continuará...

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top