Capítulo 27: Él...

Kagome se masajeó los hombros de forma lenta, sus dedos sujetaron un punto tenso en la base de su trapecio dándole dolor.

¿Hace cuanto no se sentía tan cansada?

Quizá era el hecho de que su movimiento no estuviera funcionando a la primera. Es decir, ya era domingo e Inuyasha no había hecho mucho respecto a las palabras sobre el gimnasio. Y con no mucho, se trataba de absolutamente nada.

Si la azabache era sincera consigo misma, estaba tratando de ignorar la posibilidad que él se estuviera negando a ofrecerle un espacio en el gimnasio debido a Kikyo. Ese era su lugar. Donde ambos se habían encontrado incontables veces antes y durante su relación. Quizá aún.

Tal vez él no quería que se encontraran. O que la persona con la que se acostaba ocasionalmente «contaminara» aquel sitio especial.

Succionando su labio inferior entre su lengua y sus dientes superiores, Kagome se regaló una sonrisa de autodesprecio a través del reflejo frente a ella. Se inclinaba más por la posibilidad de que él no le abriría una vacante gratuita antes de admitir que las otras conjeturas la ponía de ligero mal humor.

—Serás tonta, Higurashi.

Se lavó las manos decidiendo regresar a la mesa del restaurante. Con el regreso de los padres de Inuyasha, no había oportunidades de contactos clandestinos dentro de la tienda. Justo hoy estaban siento invitados por Toga e Izayoi en el restaurante donde siempre llevaban a sus empleados.

El establecimiento era acogedor y el ambiente de camaradería en su mesa se podía percibir desde lejos, aunque por alguna razón, ella misma se sentía como una extraña en medio de todas esas personas que compartían anécdotas de hace tiempo.

Sin querer ahondar en ese sentimiento, se acercó nuevamente a su asiento entre Yura y Ayame, al parecer la pelirroja estaba muy alerta para evitar que Koga se acercara a ella. Bueno, le hacía un favor.

—Y dime Kagome, ¿te gusta trabajar con los muchachos? —cuestionó la madre del albino con una cálida sonrisa.

—Por supuesto, me agrada mucho y no es difícil. En verdad agradezco que me haya dado la oportunidad.

—Qué va. He visto los reportes de ventas y haces un excelente trabajo. Debería ser yo quien agradezca por haber encontrado a una chica tan talentosa.

Desde el principio de la cena, se había convertido en el centro de atención. La mayoría de las conversaciones llegaban a un punto donde Kagome tendría que contar una anécdota o dos referente a las charlas pero de forma hábil siempre las guiaba hacia alguien más.

La agradable atmósfera era tan jubilosa e inocua que por algún momento se permitió no pensar en construir a su personaje, se dedicó a sonreír sobre lo que los otros contaban e ingerir las ministraciones en su vaso de alcohol con suma lentitud.

Al otro lado de la mesa, Inuyasha parecía entretenido con las anécdotas universitarias de Ayame, sin embargo su verdadero enfoque estaba en la azabache. Hace días que no podía ni robarle un beso. Ya fuera por sus propios asuntos a resolver fuera de Iza's, la presencia de su madre o el resto de sus compañeros acaparando la atención de ella.

Era extraño, sentía que por alguna razón no podía continuar sin intercambiar palabras aún fuera de lo privado. Tenía la constante y estúpida idea de acercarse abiertamente para hablarle, de lo que fuera.

Estúpido en el sentido que Izayoi iba a darse cuenta muy pronto de su interés si realmente lo hacía. O peor aún, de que ese interés no era un cascarón vacío como en las otras ocasiones en las que él había charlando con mujeres solo para intentar ganarse la atención de Kikyo aunque fuera por resentimiento.

Si, aquellas acciones fueron infantiles y ciertamente innecesarias, pero siempre había tenido miedo ¿A qué? No estaba seguro. Solo estaba ahí, a veces creciendo, a veces disminuyendo pero nunca al punto de desaparecer.

Esa inquietud le había impedido hacer algo respecto a la conversación que habían tenido los empleados de su madre sobre ir al gimnasio. Él manejaba uno, pero siendo sincero, no podía imaginar llenar los espacios que Kikyo había dejado en ese lugar con la presencia de alguien más. Y sobre todo, Kagome estaba lejos de ser un remplazo para su relación.

Kagome era única y tenía su único sello en lo que sea que ambos habían iniciado. Tenía su propia esencia, la que se impregnaba en las sabanas de su dormitorio cuando estaban juntos. Ella estaba hecha para permanecer en ese dormitorio, con él. Sin mezclarse con cualquier recuerdo de nadie.

Justo cuando Koga estaba a punto de servirle un nuevo trago de sake, las manos del albino se apretaron en puños, inhalando aire listo para intervenir.

Bzzzt, bzzzt, bzzzt.

Repentinamente una constante y repetida vibración hizo que todo el mundo se enfocará en la joven Higurashi. Un poco apenada bajó el vaso de licor sin beberlo, luego buscando el móvil en la chaqueta sobre el respaldo de su silla—. Disculpen —se excusó ofreciendo una sonrisa apenada.

Cuando estuvo lejos de su mesa para responder, deslizó el ícono conectando la llamada con el celular que Sarah tenía en su poder— ¿Sa?

—Hola Kag, disculpa por molestarte pero ¿crees que puedas venir por mí?

La azabache frunció ligeramente las cejas ¿Ir por ella? ¿Se refería a si misma o a Sango? ¿Había alguna razón para encontrarse?— Claro, ¿en donde estás? —cuestionó rápidamente. No era común que ninguna pieza se involucrase con otra de forma tan abierta.

—Es un poco urgente que vengas, te estoy enviando la dirección. Por favor date prisa.

—De acuerdo. Salgo de aquí inmediatamente.

—Gracias, eres mi amuleto de la suerte.

Al escuchar ese apodo, Kagome sintió una punzada de inquietud aún más grande. Tratando de calmar sus nervios regresó a la mesa que compartía con los demás trabajadores y sus jefes, comenzando a despedirse—. Disculpen, señor y señora Taisho. Acaba de surgirme un compromiso así que... creo que debo retirarme temprano.

—¿Un compromiso? ¿Sucedió algo? —Izayoi se apresuró a cuestionar con semblante preocupado. Podría decirse que esta cena también representó la bienvenida de la chica a su equipo de trabajo, no desearía que se fuera sin motivo.

—No, no es nada grave. Solo tengo que ir con una amiga.

—Regresarás para acompañarnos a Shikon ¿verdad? —intervino Jakotsu parpadeando los ojos de forma encantadora.

—Lo siento Jak, creo que no.

Al resto le pareció injusto que ella se marchara así sin más. Sobre todo a Inuyasha quien sintió una extraña sensación incómoda al saber que ella se iba a otro sitio de noche. Sin embargo, al obtener la aprobación de sus padres, les fue imposible hacer que Kagome se quedara con ellos.

—Entonces ve con cuidado, linda. Nos vemos el lunes.

—Por supuesto señora. Que tengan una excelente noche —la joven realizó varias reverencias antes de marcharse por la puerta del restaurante. Pudo sentir la mirada de Inuyasha todo el tiempo en su espalda así que trató de verse lo más calmada posible bajo su escrutinio.

Una vez se alejó del punto de reunión, Kagome rebuscó en sus pertenencias un par de pequeños parches con su tono de piel, que acomodó tras su oreja y por debajo de su barbilla. Presionando algunos botones ocultos en su mochila, se activaron ambos dispositivos.

—¿Qué está sucediendo con la exterminadora?

—Como siempre, has detectado el problema con tan solo unas cuantas palabras. —Al otro lado del intercomunicador, Miroku habló con voz mezcla de angustia y resignación—. La exterminadora lleva fuera del radar cinco horas. La hemos localizado recientemente.

Higurashi estuvo a punto de detenerse en seco. Cinco horas. Sango había salido del radar desde hace cinco horas— ¿Cuál es la situación?

—Se alejó justo después de su reunión con el objetivo R 4928.

Justo después de su reunión con Onigumo Sata— ¿Hay probabilidades de que estén juntos?

—Descartadas. El objetivo en cuestión se encuentra monitoreado y se confirmó que está en su residencia.

—¿Qué hay del objetivo H-R 80?

—No parece estar involucrado. Sin embargo hemos puesto diferentes puestos de control cercanos a la ubicación de la exterminadora. La Organización quiere que te acerques y obtengas respuestas sin modificación.

Kagome sintió la garganta seca. Se requería de informar a los superiores en tiempo real todas las respuestas del objetivo a través de un micrófono. No era la primera vez que lo hacía, a ciencia cierta, el problema era que esta vez su objetivo era la mujer que ella misma "reclutó".

No lo decían, pero entre ellas había un vínculo mucho más fuerte que el de colegas laborales. Si Kagome tuviera que elegir, preferiría primero charlar con ella y después informar. Desafortunadamente la Organización era apretada y estricta. Una vez alguien alcanzó rangos tan avanzado como los suyos, el monitoreo se volvería constante y sin interrupción.

—Quiero que el fundador «Sombra» sea quien tenga acceso al audio.

—Haré la solicitud correspondiente.

La voz de Miroku sonó un poco menos cargada de tensión. El fundador Sombra era una de las figuras más importantes e intachables dentro de la Organización, además era el mentor directo de Kagome, la única discípula que había tomado en toda su historia como agente.

Sin intercambiar más palabras, Kagome ingresó a la estación Sanchome en Shinjuku. A bordo del convoy más desierto que pudo encontrar, su reflejo se proyectaba en las ventanas, a veces difuminandose debido a la diferente iluminación mientras avanzaban por el subterráneo. Solo después del transborde hacia la línea Asakusa, se le confirmó la petición realizada.

—Escuché que tienes que traer de vuelta a tu amiga.

Tan solo escuchar el fraseo de su maestro a través del auricular miniatura hizo que su espina sintiera un escalofrío.

—Es un asunto importante, maestro. Disculpe si lo interrumpí.

—Supongo que tengo algo de tiempo ocioso para tí.

—Gracias maestro. Espero que no tome demasiado.

—Espero que entiendas las consecuencias de esto.

Kagome inhaló profundamente—. Lo entiendo.

Con el sudor resbalando por su sien, Kagome llegó a la ubicación antes recibida. Observando el Paseo del Río Sumida comenzó a andar por las cercanías con todos los sentidos alerta. La concurrencia había sido disminuida a unas escasas personas pero no bajó la guardia en ningún momento.

Tras caminar a lo largo del puente, se encontró una figura solitaria que contemplaba la corriente del río con semblante distraído. Sin embargo, no importó lo livianos que se volvieron sus pasos, aquella persona se dió cuenta de su presencia en solo un instante.

—Al final te enviaron a tí. —Sango no se movió un ápice, parecía que estuvo esperando el acercamiento de la organización en cualquier momento.

—Eres parte de mi responsabilidad. Y sabes que no podría abandonarte.

La brisa de aquella noche meció el cabello de amabas, cuyas figuras iluminadas por el alumbrado público se proyectaron en forma de sombras alejadas. Dando un suspiro, Kagome extrajo un par de latas de cerveza de su mochila, entregándole una a la castaña.

—Gracias —apreció recibiendo el objeto con ambas manos.

Después de dar un pequeño sorbo y libar el líquido por algunos segundos, Higurashi se puso a trabajar—. Sé que algo importante pasó y por eso decidiste alejarte del circuito.

Sango atoró una de sus largas uñas con el stay-on tab sin llegar a abrir el envase. No sabiendo como abordar la conversación ni los tormentoso pensamientos que la abrumaban.

—¿Onigumo te dijo algo? ¿Sospecha de tí?

—Pfft. No —la respuesta a esa pregunta llegó inmediatamente. En realidad la situación tenía que ver más con ella misma. Sintiendo los ojos acuosos y el nudo en su garganta, Sango abrió su cerveza comenzando a beberla con largos tragos hasta vaciar la mitad de la lata. Intentando reponerse del frío acompañado por el amargo sabor, se lamió los labios y dijo—. Kagome.

—¿Mhn?

—¿Alguna vez has querido desertar de nuestro trabajo?

Desertar.

El ambiente se tensó por un microsegundo antes de que la aludida respondiera con determinación inquebrantable—. No.

Esto sorprendió a la otra chica. Era difícil imaginar que alguien de su rango no hubiera intentado desertar nunca— ¿Ni siquiera por tu familia?

—Es por ellos que no planeo rendirme. Yo... ya no tengo libertad, así que decidí renunciar por completo a ella.

La libertad era una palabra con significados subjetivos, variaba siempre de persona en persona, pero Sango entendió qué quería decir.

Yo ya no tengo derecho a regresar con ellos.

Al ver a Kagome siendo tan distante, de pronto sintió una punzada de culpa. Aunque rápidamente recordó que ellas no estaban bajo las mismas circunstancias. Para empezar, Kagome sabía de antemano que sus familiares eran personas honradas y no se metían en problemas. Tenían vidas tranquilas alejadas del mundo tramposo donde ellas estaban mezcladas.

Incluso si la Organización estaba hecha con el fin de manejar a los riesgos potenciales para la sociedad y el país, no dejaban de ser como la mano siniestra del gobierno. Apesar de tener venia para sus acciones, no dejaban de ser criminales por definición misma, al encargarse de todas las tareas sucias detrás de escena.

Pero ¿Qué pasaba con ella? Sango ahora no podía estar segura de cómo avanzar sin mirar el camino detrás suyo, deseando retroceder.

—Encontré a Kohaku —reveló después de un largo silencio. Intentando encontrar las palabras correctas para continuar, vió el atisbo de sonrisa que los labios de su amiga pugnaban por reprimir. Qué ironía, Kagome se alegraba de verdad—. Lo ví hoy. Él... Él es un guardaespaldas de Onigumo.

Lástima que ella misma no pudiera sentir esa felicidad.

Tal como se esperaba, la sonrisa en los labios de Higurashi se desvaneció, dejando una mueca de asombro agónico.

Sango pensó que había tenido una expresión incluso peor cuando vio a su propio hermano caminando detrás de Onigumo Sata como su escolta.

Eran las dos de la tarde cuando Sango salió de KWSM Group rumbo al restaurante donde sería la amistosa comida con el heredero Sata.

Había rechazado a todos los representantes de Green Valley solo por esta oportunidad, pero tampoco debería parecer demasiado interesada en Onigumo, así que lo rechazó un par de veces de igual forma. No fue hasta que a su oficina llegó un presente costoso, que Miroku consideró oportuno para establecer un horario.

Durante el trayecto, se dedicó a repasar mentalmente los planes de acercamiento. Se tenía previsto que fueran despacio en lo que respectaba a mencionar lugares donde ella pudiera divertirse, aludiendo las grandes apuestas que Sarah realizaba en los casinos norteamericanos.

El ambiente del distrito al que se dirigía era elegante y refinado, los alrededores emanaban un aura de superioridad económica inconfundible. Una vez arribó al establecimiento, se percató de las personas estacionadas en la puerta.

Eran un conjunto de hombres trajeados en color negro, que hacia destacar al único sujeto con atuendo azul marino. Sin ponerle demasiada atención se colocó un par de gafas oscuras en espera de que su vehículo se enfilara permitiéndole salir.

Estacionado frente la entrada, su secretario le abrió la puerta mientras ella adoptaba una altiva actitud. Desafortunadamente, su interpretación flaqueo en el momento que Onigumo se acercó seguido por sus escoltas, en el momento que reconoció a su hermano.

Le fue imposible manejar su reacción. El día por el que se mantuvo luchando todo este tiempo, había ocurrido sin más. Sin anestesia.

Ni en sus descabelladas suposiciones se imaginó que el escenario que la llevaría a encontrarlo, fuera este. Era como recibir un golpe seco en uno de los puntos más dolorosos del cuerpo. Sintió el aire abandonando su sistema mientras de sus labios, en un susurro, escapaban las letras de aquel nombre tan preciado—. Kohaku... —un sonido que aludía al alivio de encontrar a alguien que extrañaste por mucho tiempo.

Nadie mostró señal de reconocimiento ante el nombre, apesar de que había sido perfectamente audible aún en el tono bajo de su voz.

—¿Perdón? ¿Sarah? —Onigumo no podía ver la dirección de su mirada, pero con el rostro completamente girado hacia otra persona, estaba claro que no se refería a él.

Sango reaccionó ante el nombre, entonces tragó saliva, intentando mantener la compostura. Su hermano, desaparecido hacía años, estaba frente a ella, ahora sirviendo a su objetivo. La angustia y la confusión amenazaban con desbordarla, pero sabía que no podía flaquear.

—Olvídalo —minimizó ella ajustando las gafas sobre su rostro. Aunque quiso regresar a la actitud distante de la heredera Kuwashima, los nervios la traicionaban buscando al chico con la mirada, para confirmar que no se trataba de una ilusión.

Onigumo se sintió disgustado pero no lo expresó, había oído que esta mujer era excéntrica, pero no al punto de parecer tan distraída como ahora. Después de dos rechazos, se había ganado su antagonismo y había prometido que la haría firmar un buen contrato con Green Valley. Pero para eso, tuvo que demostrar ser mucho más centrado que ella.

—Por favor, Sarah, las damas primero —ofreció haciendo un ademán hacia la entrada del local. Sus movimientos carecían de refinamiento pero podían hacerlo pasar por un hombre educado.

Sango, que estuvo tentada a girar la cabeza más de una vez, se obligó a poner toda la inquietud en el fondo de su mente. No solo por la presencia de Onigumo, sino por Jake, el asistente de la verdadera Sarah. Si su actuación se volvía precaria, alguien con tantos años a lado de la familia notaría las irregularidades.

Ambos se movieron dentro del local, haciéndola fruncir el ceño ante la inexistente concurrencia—. ¿Acaso somos los únicos comensales hoy? —interrogó mientras seguía al anfitrión del restaurante. Su tono había recuperado confianza pero aún se deslizó la duda en este.

—Pensé que era mejor la privacidad —respondió con suficiencia el hijo menor de los Sata. Parecía dispuesto a impresionarla sin contemplar costos.

Al llegar a la mesa, Sango pudo observar como las escoltas del hombre se posicionaban en lugares clave para vigilar. Una sensación de incomodidad la recorrió mientras la incertidumbre crecía dentro de ella. ¿Él sospechaba algo?

¡Sango Taijiya, concéntrate! Se exigió aunque sin mucho éxito. Sus ojos vagaban pareciendo curiosa al entorno pero siempre encontraban camino al muchacho de cabello castaño.

Eventualmente las conversaciones entre Onigumo y ella empezaron, el tema principal fue el potencial de Green Valley como organización para el desarrollo de proyectos ecológicos como "Woven City". Sango fue instruida para no cooperar con ellos desde el principio, la decisión de encargar a otra empresa había sido directa desde Yurio Kuwashima.

No tenían planificado recibir en sus oficinas a los empleados de la familia Sata, pero les abrieron la oportunidad como un favor para Miroku y el resto—. Joven Sata, creo que usted sabe bien cómo funcionan los negocios. No puedo retroceder en mi decisión sobre la colaboración para la ciudad del futuro.

Ante sus palabras, el rostro masculino se ensombreció con molestia. ¿Qué pretendía esa mujer siendo tan arrogante tras haber sido tratada como de la realeza? Como si fuera una verdadera mujer de negocios. Para apaciguar las palabras que quería decirle, se llevó la copa de vino a los labios.

—Aún así, eso no significa que no podamos colaborar en otros proyectos juntos.

Onigumo levantó una ceja. Su interés se vió movido, pero no borró la sensación de menosprecio que ella había hecho a su apellido. ¿Cómo podía rechazar a la familia líder de ecologistas? Le parecía muy poco sabio de su parte—. ¿Tiene mejores proyectos en mente? —cuestionó. Hasta donde sabía, la ciudad del futuro era el principal interés de KWSM Group en esos momentos. No pensaba recibir menos que lo más importante.

Sango tenía entendido que el ego de Onigumo era su talón de Aquiles. Su cabeza estaba llena de pensamientos sobre lo grandiosos que eran los Sata, si le dijera que iban a darles un proyecto menor que woven city, las negociaciones habrían terminado. Y justo ahora, lo que quería era seguir encontrándose con él. Seguir encontrándose con Kohaku.

Quería, de alguna forma, acercarse y recordarle a su hermana. Tal vez no la había reconocido como Sango, porque ahora mismo no lo era, pero sin duda miraría en el parecido de ambas ¿verdad?

—Como sabe, nosotros somos parte del proyecto, pero no somos los principales accionistas. Así que quisiéramos negociar con Green Valley sobre el propio plan de negocios ecológico impulsado por KWSM Group. Nuestra verdadera piedra angular en el rubro. 

Onigumo sonrió para sus adentros, sabía que un conglomerado como el suyo no podía ignorar el prestigio y valor de su familia. Así que los habían rechazado simplemente para dejarles lo mejor, como era de esperar.

—Parece que tienes bastante visión a futuro, eso me agrada. —Dijo con la intención de mostrarse con mayor experiencia de la que poseía—. Pero mis expertos tendrán que evaluar tu planificación para saber si es conveniente. Ya sabes cómo es el mundo de los negocios.

—Por supuesto, estamos buscando beneficios mutuos. Sus expertos pueden reunirse con los míos para las revisiones.

El resto de la conversación se volvió como un eco cuando Sango aseguró las futuras reuniones con Onigumo. Una vez finalizada la comida, se retiró sintiéndose nerviosa al ver como se alejaba de Kohaku sin intercambiar una sola palabra, por impulso llamó al secretario—. Jake.

—Yes, miss.

—Research about...

Sin embargo, tan pronto se dió cuenta de lo que iba a hacer, otra realización vino a su mente.

Con el semblante compungido, Sango se paró erguida para encarar a su acompañante—. Kag, no puedo hacerle daño.

La azabache entendió que quería decir.

Debido a la clasificación R, los objetivos eran investigados a profundidad, incluyendo a todos los empleados a su alrededor, debido a que literalmente cualquiera a su lado podría estar involucrado en actividades ilegales. Un risk target como Onigumo, naturalmente tendría empleados así.

Y a cada persona que fuera hallada contribuyendo a los negocios ilícitos de riesgo, se le daría un castigo proporcional.

Aún sin escuchar la historia de cómo se encontraron, Kagome supo esto de inmediato. El hermano de Sango estaba en peligro y bajo investigación por ser el guardaespaldas de un Sata.

Sintiendo el corazón dolerle, comprendió a qué venía aquello de renunciar—. ¿Serías capaz de traicionarnos? —cuestionó, hablando desde su posición como amiga. Desde las inquietudes que Miroku tendría cuando se enterase.

—Es mi hermano. Es mi única familia y lo he estado buscando por años.

Si bien eso respondió a su cuestión con un «si», todavía quedaba un obstáculo más difícil entre ambas—. Es verdad —cambiando su semblante, Kagome la miró con una frialdad impropia de su previa preocupación—, entonces dejame cambiar de pregunta. ¿Crees que puedes traicionarnos?

Continuará... 

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