Remordimiento

Todos los actos tienen consecuencias y siempre se paga de una manera u otra, a veces las personas cometen errores y está bien, no se espera que exista alguien perfecto, pero esos errores pesan sobre la cabeza de los culpables y hay veces en que una herida sería menos dolorosa que el remordimiento que se sentía.

El hogar de dónde provenía Koneko siempre estuvo roto y era imposible repararlo, su padre era un investigador afamado en genética, había investigado por años sobre la genética fauno, en busca de alguna manera de que pudiera crear seres más fuertes.

Los resultados fueron Kuroka y ella misma, fuerza superior a cualquier otra fauno promedió, acceso a magia limitada, incluso podían ocultar sus orejas y colas, pero nada era suficiente para ese hombre, solamente quería seguir investigando hasta llegar a lo que el llamaba perfección.

Cuando Kuroka cumplió 15 años entro a la Academia Beacon, con eso pasando el tiempo que pasaban juntas era casi nulo, se encontraban de vez en cuando los fines de semana, pero en realidad no había muchas esperanzas de verse más veces y la soledad de Koneko era un pozo profundo de dónde sería difícil salir.

Cuando se enteró que su hermana tenía un novio ella no pudo decir que se alegraba, su padre era distante y la presencia de su madre era como estar cerca de una planta, solamente la ignoró y trataba de complacer a su esposo de cualquier manera posible.

Un día antes de irse de casa para ir a cualquier otra parte decidió reunirse con su hermana, ellas estaban separadas por 7 años de diferencia, en ese momento tenía 11 y trato de encontrarse con Kuroka, pero cuando llegó cerca de donde estaba, la vio, sentada en una cafetería con un hombre que supuso era su novio.

Quería entrar y hablar con ella, pero entonces vio como le pedían matrimonio, su mundo colapsó al ver cómo su hermana uniría su vida con ese hombre, el único referente que tenía del matrimonio eran sus padres y sabía que no  había espacio para nadie más, menos para la hermana con quién apenas hablaba.

De esa manera fue que solamente hablo con ella una vez y después desapareció de Vale, tenía la fuerza y poder para sobrevivir por su cuenta, se mudo a Vacuo y allí se unió a un pequeño grupo criminal.

Durante los siguientes tres años su vida fue un desastre tras otro, seguía siendo fría y distante, pero los errores seguían llegando a ella, cada acción en esa época solamente la sumergió más en su miseria, en estar lejos de conocer la verdadera felicidad que tanto anhelaba de niña.

Actualmente a los 15 años había cometido tantos crímenes que posiblemente podría pasar el resto de sus días en prisión y no habría pagado ni la mitad de lo que merecía, no se molestó en buscar a su hermana pensando que era lo mejor, incluso tardo un año en enterarse de su muerte y nunca tuvo el valor de visitar su tumba.

Cuando supo que su marido estaba vivo su irá se enfocó en Ignacio, lo había hecho responsable de su muerte por no protegerla como esperaba, tardo mucho tiempo en encontrarlo, pero finalmente pudo encontrarlo y planeaba terminar con su vida, solo que no contaba con que Ignacio era más resistente de lo que creía.

En ese momento estaba en la oficina del director Ozpin, la habían esposado a una silla metálica y había dos profesoras vigilando que no intentara nada, en realidad carecía de la voluntad de luchar y seguir adelante, estaba sumergida hasta el cuello en pesimismo y solo quería que todo terminará.

Glynda: ¿Exactamente qué estamos esperando? Llamen a la policía y que se la lleven, intento asesinar a un profesor y causó daños a la academia —Miro al director, que intentaba quitar su sueño con una taza de café, aunque sin mucho éxito ya que con todos dormidos y fallas eléctricas lo que obtuvo no era el delicioso café que quería—

Ozpin: Ignacio me envió un mensaje diciendo que quería hablar con esa chica —Miro a Xenovia y ella estaba tratando de distraer su mente enfocando su atención en un videojuego de su Scroll—

Xenovia: mejor llamen fuerzas especiales, solo con ver el desastre que hizo puedo decir que tiene una fuerza y capacidad excepcional —Se recargo en un pilar y bostezó con pereza, tenía la intención de ir a dormír, aunque en realidad podría mantenerse despierta para ver cómo termina esa historia—

Las luces del elevador mostraron que estaba subiendo, pero también el escándalo proveniente del cubo del elevador, las puertas se abrieron y mostraron a Ignacio vestido con un pantalón negro y una camisa blanca, pero eso no llamaba la atención, lo llamativo era que estaba estrellando su puño en el estómago de Luis y el más alto lo tenía sujeto del cuello.

Xenovia: ¿Por qué no me sorprende? Ustedes dos, no pueden estar a menos de dos metros el uno del otro —Luis la miró desafiante, pero entonces ella hizo un ademán, como si cerrará un candado y el entendió— y tú, en realidad no tengo nada con que molestarte además de quizás trabajar

Ignacio: está bien, no me acercaré al idiota —Los dos se separaron y trataron de no dirigirse la palabra, pero se dieron cuenta que se habían distraído del tema— estamos aquí porque una niña entro a Beacon y casi me asesina

Luis: pobre Ignacio, una mocosa de primaria casi te mata —El guerrero cometió el error de estar cerca de Koneko, quien le dió una patada en la espinilla, causando dolor en el Guerrero al servicio de Ozpin— ¡Maldita mocosa!

Ozpin: creo que nos estamos desviando del tema —Su mirada era tranquila, pero de un momento a otro parecía alegré, Glynda puso atención y logro ver cómo Ignacio rodaja un termo por el piso hasta pasar bajo el escritorio de Ozpin— si bien es cierto que ella lo intento asesinar, veo que el profesor no parece interesado en involucrar a las autoridades

Las miradas se dirigieron al profesor, quien parecía enfocado en la chica que estaba atrapada en la silla, Luis lo analizo y no pudo evitar pensar que ese hombre debió recibir demasiados golpes en la cabeza para estar de acuerdo en que esa chica no fuera enviada a una celda en alguna prisión segura para criminales Clase A, quizás Clase S.

Ignacio: me gustaría hablar con ella en privado, quiero aclarar unas cuantas cosas —Luis y Xenovia no mostraron molestias en eso, Glynda quería quejarse, pero Ozpin solo la tomo del hombro para que salieran—

La habitación se quedó en silencio, el profesor se sentó frente a la chica y la miró a los ojos, el negro chico con el avellana durante algunos segundos hasta que alguien decidió comenzar la conversación, aunque ella no pudo evitar luchar cuando derribó la silla y tomo su zapato para quitarlo.

Ignacio: note el letargo, tu cuerpo tiene buena memoria muscular, pero con la basura que tines en el sistema seguramente tu mente no a podido descansar y las acciones no son tan fluidas —Reviso sus pies y encontró algunos moretones de algunas inyecciones mal insertadas— eres muy lista, pero creo que dejaste esa basura ¿Dos meses?

Koneko: llevo casi seis meses sin eso, quería disfrutar verte morir —Sus intentos por romper las esposas fueron recibidos con una descargá eléctrica que la hizo gritar, dejándola sin aliento—

El profesor sintió que había algo extraño en ella, por lo que tomo su mandíbula y después la hizo abrir su boca, ella le mordió uno de sus dedos, en el pasado ella pudo haber arrancado el dedo a un hombre común, pero no pudo siquiera hacer sangrar a Ignacio.

Ignacio: un poco de Polvo Negro, supongo que una dosis controlada, el síndrome de abstinencia es una pesadilla según tengo entendido —La cargo en su hombro pintando sus cadenas y fue a la ventana— tu y yo tenemos mucho que hablar y no necesito que nos interrumpan

Koneko: muérete —Volvio a lanzar un golpe pero no pudo siquiera hacerle un rasguño, abrió la ventana por la que solía saltar en las mañanas y salió de la oficina de Ozpin para correr en dirección al bosque—

Cuando salió Glynda y Xenovia volvieron a entrar a toda velocidad para tratar de detenerlo, pero no tuvieron suerte ya que al tratar de alcanzarlos vieron como el cuerpo de Ignacio parecía volverse un relámpago y desaparecía de la vista.

Ozpin: no se preocupen, dudo que el profesor haga algo malo, al menos eso espero —Se sentó en su escritorio y observó a los presentes mientras trataba de mantener la calma—

Luis: conozco a Ignacio muy poco, además de que es un idiota no creo que sea tan malo... Pero llamaría una funeraria por si las dudas —Su novia le dió un golpe en la cabeza, pero solamente se rió y fue al elevador— me iré a dormir, mañana tendré un primer día de trabajo y me gustaría no verme como un zombie

En el bosque se podía ver a Ignacio dejando a la chica en un árbol, se notaba muy molestó, aunque no estaba seguro de por cual de todos sus motivos, no estaba molesto con ella por decir la verdad, o por el intento de asesinato, la razón de su cólera era ver el estado de la chica.

Le quitó el abrigo negro de su traje de combate y pudo ver que estaba muy delgada por no comer de manera apropiada, tenía marcas de inyecciones en los pies y aunque sus brazos estaban bien podría decir que ella ya había probado más de una sustancia en el pasado.

Ignacio: me dirás anticuado, pero yo jamás probé esa basura, no me importa su nombre, la porquería que metiste a tu cuerpo es veneno, te está arruinando —Lanzo un golpe a su frente, era lento para sus estándares y los de un estudiante, pero ella no pudo detenerlo y recibió un pequeño golpe en la frente— esperaba que la hermana de Kuroka fuera más inteligente que esto

Koneko: estaba sola, tuve que hacer muchas cosas para sobrevivir por mi cuenta, tu te llevaste a Kuroka y la alejaste de mi lado —Su voz era suave, no siquiera lograba escucharse con claridad— yo solamente quería terminar con todo, pero antes terminaría contigo

Ignacio: bonito plan, tuve el mismo plan, mate aproximadamente a 300 antes de detenerme, podría pavimentar un camino de aquí a Atlas con todos los cuerpos que cree tan solo esa vez, pero mi vida se puede contar con vidas —Se acercó a ella y puso su mano en su mejilla para que lo mirara a la cara, ser sentimental no era algo que se le diera bien— ¿Cuántas personas has asesinado? ¿Lo merecían?

Ella se sentía cansada tras su intento de fuga y su lucha contra Ignacio, podría negarse a hablar pero ya no tenía sentido, estaba en el fondo, realmente planeaba cortar sus muñecas después de esa noche, no tenía razones para desear luchar una más.

Koneko: durante varios años viví como asesina a sueldo, lo disparos comenzaron un año después —Hizo el ademán, como si estuviera inyectando algo en su brazo y se recargo en el árbol— lo deje hace seis meses, pero fue horrible, pase una semana en cama, e matado a muchos y no sé si lo merecían o no, solamente llegaba y mataba a todos, trabaje bajo el mando de algunos grupos criminales, aunque si te importa nunca deje que me tocaran sus asquerosas manos

Ignacio: si, supongo que después de esto no me vas a querer mucho, eres hermana de Kuroka, nuestro dolor ni se parece, tú tenías un lazo de sangre —La miró a los ojos y ella de acercó, tomando sus costados y enterando su rostro en su pecho— no me importa, yo pienso que la violencia a veces es la única respuesta y único medio de vida cuando no nos dejan opción

Koneko: no quiero que siga doliendo, ya no quiero pensar en todo lo que e hecho o lo que no pude hacer, perdí a mi familia y no me queda nada —Ella se volvió más conversadora de lo normal, pero el muchacho de cabello blanco se lo atribuyó a que el Polvo Negro había abandonado su sistema por completo— por favor, solo termina con esto rápido

Ignacio: si, creo que voy a terminar con esto —La alejó de su pecho y entonces la sentó en la tierra, le entregó un sobre con un caramelo rojo y después miró a otra parte— tiene una mezcla de cianuro y arsénico, te mataría rápido, yo soy muy cobarde para el veneno, pero en realidad creo que te hará dormir y estarás en el otro lado

La chica abrió el envoltorio y entonces lo comió apenas saboreando lo dulce del caramelo, miró al más alto y cerró los ojos esperando la muerte, pero entonces sintió como su estómago hacia un sonido extraño y un gran mareo se apoderó de ella.

Miró a Ignacio pensando que la engaño, pero se dió cuenta que tenía una mirada distante, la abrazo y entonces ella comenzó a sudar frío a medida que sus piernas perdían a fuerza de mantenerse en pie, entonces el mayor la abrazo y ella sintió que el contenido de su estómago quería salir.

Ignacio: yo nunca usaría veneno, es una salida rápida y decidí que mi muerte no significaría nada sino lo hago luchando y nunca envenenaria a alguien más allá de un combate —Escucho como la chica producía arcadas y apretaba su cuero, como si tratará de triturar su cuerpo— lo que tienes es una receta contra venenos, difícil de hacer, reúne toda esa porquería de tu sistema y la lleva a tu estómago, una vez allí lo expulsa tu cuerpo

Ella sentía que moriría en cualquier momento, todo era una agonía dónde no sabía si sus pulmones estallarían por la presión, su estómago dolía y sentía que por su garganta intentaba pasar aceite, era algo terrible, como si el síndrome de abstinencia la atacará y fuera aún peor.

Abrió la boca y entonces un líquido negro salió de ella, se derrumbó en el suelo y aquél líquido no dejaba de salir, sintió que un par de manos sujetaron sus hombros y evitaron que de quedará en ese lugar, sus ojos estaban llorosos y en un punto ya no lo soporto y entonces se desmayó.

Horas después

Los ojos de Koneko de abrieron lentamente y los tuvo que cerrar de nuevo, se sentía extraña, miró alrededor y entonces logro ver la figura de Ignacio dormido en una silla, sus brazos estaban a la altura de su pecho y parecía no tener la guardia alta, ella tenía una ropa diferente, ya que era una pijama blanca limpia.

Fue a la puerta y quiso abrir, pero estaba bloqueada por lo que quiso lanzar su un golpe, pero el profesor tomo su mano para evitar que causará más daños de los que ya tenía su habitación, tendría que usar los baño públicos mientras reparaban el agujero en la pared.

Koneko: Me has engañado, eres un mentiroso —Se acercó a Ignacio, aunque por su corta estatura no logro verlo vara a cara, pero el moreno se inclinó para verla— ¿Que pretendes?

Ignacio: de nada, tenías tantas cosas en tu sistema que una dosis más te habría mandado al otro mundo —Se alejo de ella, dejando ver qué sus pantalones estaban manchados y no tenía sus zapatos— me vomitaste encima mientras te traía de vuelta, necesito un baño y está vez espero que sea sin tostadores

Le señaló la mesa de noche, dónde había una bandeja con un desayuno completo, huecos fritos con tocino al lado, una tostada y un par de tarros con jaleas, además de dos tazas de café, ella toxo su cabello,ya no estaba sucio y enmarañado, al igual que su boca ya no sabía a basura.

Ignacio: me tomé la libertad de hacer que te bañaran, creo que la ciudad nos demandará por daños al medió ambiente, pero no te preocupes, Xenovia no hablara de lo que vio o no vio —Ella no entendía como podía estar tan despreocupado, estaba hablando con la chica que intentó asesinarlo horas antes— por cierto, bonito tatuaje el de tu cadera

Al no ver otra salida ella se sentó en la cama y por primera vez en muchos años ella comió con gran apetito y la comida sabía deliciosa, el café le devolvió un poco la fuerza y después pudo enfocar sus pensamientos, incluso ignoró el comentario de Ignacio acerca de su tatuaje.

Cuando Ignacio salió estaba vestido con un traje azul que marcaba bien su figura fornida, había peinado un poco su cabello blanco y como era de esperarse no tenía corbata, casi parecía que el vagabundo que llegó a Beacon por primera vez de había ido.

Ignacio: hablé con Ozpin y Glynda, no tenemos pruebas de tus crímenes, ni siquiera la policía, por lo que pude conseguir que te permitan quedarte aquí bajo mi responsabilidad —Se sentí en la silla y tomo el segundo café para poder reavivar sus pensamientos— a Ozpin le encanta esto, no se cómo bebé tanto, yo solo lo bebo porque no dormí en toda la noche

Koneko: ¿Por qué me estás ayudando? De supone que cada persona está por su cuenta ¿Que quieras de mi? —El más alto la volteo a ver y simplemente suspiró tocando el puente de su nariz— no haré nada pervertido contigo

Ignacio: dos cosas, primeros, no eres exactamente mi tipo, si recuerdas Kuroka era más... Más —Se tocó él pecho como si recordara las generosas medidas que había tenido su esposa y se gano que ella lo mirara con desprecio por algunos segundos— segundo, esto es una combinación de demencia con egoísmo

Ella no lo entendió, en realidad ella esperaba que fuera por algún interés en particular, como buscar que ella ahora trabaje para el, aunque no parecía del tipo inteligente ella sabía que muchas veces las apariencias engañaban y podría ser peligroso.

Ignacio: por un lado lo hice porque soy una persona egoísta, no me gusta que los guerreros de quiten la vida, si yo no puedo ellos tampoco, morirán de bebés o peleando —Ella esperaba alguna broma o chiste, pero la expresión del muchacho era muy sería— la segunda es que estoy loco, ignoró que me podrías matar mientras duermo y nadie me lo pide, solamente lo hago porque compartimos una sola cosa en común

Se recargo en la silla hasta estar equilibrado en las patas traseras, tomo una tira de tocino del plato para comerla y recuperar la energía que no pudo obtener durmiendo, en realidad no sabía que hacer ahora con ella.

Ignacio: creo que lo hago porque eres todo lo que queda de Kuroka en este mundo, no eres su remplazo, solamente una persona más que la recuerda —Se levantó de su silla tras ver el reloj de su muñeca y se paró a su lado, inclinándose para tomar los hombros de la chica—

Koneko: ¿Esta es la parte donde me pides dejar las drogas recurriendo al chantaje de mi hermana? —El negó moviendo la cabeza y beso su frente, como lo haría con un hermano menor o un ser querido—

Ignacio: odio eso, si alguien lo intentará le rompería el hocico de un puñetazo —Le acomodó el cabello con cuidado y después se alejo de ella para ir a la puerta de la habitación— házlo por ti, solamente quedamos tu y yo en este mundo recordando a una persona maravillosa y no me gustaría quedarme solo con esa carga, además, eres muy talentosa, quizás logres encontrar algo mejor que hacer con tu vida que vagando por el mundo friendo tu cerebro

Fue a la puerta y se fue de la habitación, dejando a Koneko con dos opciones, irse para desaparecer en el desierto de Vacuo para no tener que estar cerca de él, o quedarse bajo el cuidado de Ignacio, tenía otras opciones, pero en realidad  no tenían dónde más ir.

Se quedó en la habitación sumergida en sus pensamientos y la reflexión sobre que haría en su vida, no había nadie tras ella o que pudiera extrañarla, por lo que sus pensamientos se enfocaron en que hacer con su camino.

Tras un día entero en soledad ella escucho pasos acercarse a la puerta, cuando está se abrió mostró al jóven profesor de Beacon volver con otra bandeja de comida en las manos, la dejo en la mesa de noche y solamente se dedica a hablar de su día.

Le habló acerca de que Ozpin puso la condición de que ella dormiría en esa habitación para evitar cualquier riesgo de seguridad, aunque en realidad estaba segura de que eso fue obra de Glynda, el director parecía demasiado despreocupado para preocuparse por eso.

Finalmente llegó la hora de dormír, el profesor le cedió su cama y el se acostó en su sofá, Koneko se quedó dormida casi de inmediato, estando alerta todo el tiempo, pero no sintió que Ignacio se moviera, el profesor miró por la ventana y una sonrisa burlona apareció en su rostro cuando vio como Glynda se desvanecía de la vista.

El trato que hizo con Glynda era sencilla, básicamente una apuesta, el aseguro que Koneko no se movería de la habitación en todo el día y que de hacerlo solamente sería para buscar comida, Glynda aseguro que ella trataría de escapar, si la chica se quedaba dejarían que Ignacio la educara como quería, si escapaba sería custodiada por la policía, al final Ignacio había ganado la apuesta y logro su cometido, aunque no sabía que haría ahora.


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