#11
Espero que les guste~
-Los pedazos de mi proyector, aquí estarán~- Ink canto sin sentido del ritmo al decir verdad, aunque no le importaba, tarareando para si misma. Estaba arrodillada en el suelo, evitando el charco de tinta que parece haberse reducido en tamaño según su opinión, metiendo los pedazos de aquel aparato dentro de la caja de cartón mientras Mickey parece actuar como una especie de guardián, mirando a su alrededor con pincel en mano y preparado para cualquier criatura de La Mancha que intentara atacarlos. Aunque, de momento, estaban teniendo mucha suerte. -Todo en la caja ahora esta y espero que Gus lo pueda reparar~- miro el suelo, asegurándose de no haber dejado nada importan antes de enderezarse. -O mi mamá me va a matar~- sacudió el polvo de sus manos, contenta con haber terminado pero preocupada por el estado destrozado de aquella maquina. Esperaba que los Gremlins pudieran hacer alguna especie de milagro con eso. -Ah, mami, espero que no estés llamando a la policía en este punto- esperaba que el tiempo se hubiera congelado en su mundo o algo así de conveniente.
-¿Tu mamá?- eso llamo la atención del ratón, quien dejo de vigilar a favor de mirarla con curiosidad. -¿Eso significa...que La Mancha no atravesó a tu mundo?-
-Nop, solo me arrastro hasta aquí- parpadeo, dándose cuenta de que no había hablado de ello a detalle, aun incapaz de poder dar una explicación completa acerca de su situación. Una humana que había sido sacada de repente de su hogar y que, por alguna razón, su cuerpo se adapto a su entorno, convirtiéndose en un ser de tinta hasta cierto punto. Eso era una locura, incluso para ella y lo estaba viviendo. -En realidad, creo que esa cosa estaba intentando atravesar el proyector pero no pudo llegar al otro lado, solo alcanzo a agarrarme a mi- y ahora que lo recordaba, eso era cierto. Esa gran mano había intentado buscar apoyo, haciendo fuerza, como si intentara atravesar pero sin lograrlo y al final, termino por agarrarla, porque se había quedado congelada por el shock. Se sentía un poco tonta al pensar en ello. -Y quiso...- se quedo callada, llevando su mano al pecho. No tenía muy en claro como funcionaba esa parte en los demás mundos pero en la lógica del Páramo, solo Mickey y ella tenían un corazón, ambos venían del mundo real de cierta manera y eso era lo que les permitía cruzar has allí.
Y La Mancha había intentado arrancarle el suyo, desesperado por algo que en ese momento no alcanzo a entender.
-Oh, vaya...- parpadeo, su cerebro luchando por unir rapidamente hilos, queriendo darse un golpe en la frente cuando una repentina revelación la golpeo. -Mickey- llamo, moviéndose en piloto automático mientras se movía para cerrar la caja con los pedazos de su proyector, sonriendo una sensación fría que recorría su espalda y erizaba su pelaje. -¿Qué se necesita exactamente para salir de aquí y llegar al mundo real?- lo miro, él ladeando apenas la cabeza, luciendo confundido y algo perdido.
-Oh, bueno, eso...es un poco extraño- el ratón jugo con el mango del pincel, sin poder entender del todo lo que estaba cruzando por la cabeza ajena pero parecía ser importante. -Pues, según lo que sé, se necesita un corazón o al menos, se necesita uno para atravesar el espejo- hizo un gesto, tocando su pecho, sintiendo la calidez del amor de la gente. -¿Por qué?-
-La Mancha intento robarse el mío- ambos se miraron e Ink pudo ver como la realización llegaba lentamente al ratón, cuyos ojos se estaban abriendo con horror. -¿Crees que ese loco...esta intentando...?- se dio cuenta de que quizás, el hecho de que un proyector hubiera abierto un portal a su mundo, no fue tan accidental como había pensado desde el principio.
-Si llega al mundo real, eso sería un enorme desastre- de solo imaginar lo que podría hacer ese monstruo si llegaba a cruzar al otro lado lo llenaba de horror y miedo. Ambos se miraron entre ellos. La gente el Páramo, incluyendo al rey y a toda su familia, no tenían corazones en si, y ninguno de ellos estaba seguro de si las cosas funcionaban de la misma manera para los toons de diferentes mundos pero ellos, eran un tema completamente diferente. La cara de todo una empresa que venía del mundo real y una humana que había tenido la extraña suerte de haber sido arrastrada hasta allí, ambos tenían un corazón, algo que les permitiría volver al mundo real.
Y algo que empezaban a creer que la Mancha quería para poder llegar mucho más allá.
-Tenemos que volver con Oswald- el ratón hizo un gesto rápido, lleno de seriedad repentina, y ella no dudo en asentir, levantando la caja, dispuesta a seguirlo. -Vamos- y empezó a avanzar, con pasos rápidos y apurados, la coneja intentando no quedarse atrás y no tropezar ante la caja que obstaculizaba un poco su vista.
-¿Y los demás?- llego a su lado, mirándolo con preocupación ligera, pudiendo notar la tensión en el cuerpo ajeno. Las manos enguantadas estaban temblando mientras se aferraban con fuerza al pincel, lleno de miedo que no podía ocultar del todo de momento. La risa de su pesadilla aun lo perseguía pero ahora, era peor, porque estaba acompañado de la voz de aquella cosa que no le dejaba olvidar que todo era por su culpa.
Todo el mundo estaba en peligro, porque su curiosidad fue más fuerte y se permitió jugar con aquello que no conocía sin preguntar. Uno de sus mayores arrepentimientos en la vida.
-...los demás...- Mickey se detuvo en seco, haciendo una mueca y murmurando para si mismo, golpeándose la frente con el puño, un poco demasiado fuerte para el gusto de la coneja que lo estaba mirando fijamente. -Soy un tonto, casi los olvido- parece lleno de culpa y arrepentimiento, algo pesado y amargo que viene más allá de ese simple momento, pero que aun así, le duelen. -Iré a buscarlos, vuelve al castillo-
-¡Mickey, espera!- y justo cuando el ratón se dio media vuelta, dispuesto a buscar la entrada a las alcantarillas, las cosas se vuelven un poco desastrosas. Hay criaturas allí, cosas que no habían hecho siquiera un ruido al parecer, seres de tinta que los miran fijamente y cuyas bocas salivan disolvente que mancha el suelo, luciendo como depredadores agazapados que esperan el momento preciso para atacar. -Eso no es bueno- no sabe si son los mismo que fueron encerrados en una caja mágica u otros pero aun así, eran un peligro para ellos.
-Veamos si esto funciona- apunto con su pincel, la punta de este en un tono azulado brillando con magia pura, y justo cuando aquellas cosas saltaron con un gruñido amenazando, las bocas abiertas con el disolvente que amenazaba con lastimarlos, es que él disparo. Un chorro de pintura mágica los golpeo directamente, con fuerza suficiente como para hacerlos retroceder y tropezar, sonando casi como animales heridos por unos segundos al retorcerse en el suelo. Mickey esperaba que tuvieran la misma reacción que los pequeños seres de tinta con los que se había enfrentado alguna vez, la magia opacando cualquier pizca de maldad en ellos para convertirlos en algo más amables y juguetones pero eso no sucedió. Las criaturas solo se sacudieron, gruñendo, el color verde toxico en ellos pareciendo hacer más brillante en una especie de demostración de ira. -No puede ser- Mickey retrocedió un paso, anonadado y algo shockeado pero quería golpearse a si mismo. Se había confiado de su última aventura y estaba a punto de enfrentar las consecuencias de ello. Ya no podía volver a las criaturas de tinta en seres pacíficos y eso, se sentía como un peso nuevo que oprimía un poco más su pecho.
-Y esto esta peor- Ink dejo cae la caja, moviéndose para parparse junto al ratón, invocando su martillo una vez más y apretando con fuerza el mango de este, preparada para aplastarlos o lo que sea que pudiera hacer en todo caso. -Si los empujas otra vez, los aplastare con fuerza- se tenso cuando aquellas cosas volvieron a verlos, sus gruñidos más profundos que antes.
-Yo...- dudo, cerrando la boca con un sonido audible de sus dientes al chocar, tragando en seco mientras apretaba su agarra en su pincel. La punta se estaba aclarando, volviéndose de un tono muy reconocido de verde que logro que el interior del ratón se revolviera con ansiedad y asco. -...quiero intentar algo- avanzo antes de que la coneja pudiera reaccionar, apuntando y lanzando un chorro de disolvente directo a los seres que se habían estado acercando con paso lento. Fue un proceso más lento de lo que alguna había esperado.
Los gruñidos llenos de ira se convirtieron en quejidos y en una especie de llanto que empezaron a disminuir en volumen y termino en un silencio algo tenso, al mismo tiempo que sus figuras se derretían como si fueran huelo directo al fuego. Un charco de disolvente se formo en el piso, con manchas como única prueba de que aquellas cosas estuvieron allí, pero terminaron por desaparecer por completo al cabo de unos segundos, como si todo se hubiera evaporado.
-Bueno, el menos, con eso sabemos que no son inmunes- la coneja suspiro de alivio, haciendo desaparecer su martillo, llevando las manos a la cintura. Esas cosas parecían un poco resistentes al disolvente pero no completamente inmunes, solo podían esperar que La Mancha fuera algo parecido. -Espero que no aparezcan más de esas cosas. En serio, son un dolor de cabeza, me encantaría decirle a ese bastardo por donde podría meterse sus criaturas- bufo con molestia y solo cuando escucha el pincel caer al suelo es que se da cuenta de que algo no anda bien. -¿Mickey?- miro al ratón, quien aun le da la espalda y luce más tenso que antes de alguna manera, teniendo un mal presentimiento que revuelve su estomago, algo que solo empeora cuando lo ve caer de rodillas con un sonido ahogado entre dientes.
Suena como si estuviera sufriendo alguna especie de dolor.
-¡Hey!- cuando se acerca, puede notar que él esta acunando su mano dominante contra su pecho, con una mueca llena de dolor que apenas parece poder contener y los dientes apretados con fuerza, pareciendo que no puede moverse sin que le doliera algo. -¡¿Mickey?!- cayo de rodillas a su lado, preocupada, dudando unos segundos antes de atreverse a apoyar una mano tentativa en la espalda ajena. Los toons no eran fríos, tenía una ligera calidez como un ser vivo pero en ese instante, el ratón se sentía mucho más caliente de lo que consideraba saludable. -¿Qué sucede?- esta en pánico, no tiene idea de que hacer y no quiere dejarlo para buscar ayuda. -Oye, en serio, ¿Qué...?- tomo la mano ajena e ignorando la punzada de culpa que siente al escucharlo quejarse, lo obliga a extender el brazo para ver el problema.
Siente nauseas cuando logra ver que, en la parte interior del brazos ajeno, el pelaje negro es estropeado por líneas brillantes de color verde que se veían casi como venas de cierta manera. A simple vista, parecían venir desde abajo de su guante y de seguro estropeaban su mano ahora temblorosa, bajando por su muñeca y casi llegando a su codo, líneas de disolvente que ella no tiene muy en claro como llegaron hasta allí.
-¿Por qué?- lo mira con pánico apenas disimulado, angustiada. Lo verde parece retroceder, a un ritmo horriblemente lento, pero aun son visibles de momento y por la mueca en el rostro del ratón, son dolorosas.
-La magia del pincel...esta hecha para crear y corregir errores pero no del tipo vivo, sin importar que tipo de criatura sea o que cosas haga. Hay consecuencias cuando eliminas una de esas cosas- confeso después de unos segundos de silencio. Ese era un secreto que había estado dispuesto a guardarse para si mismo, algo que nunca quiso que nadie supiera, en especial su hermano.
-Ah, siempre olvido los versos de Disney. Como eso de: "Por cada acción, ya sea buena o mala, tendrás una bendición o una maldición"- bufo para si misma, algo frustrada al decir verdad pero sobre todo, preocupada. Mickey no podría enfrentarse a La Mancha sin sufrir una dolorosa consecuencia si pensaba usar el pincel y eso, podría ser la única cosa que los salvaría.
Se sentía como si toda su situación solo empeorará antes de siguiera mejorar.
-Yo también los olvido a veces- bufo, riendo apenas, ignorando de momento la punzada que siente en su mano ante la ligera sacudida. Era un poco tonto, cuando cada objeto mágico que conocía tenía una condición muy parecida entre ellas, pero había logrado olvidarse de ello hasta la primera vez que uso el disolvente en una criatura por accidente. Se sintió horrorizado por lo que hizo, algo que solo se mezclo con miedo y dolor cuando las venas verdosas que no tardaron mucho en aparecer por culpa de su torpeza.
-¿Cómo puedo ayudarte?- lo miro con preocupación, pudiendo notar que el otro sentir dolor.
-Solo...esperar- movió de manera tentativa los dedos, haciendo una mueca, apretando los dientes para no quejarse. Esa sensación era tan mala como la recordaba, algo ardiente, como si lo estuviera quemando desde adentro, y era horrible. -Usare algo de tinta cuando lleguemos al castillo- eso ayudaría, haría que la contaminación de disolvente se difuminara más rápido, pero aun así, era doloroso.
-Tenemos que llevarte allí entonces- tomo el pincel que empujo contra la mano sana del ratón antes de usar su fuerza para ponerlo de pie, manteniendo un agarre ligero por miedo a que se tambaleara o algo así. Se sentía mal por él si debía ser sincera, no parecía estar teniendo mucha suerte en los últimos momentos teniendo en cuenta el ataque de La Mancha y las consecuencias que estaba enfrentando al eliminar a una de las malvadas criaturas de esa misma cosa pero esperaba que eso no llegara demasiado lejos.
Aunque, una voz en el fondo de su mente la estaba molestando, recordándole que lo más seguro era que Mickey y el pincel mágico podrían ser la salvación para todos
-Los demás...- el ratón intento evitar volver al castillo tan pronto, temiendo que su hermano pudiera ver las marcas de disolvente que aun se notaban entre su pelaje negro, sin poder imaginar como podría reaccionar. Ya lo había asustado antes, pudo ver su miedo y preocupación cuando lo miro, y el conejo ya estaba estresado por todo lo que estaba sucediendo, no quería agregarle más carga.
-Los buscare después pero en cuanto tu no estés sufriendo- bufo y ignoro el puchero ajeno a favor de voltearse, dispuesta a buscar su caja una vez más, parpadeando con sorpresa ante el par de pequeñas criaturas con aspecto muy particular que ya estaba levantando aquel objeto por encima de sus cabezas, con un aura azulada y casi mágica brillando a su alrededor. Ella los reconoció, los seres que La Mancha había creado en su primera visita al Páramo, quienes se volvieron buenos ante la tinta mágica del pincel. Una alternativa mejor y más pacifica a tener que usar el disolvente ahora que sabía las consecuencias de ellos. -Oh, gracias- les sonrío, logrando que ellos chillaran con encanto y empezaran a alejarse con pasos rápidos, de seguro sabiendo a donde debían ir.
Ink medio empujo al ratón de una manera insistente, en camino hacia el Castillo Belleza Oscura una vez más, esperando que los demás no hubieran tenido los mismo problemas que ellos.
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