Capítulo 22. Vida y muerte
Mefiseles se encontró con Kienya y Sharman frente a un río de color verde. Los tres se miraron fijamente, sin bajar la guardia.
- Hay algo que no entiendo- dijo Mefiseles- si saben dónde reside el alma de Solestelar, ¿Por qué ya no se apoderaron de ella?
- ¿Es que no lo entiendes?- dijo Kienya- ¡Ella no es la solución a los problemas de los negativos!
- Son unas traidoras- dijo Mefiseles, mirándolas con odio- están ayudando a los energéticos, sabiendo que ellos liquidaron a nuestros pares.
- No todos son así- dijo Sharman- Speranwa arriesgó todo por nosotras, Mijail restauró nuestra consistencia material y Uryan nos dio la oportunidad de reencontrarnos con nuestra madre.
- Si eso es lo que piensan, entonces acabaré con ustedes. Claro, al menos que se unan a mí para derrotar a Uryan.
- ¡Eso nunca!- gritó Kienya, lanzándole una patada a Mefiseles.
Mefiseles la esquivó y le prendió un puñetazo en la cara. Sharman se interpuso y logró empujarlo. Mefiseles se encontraba en desventaja, porque era una lucha de uno contra dos. Y lo que más le extrañaba era que no estuviesen cerca Uryan y Shael para intervenir y poner fin a la lucha.
Al final, las hermanas negativas vencieron y Mefiseles terminó en el suelo. Miró al cielo y pensó en Meymi y Balzú, preguntándose cómo la pasarían en el mundo material donde también se encontraba Solestelar.
- Tengo una propuesta- dijo Mefíseles, sin levantarse- vayamos a ese mundo material, cada uno en diferentes regiones. Y el primero que encuentre a Solestelar será el ganador.
- ¡Esto no es una competencia!- gritó Kienya- dejemos a Solestelar tranquila. Además, no estamos interesadas en residir en un mundo material con nuestra consistencia actual.
Mefiseles suspiró. Luego, se levantó, activó su nave y, antes de marcharse, dijo:
- Pronto nos volveremos a ver. En esta o en la otra vida.
Kienya y Sharman lo vieron partir. Ambas se miraron y, por primera vez, sintieron que cada una tenía un deseo diferente.
- ¿Así que no quieres ir al mundo material con nuestro estado?- le preguntó Sharman a Kienya.
- ¿Para qué?- le dijo Kienya- ¡Si aquí vivimos bien!
- ¿Es que no recuerdas nuestra infancia? ¿Cuándo sentíamos los brazos de papá, fuerte y duro, que prometía protegernos?
- Sí, lo recuerdo. Pero todo eso deseo sentirlo como un ser material.
Kienya y Sharman se dieron un abrazo, mientras derramaban lágrimas silenciosas.
Así las encontró Shael, que se bilocó porque las extrañaba. Kienya y Sharman le explicaron la situación y le preguntaron dónde estaba Uryan. Shael tardó en responder y mostró una expresión de tristeza. Las hermanas negativas lo entendieron todo. Así como a Solestelar, el tiempo de vida de Uryan se agotó, por lo que terminó desvaneciéndose para residir en un mundo material.
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Marti siguió a Manuel, Cintia y Gabriel aquel día en que los chicos decidieron visitar a Lucero. Se había dicho a sí misma que no intervendría, pero al detectar la extraña presencia de un ser energético puro, que respaldaba a un grupo de energéticos negativos y de seres materiales que antes eran negativos, surgió la curiosidad de ver hasta dónde llegarían con la obsesión de usar el poder de Solestelar para sus propósitos. Lo que más le llamó la atención era que un ser energético puro, dentro de un envase corpóreo falso, estaba interviniendo poco a poco en el asunto.
Pero Marti no era la única quien seguía a los niños. También los seguían Mefi y Mey, deseosos de lograr sus objetivos. Por lo tanto, Marti se acercó a Mefi y Mey y les bloqueó el camino.
- ¿Quién demonios eres?- le preguntó Mey, furiosa.
- Es uno de los nuestros- le dijo Mefi a Mey- ¿Acaso también deseas obtener el poder de Solestelar?
- Soy feliz en mi estado actual- respondió Marti- no entiendo el porqué los negativos anhelan tanto el ser seres energéticos puros, si ya somos de por sí seres perfectos.
- ¡Claro que no!- dijo Mey- nuestra consistencia no nos permite bilocarnos, volar ni proyectarnos. Además, tampoco podemos regenerarnos fácilmente.
- Pero podemos vivir millones de años- observó Marti- tanto que los mortales nos consideran inmortales.
- El tiempo no es lo mismo para los "mortales"- dijo Mefi- además, no solo deseamos ser energéticos puros, sino redimir aquel crimen que cometieron los energéticos contra nosotros hace millones de años solo por el hecho de existir.
Marti se rió. Eso enfureció aún más a Mefi y a Mey. Luego los miró con lástima y exclamó:
- Me agrada Solestelar en su estado material. Y sus amigos son muy tiernos como criaturas materiales. Deseo verlos crecer, realizar sus sueños y ver qué será de sus almas cuando "fallezcan". Por eso, no permitiré que se interpongan en su felicidad, aún a costa de mi vida.
Estaban dentro de un callejón oscuro, donde nadie sería testigo de una lucha feroz típica de los dioses antiguos. Marti se encontraba en desventajas, pero a diferencia de Mefi y Mey, ella conocía perfectamente sus limitaciones y sabía que la regeneración en el mundo material no era la misma que la regeneración en el mundo energético. Por lo tanto, se valdría de eso para quitar a ese dúo de negativos del camino.
La lucha fue larga e intensa. Mefi aún no estaba acostumbrado a luchar en un mundo material, donde las leyes de la física jugaban en su contra. Sin embargo, Meymi ya podía controlar el peso de su cuerpo y la gravedad. Solo que se encontraba fuera de forma en comparación con Marti, que sí sabía luchar a pesar de que su apariencia mostrara lo contrario.
Mefi sacó de su bolsillo una navaja y lo lanzó hacia Marti. Marti logró esquivarlo, pero perdió el equilibrio y cayó al suelo. Ahí Mey aprovechó para inmovilizarla por completo.
- No sé cuánto tiempo has residido aquí, pero tu vida acabará ahora mismo- le dijo Mey a Marti- espero que reencarnes en un mundo muy alejado de éste.
Mefi alzó su navaja y estuvo a punto de clavarlo en el cuello de Marti, cuando una luz potente, venida del cielo, los cegó.
Mey, de la sorpresa, soltó a Marti y observó a su alrededor. Extraños seres energéticos se habían proyectado hacia donde estaban para detenerlos. Y esas proyecciones venían directamente de la nave que se encontraba arriba.
La nave se abrió y, de ella, bajo una chica muy conocida. Era Sharman que, luego de varios años de duda, se separó de su hermana y viajó al mundo material donde residían Solestelar y Speranwa.
- ¿Qué haces tú aquí?- le dijo Mey, furiosa- ¿Y estos energéticos? ¿Quiénes son?
- Solo vinieron a guiarme hasta aquí- explicó Sharman, con una voz serena- ellos fueron de los que se mezclaron con los materiales en el pasado. Les comenté la situación y accedieron a ayudarme.
Marti se levantó, observó a Sharman y sonrió.
- Es extraño verte sin Kienya- le dijo Marti a Sharman.
- Ella decidió quedarse con Shael- explicó Sharman- por cierto, te queda bien ese vestido de "material".
Los energéticos se acercaron a Mey y Mefi, acorralándolos en un rincón. La nave volvió a abrirse y los abdujo por completo. Luego, los energéticos desaparecieron y solo se quedaron Marti y Sharman.
- ¿Qué pasará con ellos?- preguntó Marti.
- Los llevarán a otro mundo material- dijo Sharman- es un mundo donde aún no existen naves espaciales ni ningún artefacto tecnológico que los lleve de regreso. Ahora, debemos ir en busca de Lucel y Balzú.
- ¿Lucel? ¡Ah! ¡Ya veo! Entonces mis sospechas no estaban erradas. ¿Y qué hace Lucel en este mundo.
- Desea conocer más, usar eso para su propio beneficio y experimentar con todos los que estén relacionados con Mijail, el culpable de su destierro. Durante estos años hemos estado investigando sobre este mundo en específico y también sobre nuestros orígenes. Lucel se había obsesionado con este mundo, tanto que adoptó diversas identidades luego de llegar aquí. Ahora no es tiempo de charlas. Debemos detenerlos antes de que logren sus propósitos.
Marti siguió a Sharman. Lastimosamente, Marti perdió a los niños de vista y no tenía ningún aparato que pudiera localizarlos. Por suerte, Sharman poseía uno de esos aparatos y, enseguida, supo dónde se encontraban. Pero, lastimosamente, también descubrieron que Lucel y Balzú se encontraban cerca y que pudieron atrapar a los tres chicos con éxito, antes de que éstos alcanzaran a advertirle a Lucero del peligro en que se encontraba.
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