Capítulo 17. Arriba y abajo
Mefi, Mey y Lucel estaban en una cafetería. Como Mefi nunca antes había probado café, entonces Mey lo invitó a que disfrutara del sabor amargo, fuerte y adictivo de la cafeína.
- ¡Qué cosas!- dijo Mefi, luego de probar el café- y pensar que, en el mundo energético, nunca hemos necesitado de la comida y la bebida.
- Tranquilo, o te malacostumbrarás- le advirtió Lucel- mientras ustedes estén aquí, serán como cualquier "material". Eso sí, son más resistentes a los golpes y a las caídas.
- Tienes razón- dijo Mey, sorbiendo su café suavemente- si hubiésemos sido "materiales puros", ese camión nos habría matado al instante. Aún así, casi dejamos de existir.
- Me gusta más el helado- dijo Mefi, dejando el café a un lado- es una sustancia dulce y fría.
La puerta de la cafetería se abrió. Entró una joven profesora. Dado que la cafetería se encontraba cerca de un colegio, no era raro que una docente frecuentara en el lugar a la hora del almuerzo. Y sin embargo, los tres voltearon la cabeza, la miraron fijamente y se asombraron por la luz que transmitía su alma. Era una luz radiante, que iluminó por completo la cafetería cuya iluminación era opaca. Fue como si, todo ese tiempo, estuviesen encerrados dentro de una cueva oscura y que, de pronto, vislumbrasen por primera vez los rayos del sol.
- Nunca vi a alguien así- murmuró Lucel- a lo mejor... ¡Es un energético que dejó de existir y "nació" como un ser material!.
- Los energéticos no destacan tanto- dijo Mey, entornando los ojos- esta luz es casi cegadora. Solo alguien es capaz de transmitir semejante potencia. Y ese alguien es...
- ¡Solestelar!- continuó Mefi, mostrando una sonrisa de triunfo.
Antes de poder acercarse a ella, apareció otro docente y la llevó al otro extremo de la cafetería. Aún así, pudo escuchar su nombre desde lejos.
- Lucero, te reservé un lugar.
- Gracias Jorge. Eres muy amable.
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Cuando Mefiseles despertó, lo primero que vio fue el rostro de Meymi. Durante esos años ella había espiado a Uryan y a Mijail, con la esperanza de encontrar algún método de hallar a la desaparecida Solestelar. Entonces, vio cómo Mefiseles y Mijail lucharon a muerte y, luego de que Mefiseles recibiera el ataque sorpresa de Uryan, utilizó gran parte de sus energías negativas para sacarlo de ahí.
- ¿Dónde estabas? ¡Te he buscado todos estos años!- le dijo Mefiseles, levantándose bruscamente.
- Sí. Se nota- dijo Meymi, con enojo- eres un idiota. ¿No sabes lo poderosos que son los energéticos puros? Además, ahora poseen el alma de Speranwa, la única que sabe sobre el paradero actual de Solestelar.
- Mijail se desvaneció- dijo Mefiseles- ya no se interpondrá en nuestro camino.
- ¡Ah, no! Se habrá desvanecido, pero seguro que encarnará en un envase corpóreo, conocerá a Solestelar y se harán amigos.
Mefiseles no sabía cómo responder a ese planteamiento. La verdad, nunca se le ocurrió que Mijail encarnaría en el mismo mundo donde encarnó Solestelar. Y aunque las posibilidades de coincidencia eran escasas, sabía que no podía descartarlo del todo y actuar como si ya tuviese la batalla ganada.
- Se habrá ido Mijail, pero aún está Uryan que, encima, se alió con esas idiotas de Kienya y Sharman- dijo Meymi, con un tono de calma- estoy segura de que depositarán a Speranwa en el mismo mundo donde reside Solestelar. Por el momento solo debemos seguirlos, no precipitarnos y evitar los enfrentamientos.
- Sí, tienes razón. Me precipité. Me dio rabia que Mijail volviera a meterse donde no le incumbe y que, encima, haya derrotado a Balzú.
- Lo de Balzú fue lamentable. Pero algo nos dice que, ahora mismo, reside en el mismo mundo que Solestelar y que, tarde o temprano, la encontrará y será "suya".
Meymi mostró una esfera roja y la misma se agrandó, hasta llegar a su tamaño. Era su nave y la utilizaba para poder trasladarse a los mundos donde deseaba.
- Cuando sepamos dónde depositarán a Speranwa, iré a vivir en ese mundo material- anunció Meymi- mientras tanto, Mefiseles, derrotemos a Uryan. Kienya y Sharman me son indiferentes. Solo son unas ingenuas que sueñan con una familia. Acaba con Uryan antes de que nos destruyan a todos. No confío en los energéticos puros, ni menos en él, quien es hermano de nuestro peor enemigo.
Meymi y Mefiseles entraron en la nave y, dentro de ella, empezaron a vigilar a Uryan y sus amigas. Solo que ellos ya tenían la sensación de que estaban siendo fuertemente vigilados.
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Marti, la enfermera del colegio, estaba atendiendo la herida que se realizó una compañera de clase de Manuel.
- Tranquila, no te va a doler- le dijo Marti a la pequeña, mientras le aplicaba alcohol en la herida suavemente.
- Mamá siempre me dice que soy revoltosa- comentó la niña- en cambio, "Gabrietonta" es una dama.
- ¿"Gabrietonta"?
- ¡Es mi hermanastra!
Marti le puso la venda y le pidió que descansara un poco más en la enfermería antes de regresar a su clase.
La puerta se abrió. Entró un muchacho de la secundaria. Era flaquito y de piel pálida. Marti lo miró fijamente. La verdad, no recordaba haberlo visto antes entre los chicos de secundaria. Por lo tanto, supuso que era algún estudiante que, por algún motivo, se mudó de colegio a mitad del año.
- Creo que tengo fiebre. Y me duele la cabeza- dijo el muchacho, sentándose cerca de la niña.
- ¿Eres nuevo?- le preguntó Marti, mientras le daba una aspirina.
- Sí- respondió el muchacho- me llamo Gabriel y estoy en séptimo grado.
- Mi profe también es nueva- comentó la niña- ella se llama Lucero y su estudiante favorito es Manuel.
Marti casi echó la aspirina de la impresión. Miró a ambos y, luego, murmuró los nombres que acababan de pronunciar: Gabriel, Lucero, Manuel, Lucero, Gabriel.
- ¿Le pasa algo?- le preguntó Gabriel.
- N... no... ¡No es nada!- dijo Marti- estee... Gabriel, ¿No? Toma este remedio. ¡Ah! Y aquí tienes el termómetro. Yo voy a atender unos asuntos. Giselle, ya puedes ir a tu clase. Te acompaño.
Marti acompañó a la niña a la clase de primero. Desde la puerta observó a Lucero enseñando y a Manuel, con el cuaderno abierto y prestando atención a la clase. Una vez que Giselle regresó a su asiento, Lucero le agradeció a Marti por cuidar de ella.
- No es nada- dijo Marti- solo hacía mi trabajo. ¡Ah! Debo irme. También estoy atendiendo a un chico de la secundaria, que tiene fiebre. Es muy educado. Así lo que da gusto.
Una vez que regresó a la enfermería, encontró a Gabriel dormido sobre la silla. Aún tenía el termómetro bajo el brazo, por lo que se lo sacó lentamente. Tenía 39º, por lo que tendría que llamar a sus padres para que lo buscaran.
Observó atentamente al muchacho. Ya sabía quién era. La verdad, no esperaba encontrarse con él tan pronto. Siempre quiso conocerlo en su estado energético, pero tenía que conformarse con verlo en su estado material.
- Con que aquí están... Speranwa... Uryan... y ahora Mijail. Me alegro de que estén todos juntos para acompañar a Solestelar en su tormentosa soledad.
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- Primero Solestelar. Luego Speranwa. Y ahora Mijail- murmuró Uryan, luego de estar llorando por la desaparición de su hermano.
- ¿No irás a buscarlo?- le preguntó Sharman.
- Por ahora no. Según mis cálculos, aún será muy pequeño... creo que se les llaman "bebés"... no estoy seguro...
Uryan, Kienya y Sharman estaban contemplando el anochecer. Después de Mefiseles, ya no apareció ningún otro a arrebatarles a Speranwa, que seguía contenida en aquel frasco de energía comprimida.
Uryan tenía en sus manos la mantilla de Solestelar. Pensaba cubrirse con ella pero, al ver cómo las dos hermanas tiritaban de frío, se las prestó.
- Gracias, Uryan- dijo Sharman.
- De nada- respondió Uryan, mientras se recostaba en el pasto para contemplar la infinidad de estrellas que se manifestaban, lentamente, por el cielo nocturno.
- Nosotras nacimos y crecimos como "materiales"- comentó Kienya- Speranwa, nuestra madre, deseaba procrear "como los corpóreos", por lo que se embarazó y nosotras salimos de ella.
- Eso suena muy extraño- dijo Uryan, sin dejar de contemplar las estrellas- "salir de alguien" me parece complicado.
- ¿Y cómo los energéticos puros nacen?
- Nos "piensan". Normalmente, cuando dos seres se conocen y se juntan, poco a poco van acumulando parte de sus energías a un objeto energético y, luego, lo adhieren a un alma "recién nacida". Pero se requiere de muchas fuerzas para lograrlo. Será por eso que los energéticos no somos muchos, como los "materiales" o "negativos".
- Eso suena aún más complicado- dijo Sharman- a lo mejor, por eso, muchos de ustedes quisieron experimentar otras formas de procrear. Y ahí originaron los "negativos".
Uryan reflexionó las palabras de Sharman. La verdad, nunca antes se había preguntado cómo de complicado era el nacimiento de un energético. La verdad, casi no recordaba a sus padres y Mijail casi nunca hablaba de ellos. De seguro, a esas alturas, ya habían pasado por miles de mundos, tanto materiales como energéticos, que ya habrían olvidado de dónde provenían realmente.
- No te angusties, Uryan- dijo Kienya, luego de un largo silencio- siempre puedes usar un envase corpóreo falso para visitar a tu amiga...
- Mejor espero a "dejar de existir"- la interrumpió Uryan- el cambiar de un estado a otro bruscamente puede ser riesgoso. Sin embargo, si me desvanezco y encarno como un ser material, podré adaptarme mejor a los cambios y estar cerca de Solestelar. Ustedes dos también deberían esperar a "evolucionar", adaptarse a los cambios, crecer y aprender. Sin precauciones, terminarán en lo más bajo del abismo. Así que, por favor, sean pacientes y esperen la "otra vida" para reunirse con sus padres y formar la familia que tanto anhelan. Yo también haré lo mismo. No me queda otra.
Kienya y Sharman se comunicaron telepáticamente. Luego, miraron a Uryan y asumieron con la cabeza. Prometieron no volver a buscar a Solestelar para convertirse en seres energéticos puros y estar con sus padres para toda la eternidad.
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