★Capítulo 5★

Tabatha

—¡Nos vemos en la fiesta!— se despidieron las chicas antes de dejarme sola frente a mi carruaje.

Sonne y Mei me recibieron vistiendo cada una vestidos elegantes para la fiesta. Según me habían contado por el camino, les habían dado la noche libre, por lo que iba a estar sola en la fiesta ya que no las había visto con la intención de invitarme a pasarla con ellas. Aunque siendo la compañera del príncipe, dudo que tuviera tiempo para pasar con ellas.

Quien te escuche piensa que eres toda una aristócrata—. Se burló mi voz interior, pero yo la ignoré mientras bajaba del carruaje al llegar al Palacio.

Algunos sirvientes me recibieron en la entrada y me llevaron hacia una habitación donde se encontraba el príncipe, pero se quedaron afuera mientras yo entraba sola.

Dentro de la habitación, el príncipe Cayden leía un libro sentado frente a una mesa. El lugar parecía un estudio. Tenía todo lo necesario para serlo: libros, sofás, un escritorio y hasta una chimenea.

Cuando regresé los ojos hacia el noble, sus ojos rojos me miraban con sorpresa y algo más profundo. Se levantó lentamente y rodeó la mesa hasta quedar de pie frente a mí. Llevaba un traje digno de un príncipe de un color azul oscuro y unos zapatos tan bien pulido que incluso brillaba.

— Te ves...bien—. Dijo y yo le regalé una pequeña sonrisa.

— Gracias.

— Mi madre nos está esperando. Ya casi están al llegar los invitados y tenemos que darle la bienvenida a los más importantes—. Dijo el mientras me ponía el brazo para que lo tomara.

Yo dudé al inicio, pero luego lo acepté y cuando salimos de la habitación todos los sirviente hicieron una reverencia hacia él.

—¿Todavía te resulta incómodo ser el centro de atención?— preguntó y yo tomé una larga respiración antes de contestar.

—¿Me hará bailar esta noche frente a todos?— pregunté. No era que no me gustara bailar, pero en las tutorías no había sido la mejor en ello y bueno... ¿A quién engaño? Me da vergüenza bailar. Siempre he sentido miedo de tropezar o pisar a mi acompañante. El príncipe soltó una suave risa, como si hubiera leído mis pensamientos.

— No necesariamente—. Respondió— Pero no soy yo quien va a querer bailar con usted—. La confusión palpó en mi rostro.

—¿Quién entonces?— pregunté justo cuando nos íbamos acercando a la salida.

— A los príncipes Flügel les encanta sacar a bailar a las chicas—. Respondió— Seguramente al verte... Serás una chica nueva para ellos... No podrían resistir la tentación de bailar contigo.

—¿Por qué?— pregunté. No era como si me sintiera obligada a hacerlo. Si no quería iba a decir que no y ya. Ellos no podían obligarme a hacer algo que no quisiera.

— Son Faes, príncipes hadas—. Dijo como si fuera lo más obvio— Bailar para ellos es como respirar para ti.

— Entonces no tendré mas remedio que aceptarlo—. Le dije, aunque estaba segura de que podría librarme de ellos. El príncipe rio.

— Se lo que estás pensando y déjame decirte que hasta el momento nadie se ha salvado de un baile con un hada—. Dijo — Ya lo entenderás en su momento—. Salimos del Palacio justo cuando a la distancia se asomó un carruaje negro. Dos corceles del mismo color lo conducían, con armaduras de oro tapando sus cuerpos y el sonido de su galope se hizo presente según se iban acercando.

Cayden y yo bajamos hacia donde se encontraba la reina Sera y otros sirvientes, justo cuando el carruaje se detuvo.

— Llegan tarde—. Murmuró la reina a su hijo.

— Y estamos muy avergonzados por ello, madre—. Respondió el príncipe y yo negué divertida.

El carruaje se abrió y el primero en bajar fue un chico de rubia cabellera. Vestía un traje negro de seda y un pañuelo rojo sobresalía de uno de sus bolsillos. Su cabello corto le rosaba las cejas en su rostro juvenil y su nariz perfilada de movía mientras olía todo a su alrededor.¿Me pregunto que estará oliendo?. Sus ojos verdes brillaban con emoción mientras salía del carruaje dejando que los restantes salieran.

El segundo en asomarse llevaba su cabello castaño peinado correctamente hacia detrás y su piel besada por el sol gozaba de ese tono bronceado ligero que tanto amaban las chicas . Al igual que el anterior tenía ojos verdes y nariz perfilada. Sus labios rojos y carnosos y un mentón marcado que mostraba la madurez dentro de sí. Vestía un esmoquin negro y al igual que el anterior un pañuelo rojo en su bolsillo.

El último en salir se tomó su tiempo mientras miraba todo a su alrededor.

— Veo que nada aquí ha cambiado tía Sera—. Dijo con humor— Aunque el sol está más caliente que la vez pasada.

— Tal vez porque la vez pasada era primavera—. Respondió el príncipe a mí lado.

— Tienes razón—. Dijo él bajando por completo del carruaje— En Engelfeen no tenemos veranos tan calurosos como aquí. Al parecer sus barreras no impiden que los rayos se filtren con fuerza.

— O tal vez no queremos—. Habló la reina Sera observando como su hijo iba hacia sus primos para saludarlos con un abrazo.

— Tienes razón tía. Eres lo suficiente poderosa para mantener el reino levantado aún después de tantas pérdidas. No fue mi intención insinuar lo contrario—. Se disculpó amablemente y juro que fue la primera vez desde mi llegada al palacio que la vi sonreír.

— No hay problema—. Dijo ella— Ven y dale un abrazo a tu tía, Royce—. Dijo extendiendo sus brazos hacia su sobrino... Esperen...¿Royce?

Fijé la vista en el chico de cabello azabache y ojos de un ámbar tan brillante como el mismo sol. Su piel acaramelada escondida detrás de su traje marrón y rojo, y unas botas negras que arremangaban la parte baja de sus pantalones. Su nariz pronunciada, pero por poco y varias pecas alrededor. Tenía labios exquisitamente rojos y carnosos.

Diosa, ¿Este hombre había sido creación tuya? Porque se notaba que estabas aburrida al crearlo. Detallaste cada pequeño centímetro de su perfecto rostro y el resto de su cuerpo que se le marcaba con cada pequeño movimiento... Creo que estaba babeando.

Desvié la mirada cuando él fijó sus ojos en mí e hice como que estaba prestando atención a como Cayden saludaba a sus primos.

— Hola, Sol—. Di un brinco en mi lugar cuando el chico me llamó—¿Te conozco?— preguntó y yo negué.

— Ella es la Cuore de Aubrey—. Dijo la reina Sera llegando hacia nosotros y llamando la atención de los demás chicos que se acercaron a nosotros—Viene del mundo de los humanos.

—¿Humana?— preguntó el rubio llegando hacia mí— Que interesante, ¿Puedo levantarte el cabello?— la curiosidad se plasmaba en su mirada.

— Emm... sí, supongo—. Respondí y él no perdió el tiempo antes de levantarme el cabello justamente en la parte en que se encontraban mis orejas.

— Magnífico—. Dijo emocionado— Es como el arco de Maren, pero más pequeño—. No sabía quien era Maren, pero no pude evitar reír—Soy Trey, el más divertido del grupo—. Me extendió la mano y yo la sostuve de vuelta.

— Un gusto Trey—. Le respondí.

— Kaden, un placer concerla—. Se presentó el segundo chico y yo repetí mi respuesta ante él, sosteniendo su mano y estrechándola— Estoy ansioso por bailar con usted en la fiesta—. Mencionó y yo hice una mueca mirando a Cayden de reojo. Este solo se encogió de hombros.

— Él es Royce—. Dijo la reina Sera— Heredero al Trono de Engelfeen —. Miré al tal Royce de frente y este me devolvió la mirada con un poco más de intensidad.

— ¿Con quién tengo el gusto?— me preguntó mientras sostenía mi mano.

De repente me sentía nerviosa. No sabría decir si era por su presencia o por el hecho de que me mirara como si fuera un bocadillo y él estuviera ansioso por devorame.

— Tabatha Nova—. Me las arreglé para responderle.

— Me gusta su cabello, Tabatha Nova—. Dijo él— Es como el Sol de la mañana reflejado en un lago.

— Muy bonita referencia—, respondí en respuesta— aunque cueste un poco comprenderla—. El príncipe rio por mis palabras como si de verdad fuera tan divertido lo que hubiera dicho.

— Algo parecido me dijeron en un pasado—. Respondió él aún sin soltarme la mano.

— Pueden pasar a su área privada—. Dijo la reina Sera— Yo puedo encargarme de los demás invitados.

Pero nadie se movía. Los príncipes hadas se quedaron de pies en su lugar. El rubio me miraba con diversión, mientras que el chico peli castaño miraba entre mí y Royce.

— Vamos—. Dijo Cayden dándole un golpe amistoso en el hombro a Royce y llegando hacia mí, tomando mi mano para guiarme por el camino de vuelta.

Entrar al Palacio no fue un problema, pues todos los sirvientes se mantenían a nuestro alrededor, aunque no formularan palabras. Me sentía menos intimidada por los nuevos príncipes que habían acabado de entrar, hasta que llegamos a una habitación entre dos habitaciones, donde sus paredes iluminadas con tonos blancos marcaba la diferencia con el resto del palacio. Ocho asientos adornaban cada lado de la habitación en grupos de cuatro y una alfombra beige tapizaba casi toda la habitación. Después de pasar por los asientos nos topamos con varios juegos conocidos para los humanos—supongo que vendrían de los humanos—, pero otros se me hacían por completo desconocidos.

Los chicos se movieron por la habitación, observando el lugar al igual que yo. Luego se detuvieron frente a uno de los juegos de billar. Me llamó la atención que no llevaran alas. Según Sonne y Mei, sus alas eran hermosas y majestuosas, y mucho más. Pero aquí solo presenciaba a tres hermosos príncipes comunes y corriente—en lo que respecta a esta realeza—. Si ellas habían aprovechado para burlarse de mí, se las iban a ver conmigo más tarde.

— ¿La revancha?— preguntó Trey y Cayden sonrió, como nunca antes lo había visto sonreír.

— ¿Estás dispuesto a perder?— preguntó y Trey soltó una elegante carcajada.

—Si, claro. Como la vez pasada—. Todos en la habitación rieron, menos yo que me encontraba en una esquina de la habitación observando sus acciones.

De repente, una pequeña luz me hizo mirar de reojo hacia los estantes con libros detrás de mí. La luz era diminuta y azul, pero muy brillante. Se escondía entre los libros, como si temiera que le hiciera daño. ¿Si acaso era algo más que una chispa mágica? No lo sé, pero por la forma en que se movía parecía tener vida y después de todo lo que había visto desde mi llegada a Elfen, no veía como esto podía sorprenderme.

La pequeña esfera luminosa se movió entre los libros, tímida y asustadiza, hasta que se abrió paso con fuerza, como si hubiera borrado valentía de su interior, mostrándose ante mí.

—¡Ah!— grité aterrada cuando el pequeño rostro se mostró de entre los libros.Los chicos dejaron sus juegos para prestar atención e ir hacia mí, siendo Royce el primero en llegar.

—¿Estás bien?— me preguntó Cayden y yo asentí antes de regresar la mirada a la esfera de luz.

— Ya hemos hablado de esto Nixie, debes ser educada con los desconocidos—. Royce regañó a la pequeña luz mientras los demás chicos llegaban hacia mí— Ahora sal y ven a saludarla, si es que tienes tanta curiosidad.

La pequeña esfera salió de los estantes, dejando a la vista su diminuto cuerpo. Su cabello era oscuro y tenía un par de ojos azules parecidos al océano. En su rostro, cuello y brazos tenía marcas de un azul claro brillante, como grietas rellenas de gélido hielo. Su vestido era de un pequeño encaje y se ajustaba a su cintura, mientras dos botones de flores azules calzaban sus pies.

Se movió a mi alrededor, detallando mi vestuario, evaluándome. Yo hacía lo mismo, observando sus alas moverse a la misma velocidad que las alas de una mariposa. Luego, ella miró a Royce, quien sonreía ante nuestros contacto.

— Nixie es un espíritu de agua—. Me dijo mientras la pequeña hada iba hacia él y se sentaba en su hombro— La encontramos hace unos años...o mejor dicho, ella nos encontró a nosotros.

— Y se auto adoptó—. Bromeó Trey y Nixie lo miró feo.

— Nixie no se deja ver de cualquiera, por lo que supongo que le caíste bien—. Dijo Kaden, quien se encontraba recostado en uno de los estantes, un poco apartado de nosotros.

—¿A sí?— pregunté mirando a la pequeña hada. Ella se veía curiosa conmigo. La forma en que me miraba, aún sentada en el hombro de Royce.

— Sí y a pesar de ser una miniatura, es muy mandona—. Dijo Trey— Si hubieras cómo nos exigía que hiciéramos nuestros deberes y que no faltaramos a los entrenamientos, no se te hubiera hecho tan tierna—. Mi cara debió haber explicado mi duda porque no tardó en aclarar: — Se te nota en la mirada.

— Deberíamos echar una partida antes de que nos vengan a buscar para la fiesta—. Dijo Cayden—¿Quieres jugar, Ángel?— me preguntó.

— No soy muy buena—. Le respondí mirando de nuevo a Nixie. Royce miraba entre el príncipe y yo con el semblante serio, como si no le hubiera gustado el apodo de su primo, pero no dijo nada.

—Entonces, puedes tomar cualquier libro del estante —me ofreció, con un gesto que abarcaba toda la pared repleta de volúmenes—. Hay relatos y aventuras. También está la de ese aventurero que tanto te gusta.

—¿Aventurero? —preguntó Kaden, la curiosidad picándole como una espina. Se acercó a nosotros, sus pasos ligeros en el suelo de madera pulida, donde no llegaba la alfombra.

—El Viajero del Páramo —respondió Cayden, y una sonrisa juguetona curvó sus labios. Kaden y Trey soltaron una carcajada unísona, como si Cayden hubiera contado el chiste más ingenioso.

—¿Esa no es la historia del caballero que se pierde en el Reino de las Hadas? —preguntó Trey, aún con la risa resonando en su voz.

—¿Y no era también un cuento para niños? —añadió Kaden, con una mirada burlona que dirigió directamente hacia mí.

Sentí el calor subir por mi cuello, la sangre corriendo como lava por mis mejillas. La vergüenza me golpeó como un maremoto. Cayden me había puesto en evidencia, revelando un gusto que probablemente consideraban infantil, y justo delante de sus primos. El eco de sus risas parecía resonar en el silencio de la habitación. Pero en medio de la humillación, noté la mirada de Royce. No había solo diversión, sino algo más, una chispa de complicidad, quizás incluso una pizca de desafío.

—¿Te gustan esas historias, eh? —me preguntó Royce, sus ojos oscuros fijos en los míos. La diversión seguía presente, pero había algo más, una intensidad que me hizo tragar saliva. Me mordí el labio inferior, tratando de contener el temblor de mi voz y el desasosiego que su mirada provocaba, antes de poder responder.

— Mis padres solían contarme esa historia cuando era niña —respondí, la voz ligeramente más baja, como si estuviera compartiendo un secreto—. Era mi favorita en ese entonces.

— ¿En ese entonces? —volvió a preguntar Royce, sus cejas arqueándose ligeramente, como si estuviera desentrañando un misterio. Sus ojos oscuros se posaron en mí, escudriñando cada detalle—. ¿Y ya no?

— Bueno, a veces creces y los cuentos de hadas dejan de tener sentido —susurré, bajando la mirada hacia mis manos, donde mis dedos jugueteaban con la tela de mi vestido. Noté que la sonrisa juguetona de Royce se desvanecía, su mirada suavizándose, aunque la diversión no había desaparecido por completo.

— No creo que dejen de tener sentido —respondió, su voz ahora más tranquila, casi un murmullo—. Quizás solo descubres que las hadas también tienen sus propias historias, y no siempre son como las pintan en los libros.

— Bueno, ahora... ya no lo sé —confesé, levantando la mirada, encontrando sus ojos ámbar fijos en los míos. Su cercanía, la forma en que me observaba, me hacía sentir expuesta. Una punzada de inseguridad se alojó en mi pecho—. A veces pienso que ya soy demasiado mayor para esas cosas. Pero hay algo en esa historia que aún me fascina, como si me transportara a un tiempo más feliz. —Mis dedos se movían con mayor nerviosismo y sentí el calor subir a mis mejillas.

Su tono se volvió más suave y comprensivo al responder. Se acercó un paso más, el aroma que emanaba de él envolviéndome en una burbuja de intimidad. Los otros tres príncipes seguían observando, sus miradas llenas de curiosidad. Ni siquiera Cayden intervenía en la conversación, como si el papel de espectador fuera más entretenido:

— Todos tenemos historias que nos recuerdan a algo. No hay nada de malo en eso —su mirada se posó en mis manos, y una leve sonrisa se dibujó en sus labios—. Pero me refería a las aventuras del caballero, ¿No te gustaban antes?

— ¿A quién no le gustan las historias de aventureros que hablan con ardillas? —pregunté, levantando una ceja y permitiendo que una pequeña sonrisa escapara de mis labios. Suspiré, como si estuviera revelando algo embarazoso, aunque en realidad lo disfrutara.

Él soltó una leve risa, una melodía cálida que hizo vibrar algo dentro de mí. Cayden, hasta entonces observando en silencio, carraspeó suavemente, llamando nuestra atención.

— ¿Aventureros que se pierden en el bosque y hablan con ardillas parlanchinas? —preguntó Royce, negando divertido con la cabeza, una chispa de humor danzando en sus ojos. Los otros dos príncipes, Trey y Kaden, se miraron con una sonrisa socarrona, como si compartieran una broma que yo no entendía. — Tienes gustos muy interesantes, pequeña soñadora —añadió, susurrando las últimas palabras de una manera que hizo que la piel de mis brazos se erizara.

—Al menos tiene mejor gusto que ustedes— dijo Cayden, con una sonrisa divertida, acercándose más al grupo—. Las ardillas son criaturas muy sabias, Royce.

Trey y Kaden soltaron una carcajada y chocaron los cinco.

—Cuidado que la princesa del páramo nos lanzara uno de sus hechizos— Dijo Trey mientras le señalaba con el dedo.

Los cuatro príncipes se echaron a reír, y yo los miré con el ceño fruncido. ¿Acaso tenían algo de personal en contra de mi y mis gustos?

— Pero si tienen mejores historias, soy toda oídos —comenté, cruzándome de brazos y alzando una ceja con un deje de desafío. Los chicos se miraron entre ellos con una mezcla de complicidad y diversión, antes de que Trey respondiera, su voz impregnada de una picardía que hizo que mis sentidos se pusieran en alerta.

— No creo que estés lista para esas sugerencias —dijo, su sonrisa mostrando el borde afilado de un secreto.

—¿Por qué lo dices? —pregunté, la curiosidad haciéndome olvidar mi leve molestia anterior.

Trey sonrió, un gesto que parecía prometer problemas. — Digamos que están a un nivel más… explícito —respondió, con un tono que sugería que no se trataba de cuentos de hadas—. ¿O crees que las hadas solo escriben historias sobre hadas que danzan en los bosques y caballeros que luchan contra dragones? —sus palabras dejaron un rastro de intriga y misterio.

Iba a responder ante su comentario, dispuesta a devolver el golpe, pero una duda picó en mi cabeza, destacándose entre las palabras de Trey como una joya en la oscuridad.

—¿Cómo sabes que fue un hada quien escribió esa historia? —pregunté, mi mirada clavada en Trey—. Hasta donde tengo entendido, el autor es anónimo.

Los cuatro se miraron, una repentina tensión llenó el aire, y la diversión anterior se esfumó, dejando una sensación de desconcierto. Los tres príncipes, Royce, Kaden y Cayden, lanzaron miradas acusadoras a Trey, como si hubiera revelado un secreto que no debía. Trey se encogió de hombros con una mueca, como si estuviera acostumbrado a ser el blanco de las miradas de sus primos. La puerta de la habitación se abrió en ese instante, como si el destino mismo hubiera decidido interrumpir el momento.

En la entrada, uno de los mayordomos se encontraba de pie, su rostro sereno y respetuoso.

— Su majestad la reina requiere de su presencia para iniciar con la fiesta —explicó, su voz suave pero firme—. Todos los invitados se encuentran ya reunidos en el salón de baile.

— Allí estaremos, puede retirarse —respondió el príncipe Cayden, su tono ahora formal y majestuoso. El mayordomo hizo una reverencia y se marchó, dejando tras de sí un silencio cargado de preguntas.

— Bueno, hasta aquí llegó la diversión —dijo Trey, con un suspiro exagerado, como si lamentara la interrupción—. Y ni siquiera pude darle una paliza a mi primo en el billar —añadió, señalando con el mentón a Cayden con una sonrisa burlona, intentando romper el extraño momento que había dejado su revelación.

— Salgamos antes de que mi madre mande a la guardia real por nosotros—. Dijo Cayden acercándose a mí y ofreciéndome en brazo. Como Cuore, era mi deber llegar al baile de esta forma, según me había contado Madame Hether.

— No puedo esperar a bailar contigo—. Murmuró Royce antes de adelantarse con sus hermanos, al salir de la habitación. Nixie se mantenía en el hombro del príncipe, como si hubiera tomado la decisión de pasarse toda la fiesta en ese sitio, pero aún así me dedicó una mirada antes de darse la vuelta y recostarse al príncipe.

Cayden dejó salir una risa ante las palabras que anteriormente había escuchado del príncipe Trey.

— Te dije que no te ibas a librar de esto—. Comentó el príncipe elfo mientras caminábamos hacia el salón.

Oh no.

⚜️⚜️⚜️

Hola a todos y feliz año nuevo 🎉

Les mando a todos un fuerte abrazo virtual y les deseo que todas sus metas se cumplan ♥️

Este capítulo me costó un poco escribirlo ya que me encontraba en un bloqueo. Lo siento. Tenía un buen tramo adelantado, pero faltaba mucho más y no quería subirlo incompleto porque después no me iba a sentir cómoda con el capítulo e iba a acabar cambiándolo por completo.

¿Qué les pareció el capítulo?

Creo que los príncipes Flügel saben como animar el ambien ;)

¿Cuál de todos les agradó más?

¿Qué les llamó la atención?

¿Qué no les gustó?

¿Qué creen de Nixie?

Me gustaría más adelante hace un mapa para que se ubiquen mejor en los lugares del reino, ya que habrán viajes y más, pero eso lo veré más adelante cuando aprenda cómo hacerlo 😅

Dejen sus comentarios aquí abajo. Me encanta leerlos 💙

Espero que el capítulo les haya gustado mucho y si es así, no se olviden de votar ;)

Chau chau

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