Capítulo 5

El zorro observó el lugar oscuro en dónde se encontraba, vio una nueva dimensión a su lado en un nuevo portal, afiló su mirada un momento analizando el lugar, era similar al mundo del que venían, giró su mirada viendo mundos de lava, de hielo, mundos en guerra, todos a un paso de distancia, giró nuevamente su mirada al mundo similar del que venía, se veía tranquilo el lugar, redujo su tamaño ocultando sus nueve colas y su chakra, entró en esa dimensión esperando un mejor destino, debió hacerlo hace años, pero en ese tiempo no tenía suficiente poder para manipular a su jinchuriki y abrir la dimensión, el cuarto hokage lo había dejado más que lamentable al sellarlo; comenzó a correr ubicándose, era el bosque de Konoha, brincó sobre un edificio estando en la aldea, observó atentamente a la gente, no sentía hostilidad como en el otro mundo, levantó su mirada hacia la torre Hokage, apretó el ceño con duda, corrió brincando entre los techos aprovechando la oscuridad de la noche, evitaba a los guardias anbus.

Mientras corría observó a la policía Uchiha, levantó nuevamente el rostro analizando, dio un último brinco, desde el techo en el que cayó podía ver la oficina Hokage, afiló su mirada, unos cabellos rubios sobresalían del asiento kage, junto a este una pelirroja y una chica rubia con marcas en las mejillas, apretó el ceño ligeramente al entender, estaban en un mundo gemelo, salió del lugar al ver a Kushina asomarse en su dirección, no detectó su chakra, pero su presencia la sintió o por lo menos su otro yo en ella lo percibió, corrió por la aldea analizando qué debía hacer, en teoría era libre, podía huir de la aldea, pero inevitablemente sentirían su salida de la barrera, sería nuevamente perseguido. El Hokage y Kushina no eran un juego, aún recordaba como lo habían sometido, apretó el ceño con coraje, era el maldito kyubi no Yoko, era patético sentir miedo por esos dos humanos, bufó cabreado.

Por un momento la mirada azul de su jinchuriki llena de dolor apareció en su mente, paró en seco, un sentimiento de culpa llegó a él, ¿qué mierda?, ¿por qué debería sentirse culpable?, el idiota le regaló su vida, nuevamente esa mirada azul lo eclipsaba, levantó su mirada observando la luna, recordó a su propio padre, ¿qué hubiera hecho él en su lugar?, bufó cabreado sabiendo la respuesta, ese viejo ayudaría a los repugnantes humanos, sus rendijas rojas veían con intensidad la luna, nuevamente esa mirada azul lo perseguía, se acomodó echándose en el techo del edificio donde se encontraba. Una de sus patas rascaba su oreja con fastidio, bostezó audiblemente, cerró sus ojos sintiendo la brisa en su rostro, tenía bastante años sin sentir ese delicioso viento. Nuevamente la mirada del pequeño -tch demonios, es una prueba tuya, ¿no es así padre?- el silencio cubría el lugar, analizó con cuidado tratando de entender, cerró sus ojos con fastidio -bien, tu ganas padre- se levantó, por lo menos daría un paseo entre estos bastardos para relajarse.

Observó a la gente caminar, platicar, reír, gritar, pelear, su padre amaba a los humanos, pero él no veía nada extraordinario en ellos, eran egoístas, simples y banales, levantó su mirada observando un puesto conocido, su jinchuriki amaba ese lugar llamado Ichiraku, recordó al tendero, había excepciones entre los aldeanos, suspiró con fastidio, bajó con velocidad robando algo que necesitaba de uno de los puestos. Cuando se fastidió, regresó al bosque, podía recordar un lugar al que Kushina iba a jugar de niña cuando no tenía amigos, tal vez era un buen lugar para iniciar, estaba cerca del río y la laguna.

Al llegar al claro en el bosque vio una pequeña cabaña, sonrió al darse cuenta que en este mundo existía, entró buscando que no hubiera amenazas, se sentó en medio de esta cerrando sus ojos, chakra cubrió su cuerpo cambiando de forma lentamente, su estructura osea cambió, el pelaje naranja cayó junto a la piel convirtiéndose en piel humana que comenzaba a cubrir sus músculos, el cuerpo de un adolescente se formó, abrió sus rendijas rojas nuevamente en esa alcantarilla que tanto odiaba -despierta mocoso- el zorro apretó el ceño viendo el cuerpo de su jinchuriki flotar en agua dentro del espacio mental, caminó a su alrededor, no reaccionaba -sé que aún estás vivo, escúchame, te daré una segunda oportunidad -los grises del pequeño rubio se abrieron lentamente -no la pedí, deseo morir -el zorro apretó el ceño cabreado -mocoso bastardo, no te estoy preguntando, dije que te estoy dando una maldita segunda oportunidad, estás en un nuevo mundo donde nadie te conoce, nadie sabe que eres el jinchuriki del kyubi, esta Konoha es distinta, aquí puedes rehacer tu vida desdd cero, cumplir tus miserables sueños, ¿entiendes?-

Naruto giró sus grises hacia el zorro -nuevamente estoy solo y huérfano- el zorro avanzó hacia él con seriedad, levantó su pata, la dejó caer sobre su pequeño rostro hundiendo en el agua al chico quien abrió sus ojos de golpe, comenzó a luchar por salir del agua con desesperación, sentía que el agua lo asfixiaba, era una sensación desesperante, abrió su boca soltando el aire dejando pasar el agua a sus pulmones. El zorro lo liberó observando cómo respiraba con necesidad en busca de aire, cómo agua salía de su boca -¿ves cómo nadie desea morir mocoso?- el rubio apretó el ceño, respiraba agitado tratando de recobrar el aliento, escuchó sus palabras con cuidado, poco a poco se calmaba, comenzó a flotar en el agua tratando de recuperar el aliento- ¿y qué es lo que haré?, no puedo llegar y decir, ya llegué, quiero ser shinobi. No tengo registro, ni matrícula, seré considerado una amenaza en cuanto me detecten ilegalmente, ni siquiera tengo dinero -el zorro sonrió -vaya, ahora veo que sí piensas, usa esa luz de inteligencia para buscar una solución a tu problema, ya te saqué de ese otro mundo, te liberé de toda esa mierda y me vengué por ti, el resto es tu parte-

Naruto analizó sus palabras -¿por qué me ayudas?, puedes ser libre en este mundo también- el zorro levantó su pata, lo apuntó -antes de morir deberás liberarme, no es una maldita opción, es una orden. Por otro lado, no sacrificaré años de mi existencia aquí encerrado por un perdedor, así que debes demostrarme todas esas estupideces de las que siempre has alardeado. ¿Qué por qué lo hago?, deja de joder mocoso y haz tu vida, no te importa el porqué, no soy un humano para buscar beneficio egoísta, así que ya lo sabes, lárgate de aquí, estás en mi zona, piensa como puedes mejorarme el panorama y hacerme cómoda la existencia -

El rubio abrió sus ojos al sentirse expulsado de su mente, apretó el ceño con molestia, era un bastardo enojón ese zorro -ocultaré tus marcas del rostro y mi chakra, no uses tu apellido, no quiero problemas y ya no me molestes más -Naruto parpadeó sin entender al zorro, suspiró con fastidio, iniciar una vez más literalmente de cero, pero bueno, tampoco tenía nada en ese otro mundo del que venía.

Giró su mirada observando que estaba desnudo, observó algo de ropa, era evidente que le quedaría grande, pero era mejor que ir desnudo por el mundo, el zorro debió dejarla, se veía limpia, se la colocó con velocidad, hacía frío, creó algunos clones para limpiar un poco el lugar, otros para buscar alimento, moría de hambre, se sentó viendo a la nada, ¿qué haría para integrarse a la aldea?, ¿para ganar dinero?, enterró su rostro entre sus rodillas pensando, podía usar a sus clones y henges con los aldeanos para hacer actividades pequeñas, juntar un poco de dinero, pero debía pensar en un ingreso fijo, como ser un Shinobi, no tenía un maldito registro, suspiró con fastidio, giró su mirada viendo a sus clones llegar y asar peces, primero era lo primero, comer, tenía mucha hambre.

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