yo no era parte de
La secundaria no fue tan mala, si, tuvimos nuestra primer pelea en ella y eso, pero dejando aquello de lado la verdad es que fuimos felices. No podemos quejarnos y ambos lo sabemos.
Pasamos por tanto juntos, eso si, solo tú y yo.
No pude volver a estar con ninguna otra chica después de aquel día en el que te vi llorar dentro de los baños. No era la gran cosa tampoco, ni siquiera me gustaba alguien como para hacerlo de todos modos.
Lo único que me interesaba era estar contigo así como a ti conmigo.
Tristemente el tiempo no iba a detenerse y la secundaria no iba a ser una excepción. Cuando nos dimos cuenta, aquella etapa de nuestras vidas también terminó y las circunstancias nos exigieron crecer.
Lo supe cuando entramos a la preparatoria.
Aunque aún seguíamos estando juntos, hasta cierto punto nos habían separado. Aquí empezamos a cruzar por diferentes caminos, cada uno en un aula diferente. Tu tomando clase a unos cuantos salones de distancia de mi.
Quizá no fue para tanto, quizá solo yo tuve un problema con eso.
La verdad es que me molestó el no poder seguir a tu lado como lo habíamos estado durante toda nuestra vida, sin embargo, las ideas no dejaban de llegar a mi mente.
¿Por qué no me gustaba?
Tu solamente eras mi amigo. No eras mi familiar o algo más, mucho menos algo tan absurdo como un objeto para llamarte de mi propiedad. Yo no podía pelearme con todo el colegio para tenerte a mi lado ¿verdad?, por supuesto que no podía y por eso tuve que resignarme a verte a ti en tus mejores años a través de una ventana.
Tus quince, tus dieciséis, tus diecisiete y tus dieciocho pasaron siendo apenas un parpadeo fugaz frente a mi.
Aunque no estábamos en la misma clase continuábamos estando juntos a la hora del almuerzo y en los momentos libres, así como fuera de todo lo relacionado con el colegio.
Claro, yo hice mis amigos y tú hiciste los tuyos, pero nuestra amistad siempre fue más fuerte y especial que cualquiera ¿sabes?
En las mañanas y al terminar los días caminábamos juntos a casa como lo hacíamos desde que tuvimos uso de razón. Algunas veces yo iba frente a ti, algunas veces detrás.
Éramos muy felices dentro de lo que cabía.
Supongo que el único fallo fue lo que vino después.
Yo creía que te protegía de todo, pero te juro que nunca pasó por mi mente que tendría que protegerte de lo inimaginable, lo que es más, que tendría que protegerte hasta de mi.
FUISTE FELIZ Y YO NO ERA PARTE DE ESA FELICIDAD
Acabábamos de cumplir diecisiete años y la preparatoria continuaba su curso de lo más normal.
Era un día como cualquier otro. Caminábamos juntos a la academia y no habías mencionado nada fuera de lo normal, o bueno, al menos así lo veía yo porque creía que nos contábamos todo.
Tristemente lo que sucedería aquel día no era lo único que me ocultabas.
Ambos tomamos nuestras clases como siempre, como todos los días, sin embargo, algo cambió. Cuando llegó la hora del almuerzo fue la primera vez que me dijiste que simplemente no podrías estar conmigo.
— ¿A qué te refieres? — pregunté confundido.
Tu te veías nervioso, rascándote la nuca con cierta impaciencia mientras los demás se dirigían a la cafetería a pasar el descanso.
— Escucha, Kacchan, esto es bastante importante para mi. Me gustaría que lo respetaras y...
— Izu, ¿nos vamos ya? — una dulce voz te interrumpió.
Apenas logré verla sentí un jalón en el estómago.
Una chica.
Era bonita, de hecho era preciosa.
Con sus delgados brazos te sujetó con una confianza que incluso me molestó.
No era tan estúpido, no necesitaba que me lo explicaran. Apenas la vi.. supe de inmediato lo que ocurría, aunque aún así te dejé continuar.
— Si, solo un segundo — le dijiste con un estúpido tono amable que me revolvió las tripas, luego volviste tu atención a mi. — Te lo explico todo después, Bakugo ¿de acuerdo? Nos vemos
Y te alejaste con ella.
Ni siquiera pude hablar, pasó tan rápido que momentáneamente quedé en blanco. Me llenó de un sentimiento tan extraño y negativo que mis ideas se desordenaron junto a mis palabras.
Ese día me dediqué a observarte a detalle en aquella hora del almuerzo, viendo a esa chica mirarte como si tuviera enfrente a lo más interesante del mundo y viéndote a ti, sonriéndole como si fueras consciente de ese hecho.
No pude hacer más que esperar a la salida, el momento del día en donde era seguro que estaríamos juntos y regresaríamos caminando, así que eso hice.
— Y bien — comencé con cierta duda, pero bastante curiosidad. — ¿Qué fue todo lo de hoy?
Ambos íbamos camino a nuestras casas, finalmente nos encontrábamos solos.
— Oh si, de verdad lo siento. Quería explicártelo desde antes pero no medí los tiempos, y bueno, hoy Amane me tomó un poco por sorpresa.
No pude dejar pasar ese detalle, el como mientras hablabas de ella sonreías...
— ¿Amane?
— Si, es la chica con la que pasé el almuerzo.
— ¿Y que era lo que querías explicarme? — inquirí temeroso de saber las respuestas. — ¿Ella... ella es tu novia?
— No no no — te apresúrate a decir.
Un alivio casi titánico recorrió mi cuerpo de pies a cabeza. Me sentí igual que quitarme el peso de una tonelada de encima, sin embargo..
— Bueno, aún no — agregaste.
Recuerdo sentir unas manos imaginarias sobre mi cuello asfixiándome, aprisionándome entero, haciéndome mucho mucho daño.
— ¿Qué mierda quieres decir con eso? — solté sin medirme. De pronto ya no controlé lo que salía de mi boca y de que manera lo hacía.
— No es para tanto. Iba a contarte todo en cuanto tuviéramos la oportunidad ¿si? — te encogiste de hombros, restándole importancia. — Ella es una chica de mi clase, por si no lo notaste es preciosa y bueno me trata muy lindo así que creí...
— ¿Porque una idiota te trató lindo quieres ser su pareja? ¿escuchas lo que dices?
— Cálmate — rápidamente te pusiste a la defensiva también. — Estás actuando muy extraño ¿te sientes bien?
— Como si te importara...
— ¿Qué diablos te sucede? ¿por qué te comportas así?
Y de nuevo me sentí atacado. Me sentí atacado porque no tenía una respuesta para aquella pregunta, al menos no una que sonara coherente.
La verdad era que ni yo sabía que me sucedía.
Por supuesto, me hallaba furioso, eso lo entendía.
¿Pero por qué?
Ahora que miro al pasado y pienso las cosas desde otro ángulo.. en realidad creo que quizá si lo sabía, quizá ya era más que consiente de ello pero aún no quería aceptarlo, no estaba dispuesto a darme cuenta.
— Somos amigos ¿no? — fue lo único que atiné a responder, evadiendo tu pregunta con otra. — ¿Por qué no me lo contaste antes?
— Ya te dije que iba a hacerlo. No creí que tuviera que informarte de cada decisión que tomaba sin ti.
Comenzaste a molestarte como yo.
— Tienes razón, Katsuki.. se supone que somos amigos, por eso no entiendo por qué te enoja tanto que sea feliz.
Tras aquellas palabras te alejaste de mi.
— ¿A dónde vas?
— A casa. No quiero que sigamos caminando juntos por hoy — respondiste sin siquiera dirigirme la mirada.
No fui detrás de ti.
No era que me molestara el que fueras feliz, en serio quise decírtelo. Me molestaba el yo no ser parte de tu felicidad.
Al día siguiente no me esperaste para ir juntos a la academia. Cuando pasé a tu casa tu madre me avisó que te habías ido sin mi.
Sabía que te encontrabas molesto y hasta cierto punto lo aceptaba.
Yo me había comportado como un imbécil, pero aún así no creí que fuera para tanto.
Tu nunca durabas más de un día sin hablarme por lo que ingenuamente creí que cuando se te pasara el coraje las cosas seguirían como si nada entre ambos, pensé que solo debía darte tu espacio.
Ahora sé lo equivocado que estaba.
No solo ese día, sino el día después y el día después y el día después y después y después me ignoraste.
En las mañanas no me esperabas y en las tardes regresabas a casa junto a aquella chica.
En las clases no te veía y a la hora del almuerzo fingías que no existía.
¿Yo? Más que triste me hallaba cada vez más y más furioso. Sentía que te comportabas como un completo cretino, aunque ahora que lo pienso el único cretino probablemente fui yo.
Dos semanas después me harté y decidí confrontarte.
Claro que las cosas no resultaron como las planeé. Era el mayor lapso de tiempo que pasábamos alejados el uno del otro y mi estúpida manera de ser nunca fue de tener tacto para abordar pláticas o temas sensibles, mucho menos cuando estos me ponían de mal humor.
Recuerdo llegar a tu mesa mientras almorzabas. Te encontrabas con esa misma chica que tanto me enfurecía. Al parecer no se te despegaba ni para ir al baño.
— Oye, Izuku — te llamé con toda la tranquilidad que pude reunir en cuanto estuve de pie frente a ti. — ¿Podemos hablar?
La observaste a ella antes de responder, ni siquiera me dirigiste la mirada a mi.
— Ahora estoy ocupado. Nos podemos ver después de clases.
Y ese fue mi límite.
— ¡Ya deja esa mierda! — perdí el control tan rápido que me abofeteé mentalmente por mi estúpido temperamento explosivo.
— Katsuki, no quiero problemas. Si vas a ponerte así lo mejor será que continuemos como estamos.
No quería verme tan intenso, pero me fue imposible.
Me exalté más de la cuenta y sin previo aviso comencé a dejarme llevar por el arranque de adrenalina y furia que se apoderó por un momento de mi.
— ¿No quieres problemas? —bufé con burla. — ¿Por qué? ¿tanto te importa mantenerme alejado de ella? — señalé con una mirada punzante a la chica a tu lado.
Tu también comenzaste a dejarte llevar, perdiendo cada vez más y más la paciencia.
— Si, idiota, si me importa. Por favor vete de aquí antes de que empeores más las cosas.
— ¿Y quién mierda es ella para importarte más que yo? ¡Soy tu mejor amigo!
— ¡Es mi novia y no voy a permitir que le hables así!
<<Mi novia>>
Me lastimó de tal manera que por un segundo la vista se me nubló y un zumbido intenso impidió que el ruido llegara de forma normal a mis oídos. Me ardió, me ardió tanto que ni siquiera me di cuenta cuando te pusiste de pie y me encaraste con más irritación de la que jamás había visto en ti.
Me arrepiento tanto de lo que sucedió después. Hasta la fecha no sé si algún día podré perdonarme del todo.
— ¿Tu novia? — solté una risa sin nada de gracia.
Para este punto ya habíamos llamado suficiente la atención y casi toda la cafetería nos observaba expectantes al espectáculo que estábamos dando.
— ¡Si! ¡Mi novia!
— Oh vaya, y yo que todo este tiempo creí que preferías a los hom...
*Poc*
No pude terminar mi oración, tu puño cerrado contra mi boca fue más rápido al intentar callarme.
— Eres un idiota — susurraste cuando todo quedó en silencio.
Y pasó.
Me dejé caer sobre ti.
Ambos terminamos luchando en el suelo de aquel lugar mientras los gritos de los demás se hacían presentes por todos los rincones.
Un golpe tras otro, una patada tras otra. Ni siquiera me di cuanta cuando nos separaron y ya no estábamos el uno sobre el otro.
De pronto solo te vi ahí parado, con la respiración agitada, la ropa hecha jirones y la sangre escurriéndote de algunos rincones de la cara.
El sabor metálico también cruzó mi boca.
Seguía increíblemente molesto, pero el enojo se me desvaneció en cuanto observé tu mirada también fúrica mutar a una genuinamente triste, incluso lagrimosa.
No dijiste nada, solo dejaste que el profesor que te había separado de mi se hiciera cargo y te llevara con él lejos de ahí.
Quisieron hacer lo mismo conmigo, sin embargo, no fui capaz de moverme de inmediato, de hecho tardé bastante en reaccionar y poder tener control sobre mis piernas.
Ese día lo tengo marcado en la mente.
No volviste a clases después de esa pelea, en realidad no volviste al colegio definitivamente.
Pasó un tiempo para volver a vernos.
Tres meses avanzaron y yo arrepentido y sin saber de ti, al final decidí dar la cara por mi comportamiento y aceptar las consecuencias que consideraras prudente darme.
Me presenté en tu casa.
Inko a pesar de saber lo que había ocurrido entre nosotros me abrió las puertas de su hogar amablemente y me dejó pasar para hablar contigo.
Solo hasta ahora entiendo por qué lo hizo.
* Toc toc toc *
Toqué la puerta de tu habitación.
— ¡Adelante, mamá! — tu voz sonó alegre, pero al verme esa alegría se te congeló.
— Admito que no soy tan cool como Inko — sonreí. — Pero algo es algo.
— ¿Qué haces aquí?
— Lamento no avisarte que vendría.
— De nuevo ¿qué haces aquí?
Suspiré, resignado.
Estaba claro que no querías hablar conmigo así que sin pensarlo mucho me armé de valor para decirlo de una vez e irme, para no alargar más el asunto.
— Vale, pues quiero disculparme. Sé que soy un imbécil y uno de los grandes. También reconozco que debo cambiar muchas cosas y que hasta ahora no merezco que seas mi amigo después de lo qué pasó..
Te quedaste en silencio con los ojos muy muy abiertos.
Las palabras se me atoraron un poco a la hora de decirlas así que hiciste un gesto con la mano para alentarme a que siguiera.
— Pero..
— ¿Pero..?
— Pero no puedo continuar si no estás a mi lado ¿si? — solté con brusquedad, casi con desespero. — No puedo, Izuku. Te juro que cada día que no estamos juntos me duele. No sé que me hiciste pero ni siquiera me importa. Solo quiero estar contigo como antes, como siempre. No puedo continuar si no seguimos caminando juntos.
Fui sincero, más sincero que nunca.
Tu comenzaste a llorar, de pronto simplemente comenzaron a caer las pequeñas y finas lagrimas de tus ojos. Por un segundo incluso me asusté creyendo que era mi culpa, que algo de lo que había dicho lo había arruinado aún más.
— ¿Estás bien, Izuku?
— Ka-katsuki yo.. yo te perdono — tu voz se volvió frágil y aquello me desgarró. — En realidad jamás podría estar enojado contigo ¿sabes?
— ¿Significa que..?
— Que tampoco puedo estar sin ti.
— ¿Entonces por qué no has vuelto a la academia? — no entendía, no comprendía porque tus palabras tan llenas de alivio no concordaban con la tristeza postrada en tus ojos. — Los profesores dicen que ya no piensas estudiar ahí y ya me cansé de esos estúpidos rumores.
— No son rumores.
De nuevo hice otra pregunta, una que hubiera preferido que no tuviese respuesta alguna.
— ¿Entonces es cierto? ¿ya no estudiaras conmigo?
— No es que no piense estudiar ahí, no pienso estudiar y punto.
Las lágrimas seguían escurriendo por tus mejillas.
— Pero.. ¿por qué? ¿qué pasa?
De pronto preferí que hubieras estado llorando por mi culpa, que hubieras estado llorando porque dije algo incorrecto o porque arruiné aún más las cosas.. lo que sea hubiese sido mejor que el verdadero motivo de tu llanto.
— Porque.. porque yo... yo estoy muriendo.. — dijiste.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top