te vi llorar



Independientemente de todo, la verdad es que ambos fuimos bastante felices en aquella época de nuestras vidas. Hicimos demasiadas cosas que hacen los niños en la primaria, siempre juntos de un lado a otro.

Viste cuando se cayeron mis primeros dientes de leche y yo vi cuando se cayeron los tuyos.

Observamos el televisor durante horas, perdiéndonos en aquellas caricaturas que tanto nos gustaban a los dos.

Comimos golosinas sin remordimiento alguno, algunas veces hasta reventar.

Trepamos alguno que otro árbol, a veces yo cayéndome en tu lugar intentando cuidar que tu no.

Me ayudaste a cazar bichos aunque sabía que a ti no te gustaba, sé que lo hacías solo para estar conmigo.

Corrimos de un lado a otro por nuestras casas jugando a ser superhéroes.

Si, tuvimos una infancia normal, muy saludable se podría decir. Supongo que las cosas adquirieron un tinte diferente comenzando la secundaria.

Al cumplir los doce años, ambos cambiamos de instituto a uno más grande, por supuesto que lo hicimos juntos. Nuestra amistad seguía siendo muy fuerte a pesar del paso del tiempo.

Aunque habíamos crecido, los dos seguíamos siendo niños, pensando como unos.

Cuando llegábamos juntos al colegio nuestros profesores y compañeros nos preguntaban si éramos familia por siempre andar pegados de un lado a otro, tu respuesta a ello nunca cambiaba, en cada ocasión era la misma. Ese asqueroso "Si" que me revolvía el estómago.

Lo admitía, me molestaba, pero era extraño porque no tenía por qué hacerlo. No había razón lógica para molestarme contigo por verme de ese modo, igual se suponía que eso habría sido lo normal ¿no? ser como hermanos.

Cada que lo asegurabas yo me esforzaba por ignorarlo, hasta que con el tiempo, en nuestro segundo año de secundaria vino a mi una de las ideas más estúpidas que tuve en la vida.

Mi cabeza pensó..

Tu me veías como familia ¿no?, entonces no interesaba si de pronto yo comenzaba a salir con más personas que no me vieran como un maldito hermano o como un simple primo ¿verdad?

Ya tenía catorce años. Para ese entonces ya era consciente que había chicas que se sonrojaban cuando pasaba frente a ellas.

Mi mente lo meditó..

¿Por qué no salir con alguien?

Si, así como en las tontas películas clichés. Tener una pareja y toda esa cursilería boba que englobaba aquel complejo término.

Recuerdo perfectamente ese día.

Tengo presente el momento exacto en el que entraste a nuestra aula durante la hora del almuerzo y me viste besando a aquella chica de la clase vecina.

Me gustaría regresar el tiempo y evitar lo qué sucedió.

Después de todo.. yo solo era un chiquillo imbécil de catorce años, y fui tan idiota que no me di cuenta de lo evidente que era el que tu no me veías como simple familia.


TE VI LLORAR


— ¿Katsuki? — el tono extrañado de tu voz al entrar al salón de clases me avisó que ya lo habías visto, que ya sabías lo que yo había hecho.

En él aula únicamente nos encontrábamos ella y yo, los dos muy juntos besándonos en los asientos de la parte de atrás.

¿La chica? No me gustaba, lo que es más, me era tan irrelevante que ni siquiera me aprendí su nombre.

Solo la había escogido porque era bonita y sabía que eso sumaba puntos a la hora de besarte con alguien.

¿Pero por qué un beso?

Bueno, porque yo sabía que venías, sabía que estabas a punto de entrar al aula y por eso lo hice. Quería que me vieras hacerlo.

Terminé de depositar ese último beso en sus labios y acto seguido, con una lentitud predeterminada dirigí mi mirada hacia ti para encararte finalmente, claro que no esperaba encontrarme con tus lindos ojos verdes empapados en lágrimas al hacerlo.

Cuando te vi.. me asusté.

— ¿Estás bien? — de inmediato se me olvidó hasta en donde estaba y con quien. Nada más que tú me importó en cuanto entendí que algo te había ocurrido. — ¿Qué te hicieron?

Me levanté de golpe de aquel asiento, dispuesto a lastimar a quien se hubiese atrevido a meterse contigo como lo habían hecho cientos de veces antes cuando aún éramos niños.

Tu no respondiste, simplemente te diste la media vuelta y saliste corriendo con una velocidad incluso preocupante.

Tuve que dejar a aquella chica en el aula sola, confundida, sin entender lo que ocurría porque no me importó darle alguna explicación. Únicamente salí en busca de ti.

Después de unos minutos por fin te pude encontrar en uno de los baños al otro lado del colegio. Para ese entonces seguramente las clases ya habían comenzado, pero tampoco me interesó perderme algo de todos modos.

Aún sin verte te identifiqué.

Un alivio me recorrió el cuerpo al saber que te encontrabas ahí.

Sin pensarlo mucho me acerqué a la última puerta de los inodoros cerrados y golpeé con detenimiento esperando tu respuesta.

Nada. Solo silencio..

Golpeé de nuevo.

— ¿Qué pasa? — preguntaste en cuanto comprendiste que no sería tan fácil deshacerte de mi, porque si, tú también sabías que quien se hallaba al otro lado de la puerta era yo.

El alivio que había sentido al encontrarte se evaporó rápidamente al escucharte, sustituyendo esa paz por algo que me contrajo el estómago y se acentuó en mi garganta, apretándose como un nudo.

No podía verte, pero sabía que te encontrabas llorando, se escuchaba en tu voz.

— ¿Cómo que qué pasa? — inquirí con cierta molestia. — ¿Alguien te hizo algo?

— Katsuki, por favor vete — sollozaste como un crío. — Solo déjame en paz. Ahora no me siento bien para hablar.

— Nada de dejarte en paz. Abre y déjame verte.

Volvimos a quedar en silencio.

Tardaste unos segundos.. pero como siempre lo hiciste, me hiciste caso.

Abriste la puerta con una lentitud casi tortuosa.

Al verte no pude evitar sentir una oleada de rabia y preocupación. Odiaba verte en un mal estado, con tus ojitos así, llenos de aflicción.

— Bien. Ahora me lo vas a contar todo — me acerqué para intentar secar tus lagrimas como muchas otras veces lo había hecho, sin embargo, fue la primera ocasión en la que me detuviste en seco, apartándote con brusquedad de mi.

De pronto, en un parpadeo se invirtieron los papeles.

Mi molestia con los demás se transformó en confusión y tu tristeza afligida se transformó en furia.

Tu mismo te secaste tu propio llanto.

— ¿Qué pasa? — pregunté aún sin comprender.

— ¿Realmente no lo sabes o solo eres muy idiota?

Fruncí el entrecejo.

— ¿Eh?, vamos, solo intento ayudarte.

— ¿Ayudarme? — lo soltaste con burla, como si hubieras oído algo completamente absurdo. — Por favor, Katsuki.

— ¿Qué? — y desde ahí me paciencia comenzó a ir en picada. No entendía nada y me irritaba la forma en la que me hablabas. Algo no andaba bien.

— ¿De verdad no lo comprendes? — tu cara pasó a una severa, más molesta. — No me sorprende..

Cuando terminaste de decir aquello te pusiste de pie y con toda la decisión del mundo intentaste salir del cubículo, pero como siempre, fui más rápido y alcancé a frenarte.

Por puro instinto te tomé del brazo y te senté en la tapa de vuelta.

— ¡Déjame en paz!

— ¡Tienes razón! — yo igual exploté. — ¡No lo comprendo, soy un estúpido! ¡Sé tan amable como siempre y por favor explícamelo, idiota!

Y otro maldito silencio.

Durante un tiempo que a mi me pareció eterno te dedicaste a observarme, probablemente debatiendo contigo mismo en sí decirme lo que tenías en mente o no. Al final lo hiciste, me dijiste lo que ocurría después de tranquilizarte un poco.

— Tu.. — te aclaraste la garganta antes de seguir. — ¿Tu sabes cuántos besos por parte de las chicas he rechazado?

No, no lo sabía. De hecho ni siquiera me había cruzado por la mente el que alguien hubiera querido besarse contigo, la sola idea me era odiosa.

Al no responder suspiraste con cierta resignación. Me sonreíste, aunque fue una sonrisa más que nada melancólica y un tanto triste.

— Por supuesto que no, no lo sabes. La verdad es que todo este tiempo he mandado a la mierda a todo el mundo porque a un imbécil se le ocurrió hacerme creer que era mi persona especial a los siete años.. que tontería ¿no?

Con solo escuchar <<persona especial>> comencé a sudar frío. Lo comprendía bien, y de nuevo fue como si fuésemos niños, como si estuviésemos en aquel parque sobre aquellos columpios una vez más.

Me volví a sentir atacado de golpe.

— Sé que es una idiotez — agregaste. — Lo supe desde los diez años. Claramente la persona especial, esa que va a caminar contigo toda la vida.. pues no existe, no es real, pero aún así no he dejado que nadie me bese porque tu... porque.. ¡Aghh! ¿Sabes? ¡Olvídalo!

— Izuku, yo..

— No digas nada. Por favor dejémoslo aquí. Soy solo un tonto que se hizo una idea errónea en la cabeza desde pequeño y no te puedo culpar por eso. No te puedo culpar por lo que siento.

— Pero...

— Vamos, olvídalo. Ve a seguir besando a esa chica.

No me dió tiempo a procesar nada. Me dejaste con la guardia baja y lo supiste porque aprovechaste la oportunidad para volver a ponerte de pie, rodearme e irte.

Recuerdo que estaba tan confundido que no volví más a las clases en todo el día, claro, únicamente lo hice por mis cosas, las tomé y me dirigí a casa sin ti, fue la primera vez que lo hacía desde que tenía memoria.

Estuve toda una semana sin asistir a clases.

Tu no fuiste a mi casa y yo no fui a la tuya. No hubo ningún tipo de contacto durante largos cinco días, tiempo en el que no dejaba de pensar en lo mismo.

En primer lugar ¿por qué quería que me vieras besando a alguien?, obviamente deseaba molestarte por como me hacías sentir pero ¿por qué?

Tampoco creí que te lastimaría tanto, que fuera tan importante para ti, ni siquiera que seguías teniendo presente algo que compartimos cuando éramos tan solo niños de siete años.

¿Eso que significaba?

Duré con aquello en la cabeza hasta que un fin de semana tu y tú madre se presentaron los dos en mi casa con una olla de sopa.

— ¡Katsuki, ven abajo ahora! — gritó mi madre desde la cocina.

— Aghhh, ahora q...

— Invité a Inko y a Izu a comer con nosotros hoy. Ya tiene días que no viene a pasar la tarde con nosotros y que tu no vas con el — mi madre como siempre conspiraba en mi contra. — Ahora no seas grosero y ofréceles algo de beber.

No había nada que pudiera hacer realmente ante la palabra de Mitsuki. Al final acepté a regañadientes.

Así duramos una o dos horas, ambos comiendo en silencio, cada uno a cada extremo de la mesa mientras nuestras madres conversaban sobre temas triviales.

Hasta que fuiste el más valiente de los dos y decidiste romper con la atmósfera ente nosotros.

— Oye, Katsuki ¿podemos hablar en tu habitación?

Sabías bien que yo no te lo negaría.

Me limité a asentir y a caminar a donde dictabas.

Una vez dentro con la puerta cerrada, por fin dijiste lo que supongo habías planeado hacerme saber desde incluso antes de llegar.

— Escucha, lamento lo que ocurrió el otro día. Admito que yo me porté como un tonto y lo sé, lo acepto. Solo olvidémoslo ¿si?, extraño pasar tiempo contigo — de nuevo no supe por qué, pero tus palabras se sintieron mal.

Aunque yo también esperaba arreglar las cosas, la realidad era que aquello no se sentía arreglado en lo absoluto.

Olvidar no era lo que yo deseaba, pero igual no lo compartí contigo. Dije lo primero que pude pensar aunque fue todo lo contrario a lo que en verdad sentía. Lo hice para que supieras que también extrañaba estar a tu lado.

— Vale. Creo que los dos dijimos cosas por la adrenalina del momento. Tu no te sentías bien y yo me porté muy brusco — mentí. — Pero tienes toda la razón, deberíamos olvidarnos de lo que sucedió y continuar como si nada ¿bien?

Sonreíste y por un momento sentí que el no haber dicho la verdad había sido lo mejor. Después me abrazaste y todo lo demás perdió fuerza. Solo quería estar así contigo.

Aquel día pasaste la noche en mi casa. Vimos películas y jugamos videojuegos.

Parecía que nuestros problemas se habían terminado, pero nos daríamos cuenta con el tiempo que apenas y comenzaban.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top