CAPITULO 14
CAMILO
Mis palpitaciones son tan fuerte, que jodidamente juraría que en el silencio que hay en el limitado como carente bar, se podía escuchar mis latidos mirando aún atónito y de pie a todos los hombres en posición e inclinados como el chico en reverencia a Mirko.
- Por situaciones parecidas, fui elegido guerrero Qurash del corazón por el de fuego y superior, en la heráldica... - Rosemberg hablando y con su voz como única en toda la habitación, resuena a medida que todos vuelven a ponerse de pie, pero manteniendo silencio.
- ¿El padre de Fadila? - Deduzco y afirma.
- Gran amigo y que esta tierra me regaló como lo más cercano a un hermano, cuando lo necesité... - y leves segundos pasan por su cabeza.
Tal vez memoria a esa vivencia vivida, pero prosigue con la explicación.
- ...dos testimonios nacieron. Uno, por nuestro blasón y otro... - Me mira. - ...por lo terrenal, 'uhibu 'Iifriqia (África amada) que no te abandona y se liga a tu pecho, pidiendo que quedes. - ¿Lo que me pasó a mí? - Porque, la quinta punta te llama... - Golpea su pecho y lado del corazón al mismo tiempo que el poco más de docena de hombres imitando y sintiéndose, ese gesto en todo el bar. Escalofrio. - ...y elige...
Y miré a todos.
En realidad a cada uno e inclusive al viejo detrás de la barra como al niño de exquisita vestimenta Musulmana.
Seguido a 'aelaa de honor, mi tutor y casi un padre.
Y sonreí, llevando ambas manos a mi cabeza reflexionando.
Mucho.
Porque, un sosiego me llenó de paz.
Como mucho no lo hacía y sentí.
- Por 'uhibu 'iifriqia... - Repetí, bajando mis brazos y con ahora mi turno de una reverencia a él.
Aceptando.
Y meses vinieron.
Muchas semanas pasando sin saber de mi residencia León y viviendo en los lares del palacio.
De mucho entrenamiento.
Exhaustivo.
https://youtu.be/sqlF63q6Fms
Despertando antes del alba y acabando con la luna apareciendo en un puesto y extensión a kilómetros del palacio.
En un páramo y edificación de la época ancestral, pero con ciertas reformas y modificaciones actuales que fue utilizado por el pueblo Ur para cosecha y cultivos hasta hoy en día.
Como fachada.
De una vista alta, hectáreas con sus llanuras irregulares como campo de cañaverales, pero en ellos.
Estrategia y lugar para ese poco más de dos docenas de guerreros Qurash entrenando, cual cientos de veces con sudor y cansancio por hacer lo mismo sobre el calor abrazante, observé con admiración a todos.
Movimientos diestros y al unísono, haciéndolo junto a sus espadas entrenando.
Todos como espejo y reflejo del compañero con sus iguales uniformes negros como la misma noche que nos encontraba a final de cada jornada.
Igual que yo.
Uno más de ellos, pero yo meseta más arriba y de la mano de mi mentor.
Mi alnnasih.
Cabul.
Que en su mayorazgo, líder Qurash y próximo 'aqdam sharaf (señor de honor) de los Barú Hashim de los Ur de Caldeos.
Adiestramiento a solas que en principio por novato y cada día transcurriendo, haciéndome comer arena y tierra por siempre reducirme y más habilidades de la academia militar aprendí.
Hematomas del tamaño del África misma en cada porción de mi cuerpo por sus golpes, que ni bolsas de hielo como ungüento medicinal de la mano de Lála revitalizaba, bajo la sonrisa de Mirko a mis quejas mientras a duras penas podía recostarme en mi catre cada noche agotado y dolido.
Sin olvidar y mencionar.
Jodido de mierda el niño.
Que plus a ello y con cada intento de mi parte y los meses pasando, sin éxito de reducirlo en cada entrenamiento.
Un siempre golpe a mi nariz triunfal de su parte y a modo gracia, provocando las risas de todos mis compañeros Qurash y hasta de Mirko observando divertido en una sombra.
Y reconozco, la mía también.
Aunque escupiera arena que me hacía tragar con cada reducción y aterrizaje a la tierra como mis pulmones a punto de reventar por tanta exigencia física y limpiando con mi puño del traje, ya la acostumbrada hemorragia nasal como sudor bañando mi rostro.
Pero siempre poniéndome de pie, porque jamás me daba por vencido y aunque, la vida se me fuera en ello y a duras penas volvía a enfrentar a Cabul.
Un niño que no llegaba a mis hombros, pero me daba la zurra de mi vida con cada adiestramiento y ataque.
Hasta que un día y de muchos meses transcurriendo marcados en piedra.
Una mañana sobre un entrenamiento en el desierto, contra el astro rey como cúpula de todo y mar de arena.
Y una tormenta de esta alzándose, uno frente al otro.
De trajes ambos y solo a la vista nuestros ojos por tal.
Y ahora ese brillo ya familiar para mí, de mi espada como la suya elevadas.
Para luego.
Dar comienzo con nuestros choques de cuerpos, sin piedad y con cada golpe de sables.
Y tras una tormenta armándose mientras nos esquivamos y amenazando con ahogarnos con ella elevándose más con nuestros desplazamientos y tragarnos, hundiendo nuestras botas y obstaculizando nuestras vistas, siendo casi imposible ver por la cortina de arena picando, pero dejando a los sentidos trabajar.
Unos que aprendí utilizar gracias a Mirko en madrugadas y picos de montañas, en silencio y vendado de ojos, dejando que la naturaleza y Cabul enseñen.
Desafío encarnizado desatamos sin tregua a recuperar oxígeno y por más amistad que habíamos forjado con el paso de este tiempo.
Cada golpe recibiendo tanto él como yo, lo avalaba al igual de la colisión de los aceros rechinando sus filos sin piedad mientras con destreza, luchábamos y la tormenta como nuestra África, testigo de ello.
Pero y con jadeos.
Mucho sudor de los dos abarrotando y escurriéndose en nuestros rostros por más Keffiyeh.
Innumerables impactos con las espadas como escudo y ataque, sobre sangre con saliva de ambos escupiendo por esta lucha de poder con el otro y casi cegados por el temporal de arena.
Y casi también, muriendo en el intento.
Ágil y veloz como nunca, desafiando hasta la propia de Cabul imperceptible a la vista humana herencia de su cultura milenaria, viniendo a mí y contra una borrasca de arena envolviéndonos.
Mi filo apuntó su cuello amenazante a milímetro, pero sin tocarlo por quedar tendido en el suelo y yo sobre él, flexionado y tan agitado como su pecho subiendo y bajando, propia de la adrenalina y esfuerzo exigido.
- ¿Podrías vencerme... - Me incorporo algo sobre Cabul, pero todavía encima suyo y mirando su sable como el mío apuntándolo. - ...hasta sin usar estas mierdas? - Le volví a repetir como esa vez, que se dejó atrapar por mí.
Y como esa noche y por más máscara, las comisuras de sus ojos negros y profundos me acusaron su sonrisa.
- 'Aetaqid balfel 'an... (Ya creo, que no). - Contestó, riendo y sinónimo a que me había recibido.
Y lo hice también con nuestros manos como puños entrelazándose con fuerza y cariño, para ayudarlo a ponerse de pie en este mar y tormenta de arena.
Y consolidando, más nuestra amistad.
Una que era incondicional.
ROCIO
El brazo de Borges sigue interponiéndose para que no vaya tras esos militares de apurados pasos.
Y no lo entiendo.
Porque, mencionó el jodido eclipse aproximándose y tipo premonición a algo.
Demás decir, nada positivo.
¿Y Camilo metido en todo ello, con un cartel peligro en todo eso?
- Lo siento... - Hago a un lado su mano interponiéndose con algo de brusquedad. - ...no puedo quedarme esperando a lo que sea que está sucediendo... - Apurando mis pasos en la dirección donde los soldados corrieron.
CAMILO
El abrazo que le doy después de tantos años al recordar todo, me lo devuelve con la misma intensidad.
Me separo algo de él, pero con mis manos aferrando sus hombros.
- Ya eres todo un hombre... - Palmeo con cariño un lado de su mejilla y diviso pese a la oscuridad de la noche, su sonrisa algo tímida por ese gesto de cariño tan occidental. - ...siempre estuviste, verdad? - Pregunto y asiente. - ¿ Y ese día, también? ¿Desde los techos? - Vuelve a afirmar, pero con un dejo triste ahora.
- ...intenté ayudar, al'akhu kamilu (hermano Camilo). - Murmura. - Pero'aelaa no quería, para preservar mi mayorazgo a ti sin saberlo y todo, sucedió después... - Y su voz ahora, una de adulto, se quebró.
Y apreté sus hombros contra mí.
Lo abracé fuerte.
Sí, lo entendía.
Cabul, también lo amó a Mirko como a un padre.
Jadeé de tristeza.
Porque, él se sacrificó por ambos.
- ¿El día del Su-34? ¿No era por mí, no? ¿Era por ti, en realidad?
Afirma sacando su sable y lo apoya junto a la mía.
- Te encontró y me encontró a mí... - Su mirada sube a las estrellas. - ...él sabe que las puntas como estrellas en el cielo, se constelan y donde está una, a poca distancia la otra por esa hermandad y sangre de corazón... - Mira el brillo de cada una titilando al igual que yo sobre nosotros, seguido a mi sable y el suyo, que también lo hacen en nuestras manos con su acero único y labrado con el blasón. - ...él sabía, que era cuestión de tiempo todo...
Y mi garganta se estrangula por ello y demás recuerdos.
- ¿León?
- Siempre... - Murmura. - ...tu traición que con el correr del tiempo descubrió con tu partida, para luego tu regreso sabiendo que lo harías, porque África es nuestra y siendo tu tutor el 'aelaa, su venganza con el corazón oscurecido...
- ¿Mi vuelta y en el pueblo Fulais? - Enumero y su mirada se vuelve triste asintiendo.
- Lleva como escudo manchas de sangre... - Me dice. - ...con la... - Pero, no continúa.
Su perfil volteando de golpe, se pone en guardia ante algo y estrechando sus ojos a la oscuridad detrás nuestro.
Como ahora, su espada y todo Cabul de pie y delante de mí.
Desafiando a tres compañeros que aparecen y la punta de su sable, amenazando la yugular de uno.
- ¡No! - Le digo a ellos. - ¡No, Cabul! - Exclamo de pie e interfiriendo entre mis compañeros militares apuntando a su vez sin bacilar sus armas y Cabul sin un gramo de ello también.
ROCIO
Mi grito de susto, desorienta cuando llego.
No entiendo nada y la oscuridad de la jodida noche en el poblado carente de luz eléctrica, no ayuda tampoco.
Solo ilumina lo que mis ojos ven, una nítida luna llena y nada más a tres soldados a punta de armas a un hombre de traje oscuro cubriendo rápidamente su rostro con un sable amenazante y a Camilo entre ellos, interponiéndose.
Sigo sin comprender y quiero interferir, pero Borges apareciendo lo hace.
- ¡Bajen las armas, soldados! - Manda sobre las mismas órdenes de Camilo. - Es un aliado. - Decreta, acercándose y todos obedecen, inclusive el hombre con traje negro y árabe, descendiendo su espada.
Y focalizo sin entender, pero curiosa.
Por notar que Camilo lleva una también.
CAMILO
La fogata en misión de cocina, arde bajo un cuenco de tipo recipiente con agua hirviendo, donde la monja de un tarro sacando algunas cucharadas de café, vierte en ella preparando.
Con los primeros rayos de sol asomando, el día se hace presente bajo el cierto silencio de todos escuchándome alrededor del fuego y donde ya, la novicia sirve en tazas el café colado y recién hecho.
Azotea a mi lado sentada en unos troncos y jugando con sus dedos nerviosa o más bien perpleja, mira la espada que tengo entre las mías apuntando el piso, seguido a Cabul con la suya propia y después a todos, mientras explico lo que fue mi pasado recordando todo.
- ...aunque todas mis vivencias, vino a mí... - Prosigo tras relatar todo. - ...ciertas cosas, faltan... - Murmuro, agradeciendo la taza con café humeante que me ofrece la novicia. - ...más bien, encajar tipo rompecabezas... - Bebo un gran trago.
- ...tu tomografía indicaba en ese momento por el impacto de tu golpe en la cabeza contra escombro de concreto tras caer en la balacera, hemorragia intracraneal, Camilo... - Borges de un árbol apoyado, habla masticando un brote largo de una hierba, observando los movimientos de la monja repartiendo las tazas y notando, asombro por más que no gesticula movimientos su rostro, un desacuerdo ante la sonrisa que esta le regala a Cabul, cual con reverencia le acepta una. - ...sin poder por el estado crítico de Mirko que hacer, asentimos con el Teniente Elías y tu hermano aprobando, en tratar de mantenerte por tus heridas de cuerpo como cerebral, en estado comatoso para que tu organismo se relaje y permita que tal, recupere mientras bajaba tu inflamación y luego, despacio despertarte...
- ...lo recuerdo... - Azotea, acota recordando mi coma. - ...el daño cerebral no es como una fractura o una ulceración. El cerebro es menos predecible. - Nos explica. - A veces como los tejidos presionan el cráneo, puede haber alguna otra lesión. - Me mira. - Y aunque despertaste Camilo, esa inflamación puede haberte causado confusión y la perdida de la memoria sobre un shock de nebulosa con cambios de ánimos bruscos, pero algo normal...
- ¿De no recordar nada de los anterior, después? - Pregunto, aún sin poder creer que lo que ahora es vigente de mi vida pasada, después de mi coma en el Hospital. - Recuerdo, casi todo... - Murmuro, dando otro gran sorbo a mi café y bajo la mirada de todos. - ...y puedo hasta hacer una línea de tiempo de toda mi vida y por más que me faltan piezas para encastrar...
- Ahora es fácil, poner tu memoria cronológicamente. - Rocío rodea con sus manos la taza que su amiga le entrega. - Tu mente no te lo permitía a ese rastreo antes de tu accidente, más que tus últimos y buenos recuerdos al despertarte en el Hospital, ya que actúa sin que sepas como autodefensa a los peores y que pueden lastimarte...
- ¿Cómo te sientes? - La monja me pregunta. - ¿No tienes mareos o estás desorientado?
Me encojo de hombros.
- Me siento bien.
- ¿Dolor, tal vez de cabeza? - Agrega, preocupada Azotea.
Y niego sonriendo.
- ¿Es normal, cierto? - Pregunto igual.
Resopla sobre su taza.
- Cuando hablamos del cerebro humano, nada es normal Camilo, aún y por más estudios, nunca deja de ser un misterio para la ciencia.
- Somos, una suma de cosas... - La voz de Cabul que permanecía en silencio, aparece.
Su tono con ese acento en nuestro idioma, es pausado mientras hace un lado su Keffiyeh oscuro para despejar la totalidad de su rostro a nosotros.
Uno adulto.
Sonrío.
Y ya, todo un hombre.
ROCIO
Mi Dios.
Y creo que a Pao, tampoco le pasó desapercibido.
Porque, el extraño tipo de traje extraño con esa condenada espada en su espalda y con la mañana ya aclarándose.
Nos permite verlo bien al hablar por primera vez.
Un atractivo muchacho de piel café con leche y de rostro exótico, herencia y pura genética de este continente milenario su belleza.
Años menor que Camilo, pero sobre esos ojos negros sin embargo, destilando mucha vida pasando y viviendo ellos.
Su voz como su persona, irradia y bloqueando mi cierta desconfianza a su origen como presencia entre nosotros, jodidamente paz pese lo sucedido y dando justificación a su repentina aparición.
Miro a ambos.
Esa incondicional amistad que se genera como flota entre el chico y Camilo.
- ...suma de momentos y estos, son nuestra hoja de vida y termina definiendo, quien eres... - Mira a Camilo y finaliza de forma agradable.
- Awww... - Suspira Pao con su taza de café en su pecho apretando y tomando asiento junto a nosotros y la fogata. - ...que bonito lo que dijo, no lo entendí mucho, pero que lindo sonó...
Sonreímos todos, pero volteo a Camilo y Cabul.
- Entonces ¿esto es lo que siempre fuiste tras la milicia?
Camilo observa todo lo que nos rodea.
En realidad a África.
- Así, parece. - Frota su nuca, suspirando largamente y dejando su taza vacía de café con la otra mano, seguido a tomar las mías entre las suyas, sintiendo el frío acero del puño de esa espada que tiene con él apoyada.
- Yo quiero recuperar mi todo, Azotea... - Sonríe.
Lo hace como muchas veces y todo Camilo es con su humor.
Pero esta sonrisa, ahora tiene motivo.
Tiene lo que me mencionó una vez que carecía por más que respiraba.
Vida.
Y sonrío también.
- ¿No tienes miedo a enfrentar ese pasado que empezaste a recuperar?
Vuelve a negar.
- No le temo a eso ya...
Miro nuestras manos unidas y esa bendita espada entre nosotros.
- No entiendo mucho de psiquiatría, pero creo como doctora que debes llenar esos vacíos, así puedes decidir en vivir lo que tu cerebro bloqueó, sabiendo que lo amabas o hacerlo con una vida diferente, si lo deseas Camilo... - Aprieto más mis manos entre las suyas a modo que estoy con él en lo que decida. - ...pero si no te abres a los recuerdos, creo que vas a vivir temiendo ese pasado con recuerdos ya vigentes en ti...
Y mis ojos pican.
Siempre por emoción, pero batallando entre alegría y tristeza.
Porque demasiado para procesar en nada de tiempo, descubriendo cosas.
Tales mías y ligadas sin saberlo con el hombre que amo a días de conocerlo, pero estando enamorada de él y sin saberlo, prácticamente casi una vida.
Nuestras vidas.
Y factor de corazón común, mi padre uniendo.
Cóctel de emociones para ese hombre de mi vida como única familia y donde literalmente, siempre estando conmigo, también con Camilo y Cabul por ese pasado desconocido para mí, por amor a esas hermandades.
Una militar y la otra de blasón Qurash que descubro.
CAMILO
- Ahora comprendo... - Azotea embargada por todo mira a Cabul. - ...sus palabras en el Hospital...
- 'Ana... (Yo). - Cabul murmura.
- Todos sabíamos. - Borges con un empuje de su hombro, se aleja del árbol para venir hasta nosotros. - Hasta tú, Camilo...
- ...pero, no lo termino de recordar todo... - Interrumpo, procurando comprender antes de la balacera en el pueblo Fulais.
Mi amigo asiente.
- ...el Teniente y yo, sabíamos de la cofradía de Mirko y la tuya como la alianza secreta con los Qurash y de la mano de Cabul. - Explica, tomando siento frente nuestro y acariciando a Fernanda que se le acerca. - Camilo. - Me mira. - No lo recuerdas, pero tu misión junto a Cabul era encontrar a León que escrupulosamente con su ataques, saqueaba vidas y poblados en el nombre Qurash y la información era...
- ...un posible atentado en ese pueblo... - Azotea prosigue con la afirmación de Borges y unas lágrimas juegan en su ojos. - ...en nombre a la venganza contra Camilo?
- ...y del 'aelaa de honor al descubrir su identidad... - Cabul agrega. - ...debíamos detenerlo, pero en su ataque, él fue mejor y no pudimos con la misión lateral...
- ¿Lateral? - Pregunto y Cabul baja su mirada al fuego ardiendo.
- Príncipe por matrimonio con'amira Fadila, pero no rey absoluto por ese poder otorgado... - Sonríe dentro de una tristeza que no entiendo. - ...a su progenitor del trono y heredero absoluto el Sayyid Caldeo Kosamé, hermano del shayj Constantine.
- ¿El niño robado? - La monja exclama. - ¿Entonces, no lo buscaba para...
Y Cabul niega.
- ...encontrarlo, malikat jamal allibas waqabeat ghariba (señorita de vestido y cofia extraña) en realidad, para matarlo...
Y mi piel se eriza como a todos y viniendo a nuestra mente el encuentro con León en el poblado hace pocos días.
- ¿No lo conocías? - Miro a Borges y sacude su cabeza.
- No. - Niega. - Supe que era él, cuando noté que te reconoció y ese juego de ofrecerte alcohol muy familiar en sus acciones contigo y a su vez, percibir como él notó que era cierto lo de tu memoria perdida, Camilo... - Relata. - ...bajo la aprobación de Elías, decidimos que lo mejor no decirte como tampoco acusar a León, ya que tu amnesia y cerciorado por él mismo, te protegía momentáneamente de él al no reconocerlo. - Señala a Cabul. - No somos parte de esto, solo la alianza que sobre el mando del Teniente y por Mirko, estamos al tanto. Pero, no podemos decidir sin la aprobación del'aqdam sharaf (señor de honor) hasta que él determinara el momento... - Mira a Cabul.
Impotencia, poniéndome de pie y mirándolo también.
- ¿Tú, lo sacaste del palacio? - Y amargura es toda mi voz, por lo que era mi mejor amigo convertido en un maldito asesino a sangre fría y por lo que me dijo años atrás.
El jodido poder.
- Ayudé a mi madre por la orden de'amira Fadila, Camilo... - Sus ojos se nublan. - ...medianoche y bajo gritos de guerra de Leónidas Kosamé, proclamando la sangre del príncipe heredero con al excusa de su nacimiento por ser enfermizo...
- ¿Enfermo? - Azotea pregunta. - ¿Padecía una enfermedad el niño?
Cabul asiente.
- Aldam almuluth. (sangre contaminada) una maldición no aceptada para la dinastía Kosamé... - Exhala con tristeza. - ...pero, pudimos exiliarlo lejos de la fauces de Leónidas mae amy... (con mi madre) - Sonrío por el recuerdo de Lála. - ...pero al regresar y dejarla en un lugar seguro a ambos...
Camino hacia él.
Dios, no...
- ¿Fadila? - Y sus ojos negros, se nublan asintiendo.
- ¿Ella murió? - Azotea reprimiendo lágrimas pregunta, lo que yo no me atrevo por negarme a ello y venir a mi mente tantas escenas por conocerla antes como a posterior y sin que León sepa en mis adiestramiento.
Y por eso, volteo a Cabul.
Porque sé, lo que para él era ella.
Su gran amor por más que jamás me lo confesó.
Un amor mutuo y tan puro como ellos mismos.
- Yo, fallarle a mi princesa... - Habla como puede en nuestro idioma y luchando con lágrimas que asoman de sus ojos. - ...era su wasi (guardián) y fallé kamylu (Camilo). - Empuña su espada frente a mí. - Lakunani ln 'ukhfiq fi himayat al'amra' wa'atfaluhum aladhin 'ahabuu wa'ahabuu ...(Pero no voy a fallar en proteger a los príncipes, sus hijos que amó y amo...).
Imposible que no se me empañen los ojos.
Al igual que todos mirando.
Borges conmovido y golpeando su pechera militar, afirmando su apoyo militar.
La monja con un puño arriba, ferviente como su religión y emocionada con Fernanda ahora en su regazo y como si comprendiera todo, mirando también.
Y mi azotea que testigo también de esto, ahora de pie y tomando mi sable con sus pasos se acerca despacio hasta donde estoy, para ponerlo entre mis manos.
- Acaba con ellos... - Me dice sin más.
Beso su frente, seguido de mirar a Cabul.
Mi otro gran amigo que mi memoria había perdido, pero mi corazón no.
- ¿Jahiz ya 'akhi qarishan? (¿Listo, hermano Qurash?) - Eleva su sable que por el sol y la heráldica de nuestro blasón, destella.
Brilla.
- Aistiedad... - (Modismo de listo). - Murmuro.
Chocando y uniendo, nuestros escudos.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top