CAPITULO 12

ROCIO

Leves movimientos me despiertan y hacen que pestañee consecutivamente por la oscuridad de la tienda, hasta que mi vista se acostumbra a la negrura de la noche y solo iluminada por una farola de mano en una mesa de un rincón, donde se encuentran tazas a medio tomar de café, algunos medicamentos y parte de un calendario que indica con sus números y fechas, un cercano eclipse.

Bostezo en silencio y me incorporo apenas de la cama y descansa todavía en un sueño profundo la anciana de la aldea, para ver a Borges el dueño de esos leves sonidos, ya despierto y caminando a la salida de la tienda arreglando su chaleco militar.

Chequeo a Paola en uno de los catres.

Aún duerme profundamente y el murmullo de sus bajos ronquidos, me hace sonreír.

Pero esta, cae de mis labios al notar la postura rígida del Capitán inmóvil desde la entrada.

- ¿Sucede algo? - Le murmuro preocupada al llegar hasta donde se encuentra con su mirada a la aldea.

Niega dudoso con sus ojos escaneando todo.

Intento arreglar lo mejor que puedo con una coleta y anudando mi mismo pelo, observando como él.

Aparte de Fernanda caminando entre nosotros que también despertó, solo se percibe alguno que otro movimiento del pelotón por el acampado con sus vigilia.

 - Camilo. - Dice, ahora con sus ojos en su reloj pulsera. - Cambio de guardia...

Y mis ojos van a uno de los lados de la tienda.

Más bien, donde horas antes y de la ventana con él charlamos hasta que me dormí.

- No está. - Veo y asiente con su barbilla.

Me arrimo más a Borges en el momento que notamos tres soldados apurando sus pasos, van a un extremo alejado del poblado.

- ¿Eso es de preocuparse? - Pregunto, pero no me contesta y mi corazón se alarma por Camilo e intento seguir a esos soldados.

Pero el brazo extendido del Capitán, me detiene frente a mí, impidiendo que pueda dar un paso.

Me lo niega con un suave movimiento de su rostro.

Solo, eleva su mentón a la luna totalmente llena y toda iluminación.

- Se aproxima la luna roja... - Me murmura. - ...la de sangre...

¿Habla del próximo eclipse?

¿Lo sabía?

- ...alineación de astros y los elementos. - Prosigue. - La penumbra, para luego la umbra y orden como alineamiento de las cosas... - Y su vista baja al poblado y nosotros con su boca dibujando.

¿Una leve sonrisa?

CAMILO

Su peso cae contra mí, nuevamente y jodidamente a esa pared que ya empiezo a detestar, porque su porosidad de concreto golpea mi brazo herido.

Percibe la vulnerabilidad de mi lesión escondida bajo el uniforme, pero lo extraño, es que en vez  de utilizarlo como blanco para reducirme, advierto cierta preocupación, aunque su golpe de brazo de lleno en mi rostro me dice lo contrario.

El impacto es duro, pero no lo suficiente como para levantarme y girando mi cuerpo, lo aleje con el tiempo suficiente de volver a enfrentarlo.

Un pesado hilo de sangre se desliza bajo mi nariz y el sabor metálico como tibio saboreando en mis labios entreabiertos por mi jadeo de la lucha, me acusa la hemorragia.

Y me enojo mucho, limpiando con mi puño la sangre.

Porque carajo, odio que me golpeen en la nariz.

Me evalúa, empuñando cada sable en sus lados y manos.

Sus intimidantes largos como grosor perfectamente alineados, me acusan su filo de acero y como el que los empuña bajo ese extraño traje negro.

Amenazante.

Mi puñal no es nada a comparación de sus sables, pero mi postura le dice que no me voy a dejar vencer.

Y la suya.

Una que denota una cierta disciplina de guerra marcial.

Maldita sea, tampoco.

Casi la misma altura y aunque, le gano unas libras de más en peso y masa muscular, nada del extraño como los golpes diestros que me dio, dice ignorancia en lucha.

Todo lo contrario.

Camina unos pasos, pero sin dejar de ser una amenaza con sus gestos.

No tengo la menor idea lo que trama.

Sin embargo, mi vista no se separa de él, como la dirección de mi cuerpo con cada pisada felina que sus pesadas botas dan, sobre la oscuridad y nosotros.

Y nuevamente se refleja como frontera de la poca distancia que nos separa, ese destello de sus espadas, causando que entrecierre mis ojos.

- Mi creencia es... - Carajo ¿habla mi idioma? - ...que en situaciones de emociones fuertes, los impactos son como un centelleo y señal de mucha intensidad... - Me dice de una forma muy tranquila y al notar que parpadeo consecutivamente por eso. - ...que te cambian... - Un sable se perfila frente a mí y señalándome. - Hayatik ... - (tu vida) ¿Eh? - ...para siempre y te termina despertando como definiendo, quién eres yungh kamylu... - (joven Camilo). 

Mi cuchilla también está en alto, mientras me limpio nuevamente y con el dorso mi nariz.

La de ambos.

Y por ello, que caminemos en un perfecto círculo enfrentados.

- ¿Me conoces? - Sacudo mi cabeza, porque suelto una pregunta que no tiene sentido para mí, pero para mi condenada mente, sí.

¿Qué me pasa?

- Cuando un amigo se nos separa por ofensa, se escribe sobre la arena del desierto para que el viento del olvido y del perdón, se encargue de borrarlas... - Relata en mi idioma y con ese dejo milenario de su idioma. - ... walakun, eindama yaeud hdha alsadiq lishay' rayie, ytmu tasjil tilk alsadaqat fi alhajar wafi dhakirat alqalb, hayth la tastatie alriyah fi alealam klh 'an tamahuwha ... - (...pero, cuando ese amigo regresa por algo grandioso, esa amistad se graba en piedra y en memoria del corazón, donde el viento ninguno y en todo el mundo podrá borrarlo...) No comprendo lo último, pero esa familiaridad vuelve a golpear mi mente confusa en el momento que una de sus manos con su siempre armas, ahora se señala.

En realidad, golpeándose a ese falto de solapa que carece su traje guerrero o la mierda que sea que lleva puesto.

Y comprendo.

Por eso hurgo sin sacar mi vista de su persona, lo que tengo en uno de los bolsillos de uniforme militar.

El retazo de tela.

La negrura de la noche por un poblado incierto de la luz eléctrica y solo siendo iluminado por la luna llena que no ayuda mucho.

Solo percibo que él no se mueve, mientras observo en ese pedazo de género negro esas insignias a medias por el corte con incrustaciones de lo que parece el blasón de ellos.

Es tribal.

Es fuerte.

Su diseño grita con sus cinco puntas un emblema guerrido por un pueblo y su gente, pese a lo inconcluso del retal de tela.

No lo entiendo bien, pero mis ojos vuelven a él y en ese momento, comprendiendo lo incomprensible, baja sus sables para que yo haga lo irracional frente al enemigo y bajando también mi puñal, aunque no lo suelto.

Caminar hacia él.

Receloso, pero decidido.

Y para apoyar sin preámbulos.

Más bien, unir.

En su traje la porción de género de mis manos.

Lo miro.

Porque me lo permite.

Y algo sucede.

Como un emparentado ascendendiente de viejos recuerdos al apoyarlo, inundan mi cerebro al ver ese escudo completo.

Y lo que supuse, lo es.

Un blasón de cinco puntas en sus trazos tribales.

Y una perfecta C en su centro con dibujos abstractos, enroscados y rodeándolo.

Como protegiendo.

Cuatro salientes y como puntas perfectas sobresalen de él, mientras la quinta es de longitud más larga.

- Los cuatro sentidos o puntos, que conforman nuestra orientación... - Al fin habla y comprendo que lo dice por los puntos cardinales, indicando los que nos rodea. - ...sea, para guiarnos en al'ard al'umu. (madre tierra) - Sus ojos negros como la misma noche y lo único que se ve, vuelven a mí. - O los cuatro elementos de la vida... - Y retrocedo.

Parece una simple clase de Geografía.

Pero no y sacudo mi cabeza nuevamente con mis manos en ella y causando que, no solo mi puñal caiga de mi mano al piso.

Sino, también.

Que me aleje más de él y trastabille contra el piso en el retroceso.

Porque, condenadamente docenas de más cosas se agolpan en mi cerebro de recuerdos que no sabía que albergaba.

- ...los cuatro patrones de la naturaleza y que perduran a través de los tiempos creados por Alá... - Prosigue, hablando mi idioma. - ...fuego, tierra, agua y aire. - Indica sus cuatro puntas, pero luego su índice, se desliza a la quinta y más sobresaliente. - ...y el amor, Camilo...

Y mis ojos se alzan donde quedé contra el suelo, no solo para mirarlo sorprendido y abrumado de pensamientos.

Más bien.

Por estos jodidos recuerdos que yacían en un rincón sin uso de mi mente por mi padecimiento, pero empezando a aflorar.

Niego.

- ¿Sabes, cómo me llamo? - ¿Pero, qué diablos?

Asiente.

Mierda.

Y con ello se inclina sobre mí, guardando uno de los sables en su espalda, pero con la otra al clavarla en la arena y cerca de mi pie, dibuja lo que parece las cuatro puntas de su escudo para que preste atención.

- Los Barú Hashim clan milenario y tribu, que se remonta del profeta Abrahám... - Relata, sobre el dibujo de su sable en la arena y jodidamente, ahora todo eso me suena. - ...nuestro linaje y origen, del pueblo los Ur de Caldeos. - Aunque la  oscuridad es mucha, su acercamiento e inclinado sobre su postura, me permite verlo de cerca con todo ese traje y que solo deja a la vista sus ojos.

Y su tono de voz, ahora como mirada.

Me es más familiar.

- ¿Qurash? - Pregunto, lo que es leyenda en ese pueblo como para cualquiera de nosotros y vuelve a afirmar.

- ...descendencia y dinastía antigua de guerreros de fuego, para proteger a nuestro pueblo y lo que el legado Ur de Caldeos profetiza... - Murmura. - ...bajo un continente con crisis y guerras civiles, mantenerse leal a nuestras convicciones de la paz del Medio Oriente y el mundo por el Sayyid...

- ¿Sayyid? - Repito lo último.

Y con el filo de su sable remarca la gran C central de su escudo en la arena.

- 'Amirna warith alearsh (Nuestro príncipe heredero) el pequeño Caldeo... - Habla muy pausado.

Lo que no sé, si por hacerlo en mi idioma y que comprenda lo que dice, bajo su matiz y tono árabe o midiendo lo por seguir con sus palabras.

- ...hermano de Constantine, el shayj con sus padres 'amira Fadila y... - Una breve pausa, hace. - Leónidas Kosamé... - Es profundo. - ...alshakhs aldhy kan, 'afdal sidiyq lak (el que fue tu mejor amigo).

¿Qué?

¿Dijo, mi mejor amigo?

¿Y por qué mierda, eso que dijo en su idioma lo comprendí?

- Están los Qurash guerreros de fuego... - Su sable aún clavado, lo hace más, para que mire el dibujo del escudo en la arena y sin darme tiempo a procesar el mar de imágenes irrumpiendo mi cabeza por recuerdos perdidos. - ...herencia de los primogénitos del linaje del pueblo de Abrahám... - Vuelve a la C grande en su centro, seguido a los cuatro filos, indicando la estirpe. - ...y después, está... - Ahora su sable, se deposita en la quinta punta más sobresaliente de esos cuatro elementos. - ...alhabu. (el amor). - Ese sable ahora en alza, pero sin dejo de amenaza, se eleva y apunta mi pecho. - Muharib Qurash (guerrero Qurash) del corazón...

Y pestañeo.

Lo hago fuertemente.

Sacudo nuevamente mi cabeza y apretando esta, con demás fuerza por mis manos sobre ella y sacando mi casco de un golpe.

Ansiedad.

Intento controlar mi respiración que comienza a acelerarse.

Más ansiedad.

Por esa condenada crisis que se apodera de mí y es constante en mi vida.

- Kamylw, han alwaqt litastayqiz... - (Camilo, ya es hora que despiertes) Me habla frente al jodido pánico, que empieza a adueñarse de mí.

Malestar que nunca me avisa, pero invariablemente es recurrente.

Temporal o a veces aislada y sin una razón evidente para mí mismo o para los demás, pero me invade con la frecuencia acelerada de mi corazón que siento que golpea fuertemente en mi pecho.

Y mis manos luchan contra eso y sobre mis lados contra el suelo, donde continúo sentado.

Una como puño, sobre la arena que desgarro y aprieto ella cerrada hasta sentir su porosidad, lastimándome con su aspereza.

Y la otra, reteniendo con fuerza ese retazo de tela y parte de su traje guerrero que no dejo de mirar.

Pero él, no se inmuta.

Serenidad.

Y bajo mi  sofoco, hace lo impensado con calma.

Descubre su rostro de esa especie de kufiyya negro que lleva puesto.

Seguido y con esa misma calma de toda paz que irradia.

Carajo.

De ese sable incrustado en la arena.

Tomarlo y guiarlo a mi mano clavada en el piso por mi ataque de pánico.

No entiendo, porque cedo.

Pero su puño labrado e irregular por manos artesanas en plata y oro, se amolda entre mis dedos perfectamente.

Y al hacerlo, el mismo blasón de su traje tallado más abajo se perfila frente mío, con su grabado y sobre mi constante respiración acelerada.

Y la hoja de esta, al elevarla más a mí.

Grabada en sus salientes y bordes con su grueso y filoso acero plata.

Vuelve a brillar y reflejarse fuertemente contra mí.

Pero.

Ese destello.

También, va directo a mi corazón.

Fuerte.

Centelleante.

Y ese océano de recuerdos que me agolpaban con imágenes de ese pasado que no recordaba.

Cobran sentido.

Mi respiración se ralentiza.

Porque empiezo a entender.

Mi frío jadeo se calma.

Lo miro y logro reconocer su rostro pese a mi bruma de sensaciones, por más noche con su oscuridad y tiempo pasado como transcurrido.

Continuo y bajando algo mi vista.

A nuestras manos unidas y entrelazando ese sable entre nosotros.

Calidez y hermandad.

- Rafiq kabul (compañero Cabul)... - Apenas puedo susurrar y asiente, sin abandonar su postura a mí, con una reverencia e inclinado su cabeza silencioso.

Ya que.

La memoria, vuelve a mí...


NOTA:

Donde Cabul nombra ese refrán de amistad milenaria, no está mal escrito (aunque lo parece). Solo respeté su traducción si lo es, ya que siento que debe ser textualmente escrita y sentida así.

CRISTO.

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