CAPITULO 11
CAMILO
Los ladridos del Teniente, se siguen oyendo mientras me cambio como otros compañeros y en el ambiente movido de la estación.
- El Qurash desertor no se sabe bien el nombre, Camilo. - Me dice, ayudando a subir mi nuevo uniforme aéreo.
Golpea con fuerza la parte frontal de la pechera, cuando lo tengo bien ubicado.
Para que esa parte proteja y adhiera bien a mi pecho y para llamar mi atención focalizando en él.
- Militar africano y con un linaje milenario en el pueblo Ur descendiente del pueblo de Abrahám...
Y lo miro raro.
- ¿El de la biblia? - ¿Existió? - ¿Voy a pelear con un santo? - Carajo, porque voy derecho al infierno con toda esta mierda.
La risa de mis compañeros del aire terminando de vestirse, se siente entre nosotros sobre el gruñido de Elías.
- Focaliza pendejo... - Me reprende.
Tiene ganas de reír también, pero no se puede dar ese lujo por la situación en progreso y lo que se avecina.
Y ya que seas agnóstico o no y pese a pisar estar tierras con estos determinados fines, con cada día que pasa este continente como el hermano oriental.
Te instruís.
Aprendes.
Y sentís su magia por más metrópolis algunas partes de África y el Medio Oriente, en sus geografías, culturas exóticas y de forma fantástica, ese soplo o corriente bíblica en sus historias y devoción.
- ...pese a la alianza del norte... - Prosigue el Teniente mirando tanto a mí, como a mis dos compañeros. - ...tiene tropas que pueden superarnos en información, porque conoce las montañas y cada duna como la palma de su mano... - Nos advierte. - ...todas las jodidas cuevas y los más importante, no le interesa los inocentes que caen con cada paso que da sea su pueblo o no...
- ¿Ataque aéreo? - Formulo, ya listo y tomando mi casco.
El viejo, niega pensativo.
- No sabría afirmarlo, pero su ataque al poblado fue por tierra y por tal, su escape... - Se gira a una mapa incrustado en la pared frente nuestro, donde su índice con un círculo cubre una porción de montañas. - ...tal. - Lo señala, seguido a ese mismo dedo, deslizarlo centímetros más al Oeste sobre dichas montañas y contra el Atlántico.
- ¿Su pueblo? - Pregunta uno de mis compañeros y él asiente.
Me acerco al mapa y mierda, esos centímetros son grandes kilómetros de distancia.
- El plan es encontrarlo, derrocarlo y que caigan? - Ahora, pregunto yo.
- Es la idea. - Me responde. - No existe un manual, ya que a ciencia cierta no sabemos contra qué nos enfrentamos, porque esto jodidamente se escribe a medida que se ejecuta contra estos rebeldes... - Explica, mientras salimos y en dirección a la zona de despegue.
Parte más alejada de la base y donde, dos grandes galpones a un lado velan los Chinook como nuestro aviones caza y tanto los Marshall en pleno procedimiento, alistan las funciones de despegue de las naves.
Y metros alejados y a la guarda, distingo a azotea y la monja con la gallina junto a Borges, ya listo para abordar uno y en sus últimos detalles de su uniforme de piloto.
Un pequeño frente de arena se levanta mientras nos acercamos a ellos, bajo el sol sin dejo de alguna nube en el cielo que gobierna abrazador.
Leo en su mirada muchas cosas que no se atreve a decir ya casi en ella y haciendo a un lado mechones de su pelo, por la brisa que se levantó.
- No puedes... - Le sonrío y respondo a una de sus dudas corrigiendo por ella, su pelo rebelde por culpa del viento, despejando su rostro para mí. - ...el Capitán, los llevará al poblado... - Miro como en la Falcon 2 y por su compuerta abierta, suben cajas e insumos médicos y a su vez.
Sonrío.
Mi pelotón a la órdenes de Borges.
- ...pero, te prometí... - Continúo.
- ...que donde esté, siempre vendrás a mí de ahora en adelante? - Azotea termina mi promesa.
ROCIO
Me regala una mueca sonriente y aprobatoria, al escuchar su promesa en mis labios.
Y aunque todo él irradia sobre ese uniforme de piloto majestuosidad y autoridad sobre su media sonrisa al oírme y la mierda que sea como misión que le tocó, por un impulso me abraza frente a todos ligeramente.
- Te veo en la torre de troncos azotea, porque voy a volver. - Se aleja, pero sin soltar mis hombros.
Y quiero preguntar si en horas a la noche o tal vez mañana.
Pero, me abstengo.
Ya que, con esta segunda oportunidad que le doy a volver amar esta vida.
Una, cual me crie siendo mi Dios y mi cruz, por lo único que tanto amé y se lo llevó después de mamá siendo niña.
Mi padre.
Dejándome sola y por más entera y muy yo, que me creía con edad suficiente, tanto antes de mi última pérdida como a posterior.
Una cruz.
Sí..
Donde ese eje de estabilidad se desfragmentó sin rumbo fijo, bajo mis metas e ideales y por no encontrarme, por más negación siempre a mí, misma ante ello.
Título y coronación pese a todo para vivir y enfrentar la vida.
Pero, errante en ese camino.
Y mi Dios tiempo después, con ese cierto aire que necesitaba mis pulmones iluminando mi nívea cruz, una tarde conversando con él mientras observábamos a un paciente infantil con una leve charla que sostuvimos.
Y sonrío ante ese recuerdo, mientras miro a Camilo.
A este hombre que me hizo volver amar sobre todo este temor que tengo a entregar mi corazón tanto a él como lo militar y armas.
- No importa cuanto te vayas, siempre y cuando vuelvas... - Respondo a esa siempre promesa de ambos.
CAMILO
Mierda.
No es momento ni lugar.
Mucha gente a nuestro alrededor.
Pero las ganas me superan y aunque, sé que mi ojos le prometen un encuentro caliente como explícito y la jodida torre de tronco va ser testigo de eso.
Me conformo con robarle un ligero beso a sus labios y nalgaditas de buena chica, provocando que sonría, al sentir su ceño que se arruga por mi reacción ante su obediencia.
Y porque, sabe que voy a volver a ella por mi promesa latente.
- ¿Pero qué, carajos? - El Teniente sin dar crédito a lo que ve, blasfema mirándonos. - ¡Son casi hermanos! ¿Y están saliendo?
- Larga historia, señor. - Digo como toda explicación y nos mira pensativo acicalando su bigote.
- El largo que tienes entre tus piernas como pene y por un AIM 120 irá directo, si la jodes con ella, Camilo. - Me amenaza y frota su frente, reacomodando su gorra militar. - Mucho para procesar y solo faltando meses para mi jubilación, maldita sea... - Sus bigotes canos se alzan por un indescriptible sonrisa.
Pero vuelve a su postura seria con la vista en Borges.
- Poblado, verificación de caídas y heridos con posición asedio o bloqueo.
- Sí, señor. - Mi amigo, asiente ante la directivas.
Voltea a mí, nuevamente.
- Tu operación, nube táctica. - Me ordena. - Ganar el aire como vigilante y espía en los vistages y posibles lugares de madriguera. - Señala los dos caza F-18 a punto de partir a la par mía. - Ellos serán tu sombra por ti en el rango de alcance, ante la orden aire-suelo reconocimiento.
- Sí, señor. - Comprendo y ya encaminándome a mi avión a la espera.
- Camilo. - Su voz rasposa, nuevamente suena a mi espalda y volteo. - Tráeme el puto trasero de ese supuesto Qurash asesino. - Lo dice extrañamente, pero afirmo. - Y cuídate, muchacho... - No hay jerarquía en sus palabras, ni tampoco rango.
Solo lo que hace años, Mirko me dijo en ese pasillo del Hospital de esta cofradía.
Familia.
Vuelvo a asentir.
- Sí, señor... - Otra vez, repito ferviente.
Azotea me acompaña llegando casi al avión, mientras vemos como las últimas cosas para abastecer a su poblado, cargan cerrando ya las compuertas con mi gente y Jeep dentro.
- ¿Qurash? - Me reitera sobre la misión que escuchó. - ¿La gente que cayó esa noche en la fogata...?
- Buscando la subversiva de ese pueblo. - Le explico y asiente, comprendiendo.
- Lo que ellos buscaban esa noche por tiempo largo, entonces...
- Es lo que tengo que encontrar y fue...
- ...lo que atacó mi poblado y antes, se llevó a ese niño. - Termina por mí.
Encojo mis hombros, porque se supone.
Me mira profundamente, bajo su curiosidad.
- Alianza rebelde, azotea. Guerrilleros sediciosos o agitadores de sus propios ideales. - Intento detallarle, lo poco que sabemos en realidad por ser una constante esta interna civil, difícil de encontrar y desmantelar por esa leyenda que hay sobre ellos y data de milenios de supuesta existencia. - Ambigüedad en el reinado de este pueblo, que no se sabe si están dentro o fuera de los mandatos de su Sayyid o en el peor de los casos a espalda de ello.
- ¿Cómo conspiradores? - Intenta comprender.
ROCIO
- Algo así, pero llevando el de jerarquía más alta al igual que una militar, una especie de traje... - Camilo, responde a mi duda como reflexionando. - ...un uniforme de ataque medieval y de época, pero no cargan armas de fuego.
- ¿Con qué, batallan? - Curiosa.
Mi sed de preguntas por algo viniendo a mi mente, de lo que dijo papá en su internación antes de caer en su coma irreversible, me alimenta.
Pero el tiempo apremia, viendo a Camilo con su primer pie para subir a este monstruo caza de última generación a su espera y los señaladores o Marshall ya en posición con el procedimiento de vuelo de los caza por despegar.
Pero se gira a mí a medio treparlo, mientras la cabina de piloto se abre automáticamente.
- Sables, azotea. - Para responderme y ya, metiéndose dentro.
Carajo.
CAMILO
La cúpula se cierra, tras ubicarme en el asiento de mando.
Por la presurización de la cabina no puedo oír nada del exterior, pero si ver como azotea se aleja y tomando distancia del avión, abrazada a sí misma y siguiendo a su amiga la novicia, para montarse en el Chinook, bajo el mando de Borges junto a nuestra compañía.
Un último gesto de saludo le hago al ponerme el casco tanto a ella como el teniente Elías, mientras los motores se encienden y se activa este.
Donde su sistema se conecta con las cámaras de la aeronave y me dan la periferia, de los 360 grados de lo que me rodea sin necesidad de voltear, provocando que sea más estratégico y confortable la visión en cada misión, con los datos de información permanente de cada vuelo.
Los dos F-18 salen y la adrenalina de sus motores, incita el mío mientras me dejo guiar hasta la zona de despegue analizando y direccionándome por las cuatro pantallas principales, siguiendo el protocolo de despegue en la pista y bajo la coordinación como resolución de las incidencias en tiempo real, por un compañero a cargo de la señalización de mi partida.
Y la emoción me gana al despegar y tras carretear.
Difícil hacerse una idea sentir en tu mando, volar un caza.
Pero único, surcando el cielo con movimientos diestros alcanzando un 4.3 G de giro, tomando una altitud elevada y con maniobras, la visión que te regala de estos dos elementos.
Tierra y aire, sobrepasando la barrera del sonido.
Ese azul de la eternidad.
La base va quedando atrás y por el radar, mi par de compañeros en sus cazas, distingo a distancia frente a mí.
Minutos y llegaremos al punto de la misión.
La sombra de mi F-38, sigue mi reconocimiento por la tierra cruzando valles, traspasando lagos, arboledas y hasta la par de una manada de búfalos que corren en su velocidad por una sabana, ante el sonido de los dos caza de mis compañeros y el mío surcando su aire.
Y al poblado poco después.
Por la velocidad, poco vistage.
Pero estelas de humo por cenizas, afloran en sectores, maldición.
- Ok, GAR1 y GAR2. - Hablo por la máscara de oxígeno y protección, mirándolos por los laterales. - Vamos hacer dom por la izquierda.
- Copiado, GAR8. - Ambos al mismo tiempo, me responden y con ello, desafiando la fuerza G de los tres, viramos rumbo a la zona montañosa a una altura de 600m.
Bajo y desafiando sus elevaciones e irregularidades, como riscos anunciando un pronto límite al océano los tres al mismo tiempo y a corta distancia.
Pero lo óptimo para el reconocimiento en tierra.
Y condenadamente, nada se ve.
- ¿Reconocimiento, afirmativo? - Suena en mi cabina, el Teniente ante la nula exploración aérea.
- Negativo, señor. - Respondo.
- Mierda... - Blasfema del otro lado al igual que yo en mi interior.
Y no hace falta que hable.
Con mis compañeros tomando altura y sobrevolando a la par mía, mirándolos y con seña de mi dedo, entienden una segunda valoración de la región y eso hacemos nuevamente.
Nada en concreto otra vez, como tampoco señales de alarma o movimiento humano.
Solo a la vista y pasando a una distancia prudente, esas cúspides montañosas en el inmenso valle de sabana y vergel.
Y aunque el margen de llano da para un runway de aterrizaje óptimo, sería descabellado de nuestra parte y mucho de la mía con F-38, en zona tan inhóspita por caer fácilmente en una redada.
Pero, algo llama mi atención desde tierra.
Un brillo que como si fuera espejo, logro distinguir entre una espesura que se pierde su luz entre una densa vegetación.
- ¿Qué, carajos? - Sale de mí, en una tercera vuelta.
- ¿Sucede algo, GAR8? - La voz de Elías, nuevamente se hace presente.
- Vi algo anormal, un brillo... - Murmuro. - Solicito, permiso para aterrizar, señor.
- ¿Brillo? ¡Brillo! - Grita en mi oído. - ¿Quieres que a ti y tu sexi trasero, eche del destacamento Camilo? ¡Denegado! - Bufa. - GAR1, 2 y 8, regresen a la base. - Nos ordena. - Continuaremos el reconocimiento en tierra.
- Pero, señor... - Otra vez ese brillo como de metal y nada propio de la naturaleza, obligando con un giro rasante de mi avión, vuelvo a distinguir en la espesura. - Algo se oculta, Teniente.
Pero un sensor de alarma, interrumpe mi negativa caprichosa y la sarta de injurias, que Elías quiere dedicarme.
Seguido a otra voz desde el intercomunicador, tanto a mis compañeros avisando como a mí.
- GAR1, GAR2 y GAR8... - Un cabo desde la base y torre de control. - Un avión desconocido se dirige hacia ustedes.
Sobre el sensor activándose ante la confirmación desde la torre, miro sobre la cúpula como desde el diagrama de visión de mi casco, obtengo visión de 360 por las cámaras exteriores del avión.
- No veo nada. - Digo.
- Tampoco. - Mi otro compañero.
- Negativo. - El tercero.
- ¿Dónde? - Elías se interpone.
- Registrado. - Desde la torre, hablan. - Contacto 30-40 a 430 nudos.
- Lo tengo. - Exclamo, viendo por mi radar.
Carajo.
Lo que parece una ave de aire como la nuestra, viniendo a nosotros.
Directamente a nosotros.
- Lo vamos a identificar, señor. - Los F-18, propulsan frente a mí y lo que sea que viene.
- ¿Logran identificarlo? - Pregunto.
- Negativo. - Elías habla. - No responde al protocolo. - Los que no hace suponer, mierda. - Una jodida ave enemiga...
- GAR1 y 2, aquí la base... - Habla la torre. - ...lo tenemos localizado a la visita y se dirige a ustedes.
- ¿Escuchaste GAR2? - Dice uno.
- Afirmativo, compañero. - Responde el otro.
- 300 nudos de distancia. - Actualiza la torre.
- GAR1 y GAR2, tomen los ángulos 10 izquierda 4/0. - Ordeno, yendo a ellos también.
Y desde el radar, noto su acercamiento a gran velocidad cada vez más.
- Suicida o kamikaze como yo. - Susurro sonriendo, al contactar que también viene solo.
Pero no me confío y sobre otra orden a ellos como un giro, subo de altura para regresar y poder verificar eso.
- 100 millas y contando a nosotros. - Mi compañero informa.
- ¡Mierda! ¡Un Su-34! - Grito bajo mi máscara y al pasarnos a gran velocidad por el cielo por aire contrario.
- ¡Su posición, es de 260 millas! ¡Regresen! - Elías interrumpe. - No es zona de destierro y lleva misiles!
- ¡Vuelve a nosotros! - Exclama un compañero.
- ¡Voy por él! - Digo, acercándome a ellos.
- ¡Lo tengo encima! - El GAR2 suena.
-¡GAR2! ¡Te está apuntando! - Desde la torre hablan, por los sensores activándose. - ¡Alarma de misil y no es simulacro!
- ¡Te está provocando GAR2! - Suelto, tras el avión enemigo y mi compañero delante. - ¡Aquí GAR8, el Sur-32 está sobre GAR2 apuntándolo, solicito permiso para disparar! - Pido, activando en posición los misiles.
- ¡Negativo! - Vocifera nervioso, del otro lado el Teniente. - ¡Espacio civil, Camilo!
- ¡Mierda! ¡Mierda¡ ¡Mierda! - Reniego, porque malditamente la amenaza está latente de abrir fuego el caza a mi compañero con su mira apuntando.
Y por mis pelotas y más ruso que es su origen, me recuerda al bombardeo en el pueblo Fulais.
Y que pese a su nacionalidad, es un desertor y no proveniente de la Unión Soviética.
Más bien.
De los jodidos y por su inesperada aparición de este grupo rebelde.
- Tomemos altitud. - Les ordeno.
Y eso hacen, siguiéndonos el caza en posición de disparo al GAR2.
- Si abren fuego, voy hacerlo Teniente. - Ejecuto con una maniobra en el aire para ponerme detrás del Su-34 y su cola, levantando el encendido de mis misiles.
Y siento su bufido del otro lado.
- 45.000 pies. - Confirma. - Pero...
- ...ya, lo hubiera hecho. - Prosigue el GAR1. - Solo quiere asustar y distraernos.
Entiendo.
Y mi vista regresa mientras desciendo de la altura a la zona donde vi ese brillo anormal.
- ¿Distraernos para seguirlo o por más atención a la zona? - Pregunto, ya que todo me suena muy extraño y notando, como el caza enemigo se distancia de la amenaza de abrir fuego contra un F-18 y se aleja.
Raro.
- Señor... - Digo por el intercomunicador. - Pido aprobación para aterrizar. - Solicito.
- Denegado, soldado. - La voz del Teniente, habla. - Serás blanco fácil y esa mierda vale millones.
- Pero Teniente...
- Camilo, es una orden.
Y mierda, mierda y mierda, otra vez.
- Sí, señor... - Muy en contra y girando mi caza por el aire, regresamos a la base.
ROCIO
No hubo un bombardeo, pero sí, devastación al aterrizar el helicóptero en mi poblado.
Donde soldados de la base y llegando antes en otros Chinook, ayudaron a lo carente y en pie que quedó.
Auxiliando para enterrar a los pobladores, algunos niños y parte del equipo de la ONG, que perdieron su vida en este asqueado ataque por estos guerrilleros, bajo la oscura madrugada.
Y sin darme tiempo siquiera a acomodar mi corazón echo trizas, al ver a mi gente llegar con Paola, viniendo a nosotras pidiendo a gritos ayuda médica.
Consolé como pude y como tal, sin perder tiempo y hasta olvidando como pasaba, armando una tienda militar de enorme proporciones, habilitamos una sala de tratamiento hospitalario de urgencia.
Curando las heridas de los ancianos, mujeres y niños que se salvaron.
No me permití, derramar una sola lágrima y por más que amenazaban incipiente mis ojos.
Al igual que Paola acusando las suyas, por el brillo de ellas curando a mi par e intentando sonreír a cada niño como poblador tras curarlo y ayudarlo a acostarse en los catres médicos.
Solo me condedí un respiro de segundos, saliendo de la campaña apoyada de un hombro contra un parante y deshaciéndome, de los guantes de látex usados de mis manos para cambiarlos por uno nuevo.
Miro al Capitán Borges, como al mando y desde una distancia, da directivas.
Y al verme se acerca.
- Lo siento. - Murmura al llegar hasta donde estoy.
Me deslizo hasta que el suelo se encuentra con mi trasero y lo miro de abajo.
- ¿Por qué, Capitán? - Suspiro.
- Esto es impredecible, pero podríamos haberl...
Niego, interrunpiendo que continúe.
- Ni siquiera con nosotras, lo hubiéramos predicho. - Es la verdad y me da la razón, pese a que ambos pensamos que esa cierta posibilidad, podría existir en nuestras presencia.
Miro todo lo que nos rodea.
Soldados.
Muchos y con esas armas que detesto.
Pero lejos ya de odiar su presencia, algunos custodiando la zona y otros, ayudando a mi desmantelado poblado y sus habitantes.
- Gracias... - Señalo las cajas de provisiones para ellos y luego dentro de la carpa. - y por esto, también.
- Se lo debe al Teniente General.
- El tío Elías. - Sonrío.
- Afirmativo, doctora. - Me sonríe desde arriba y noto ese hoyuelo que se marca en su barbilla.
- ¿Puedo preguntarle algo, Capitán? - Sacudo mis pantalones militares de Camilo puesto.
Unos que antes perfilaban limpios y ahora, hasta con cierto rastros de sangre por los heridos curando en la carpa.
- Señora. - Accede.
Y busco las palabras correctas, mientras mis ojos vagan al interior de la tienda médica.
Donde Paola sobre un catre, arrulla a un niño de esta tribu que vendó la herida de su pierna y un bracito, junto a sus cinco hermanitos más.
Cual tristemente y ahogo como puedo un llanto, ellos cinco por el fallecimiento de su madre y abuela en el ataque y con ella horas antes, ayudamos a enterrarlas junto al resto con una bonita oración de sus labios.
- No necesariamente pido explicación Capitán, de lo que sucedió anoche para encontrarlos luego durmiendo y compartiendo cama en la base... - Noto, como se eleva tres tonos sus mejillas. - Pero realmente, me gustaría saber ¿qué le ocurre con mi amiga?
- ¿Con perlita?
¿Eh?
- ¿Disculpe? - No entendí.
- Larga historia, doctora... - Repite, lo mismo que Camilo a Elías antes de salir de la base. - ...de años... - Da como toda explicación y sonríe por algo, sin decirme nada más.
Y vaya.
Ya que el repertorio de ambos amigos, no es un abanico de palabras o frases para justificar o cautivar.
Y lo miro extrañada.
¿Entonces, que quiso decir?
¿La conoce de antes?
Y aunque mis labios se entreabren para seguir hablando, un sonido de motor y hélice me interrumpe por sobrevolar bajo.
Otro Chinook.
Y mi corazón golpea ante la posibilidad casi llegando la noche, mirando expectante a Borges.
- El general, doctora. - Responde a mi duda, ayudándome a ponerme de pie mientras vemos como busca aterrizaje a distancia y soldados corren a su encuentro.
Y un poco de felicidad en toda esta tristeza es suficiente para darme fuerza y correr también, hacia el helicóptero mientras Borges entra a la tienda médica.
CAMILO
Llegué al poblado, casi pisando la noche.
Y ese mar de dudas que era y no logré comprender de la repentina aparición en el aire en nuestro reconocimiento de tierra por el caza ruso.
Uno jodidamente igual, al que atacó al pueblo Fulais y fue mi muerte en vida.
Y por más dos putas horas de debate, junto a Elías sin una conclusión aparente.
¿Solo asustar?
Condenadamente, no.
Preguntándome, si existía cierta conexión a ese brillo que avisté y no era algo natural desde poca altura.
Lo cierto si es, que bajo mis constantes reflexiones inconclusas, estas se disiparon al descender del Chinook y ver a azotea correr a mi encuentro, mientras los chicos se hacían cargo del resto del cargamento que traía.
No hizo falta que abriera mis brazos ni tiempo tampoco tuve, ya que ella con los suyos me abrazó.
Y mierda, porque se sintió lindo de mi supuesta arisca chica.
Un poco de calidez de lo que me recibió, el frío panorama de la situación en que nos encontrábamos, mirando el lastimado poblado.
- Hay rastros de Jeep de gruesa carga y pisadas... - Borges me dice junto al fuego y tras cenar algo de potage, hecho por él mismo para todo el batallón. - ...pero, se desvanecen en la arena... - Señala el horizonte oscuro, por la negrura de la noche hacia el Oeste. - ...los casquillos encontrados de alto calibre como automáticas Camilo y por las pisadas. - Turno de indicar, el suelo del poblado. - Suponemos, entre cuarenta a sesenta hombres.
- Carajo... - Solo sale de mí, bebiendo algo de agua de mi taza y mirando el fuego entre nosotros, que arde pronunciado por los leños.
- Solo esto, se encontró de ellos aparte. - Azotea se acerca, para mostrarme un retazo de lo que parece cuero negro y que en esa porción desgarrada, se identifica lo que parece un dibujo extraño.
Como parte de lo que sería un escudo o una mierda así.
- ¿Entonces, son ellos? - Pregunto a mi compañero sin dejar de mirar esa pieza de tela curtida y fuerte en mi mano y deslizando mi pulgar sobre el tacto de lo incrustado del diseño.
- Un poblador que alcanzó a ver algo desde su escondite. - La monja habla. - Dice que vestían oscuro y cubriendo sus rostros, pero apareció otro...
Elevo mi vista curioso.
- ¿Otro?
- El anciano está en estado de shock, Camilo. - Me explica azotea. - Pero asegura, que aunque mataba gente que se cruzaba y lo descubrió agazapado desde su escondite, no lo asesinó y que vestía aunque parecido al resto subversivo, diferente su atuendo y no portando armas de fuego como el resto.
- ¿El resto sí, pero él no? - Que mierda vudú es esta, si son del mismo bando.
Y a mi mente viene lo que siempre mencionaron Mirko como Elías, de estos guerreros.
Que solo empuñaban armas blancas.
Y observo nuevamente el género de cuero negro como esta noche misma entre mis dedos.
Porque, no entiendo nada.
- Lo extraño es... - Azotea, camina pensativa. - ...que supuestamente son los que me mencionaste antes de subir al avión, no?
- Es la idea. - Ya no sé, ni que pensar.
Su índice golpea insipiente su labio inferior, girando a nosotros.
- Papá mencionó algo en su delirio, antes de... - Y me mira por el recuerdo, intentando calmar y ralentizar su emoción por eso. - ...decía y repetía una y otra vez, el hombre de negro del tejado.
Y palpitaciones en mi corazón.
Porque yo también lo vi en mi nebulosa de recuerdos, pero solo creí que era imaginación mía esa tarde nefasta en el pueblo Fulais.
Entonces.
¿Eso, fue real?
ROCIO
- Duerme... - La voz de Camilo horas después, se siente a mi espalda y sobre la silla que me encuentro a medio recostar, junto a una anciana durmiendo plácidamente gracias a los sedantes y antibióticos que le suministré a través de una introvenosa en un camastro de la tienda.
- Tú, también deberías. - Refuto, sin moverme de mi posición.
- Tengo guardia.
Y río sobre mi brazo.
- Yo también, soldado. - Murmuro, sintiendo el aroma a tabaco que me lo confirma con su cigarrillo encendido y que según él, compañero de noches de vigilia.
CAMILO
No me ve, porque no se mueve de su postura a medio recostar sobre un catre, donde una anciana duerme por los dos.
Tampoco estoy a los pies y base de la torre de troncos, ya que pereció parte de su construcción por el ataque, pero sé, que me siente que estoy cerca de ella separándonos la tienda y uniéndonos, su ventana completamente abierta.
Ella dentro y yo afuera.
- ¿Crees, en lo que dijo el anciano? - Me pregunta con un bostezo. - ¿De ser verdad o estar ligado, al hombre que vieron con papá ese día? - Vuelve a bostezar.
- No lo sé, azotea... - Tantas dudas como ella, apoyando la totalidad de mi espalda en una base. - Pero si llega a serlo, lo sabremos pront... - Y su suave respiración dormida, me interrumpe.
Y lanzo mi cigarrillo lejos y totalmente consumido, lejos y sonriendo.
Porque al fin durmió.
Y muero por hacerlo junto a ella, pero no me lo permito hasta que termine mis horas de vigilia y Borges me reemplace.
Ocupo de ellas, caminando por la zona y verificando con otros compañeros que cruzo en el trayecto que todo marcha bien, para luego volver a la tienda mirando su interior y contactar que tanto azotea como el resto dentro lo siguen haciendo.
Salgo algo de la zona y cruzo más saludos con otros, que bajo la noche cálida y sus oscuridades, la intermitencia de sus cigarrillos, destellan también mientras lo fuman.
Seguido y casi a lo último terminando mi ronda, por las pocas viviendas raídas pero habitadas por la gente que sobrevivió del ataque.
Pero un filo de destello, brilla entre la oscuridad taciturna de una casa a otra.
¿Eh?
Algo imposible, donde se carece de luz eléctrica.
Lanzo a medio fumar mi segundo cigarrillo de la noche que ni me molesto en apagar, para empuñar bien mi arma frente a mí y contra un hombro, con pasos cautelosos y en dirección a eso que ahora desapareció, pero como en el aire y altura, llamó mi atención.
Un brillo.
Sorteo escombros y guijarros de concreto sobre la oscuridad y con cada pisada lenta que doy, que fueron testigos de otros viejos ataques, mientras mi mira de luz infrarroja para detectar calor en la noche de mi arma, observa con mi ojo puesto en ella, lo que me rodea en este viejo callejón en ruinas.
Nada.
https://youtu.be/dskUQQ7qdNs
Solo silencio sobre la agudeza de mi oído, de la lejana naturaleza africana a la distancia.
Pero, mi otro sentido me alerta.
El de la percepción.
Cuando al virar al techo vecino y sin darme tiempo a nada.
Mierda.
Algo pesado cae encima mío.
Como si el mismo cielo con el peso de su noche, se hubiera venido con toda su gravedad contra mí.
Ágil.
Oscuro.
Y con movimientos diestros y hasta juraría, sin coste alguna por más que forcejeo bajo él, de reducir mi arma, para luego lanzarla lejos del alcance de ambos.
El brillo del acero de dos sables que cruzan su espalda, encandilan e iluminan la noche y sobre nosotros.
Y también mi cerebro, sobre un golpe de mi puño a su quijada cubierta como casi todo su rostro, por una mierda negra y especie de turbante que lleva, dejando a la vista sus ojos del color de la noche.
- Tus sables... - Repito jadeante en nuestra lucha y tomando con mis puños parte del traje de su cuello, embistiéndolo contra una pared. - ...tu sables, es lo que vi del aire? - Jadeo y escupiendo arena por la lucha.
- 'Iidha...(Si). - Responde girando y ahora él, empujando con fuerza el peso de mi cuerpo para estrellarlo en la misma pared acorralándome.
Intento en nuestra disputa, alcanzar mi daga de la cintura obligando a mi pie y con la fuerza de su empuje a que retroceda y colisione con escombros acumulados metros atrás.
- ¿Eres el cabecilla Qurash que destruyó a este poblado, matando a su gente inocente? - Esputo, caminando en círculos ambos y puñal en mano, midiendo el próximo movimiento de otro.
La oscuridad es plena como el traje que lleva.
Pero notando, no solo que niega en silencio con su rostro y a la vista únicamente sus ojos.
¿Negó?
Sino, también.
Que falta de una solapa que sobresale de ese extraño traje medieval y guerrero con escudo de un blasón, el retazo de cuero negro que llevo en uno de mis bolsillos.
- Han alwaqt...(Es hora...). - Murmura en su dialecto que no entiendo, mientras sus brazos se cruzan por su espalda para sacar sus dos sables.
Unos que al salir y chocar entre ellos, el filo de su grueso acero crujen entre sí y vuelven a destellar por su brillo.
- ...tstyqz ya kamylw...(que despiertes, Camilo...).
Y sin pérdida de tiempo.
Familiaridad repentina abrumándome y su presto cuerpo guerrero, se abalanzan contra mí...
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top