13. Humano.

Al día siguiente me sentía mucho mejor, como si nada hubiera pasado en mi organismo el día anterior, por la ventana entraba claridad al interior, así que supuse que la mañana estaría relativamente soleada; había una parte de mí que aún continuaba inconsciente y perdida del mundo, mi vista se había quedado pegada al techo, admirando algo que no podía ver, a veces me pasó de despistada, supongo que es porque siempre ando en mi propio universo o hundiéndome en mis meditaciones.

Después de varios minutos observando a la nada, volteé mi cabeza hacia el lado derecho y me sorprendí cuando encontré a Nathan, él estaba sentado en una silla de madera mientras me observaba a detalle, en el instante en que nuestras miradas hicieron conexión, una tímida sonrisa asomo en su cara.

— ¿Qué miras? —interrogué con pena.

—A ti —contestó y una leve risa escapó de su garganta—; es que... eres tan hermosa; por eso te amo —declaró con inocencia.

— ¡Ay, ternurita! —manifesté con cariño y me levanté levemente de la cama para que mi mano izquierda ahuecará su mejilla, una tímida sonrisa se hizo presente en mi rostro.

— ¿Ya te sientes mejor, linda? —preguntó imitando mis acciones, segundos después con disimulo rompió la distancia conservada entre nosotros, de seguro su siguiente movimiento sería robarme un beso.

—Sí, Nathan —dije e hice mi cuerpo hacia atrás hasta acostarme sobre la suave almohada de nuevo—; gracias por preocuparte por mí, yo también te quiero mucho.

—Te traje un jugo de manzana con un poco de sangre —expresó mientras tomaba en sus manos el bermellón vaso que se encontraba sobre el bajo mueble y me lo ofreció.

—Gracias, Nathan —musité anonadada mientras tomaba el cristal de sus manos; probé un poco de ese exótico néctar y estaba exquisito, tenía un sabor tan distintivo y era como el paraíso líquido en mis papilas gustativas—; ¡Está delicioso!

— ¡¿De verdad?! ¿En serio te gusta? —cuestionó sin salir de su asombro.

—Sí, está riquísimo, y lamento mucho no haberte acompañado a cenar ayer.

—No importa, lo podemos hacer cualquier otro día.

—Nathan, ¿tú sabes cocinar? —pregunté mientras llevaba más de ese suculento jugo al interior de mi voraz apetito.

—Sí, me encanta, es una actividad muy divertida y es algo que resulta todavía más especial cuando cocinas para la persona que amas —anunció con pleno orgullo.

— ¡Qué lindo de tu parte! Nathan, ¿quién se encargó de enseñarte a cocinar?

—Mi madre fue quién me enseñó. Mi mamá se llamaba Sierra —musitó y una melancólica sonrisa emergió de su rostro al instante.

— ¿No quieres que vayamos a desayunar? Me siento algo hambrienta. —Le di un nuevo rumbo a nuestra reveladora conversación, no quería ver mal a Nathan, supongo que en el interior se sentía triste por no ver a su madre en un largo tiempo, para ser honesta, yo tambien tenía alojado en mi ser ese sentimiento de pérdida.

—De acuerdo, voy a la cocina y te traigo la comida a la cama —habló con firmeza.

—No, está bien, yo bajaré al comedor —anuncié con visible alarma.

—No, linda; tienes que descansar —dijo con preocupación.

—Estoy bien, en serio, Nathan; me siento perfectamente bien —declaré intentando convencerlo de mi buen estado físico—; me enojaré contigo si haces eso, hablo en serio.

—Pero, linda —replicó palpando con dulzura mi mejilla izquierda—; necesitas descansar.

—Lo sé, pero me siento bien, por favor, Nathan; no hagas que me sienta como una inútil —dije con seriedad manteniéndole la mirada fría.

—No, Cameron; yo no quiero que te sientas de esa manera, por favor no te molestes conmigo —suplicó con temor.

—Yo nunca me molestaría contigo, Nathan; pero por favor no me trates como a una pequeña niña.

—De acuerdo, pero yo solamente quiero que estés bien.

—Lo sé y en serio aprecio muchísimo que te preocupes tanto por mí, pero siento que a veces tu inquietud es demasiado.

— ¿Y... quieres ir a desayunar? —preguntó con timidez.

—Por supuesto, pero ¿sabes?, yo no soy muy buena en la cocina, ¿qué te parece si tú vas a preparar el desayuno?; voy a darme un baño, siento que de mí emana un olor desagradable —confesé con vergüenza, pero manteniendo un ambiente cómico—; y después bajaré al comedor.

—Está bien, linda; te extrañaré cada segundo que estés lejos de mí, te quiero —mencionó para luego liberar una honesta sonrisa.

—No creo que sea para tanto —musité apenada por su dependiente confesión.

Un entusiasta Nathan se dirigía directo a la cocina con evidente prisa mientras mi masa física caminaba hacia el pequeño salón a tomar un rápido baño, tomar el desayuno junto a la compañía de alguien como Nathan resultaría muy entretenido...

Al salir de la ducha, mis inseguros pasos iban hacia el frente del enorme armario empotrado para echar un vistazo al contenido de su interior, toda la vestimenta que allí había era muy femenina y yo me sentía realmente abrumada al mirarla, buscando adentro alguna prenda con la que me sintiera relativamente cómoda, encontré un bonito vestido, no era mucho de mi tipo pero supongo que estaba bien y me gustó.

Ya iba de camino al primer piso cuando la figura de Nathan apareció de pronto en la nada, estaba llevando los platos con comida hacia la mesa pero paró de ejecutar su labor.

—Te ves linda.

— ¿En serio? —interrogué con pura incredulidad.

—Sí, pero ése no es tu estilo, tú tienes carácter pero también eres sensible, aunque prefieres la ropa en tonos oscuros y con estilo más cerrado como pantalones y camisas, pensé que nunca te pondrías algo de ese viejo ropero de arriba.

—Yo también lo pensé —confesé con diversión—; pero ya no tengo más ropa disponible y ¿no crees que de vez en cuando es provechoso cambiar?; ¿necesitas ayuda para poner la mesa?

—No, ya casi termino, ve a tomar asiento; pero gracias por tu ofrecimiento.

—De nada.

Fabriqué mi propia vereda imperceptible hacia la mesa, Nathan con caballerosidad jaló la silla para que me acomodara y luego tomó su lugar enfrente de mí.

—Nathan —musité captando su absoluta comprensión—; ¿por qué si somos vampiros y nos alimentamos de sangre, necesitamos también consumir alimentos humanos? —cuestioné mientras introducía a mi boca un pedazo de hígado.

—Porque como no somos vampiros pero tampoco humanos, somos como una clase de ser que ha hecho su propio espacio en medio, algún tipo de mezcla entre ambos, la verdad es que con exactitud no lo sé y en este momento tampoco logro explicarme; supongo que necesitamos ciertos aspectos humanos como dormir e ingerir comida humana, lo positivo de todo este desorden es que podemos salir al sol durante el día ya que no nos prendemos fuego a su contacto.

— ¿Y necesitamos dormir todas las noches y comer todos los días? —pregunté con una leve confusión o hueco en mi entendimiento.

—No, solamente cuando consideres que es conveniente y cuando sientas que tu cuerpo lo requiere.

—Ok, eso es muy interesante. Te quedo espléndida la comida, chefsito —mencioné luego de finalizar el contenido de la porcelana.

—De nada, a su servicio, linda; para ser honesto, me encantó cocinar para ti —dijo y una carcajada algo malévola resaltó en el comedor.

Luego de concluir un excitante desayuno, Nathan y yo tuvimos unas conversaciones muy absurdas, hablando y hablando de algún tema pero al final no se concluyó absolutamente nada, cuando la seriedad de nuestras palabras se había marchado, se le dio paso a un montón de tonterías y por fin terminamos burlándonos el uno del otro.

Me levanté y recogí los platos para llevarlos a la cocina a darles un baño de jabón y agua caliente, Nathan se encargó de limpiar y ordenar la mesa. Minutos después, la mesa ya estaba presentable de nuevo, la presencia de Nathan arribó a la cocina y caminó hacia donde yo me encontraba para colaborar con los sucios utensilios.

—No pensarás que lo que dije es en serio, ¿verdad? —cuestionó y tomó posición a mi lado derecho.

—No, está bien, yo entiendo que así es nuestra relación —contesté mientras continuaba con mi parte de las tareas domésticas.

— ¿Qué te parece si yo lavo los platos mientras tú los secas? Piensa en que de esa manera terminaremos más rápido y tendremos más tiempo para hacer otras cosas —mencionó divertido.

—De acuerdo —accedí y cambiamos de lugar, Nathan ahora estaba a mi izquierda enjuagando la porcelana.

Pasaron unos minutos, nosotros solamente concentrados en nuestras acciones, se estaba volviendo algo monótono y tedioso.

—Esto es aburrido al extremo. —Me quejé—. ¡Tengo una brillante idea! —mencioné mientras mis ojos centellaban, sería algo muy divertido.

—Dime. —Nathan habló sin imaginarse lo que iría a suceder en los próximos minutos.

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